¿Qué pueden esperar los cubanos de la economía en 2015?
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Fundamentalmente, más de lo mismo, pero peor
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Por Eugenio Yáñez
Miami | 04/12/2014
En la más reciente reunión del Consejo de Ministros en Cuba se dijo que la economía en 2014 crecería un 1,3 %, menos del plan que preveía un 2,2 %, y menos también del pronóstico de mediados de año, cuando se habló del 1,4 %.
Lo cual no es noticia: ¿cuándo en Cuba se ha cumplido un plan de la economía? Sin embargo, a pesar de la historia y los fracasos, ahora el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ministro de Economía y presidente de la Comisión de Implementación de no se qué, anuncia que en 2015 el PIB tendrá un crecimiento “ligeramente superior al 4 %”. ¿Dé donde sale tal cifra? La economía no funciona jugando con números y coeficientes, sino analizando realidades. La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) considera que la economía cubana podría crecer un 3 % en 2015. Tal vez un ilustre visitante haya regalado a algún burócrata del régimen una chistera de mago para sacar conejos, porque la trayectoria y resultados de la gestión del general-presidente en ocho años y medio solamente dan para inventar cifras o promesas que no se corresponden con la realidad. ¿Recuerdan el vasito de leche diario para cada cubano?
Ya ha sido convocada la reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular para el 19 de diciembre. Sin chistar ni replicar en lo más mínimo, los “diputados” levantarán sus brazos para apoyar unánimemente lo que ya se decidió en el Buró Político del partido y posteriormente se “aprobó” en el Consejo de Ministros. A ese llover sobre mojado y acordar lo acordado se le llama, en el lenguaje eufemístico del totalitarismo, “democracia socialista”, que consiste en entretener a los cubanos con promesas que nunca serán materializadas, justificar los incumplimientos del presente año, y cacarear un futuro muy luminoso para quién sabe cuando, siempre un futuro lejano, difuso y abstracto.
¿Cuáles son los principales problemas de la población cubana de a pie en 2015? Sin pecar de exagerado, tremendista o come-candela, podríamos proponer un listado de problemas que afectan a los cubanos en todo el país, ni exhaustivo ni intransigente. Los lectores pueden abundar en el tema, pero de momento se podrían señalar los siguientes:
El salario es insuficiente para satisfacer las necesidades de la población
La utilización de la doble moneda en el país continúa golpeando a todos
La escasez y limitaciones de viviendas afectan a la mayoría de la población
El gobierno no es capaz de presentar un programa coherente para salir de la crisis
Más del 20 % de los cubanos vive fuera del país, y la tendencia a emigrar sigue creciendo
La agricultura no garantiza la alimentación de los cubanos, y cada año aumentan las erogaciones para importar alimentos
Las empresas estatales, proclamadas “decisivas” por el régimen, no salen de la irrentabilidad y continúan perdiendo dinero cada año
Se sigue estrangulando la iniciativa privada (“cuentapropista”), a pesar de su demostrada superioridad sobre la gestión estatal en todas las ramas, sectores y territorios en que le permiten funcionar
El gobierno es incapaz de motivar a las nuevas generaciones con programas o proyectos que les convenzan que valga la pena estudiar, superarse y esforzarse en el país, en vez de emigrar
Las parejas no son proclives a procrear ante tantas incertidumbres y dificultades, y la población no crece, se estanca o decrece, en la actualidad y perspectivamente.
Sería interminable la lista de tareas pendientes por parte del gobierno para que los cubanos confiaran en la dirección del general sin batallas y la camarilla de ancianos que se apoderó del poder hace más de medio siglo y no están dispuestos a entregarlo en ninguna circunstancia, aunque implique, como hasta ahora, la destrucción de la nación, el empobrecimiento de sus habitantes, el aniquilamiento de su sociedad civil, la separación de las familias, y el agujero negro hacia el que avanza irremediablemente el país, a falta de perspectivas racionales y estrategias realistas para superar una crisis que a nadie en el régimen le interesa superar, por temor a perder el poder o a que no sea posible mantenerse en ese poder más allá de la desaparición física de sus principales gestores y beneficiarios.
Nada de esto se trató ni se discutió en la reunión del Consejo de Ministros. Ni tampoco sobre los peligros de que la “ayuda” venezolana se reduzca por la contracción de los precios del petróleo en el mercado mundial. Al menos, nada informó la prensa oficialista sobre el tema. Con relación a la doble moneda lo único que se mencionó fue que se trabajó en “preparar las condiciones” para eliminarla. Expresión demasiado abstracta para considerar que ya exista un proyecto específico. Hasta en los comentarios de los lectores sobre la reunión, publicados por Granma, se reflejaba el malestar de los cubanos porque ese tema no fue abordado seriamente.
Según el régimen, el fracaso de 2014 fue por incumplimientos en la industria azucarera y manufacturera. ¿Nada más? Y para 2015 el país deberá gastar $2.194 millones importando alimentos, $137 millones más que este año. Sin embargo, gracias a la varita mágica que debe tener alguien, se menciona un crecimiento “ligeramente superior al 4 %”, en base a avances en la industria manufacturera, construcción, comercio, agricultura, ganadería y silvicultura. Las historias de Macondo resultan demasiado serias ante informaciones oficiales cubanas como estas.
Lo único que merecería observarse en serio de todo el cónclave es una expresión de Murillo, si no se trata de la demagogia de siempre, de que “la economía cubana continuará avanzando a pesar del bloqueo, las restricciones financieras externas y la situación internacional”. Es decir, que aparentemente no se utilizarían las consabidas excusas de siempre sobre factores externos cuando aparezcan los inevitables fracasos en 2015. Aunque si el silencio oficial se impone para no mencionar fracasos, por no reconocerlos, las excusas de siempre no tendrán importancia.
Y si no culpa a factores externos, o a la sequía, los huracanes, o los anillos de Saturno, ¿cómo justificaría el régimen su fracaso? Allá los que quieran creer que ahora sí, que esta vez sí es en serio, y todo lo demás; ya son cincuenta y cinco años con el mismo cuento.
Ni Raúl Castro ni el régimen merecen recibir el beneficio de la duda una vez más. Que demuestren lo que dicen, si es que pueden demostrarlo, y entonces yo sería el primero en reconocer públicamente que me he equivocado en este análisis.
Mientras ese momento esté por llegar, seguiré insistiendo, porque tengo derecho a hacerlo, con la misma pregunta y respuesta que da título a este artículo:
¿Qué pueden esperar los cubanos de la economía en 2015? Fundamentalmente, más de lo mismo, pero peor.
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