Zoé Valdés: El león 'Cecil' y los dictadores
'Cecil' y los dictadores
Por Zoé Valdés
2015-08-05
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Fotos de todo tipo hemos visto en Facebook y en Twitter, posteadas por gente muy, pero que muy encolerizada, en contra de este crimen de lesa zoología contra el depredador (que lo es), el rey de la selva, que no se ha ganado el título por su buena y ejemplar humanidad que digamos. Fotos de cazadores junto a sus presas, mostrándolas todas, orgullosos de matar animales, airosos de ser unos exterminadores.
Por su parte, dos amigos míos postearon una foto de Fidel Castro cazando inocentes patos y liebres en una gélida Siberia junto a Nikita Kruschev, pero a los defensores de los animales no les hizo mucha gracia. Claro que no, ellos habrán visto a Fidel Castro, bajo su abrigo de piel de visón, como el poderoso animal salvaje que siempre ha sido, el "pobrecito" se habrán dicho,
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El hecho es que todo el mundo se ha inquietado por Cecil y todavía lo lloran por los rincones, pero hasta ahora nadie se ha compadecido por las víctimas humanas de los dictadores de la región. ¿Se preguntarán al menos entre lagrimón y lagrimón por esos seres? Lo dudo.
Del mismo modo que, en su momento, los humanistas del mundo se preocupaban por los talibanes presos en Guantánamo, pero jamás los oí lamentarse por los presos políticos del castrismo, del otro lado de la cerca de púas, en la isla cárcel. Y es que, repito, así está hecho este mundo de idiotas.
Yo quiero dejar claro que siento una enorme compasión por Cecil, por su hermano, y por todas las presas de tantos cazadores innobles, pero más compasión siento por los hombres y mujeres asesinados,
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En su reciente visita Barack Obama les ha llamado la atención diciéndoles, discurso mediante, que nadie puede eternizarse en el poder. Pero va y premia a los dictadores más antiguos del mundo, a los Castro, quienes precisamente han puesto a muchos de esos dictadores africanos en el poder. Obama premia a los eternos Castro quitándoles el embargo, descongelando las relaciones, abriendo embajadas, etc.
Pero volvamos a Cecil, que en paz descanse; pero volvamos sobre todo a las victimas de los dictadores, que hasta que no sean reconocidas por los derechos humanos internacionales ni siquiera podrán descansar en paz.
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