miércoles, mayo 20, 2015

Sobre Cuba. Arnaldo M. Fernández: José Martí fue la única baja mortal entre los mambises en la escaramuza de Dos Ríos

Imagen de la portada de la revista Bohemia en que apareció la única tricromía del cuadro de Valderrama, quien acabó destruyéndolo en el Salón de Arte de febrero de 1918.

Siete mentiras sobre la muerte de Martí

José Martí fue la única baja mortal entre los mambises en la escaramuza de Dos Ríos

Por Arnaldo M. Fernández
 Broward | 19/05/2015


Tal como sucede con muchos asuntos de progenie cubiche, la caída en combate de José Martí suele discutirse sin saber qué pasó. Fue la única baja mortal entre los mambises en la escaramuza de Dos Ríos, porque el General en Jefe, Máximo Gómez, dio la orden imprudente de cruzar el río Contramaestre para atacar sin explorar las posiciones del enemigo. Los hechos se han distorsionado por entre 120 años de versiones falaces o imprecisas, por ignorancia o conveniencia, entre ellas:
  •     Buscó él mismo la muerte (José Miró Argenter, Crónicas de la Guerra, 1909). Martí buscaba constituir la República en Armas y no iba a suicidarse antes de lograrlo. La víspera de la tragedia escribió a Manuel Mercado: “Seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en armas”.
  •     Si la envidia de los roedores del genio no lo hubiese llevado a inmolarse prematuramente en Dos Ríos, él habría estado al lado de Diego Vicente Tejera en 1899, cuando fundó el Partido Socialista (Julio Antonio Mella, Glosas al pensamiento de José Martí, 1927). Martí nunca se dejó arrastrar por envidiosos. Incluso salió airoso en sus polémicas con Enrique Collazo, quien lo acusó de ser “guapo después de que ha pasado el peligro”, y con el propio Gómez, quien no quería llevarlo en su expedición a Cuba. Lo demás es pura tontería. En el Partido Revolucionario Cubano, Martí prefirió al pro yanqui Tomás Estrada Palma antes que a Tejera.
  •     Martí cargó en Dos Ríos como lo habían hecho todos y cada uno de los jefes de nuestras guerras independentistas (Jorge Ibarra, José Martí, dirigente político e ideólogo revolucionario, 1980). Martí cargó como no lo había hecho ni haría ningún jefe: en la condición equívoca de Mayor General —nombrado de dedo por Gómez— sin tropa bajo su mando y sin otro jefe que el jefe de todos, el propio Gómez, quien reconoció que, al “marchar adelante para arrastrar a la gente, no pude ocuparme más de Martí”.
  •     El mulato cubano Antonio Oliva fue quien último vio a Martí vivo y descargó su revólver de percusión (que fue de enorme repercusión) sobre la cabeza del poeta herido (Guillermo Cabrera Infante, El nacimiento de una noción, 1991). Esta versión aparece con rifle en la película Páginas del diario de José Martí (1971), de José Massip, pero proviene ya solo del cabo español Juan Trujillo (La Discusión, mayo 23 de 1899), en contra de los testimonios del propio Oliva y del capitán Fernando Iglesias (La Discusión, enero 30 de 1899), jefe de la compañía española frente a la cual cayó Martí.
  •     Martí avanzó quizás con la idea de que su ejemplo podía arrastrar a la tropa (Rolando Rodríguez, Dos Ríos: a caballo y con el sol en la frente, 2001). Esa idea no pudo siquiera pasarle por la mente, ya que Martí no tenía tropa que arrastrar. Gómez anotó clarito que “se encontraba solo” y nadie da ejemplo en solitario.
  •     Against the advice of General Máximo Gómez (…) Martí mounted his horse and rushed in to do battle (Roberto González Echevarría, José Martí. Selected Writings, Penguin Books, 2002). No hubo tal consejo previo al combate. El propio Gómez anotó: “Cuando ya íbamos a enfrentarnos con el enemigo, le ordené que se quedase detrás”. Esa orden se dio después que Martí montara su caballo y galopara, junto con los demás mambises, unas cuatro leguas [tres millas y pico] por la orilla occidental del Contramaestre, para enseguida cruzarlo y atacar a los españoles acampados en Dos Ríos.
  •     Gómez, con cierta autoridad de militar, le dice a Martí (…) que se quede allí con un ayudante, que se llamaba La Guardia. Martí no se queda, va al combate y muere. Esto lo cuenta La Guardia (Fidel Castro, Biografía a dos voces, 2006). Ni lo cuenta La Guardia ni Gómez dijo eso, como queda demostrado en su nota precitada. Ángel de la Guardia narró a su esposa, Concepción Rosales, tal y como expuso de oídas el hijo de ambos, que “al desviar una hondonada los caballos, Martí y Ángel se separaron del grupo [y] presentarían sin saberlo un blanco magnífico a los españoles” (Anuario Martiano 2, 1970, pp. 419 ss.). No hubo desobediencia, sino extravío.

