La política en la sangre. Andrés Reynaldo: Algunos hablan de un ‘baño de sangre’ como si este pudiera provenir de los exiliados de Miami. Para evitar ‘el baño de sangre’ no hay que perpetuar la dictadura
Tomado de http://www.elnuevoherald.com
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Algunos hablan de un ‘baño de sangre’ como si este pudiera provenir de los exiliados de Miami
Para evitar ‘el baño de sangre’ no hay que perpetuar la dictadura
Por Andrés Reynaldo
noviembre 18, 2015
En el resto del planeta, en los pretéritos y actuales tiempos, en la misma Cuba, a los dictadores se les ha pedido que se larguen. Cuanto antes. A tal fin, se convoca a cerrar filas con la oposición y se clama por ayuda a los cuatro vientos. A Washington. Al Vaticano. Sin hacerle muecas a la ayuda si llega lo mismo de Moscú y Pekín que de Estocolmo. Pero los heraldos del cambio-fraude tienen otra cosa en mente. A esta dictadura deben proporcionársele los créditos, la paz ciudadana y el prestigio internacional para que transite por vía dinástica del más cutre leninismo tropical a un desollador y militarizado capitalismo de estado sometido ya, por la ley escrita y la ley no escrita, a la familia Castro. Curiosa manera de ver la salida en la encerrona.
Algunos pudieran extrañarse de que se hable tanto del baño de sangre, a sabiendas de que la oposición interna y externa rechazan tajantemente la violencia desde hace décadas. El tópico atraviesa una variada gama de personalidades cubanas y extranjeras. Por ejemplo, antes de embarcar a Cuba para la reciente visita del papa Francisco, el arzobispo de Miami, Thomas Wenski, enfatizó que la Iglesia quería evitar un baño de sangre en la isla. Lo dijo como si de Miami estuviera a punto de zarpar una masiva y rencorosa expedición. La advertencia del baño de sangre, en todo caso, debía hacérsele a Raúl en el Palacio de la Revolución. O al menos dirigírsela directamente a Raúl desde Miami. A Raúl, a la recalcitrante fuente del mal. A los que le parten el alma a los opositores apenas a unos metros de los salones donde los visitantes ilustres se fuman sus formidables habanos y hablan de convertir a Cuba en Singapur.
El fantasma del baño de sangre favorece la noción de que la dictadura es imprescindible como garante del orden y hasta de cierto grado de convivencia cívica. ¿Y si la dictadura es imprescindible, si a la dictadura hay que darle tiempo y dólares para que no haya un baño de sangre, quiénes vienen sobrando? Los opositores que se resistan a constituir “una oposición leal” y los exiliados que no se suban al “tren de los cambios”. Por ahí van los truenos. La expectativa que se fomenta en una platónica facción reformista del raulismo sirve para restarle credibilidad y recursos a la legítima y perseguida oposición. El aplauso al levantamiento de restricciones en áreas que ya no amenazan la estructura de poder disfraza una represión que puede variar tácticamente de método aunque no estratégicamente de propósito.
Nadie en sus sanos cabales desea un baño de sangre en Cuba. La alternativa, sin embargo, no ha de ser la perpetuidad de la dictadura. Eso es una deleznable inversión moral que traslada la responsabilidad del conflicto a las víctimas. Aceptar la violencia castrista por rechazo a la violencia anticastrista ofende como ideal y fracasa como política. A fin de cuentas, en 57 años, la sangre de los opositores nunca ha dejado de correr.
El 21 de enero de 1959 en un discurso en la terraza norte del Palacio Presidencial, Fidel Castro expone públicamente, ante una gran multitud pidiendo paredón, la vieja práctica policial del policía bueno y el policía malo en una advertencia ante la posibilidad de morir en un atentado. Los dos policías persiguen el mismo objetivo y actúan coordinadamente. Fidel Castro fusila dando un discurso; Raúl Castro mofándose o llorando ante un espejo; esa es la única diferencia en sus radicalismos.
¨Detrás de mí vienen otros más radicales que yo, y del mismo modo que atacando nuestra justicia revolucionaria se ha fortalecido la revolución, asesinándome a mí no van más que a fortalecer la Revolución.
Le voy a proponer a la dirección del Movimiento 26 de Julio que designe al compañero Raúl Castro como segundo jefe del Movimiento 26 de Julio. Lo hago no porque sea mi hermano, que todo el mundo lo sabe, sino porque lo considero con cualidades suficientes para sustituirme en el caso que yo muriera en esta lucha. Porque, además, es un compañero de firmes convicciones revolucionarias que ha demostrado su capacidad en la lucha; que fue de los que dirigió el ataque al Moncada, el II Frente Frank país, demostrando capacidad como organizador y como militar.¨
Ya Raúl Castro había ahorcado en Oriente y eran conocido esos ahorcamientos por lo que en esa concentración un energúmeno le gritó a Fidel Castro: ¨Fidel, sacude la mata y déjale un gajo a Raúl!¨. Ya Raúl Castro en un discurso en Oriente, exacerbando las diferencias regionales entre orientales y habaneros había dicho: ¨Cualquier día los orientales nos vamos a poner bravos y vamos a acabar con los camajanes de La Habana....¨. El Castrismo, desde hace ya más de dos décadas, se ha aprovechando de esas diferencias regionales para el envio masivo de policias de las provincias orientales a La Habana para que se ensañen con la población habanera.
Esas citas son tomadas del libro En Marcha con Fidel del Dr. Antonio Nuñez Jiménez, de sus páginas 65-68.
Deseo aclarar que uno de los hermanos Beatón mató a Cristino Naranjo, muy amigo de Camilo Cienfuegos, el cual estaba investigando la desaparición de Camilo (ambos eran oficiales del Ejército Rebelde) y Cristino Naranjo había obtenido algunas pistas sobre esa extraña desaparición. Beatón mata a Cristino Naranjo cerca de una posta en una discusión al este querer entrar a dicho campamento militar y no permitírselo Beatón, el cual estaba alertado de que Cristino Naranjo trataría de entrar; no recuerdo si Cristino Naranjo quería ver a Raúl Castro.
La viuda de Beatón dijo que su marido le había dicho que había matado a Cristino Naranjo por mandato de Raúl Castro, pero que después Raúl lo mandó a coger preso y él se fugó. Beatón se alzó junto a personas de su confianza, entre ellos un hermano suyo, y se alzaron, si mal no recuerdo, en la Sierra Maestra..
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(fragmento)
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