Luis Barbero del diario español El País. Los Fanjul, poder, dinero y azúcar. Aldo Rosado-Tuero: NI NOSTALGIA NI AMOR AL PUEBLO, LO QUE LES IMPORTA ES EL CASH
Los Fanjul, poder, dinero y azúcar
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Los cuatro hermanos de origen cubano poseen un imperio gracias a sus plantaciones en Florida y la República Dominicana. Su amistad con don Juan Carlos les ha colocado en primer plano
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Por Luis Barbero
Miami
22 ENE 2016
Hablar de los hermanos Fanjul en Estados Unidos es hablar de azúcar, dinero y poder. Los tres, en grandes dosis. Alfonso, Pepe, Alexander y Andrés Fanjul son propietarios de un enorme conglomerado que se sustenta en las vastas plantaciones de azúcar que poseen en el Estado de Florida y en la República Dominicana, aunque con el tiempo han diversificado sus actividades con inversiones en el sector inmobiliario o en el turístico. Sus raíces, sin embargo, son las que son. Y es en el negocio del azúcar donde se mueven como pez en el agua tras más de siglo y medio de tradición familiar.
Como tantos miles de cubanos, los Fanjul son descendientes de españoles que emigraron a la isla a finales del siglo XIX. Sus antepasados hicieron fortuna con la caña de azúcar y se convirtieron en una de las familias más pudientes de la isla. Los hermanos nacieron en Cuba y se criaron en un ambiente privilegiado, una burbuja que explotó cuando triunfó la revolución de Fidel Castro en 1959. En alguna de las escasísimas entrevistas que ha concedido, el ahora patriarca, Alfonso, conocido como Alfy, ha contado que tras la caída del dictador Fulgencio Batista un guerrillero desplegó en la vivienda familiar un mapa con las extensas propiedades de los Fanjul y dijo: “Todo esto ahora es nuestro. ¡Todo!”.
Hablar de los hermanos Fanjul en Estados Unidos es hablar de azúcar, dinero y poder. Los tres, en grandes dosis. Alfonso, Pepe, Alexander y Andrés Fanjul son propietarios de un enorme conglomerado que se sustenta en las vastas plantaciones de azúcar que poseen en el Estado de Florida y en la República Dominicana, aunque con el tiempo han diversificado sus actividades con inversiones en el sector inmobiliario o en el turístico. Sus raíces, sin embargo, son las que son. Y es en el negocio del azúcar donde se mueven como pez en el agua tras más de siglo y medio de tradición familiar.
Como tantos miles de cubanos, los Fanjul son descendientes de españoles que emigraron a la isla a finales del siglo XIX. Sus antepasados hicieron fortuna con la caña de azúcar y se convirtieron en una de las familias más pudientes de la isla. Los hermanos nacieron en Cuba y se criaron en un ambiente privilegiado, una burbuja que explotó cuando triunfó la revolución de Fidel Castro en 1959. En alguna de las escasísimas entrevistas que ha concedido, el ahora patriarca, Alfonso, conocido como Alfy, ha contado que tras la caída del dictador Fulgencio Batista un guerrillero desplegó en la vivienda familiar un mapa con las extensas propiedades de los Fanjul y dijo: “Todo esto ahora es nuestro. ¡Todo!”.
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Tras la confiscación, la familia Fanjul se exilió en EE UU, donde de inmediato compró extensiones de tierra para cultivar caña de azúcar. Lo hizo en Florida, un Estado próximo a Cuba y bendecido por el clima caribeño. Fundaron en 1960 Florida Crystals, con sede en Palm Beach, que prosperó a ritmo vertiginoso y permitió que la fortuna familiar se disparase. Y con ella, su poder.
Los dos referentes de la corporación, Alfy y Pepe, desempeñan papeles diferentes que les permiten estar siempre a bien con el Gobierno de EE UU, del que dependen buena parte de las subvenciones y la protección que recibe la industria azucarera en este país. Alfy es amigo de los Clinton y ha hecho importantes donaciones a las campañas demócratas. Pepe simpatiza con los republicanos y mantiene buenas relaciones con uno de los candidatos presidenciales, el senador por Florida Marco Rubio. “El poder que tienen en ambos partidos es inmenso. Han hecho donaciones millonarias, por lo que nunca se ven afectados por los cambios de Gobierno. En Washington hacen lobby para proteger sus negocios”, afirma un antiguo político demócrata de Florida.
El abanico de amistades que tienen los Fanjul es abrumador, casi tanto como su fortuna, e incluye no solo a expresidentes y candidatos presidenciales de Estados Unidos, sino también a personalidades como el rey Juan Carlos, que visita con frecuencia a los hermanos Fanjul, lo ha hecho en Palm Beach y en el lujoso complejo turístico que tienen en la República Dominicana, conocido como Casa de Campo. Allí estuvo la última vez hace una semana, y en mayo del año pasado para inaugurar una calle que lleva su nombre. “La Casa de Campo es un mundo aparte. Es un mundo de fiestas, de lujo, de dinero…”, afirma el expolítico de Florida.
“Si no te dicen quiénes son, pasarían desapercibidos en una fiesta porque no hacen ostentación”, dice otra persona que conoce su trayectoria. Pero han estado envueltos en varias polémicas por su negocio azucarero. Los ecologistas denunciaron que los fertilizantes que usan en sus plantaciones dañan el parque de los Everglades de Florida, uno de los principales acuíferos del mundo. Además hace una década fueron denunciados por las condiciones laborales precarias de sus trabajadores. El asunto, como si fuera un azucarillo, se diluyó. La actriz Jodie Foster planeó una película, Sugarland, que no se llegó a filmar, en la que ella ejercería de abogada de los derechos de los trabajadores y Robert de Niro haría el papel de magnate del azúcar, inspirado de forma indubitada en los Fanjul.
