EL PAPA FRANCISCO Y LA BEATIFICACIÓN DE STALIN. DOS PECADOS DE PALABRA Y DE OMISIÓN DEL PAPA FRANCISCO
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
Julio 16 de 2015
La Iglesia condena el egoísmo, el socialismo también. La Iglesia condena la avaricia del que no es solidario, el socialismo también. La doctrina de Carlos Marx está muy próxima al Sermón de la Montaña.” (Bergoglio, 1998, p.25)
¨ Ved esta gran sala. Karl Marx ha muerto. Como se puso del lado de los débiles, merece honor. Pero no hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres. Indigna el forzoso abestiamiento de unos hombres en provecho de otros. Mas, se ha de hallar salida a la indignación, de modo que la bestia cese, sin que se desborde, y espante…¨ (Tomo 9, 388)
y escribe más adelante:
¨ …Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre nuevas bases, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos. Pero anduvo de prisa, y un tanto en la sombra, sin ver que no nacen viables, ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa ¨ (Tomo 9, 388)
En su crítica sobre la obra ¨ La Futura Esclavitud¨ de Herbert Spencer, Martí también plantea sus objeciones sobre el socialismo; una de esas objeciones es:
¨…De ser siervo de sí mismo, pasará el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría a ser esclavo de los funcionarios.¨(Tomo 15, 391)
¨…Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras:-el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas, - y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados…¨(Tomo 3, 168)
El Papa Francisco también echa a un lado lo dicho por el entonces Arzobispo de Santiago de Cuba Enrique Pérez Serantes en su pastoral Roma o Moscú: escrita en 1960
¨Es el comunismo un sistema político social, abiertamente irreligioso, terriblemente temible para el que, teniendo algo que perder, tiene también la suerte de conocerlo suficientemente. Se presenta el comunismo, hábilmente falaz y poderosamente tentador, como una panacea para el que,no teniendo nada que perder en ningún terreno, no ha aprendido a conocerlo bien.
Es el comunismo un recurso aparentemente poderoso para muchos amargados y descentrados, de escaso lastre espiritual; y para muchos incautos, cargados de ilusiones, que caben de sobra en cerebros vacíos de valores sustanciales. Es el comunismo un atractivo muy fuerte para jóvenes estudiantes, de poca base, infatuados en las técnicas de la ciencia, de la cual llegan hasta a esperar que podrá cambiar la naturaleza humana.
Es el comunismo, para decirlo con palabras de sapientísimo León XIII, un virus mortal, que serpentea por las más íntimas entrañas de la sociedad humana y la conduce al peligro extremo de la ruina.¨
“La centralización hace desaparecer ese individualismo, cuya conservación hemos sostenido como necesaria a la sociedad. De allí al comunismo no hay más que un paso; se comienza por declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la intervención de la sociedad en su acción destruyendo su libertad, sujetando a reglamento sus deseos, sus pensamientos, sus más íntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones todas. ”
Pero el Papa Francisco cuando habla de Fidel Castro y su (supuesta) preocupación por los pobres olvida lo que expresó el Arzobispo de Santiago de Cuba Pedro Claro Meurice Estiú en sus palabras de bienvenida a su arquidiócesis del Papa Juan Pablo II en 1998:: ¨La Iglesia en América Latina hizo en Puebla la opción por los pobres, y los más pobres entre nosotros son aquellos que no tienen el don preciado de la libertad.¨
Por Francisco José Soler Gil
En el año prodigioso de 1989, ocupando Juan Pablo II la cátedra de San Pedro en Roma, la humanidad pareció liberarse para siempre de la más espantosa pesadilla de su historia: el terror comunista. Atrás quedaba un número no inferior a los cien millones de víctimas: asesinadas en las cunetas, asesinadas en las checas, en los gulag, en las hambrunas científicamente programadas, en las deportaciones sin otro destino que la muerte en un vagón helado. Asesinadas sin juicio. Asesinadas sin defensa, sin escrúpulos, sin tasa.
Y no sólo la fantasía criminal del hombre había conocido en el comunismo su expresión más vigorosa. También el arte de amargar la vida de los (aún) no asesinados alcanzó en la plomiza sordidez de los edificios y ciudades comunistas un refinamiento nunca visto hasta entonces.
«¿Por qué tienen que morir las hojas allí donde vamos nosotros?». Esta pregunta de una escritora comunista, recogida en la autobiografía de Arthur Koestler, nos descubre en una línea la esencia venenosa de aquel movimiento. El «Archipiélago Gulag» de Solzhenitsyn lo hace en varios cientos de páginas.
O eso pensábamos hasta ayer mismo. Porque ayer tuvimos el gusto de recibir una nueva iluminación del Papa Francisco. Esta vez en forma de visita al presidente boliviano Evo Morales, en la que aceptó gustoso la condecoración de la orden al mérito «padre Luis Espinal». Dicha orden, consistente en la figura de un crucifijo sobre hoz y martillo, reproduce al parecer el «crucifijo» de tan benemérito «padre». Y por si acaso la medalla no fuera suficientemente grande, el obsequioso presidente le entregó al romano pontífice una réplica de la blasfemia en tamaño original, para que todo el mundo pudiera verlo.
Tiempo les faltó a los católicos de guardia para explicarnos que el Papa no sabía que esto iba a ocurrir, que había sido sorprendido por el presidente Morales, que incluso había reprobado el gesto con un «eso no está bien», que se le veía serio y disgustado, y yo qué sé más. Ay, ¡pobres católicos de guardia! Qué poco recorrido tienen sus interpretaciones en este pontificado. Pues no han pasado ni veinticuatro horas y ya tenemos al portavoz del Papa negando que Francisco reaccionara negativamente al regalo, y afirmando que esa cruz-hoz-y-martillo es realmente un símbolo de diálogo y libertad; un símbolo del empeño por la liberación y el progreso del país.
Por supuesto, la hoz y el martillo constituyen símbolos de libertad. ¿Cómo no habíamos reparado en ello antes? Quizás por no haber escuchado con la atención suficiente al Papa la otra noche, cuando nos explicaba que el cura marxista Espinal «predicó el evangelio y ese evangelio molestó, y por eso le eliminaron». Así de sencillo.
Mis queridos católicos de guardia: Se impone una rápida revisión de todo lo que pensabais creer sobre el comunismo. A partir de ahora, ya ha quedado claro que debéis creer justo lo contrario. Ánimo, y a desdecirse con prontitud, garbo y elegancia. Convendría, eso sí, que borréis cualquier sombra de duda sobre vuestra fidelidad al pensamiento pontificio. Y para ello, nada mejor que promover, desde ya, la beatificación de los líderes principales de ese movimiento de liberación y progreso. El más grande de todos fue Stalin, y el más liberador. De manera que os está faltando tiempo para pedir su elevación a los altares.
Ya de paso, y para evitar nuevos deslices, deberíais solicitar también la canonización de Moctezuma, el caníbal, el caudillo del pueblo de los sacrificios humanos, habida cuenta de que, en la misma tacada, el Papa Francisco ha pedido también perdón por los «crímenes contra los pueblos originarios» en la conquista de América.
San José Stalin, ejecutor, San Moctezuma, devorador, rogad por nosotros.
Tomado de http://www.correodelsur.com
1 Comments:
El PAPA debria de implantar el socialismo del silo xxi en el estado Vaticano antes de seguir predicando su Apoyo a Los comunistas latinoamericanos.
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