Tomado de
http://gaceta.es/pol-victoria/com
El Comunismo en el Primer Año de una Cuba sin Fidel
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Raúl Castro cerró los últimos días de 2016 con un discurso importante ante la Asamblea Nacional del Poder Popular
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Por Pol Victoria
Empezamos el año en Cuba por primera vez sin la presencia de Fidel Castro. Cierto es que ya no era el Jefe de Estado, habiendo sido sustituido en funciones por su hermano Raúl Castro, pero por supuesto la sombra de Fidel sería permanente mientras siguiera vivo. Ya no lo está, y Cuba arranca el presente 2017 sin tener que rendirle cuentas al Comandante.
Raúl Castro cerró los últimos días de 2016 con un discurso importante ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el cual asumía la realidad de la crisis económica cubana del recién finalizado año, reconocía el decrecimiento de su economía por primera vez en más de dos décadas, y también adelantaba cuáles serían las reformas necesarias a hacer durante 2017 para salvar la situación. Quisiera exponer las 3 medidas a tomar con carácter urgente según el propio presidente de Cuba: 1) aumentar las exportaciones del país, 2) sustituir parte de las importaciones por producto interno, 3) recortar el
gasto público. Y una cuarta, que no la dijo él como tal, sino que la añado yo pero extraída de su propio discurso: 4) fomentar la inversión extranjera.
(Dictador Raúl Castro. Foto y comentario del Bloguista de BC)
Entremos a analizar brevemente las reformas previstas para el presente año que comienza, y empecemos por decir que las dos primeras entran dentro de las políticas que podríamos fácilmente prever, pero continuemos por indicar que las dos reformas siguientes son sorprendentes y no encajan bien dentro del clásico discurso de un contemporáneo dirigente cubano ni dentro de la retórica comunista, con lo cual supone un notable cambio del rumbo político de la isla.
1) Las exportaciones no aumentan simplemente por el arte de la voluntad y menos de la imaginación. Las exportaciones de un país aumentan si los bienes y servicios que produce son más “apetecibles” tanto en calidad como en precio, o, en términos más profesionales, si aumenta la demanda del sector privado o público de otros países por dichos productos, por un lado; y por otro lado, si el contexto internacional es favorable a dichas exportaciones, tanto por los valores comparativos de la moneda nacional y de las monedas extranjeras que pueden comprar esos bienes y servicios, como por las políticas arancelarias y barreras de entrada que apliquen
esos países extranjeros a la entrada de dichos productos nacionales. Por tanto dependerá tanto del esfuerzo propio de producir mejor calidad a un mejor precio como de la coyuntura del comercio mundial, es decir, que depende de uno mismo pero también de los demás. Con esto no quiero decir en absoluto que Cuba sea incapaz de aumentar sus exportaciones como dice el dictador, pero sí aclaro que es más fácil decirlo que hacerlo.
2) El producto interno, si se quiere, puede concretarse en casi cualquier cosa que se desee y uno se proponga, pero eso no quiere decir que dicha producción sea eficiente. Las reglas naturales del comercio establecen el principio de especialización para sacar provecho a la productividad. Si yo, país A, soy bueno en producir X, debo poner mis esfuerzos en producir X más y mejor. Si tú, país B, tienes talento y recursos para producir Y, debes poner tus esfuerzos en producir Y más y mejor. Y así yo te compro un excelente Y y tú me compras un excelente X. Ambos somos productivos y ambos nos beneficiamos eficientemente y sin malgastar los recursos. La dinámica socialista y proteccionista entiende poco de esta regla económica y por eso, tantas veces en la historia, han fracasado tantos países en intentar sustituir importaciones por producto nacional. Esto solamente debe ocurrir si realmente tu producto nacional puede especializarse en ser mejor y competitivo, y si no es así lo mejor es no malgastar esfuerzos, seguir importando, y enfocarse en producir lo que uno sí puede hacer mejor que otros. Si Cuba entendiera este principio económico podría hacer algo útil con su reforma, pero me temo que no lo entienden del todo bien en la isla.
3) Muy sorprendido me quedé al oír a Raúl Castro hablar de recortes en el gasto público. La gasolina, por ejemplo, que tienen gratuita tantos miles de funcionarios estatales, será el primer privilegio que será disminuido y al que pondrán límites. Tanto me sorprende porque la retórica socialista es de permanentemente aumentar el gasto público (que supone, según ellos, un aumento de las “prestaciones sociales”) y espantarse ante cualquier iniciativa de disminuir el gasto público (que supone, según ellos, un recorte de los “derechos civiles”). Sólo cuando tocan fondo realmente es cuando de repente comienzan a despertar y a cuestionarse si quizás los recursos no son ilimitados en el mundo real y hay que aplicar políticas basadas en la realidad y no en la fantasía de sus deseos. Cuando en España Pablo Iglesias y el partido filo-comunista Podemos hoy día hablan de aumentar el gasto del Estado español, y cuando los demás partidos políticos se escandalizan ante la mera propuesta de hacer “recortes” e identifican esto con perjudicar los derechos de los españoles, lo hacen porque viven en la fantasía más que en la realidad. Que Raúl Castro haya
formulado rebajar el gasto público como una medida imprescindible para recuperar la economía de la isla parece un indicio de que en Cuba comienzan a hacerse reformas verdaderas que podrían empezar a alejarse de los cimientos socialistas, o quizás fuera solamente una herramienta circunstancial mientras pasan la crisis; esto no lo sabemos con certeza.