Recientemente, la familia ha dado una vez más pruebas de su astucia, de su adaptación a los tiempos políticos. Mientras Pepe sigue fiel al exilio cubano contrario a cualquier acercamiento al régimen de los Castro, Alfy apoya la decisión de Barack Obama de reanudar las relaciones diplomáticas con el Gobierno de la isla. Alfy, de 77 años y con nacionalidad española, ha viajado a Cuba y ha mostrado su disposición a invertir en la tierra que vio nacer una saga familiar que con la caña de azúcar ha alcanzado una combinación perfecta de dinero y poder. Los Fanjul.
Tomado de http://www.nuevoaccion.com
Por Aldo Rosado-Tuero
Con motivo del destape de los manejos de Alfy Fanjul, que hace tiempo viene trabajando secretamente junto a otros banqueros e inversores por la componenda con los verdugos castristas que les permita amaridarse con los que manejan los hilos del futuro de Cuba, para agregar unos cuantos millones más a sus ya abultadas bolsas, muchas de ellas amasadas con el sudor, las lágrimas, los sufrimientos y la sangre de cubanos y haitianos y también con el regalo que les hacen las Administraciones de este país, otorgándoles millones de dólares en subsidio (dinero que nos descuentan de nuestros sueldos y ganancias a mí y a ti, lector que vives en los EE.UU.) para que continúen envenenando nuestros campos y las fuentes de agua y canales de los Everglades con los desechos y fertilizantes de sus campos de azúcar.
He visto en algunos programas de TV, apuntar la posibilidad de que a Fanjul lo mueva la nostalgia. Esa afirmación no contiene ni un átomo de verdad.
A periodistas y presentadores profesionales y serios como Pedro Sevcec—a quien considero serio y muy buen periodista y presentador, pues he seguido su carrera desde que ambos vivíamos en el área de Los Ángeles, en California—les recomiendo que busquen y vean el documental “Los Niños del Azúcar” (“The Sugar Babies”) de Amy Serrano, que con la ayuda de Armando Valladares fue filmado en la República Dominicana, donde se muestras los abusos cometidos con los niños haitianos traídos a trabajar como modernos esclavos y usados en los campos de caña de los Vicini y los Fanjul (ver breve video sobre este documental arriba de este artículo).
O busquen en los archivos de este portal lo que publicamos cuando el estreno de ese descarnado documental, por lo que recibimos amenazas anónimas “recomendándonos” que no visitáramos más a la República Dominicana, como solíamos hacer, porque nuestra vida corría peligro si íbamos allá. De más está decir por donde nos pasamos esas amenazas y que hemos vuelto y volveremos cuantas veces queramos a ese país.
Para que estos periodistas tengan más referentes para que abran los ojos en cuanto a quien es y cómo actúa Alfy Fanjul, aquí les va otra:
En noviembre de 1986, medio millar de jamaiquinos que trabajaban para los Fanjul, de un asentamiento del oeste de la Florida conocido como Vietnam, hicieron una huelga para protestar por los maltratos.
Los hermanos Fanjul (Alfy, a la izquierda y Pepe a la derecha) llamaron a la policía y agentes especiales metieron a los jamaiquinos a punta de fusil en autobuses y los deportaron.
Este incidente incitó a sindicatos, abogados laborales y organizaciones de derechos humanos, y fue convertido en guión cinematográfico por la actriz Jodie Foster, que vendió los derechos a la productora de Robert De Niro, Tribeca Films.
La propia Foster dirigió la película y la protagonizó como la abogada defensora de los jamaiquinos — que en la realidad los defendió el abogado Edward Tuddenham — mientras que De Niro interpretó el papel de Alfonso Fanjul.
El título de la película fue Sugarland, distribuida por los estudios Universal. Pero el billete y la influencia de los hermanos Fanjul evitó que el filme se proyectase (presionaron o pagaron a las cadenas de teatros) y la película se engavetó en el 2007.
Es decir, una película sobre un drama social real, con dos estrellas del cine mundial (Foster y De Niro) (en las fotos) ganadores de Oscars, no fue exhibida en este país porque los hermanos Fanjul, que supuestamente se fueron de Cuba por la falta de libertad, no lo permitieron.
El libreto de esta película fue una adaptación del relato de Marie Brenner “In The Kingdom of Big Sugar” una historia real acerca de los hermanos Alfy y Pepe Fanjul, quienes fueron acusados de abusar seriamente de trabajadores inmigrantes en la Florida.
El relato que inspiró la película fue publicado en febrero del 2001 en la revista “Vanity Fair”.
A los cubanos de mi tiempo no se nos ha olvidado que fueran las actuaciones y los abusos a los obreros por parte de magnates como los Fanjul los que crearon el caldo de cultivo para que prendiera la prédica de los falsos revolucionarios para que el pueblo los respaldara. Porque hay que decirlo bien claro: Fidel Castro no llegó al poder en Cuba por obra y gracia del Espíritu Santo. No me cabe ninguna duda que lo que buscan al tratar de arreglarse con los castristas es usar en Cuba mano de obra esclava, sin reivindicaciones salariales, ni respaldo sindical que protega a los obreros de patrones con alma de esclavistas.
Y hoy después de 56 años, miles de muertos y el sufrimiento de millones de familias, vuelven los mismos magnates—de allá y de aquí—hijos y nietos de Angel Castro e hijos y nietos de los Fanjul y los Gómez Mena, de nuevo a juntarse para seguir explotando y esclavizando a nuestro sufrido pueblo.
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