Jorge Hernández Fonseca: Los misiles Tomahawk de Donald Trump
Por Jorge Hernández Fonseca
8 de Abril de 2017
Los misiles Tomahauwk lanzados por orden del presidente norteamericano Donald Trump contra una base aérea siria el pasado jueves 6 de Abril, sirvieron para mucho más que demostrar al mundo que el nuevo presidente norteamericano no actúa como su predecesor, que amenazó con atacar a Siria si empleaba sus armas químicas, sin a cumplirlo. La respuesta norteamericana implicó no solamente un castigo merecido, sino una carta de presentación para futuras violaciones de las leyes de la guerra contra la sufrida población civil siria.
El bombardeo se dio justamente mientras el presidente Trump cenaba en Maralago, Florida, con su homólogo chino Xi Jinping, después de una reunión de trabajo, en la que supuestamente Trump reclamó al mandatario chino sobre las continuas provocaciones nucleares y coheteriles de su aliado de Corea del Norte, probablemente amenazando de actuar “unilateralmente”. Esta simultaneidad muy probablemente no fue casual, sino un recado de lo que “pudiera suceder”.
Adicionalmente a los dos objetivos básicos enumerados, ambos de política internacional, hubo un tercer objetivo de política doméstica que sin dudas el presidente Trump atesora desde el bombardeo --proponiéndoselo o no-- y es que se ha desmarcado de la acusación de responder a los intereses de Putin. La intromisión rusa en computadores del partido demócrata de EUA ha devenido en principal punta de lanza del partido demócrata para tratar de demostrar lo absurdo e indemostrable: que Trump responde a los intereses rusos. Eso con el bombardeo, es historia.
Otros objetivos menores consiguió el presidente con el raid: una óptica unánimemente positiva desde una Europa anteriormente hipercrítica; un enfoque prometedor de lo que pudiera suceder con Corea del Norte, entre sus aliados asiáticos; una reacción desmedida de condena desde la Habana y Caracas, temerosos de que semejante procedimiento fuera la receta de Trump contra déspotas que desprecian a sus pueblos. Todo esto además de la compresión por parte de Rusia de que su papel en Siria ha ido más lejos que la simple defensa de sus intereses.
Desde luego que, como lección remanente de los Tomahauwk, ahora ya nadie duda que el nuevo presidente esté dispuesto a cumplir su promesa de hacer a EUA grande de nuevo.
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