4) Aclaro que la medida número cuatro que yo expongo no fue expresada como tal por Raúl Castro, quien solamente habló de tres, pero sí quedó muy claro en su discurso que había que dejar de demonizar la inversión extranjera y empezar a valorar esta variable y estar más abiertos a recibirla en dicho país, por el bien de la economía. Quizás no podía hablar de ello como cuarta medida porque aún sería muy políticamente incorrecto en un país comunista elevar a rango de “reforma necesaria” la promoción de la inversión extranjera, pero en el fondo creo que Raúl Castro la estaba introduciendo sutilmente como tal. Cosa que es sorprendente y que vuelve a hacernos plantear si Cuba empieza un lento caminar hacia una sociedad abierta y capitalista (aunque en el mismo discurso el presidente también afirmara enfáticamente que el capitalismo estaba vetado por la Constitución cubana).
En 2018 entrará (según lo previsto) a presidir el gobierno Miguel Díaz-Canel, actual vicepresidente, sustituyendo a Raúl Castro, a quien solo le queda un año para dejar un buen recuerdo de su gobierno a sus conciudadanos y al mundo. ¿Podrán dichas reformas conseguir sacar a Cuba de la actual recesión y podrá Raúl retirarse con la cabeza en alto?
El año pasado 2016 acaba de cerrar con un decrecimiento económico del PIB de un -0,9%, demostrando que las anteriores reformas de Raúl Castro no produjeron las mejoras pronosticadas por el gobierno. Lo cierto es que los que no vivimos en las ensoñaciones socialistas ya lo esperábamos. Así como esperamos una mayor contracción de la economía cubana para el cierre de 2017. La reducción de exportaciones generales de 2016 y la disminución de importaciones en insumos (o sea en materia prima para la producción nacional) de los últimos años eran índices que nos permitían concluir la ahora reconocida recesión actual y que nos permiten esperar un mayor decrecimiento de la economía cubana en el presente año.
Y tampoco el contexto internacional ha ayudado al régimen cubano en 2016 ni lo hará en 2017. La producción del níquel es uno de los rubros principales de la economía del país y su precio internacional ha caído notablemente, lo que significa menos ingresos. El cambio de signo político en Brasil, desalojada la socialista Dilma Roussef e instalado el nuevo presidente neoliberal Michel Temer, afectará a las exportaciones de servicios profesionales cubanos, principalmente de salud. La crisis venezolana ha repercutido en Cuba y lo hará más próximamente, a medida que se siga agravando la situación de Venezuela. Tomemos en cuenta que no solamente tienen menos dinero para importar servicios profesionales isleños sino que su entrega de barriles de petróleo a Cuba (a un precio preferencial muy inferior al precio de mercado) se ha disminuido desde el año 2008 con 115.000 barriles diarios a sólo 40.000 diarios en 2016 y probablemente menos este nuevo año, lo que seguirá afectando a la crisis energética cubana de la cual Raúl Castro es muy consciente.
Es cierto que una de las principales fuentes de riqueza de la isla caribeña, el turismo, en 2016 creció un 12% y en 2017 seguirá creciendo en buena forma. También es cierto que otra fuente imprescindible de ingresos es el flujo de remesas producidas por los cubanos del exilio que envían para el sustento de sus familias dentro de Cuba, y este rubro también se mantiene firme. Pero ni aún así será posible el crecimiento económico para 2017 del 2% que Raúl Castro pronosticaba en su último discurso con sus reformas propuestas.
Con el presidente Trump no mejorará el contexto internacional para Cuba, aunque es cierto que ya desde antes el Congreso de EE.UU. había rechazado la voluntad de Obama de levantar el embargo a la isla. Así que el embargo de Estados Unidos continúa y probablemente permanecerá con la Administración Trump, mientras el uso del dólar para pagos internacionales sigue prohibido para Cuba. Eso por no hablar de la lentitud burocrática cubana para aprobar proyectos de inversión estadounidense y extranjera en general, que es terrible por la propia dinámica ineficiente del Estado, y más aún del Estado comunista, lo que dificulta o ralentiza que el capital exterior pueda realizar inversiones en la isla.
Entonces, ante una perspectiva nada halagüeña para 2017, ¿cómo se podría mejorar la economía cubana en el corto plazo y en el largo plazo si existiera voluntad política de hacerlo? Para mí o para cualquier economista de
la Escuela Austriaca (y también para otras escuelas) la respuesta es clara: con el progresivo desmantelamiento del sistema comunista. Digo más: Sólo con la empresa privada, el libre comercio y la iniciativa individual se puede reinvertir la tendencia de decrecimiento y empezar a crear riqueza. Hablo de riqueza para todos, no solamente para la élite burocrática del gobierno y sus amigos como ocurre en el sistema socialista. Es la implantación de la propiedad privada, es decir, el derecho a recibir los frutos del propio trabajo y a usarlos como se plazca, lo que estimula a la acción productiva y al mejoramiento de la productividad, y por tanto a la creación de riqueza.
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