Por Esteban Fernández
Abril 1 de 2015
Llegamos al exilio en busca de libertad y la encontramos, pero de paso perdimos la “blancura”. Nuestro pasaporte dice “blanco”, el acta de nacimiento dice “blanco”, pero nadie que no sea cubano nos acepta aquí que somos “blancos”.
Los que en determinados casos nos entrevistan para un trabajo nos dan un formulario para llenar donde en algún lugar nos preguntan: “Race?” y contestamos “White”, el entrevistador lo lee, nos mira de nuevo de arriba a abajo y con una risita sardónica escribe en la planilla: “Brown, Hispanic, Latin”, o lo que se les ocurra, todo menos “white”. Ahí yo siempre he puesto “¡CUBANO Y A MUCHA HONRA!”. Así con signos de admiración y todo.
Hay cubanos rubios, de ojos azules, blancos como la nata, y a simple vista pueden “pasar por blancos” pero desde el mismo instante en que se identifican como “González, Pérez o Fernández” ya se les “acabó el tumbao” de ser blancos. Supongo que pensarán: “Este es un HISPANIC que se pintó el pelo, se puso lentes de contacto azules, y se le viró un pomo de leche encima”. Si usted discute, si usted defiende su “blancura”, lo único que logra es que todos crean que usted “está avergonzado de sus raíces”.
Inclusive dentro de nuestras casas, nuestros propios hijos no están muy claros en eso de que “son blancos”, y la hija va a salir a pasear con un muchachito americano y le preguntamos: “Finita ¿con quién vas a salir?” Y nos responde: “Oh, papá, con un WHITE BOY de la escuela”.
Y bravos le contestamos: “Chica y ¿qué cosa eres tú, tú no sabes que TU TAMBIÉN ERES UNA WHITE GIRL FROM MELENA DEL SUR, descendiente de gallegos y asturianos?”.
Pero de eso nada, los muchachos criados aquí, en su inmensa mayoría, ya han aceptado la noción de que “blancos son los americanos, los ingleses, los alemanes”, y ellos (a pesar de que sus padres se consideran “blancos”) tienen la tendencia a creer lo que les han inculcado desde el Kindergarten.
Entonces nos molestamos con la pobre muchachita y hasta le soltamos un par de gritos y le decimos: “Bueno, chica, entonces dile a todo el mundo que eres CUBANA, diles que eres de Cuba, y pal’ Diablo”
Y también algunos latinoamericanos en forma de reproche dicen: “El problema de los cubanos es que SE CREEN BLANCOS” Y yo me miro en el espejo y pienso: “Ñooo tremendo problema éste ¿qué hago ahora, como resuelvo este asunto?”. No sé si ir a la tienda y comprarme una latita de betún carmelita y ponérmelo en la cara y en el cuerpo para demostrarles la aceptación de mi equivocación, o echarles la culpa a mis padres quienes cometieron el tremendo error de llevarme al Juzgado e inscribirme allí como “blanco”. Quizás fue mi abuelo Manuel que era Juez y utilizó su “palanca” para poner en la fe de bautizo que éramos blancos.
O, mejor, la culpa recae sobre mi abuela catalana, Concepción Roig, quien no se dio cuenta que al tener hijos en un país “del tercer mundo”, al inscribirlos, debió aclarar: “Yo soy blanca, pero mis hijos POR HABER NACIDO EN CUBA son un par de inditos con levitas, por lo tanto Enrique es Taíno y Esteban es Siboney”.
Esa hubiera sido la perfecta. A mí me parece que la mayoría de la gente en nuestro entorno se sentiría más complacida si nosotros los cubanos aceptáramos con orgullo que la mayoría somos descendientes directos de las razas sufridas de los tainos y los siboneyes y los demás no estamos seguros si somos Congos o somos Carabalí…
Total, al final de este escrito llego a la conclusión de que todo eso de raza, de color de la piel, es basura, y lo único importante, la única división entre los seres humanos debe ser entre “buenos y malos”, y honestamente ya en la actualidad yo me siento orgulloso solamente de tres cosas: de ser HOMBRE, de ser CUBANO, y de ser LO MEJOR POSIBLE. ¿La raza? Me da lo mismo si soy verde o soy azul.
Y utilizo al escritor español Ramón de Campoamor para que me ayude a terminar este escrito con sus celebres palabras: “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”.
1 Comments:
Saludos y mis condolencias Sr. Roger Cisneros
Le envié su comentario a Estebita y supongo que él lo llamará tan pronto lea ese comentario.
No le dejo aquí la dirección de email de Estebita ni el comentario suyo para no hacer público su teléfono.
Un abrazo en el dolor y que lo fortalezca a usted y a todos los dolientes la Esperanza cristiana
Pedro Pablo
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