Editorial 402 de Primavera Digital
noviembre 11, 2015
La Habana, Cuba, Redacción, (PD) Se avecina en Cuba un proceso ilegítimo de corrupta privatización. Como aconteció en Rusia en la década de los 90, se nos viene encima una nueva clase de oligarcas creados por el gobierno y su poderoso e influyente estamento militar. Serán los nuevos “capitanes de la industria” cubanos. Nacerán nuevos millonarios capitalistas en el estilo ya conocido de fortunas y riquezas que surgieron de la nada y hoy son emblemas no solo económicos, sino hasta políticos y no solo en Cuba, sino hasta en los propios Estados Unidos.
Frente a esto, los luchadores auténticos por el cambio democrático en Cuba, numéricamente pocos, van siendo abandonados paulatinamente por los “promotores externos de la democracia”. En la actualidad, algunos son ninguneados y aun en estas condiciones, resisten tenaces la represión, el hostigamiento y el acoso interno a que les somete la policía Seguridad del Estado. Así lo hacen, aferrados a sus ideales y solo a estos. No cuentan con nada más.
Quienes promueven los cambios al capitalismo de estado pro fascista y sin democracia, lo han hecho y en la actualidad lo hacen en concierto armónico con el régimen militar castrista. Se esfuerzan porque amplios sectores de la población cubana, consideren estos cambios de propiedad como algo deseable y positivo. Que vean en los cambios sin democracia, una transición positiva hacia el libre mercado y la prosperidad.
La policía Seguridad del Estado ha modificado de forma sensible y ostensible sus métodos. Sus procedimientos operativos cada vez tienen más semejanzas con los empleados por carteles y otras organizaciones criminales internacionales, que con los procedimientos clásicos empleados por fuerzas del orden a lo largo del mundo. Existe la más reciente denuncia sobre toma de rehenes. Por otra parte, la violencia orientada contra mujeres mantiene un alarmante rating que tiende a crecer.
La introducción de reformas económicas, sin reformas políticas, no conduce a la democracia. Los cambios económicos que lleven a cabo los militares empoderados del régimen totalitario cubano sólo transferirán la riqueza del estado a escogidos miembros de esta élite militar y de partido. No conducirán a la democracia o la prosperidad de la nación y el pueblo cubano. Lo que se mantendrá por encima de todo es ese carácter anti norteamericano, al que llaman de forma eufemística antiimperialismo. Tal y como sucede en China, en Rusia y en el resto del entorno anti democrático y totalitario, los enemigos son y serán yanquis. Ya sea con el actual presidente Barak o con quienes le sucedan, para mejor.
Aunque no existe un solo caso de un pueblo que haya salido, solo con su esfuerzo de un sistema totalitario, muchos dentro y fuera de Cuba se regodean en hacer esta exigencia al pueblo cubano. Algunos que pueden ser o no cubanos o haberlo sido en algún olvidado momento, pero todos se unen en esta atípica exigencia.
En Cuba concurre una circunstancia que quizás lo defina todo y que no fue exactamente la circunstancia que definió la lucha pro democrática en Polonia, Chequia y otros escenarios políticos del otrora campo socialista en Europa del Este. Ninguna comunidad, lobby o grupo de poder exiliado se erigió en intermediario para la recepción de las ayudas otorgadas por gobiernos y ONGs a la lucha que llevaron adelante el sindicato paralelo Solidaridad en Polonia o el Foro de Havel en Chequia. En Cuba, yanquis mediante, las cosas funcionan de otra manera.
Entonces, desde los Estados Unidos se promueve a los escogidos por el lobby de tal poder y tal selección, no siempre es la mejor ni la más justa. Cada domingo son reprimidos con la violencia más despiadada, activistas y Damas de Blanco. Algunos dentro y fuera de Cuba les critican acremente y en ocasiones (demasiadas) esto es todo lo que obtienen. Son pocos, tenaces y cada vez, son más abandonados. No clasifican con los exigentes parámetros establecidos por promotores y cazadores de talento político opositor. Estos prefieren números. Ya sea un número 8 o cualquier otra combinación que consagre el número ocho que viene, hasta con más. Ciertamente, son más (mucho más) abominables.
A los buenos, solo les queda moverse entre la espada que esgrime la policía Seguridad del Estado y la pared representada por los intermediarios externos. ¡Ojala que lo hagan mejor y hasta para bien sea!
primaveradigital2011@gmail.com; Redacción
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