La formación de combate se rompió en galopar desordenado tras vadearse el río y Martí, acompañado solo por el subteniente Ángel de la Guardia, se extravió y fue a parar tan lejos que parecía uno de los exploradores que Gómez nunca mandó. Así lo acredita no solo el relato de oídas de Ángel, sino también el testimonio por escrito de su hermano Dominador de la Guardia, quien participó en el combate de Dos Ríos y dio cuenta al Dr. Eligio Palma por carta que, sin intención alguna de publicar, fechó en Niquero el 11 de marzo de 1916 y Enrique Ubieta incluiría en Efemérides de la revolución cubana (La Moderna Poesía, 1920, T. IV, pp. 290 ss).

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Tomado de http://cafefuerte.com/

José Martí: Una muerte de película

Por Miguel Fernández Díaz
19 mayo, 2015

Tal y como suele suceder con muchos asuntos de progenie cubana, la muerte de José Martí suele discutirse sin saber qué pasó exactamente y así mismo fue llevada a la pantalla grande por José Massip (1926-2014), Premio Nacional de Cine en 2012. Su película Páginas del diario de José Martí (1971) incluyó el pasaje absolutamente ficticio de un mulato que remata con disparo de fusil a Martí en el suelo, luego de que cayera del caballo por otros balazos y su único acompañante, el subteniente mambí Ángel de la Guardia, saliera espantado de la escena.

No obstante, Alejo Carpentier alabó el filme por su “afán veracidad, de autenticidad” (Granma, enero 30 de 1972), y su criterio fue santiguado por la revista especializada Cine Cubano (No. 73-75, 1973).

Versión desacreditada

Massip recicló en la cinta el testimonio del cabo sanitario español Juan Trujillo, una suerte de Ángel Carromero decimonónico, quien aseguró al periódico La Discusión, el 23 de mayo de 1899, que el práctico cubano Antonio Oliva “remató [a Martí] de un tiro de tercerola Remington”.

Sin embargo, los corresponsales de guerra de La Discusión y del Diario de la Marina, Máximo Doubochet y Miguel Espinosa, respectivamente, habían reportado de inmediato, el 23 de mayo de 1895, que Martí cayó revolver en mano bajo las balas enemigas, y el capitán Fernando Iglesias, jefe de la compañía española que sostuvo el peso de la escaramuza en Dos Ríos, confirmó el 30 de enero de 1899 a La Discusión que Oliva disparó contra Martí al venir este cabalgando.

