Esteban Fernández: HABLAR DE CUBA
Por, Esteban Fernández
Los Ángeles
27 de julio 2015
Quizás el insulto más grande para mí es cuando alguien me pregunta “Contra, Estebita, ¿tu todavía sigues escribiendo y hablando de Cuba?”
Tanto me molesta esa pregunta -aunque a veces sea bien intencionada- que inmediatamente respondo con un exabrupto: “¿De qué Diablos quieres que hable?” Y ahí mismo se acabó la conversación y hasta la amistad si es que la hubo.
Esa respuesta originalmente no es mía sino del desaparecido “Pibe” Aguilera. Hace años estábamos en una fiesta y alrededor de una mesa nos sentamos Yoel Borges, Antonio Rotella, el “Pibe” y yo con nuestras respectivas parejas. Llegó una señora cubana con su hija y se sentó -sin conocernos- junto a nosotros.
Como es natural -ni cortos ni perezosos- enseguida comenzamos a hablar de la lucha por la liberación de Cuba. La mujer nos miró molesta y nos dijo: “Esto es un party ¿Ustedes piensan estar toda la noche con la matraquilla de Cuba? Si eso es así me voy para otra mesa”. Y Primitivo “el Pibe” Aguilera le respondió: “Distinguida dama, ¿de qué quiere que hablemos de Haití, de Jamaica o de Ecuador?” Todos nos reímos y la vieja se fue disparada para otra mesa.
Esa es la cosa más absurda del mundo porque nada ha cambiado en nuestro país, Fidel y Raúl siguen en el poder acabando con nuestra Patria y entonces hablar de Cuba además de ser un deber es una obligación constante y eterna de todo el que se sienta cubano.
No es como que tenemos amnesia y los hermanos Castro se murieron hace muchos años y Cuba es libre desde 1962 y nosotros seguimos insistiendo en el tema. Y con todo y eso ¿Por qué nadie les pide a los judíos que se callen la boca y no sigan hablando mal de Hitler y paren de hacer cientos de películas y libros sobre el holocausto? En lugar de intentar que no hablemos de Cuba ¿Por qué no van a una sinagoga y les dicen a los presentes que dejen de molestarnos hablando de los campos de concentración nazis?
Y a través de los años viviendo en California donde nosotros somos minoría y hay una tremenda cantidad de mexicanos, peruanos, salvadoreños, guatemaltecos, etc. he sufrido decenas de consejos tratando de que “latinice mis escritos”porque no hay dudas de que las ganancias y “el billete grueso” proviene de ellos no de nosotros los cubanos. Y a mí no me da la gana de aceptar esa sugerencia. ¿No es suficiente con Univisión y a La Opinión?
El primero que me aconsejó eso fue Tony Fernández Monteavaro que me decía: “Estebita ¿te acuerdas donde yo dormía cuando daba bailes exclusivos para los cubanos? Pernoctaba en el sofá de La Prensa de Los Ángeles, y desde que ‘cambié el palo pa’rumba’ y me dediqué a los hermanos latinos vivo súper bien”.
Y está demás decirles que no le hice caso a Tony -ni lo he visto más- porque quede claro que yo hablo de todo (menos de futbol americano) con cualquiera, hablo de pelota, de cine, de televisión, pero al que no quiere hablarme de Cuba ni me demuestre su deseo de que nuestro país sea libre YO NO LE HABLO DE NADA NI LE HABLO MÁS.
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