Desde el argentino Ezequiel Martínez Estrada en Martí revolucionario (1967) hasta el cubano Guillermo Cabrera Infante en Mea Cuba (1992) han recogido la versión de Trujillo, que nadie más difundió y contradice flagrantemente los demás testimonios, incluso del propio Ángel de la Guardia, expuesto de oídas por su hijo el 15 de marzo de 1964 en la Fragua Martiana. Aquí mismo el Dr. Francisco Lancís, Profesor Titular y jefe del Departamento de Medicina Forense y Toxicología de la Universidad de La Habana, remató la versión de Trujillo en junio de 1968 al demostrar, con ayuda de perfiles a tamaño natural del jinete y su potro, que Martí recibió, desde diferentes posiciones de tiro, el primer disparo en el tórax, el segundo en el cuello -con la cabeza hiperextendida por efecto del anterior- y el tercero mientras caía, al cruzar la pierna derecha por encima del caballo.

Otras películas

Así y todo, el médico José Antonio Soto publicó  “Nuevas revelaciones sobre la muerte de José Martí”, aparecido el 27 de enero de 2014 en primera plana de El Nuevo Herald y repleto de falencias historiográficas. Antes el artista pinareño Pedro Pablo Oliva, Premio Nacional de las Artes Plásticas (2006), había celebrado la Navidad de 2010 en un programa de la radio local con otro rollo alucinante: según su papá, Antonio Oliva “se parapetó en el sitio por donde, por su criterio, [Martí] iba a pasar obligatoriamente”.

Siendo alumno de quinto año de la Escuela Nacional de Arte, Pedro Pablo Oliva había aparecido en la película de Massip para sostener que su abuelo Antonio había matado a Martí. En el referido programa de radio remachó con que “comencé a pintar a Martí un poco como para sacar la otra cara, la otra imagen, sacar a ese hombre, flagelarme, no sé cuántas cosas más, un poco que sentí una deuda”.

No hay tal deuda ni por qué flagelarse. Tal y como no remató a Martí en el suelo, Antonio Oliva no pudo saber jamás por dónde iba a pasar Martí, quien simplemente se extravió en Dos Ríos y sería la única baja mortal entre los mambises, porque el General en Jefe, Máximo Gómez, dio la orden imprudente de cruzar el río Contramaestre y atacó a la columna española que mandaba el coronel José Ximénez de Sandoval sin explorar antes sus posiciones ni conducir después el combate racionalmente.

Hacia mayo de 1976, el historiador tunero Juan Andrés Cué y Bada (1908-79), profesor de la Universidad de Oriente, conversó con otro práctico de aquella columna, Cayetano Martí Arias, quien precisó que ya se había hecho alto al fuego cuando apareció Martí a caballo y el tropel se percibió como una nueva carga de los insurrectos. Tras afirmar que “si a Martí no lo tumban los tiros, se hubiera metido dentro de las fuerzas españolas”, el entrevistado agregó que, de haberse sabido que era José Martí, nadie habría disparado, pues hubiera sido mejor hacerlo prisionero.

La suerte de Antonio Oliva

Todavía el historiador Rolando Rodríguez García, Premio Nacional de Ciencias Sociales (2007), pasó gato por liebre el 19 de mayo pasado, en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, con su alusión a que Antonio Oliva “fue muerto en Palma Soriano al finalizar la dominación española”.

Este cuento viene circulando por lo menos desde el 16 de mayo de 1969, cuando Bohemia publicó que Oliva habría sido ajusticiado a machetazos en una cantina de Palmarito de Cauto por matar a Martí, pero tanto la hermana de Antonio Oliva, Cecilia Flora, como su primo mambí, Juan Eugenio Oliva, dieron sobrado testimonio al mensuario Patria -publicación oficial, hasta mediados de 1985, de la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, con sede en la Fragua Martiana- de que “Olivita” embarcó para España antes de terminar la guerra.

Así, por ignorancia o conveniencia, hasta los hechos más triviales de la muerte de José Martí se han ido distorsionando con versiones falaces o imprecisas desde hace 120 años. Y como en otros muchos asuntos de raigambre cubiche, la realidad se torna irreconocible por manipulación mediática.