martes, septiembre 05, 2017

Marlene Azor Hernández: El «socialismo» de Miguel Díaz-Canel: el modo de producción asiático

Tomado de http://www.cubaencuentro.com/

El «socialismo» de Díaz-Canel: el modo de producción asiático

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Del video filtrado, realizado el 13 de febrero de este año, se confirma la imposición del modo de producción asiático o modelo soviético en Cuba, contra una sociedad occidental como la cubana
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Por Marlene Azor Hernández
Ciudad de México
05/09/2017

Uno de los tabúes para la opinión pública cubana, es discutir qué se entiende por “socialismo cubano”. Los comisarios políticos que lo utilizan hacen asociaciones de palabras, pero nunca definen conceptos. Los principios son igualmente difusos y tan elásticos como aplicar en la práctica exactamente lo contrario a lo que se predica. Apoyar la carrera armamentista de Corea del Norte cuando se dice que se aboga por la paz, condecorar a dictadores que tienen a sus pueblos sumidos en una pobreza escandalosa como la mayoría de los gobiernos africanos, plagados de corrupción, o defender a Maduro en su guerra contra el Estado de Derecho venezolano y apoyar la represión contra sus manifestantes pacíficos, con una crisis humanitaria escandalosa por la no menos escandalosa gestión de la economía venezolana.

Para los comisarios políticos cubanos que incluyen la élite política y militar cubana y sus voceros, cuando aluden al socialismo, lo igualan a Revolución, que esta es igual a Fidel Castro, que este es igual a la soberanía y que esta es idéntica a la nación. Tal confusión de términos, además de no explicar nada, embrutece a la población que no logra enterarse cuál es su realidad interna, por el monopolio informático gubernamental, no entender hacia dónde se dirige el Gobierno y por lo tanto ocuparse de su difícil vida cotidiana y/o escapar a cualquier país. La ausencia de democracia es pieza clave para embrutecer a la población.

No definir conceptos es una condición expresa para volver inasible la realidad y convertirla en propaganda vacua. Esto no es el resultado de un bajo nivel cultural, es una condición indispensable para la dominación ideológica.[1]

Existen otras prohibiciones para la opinión pública nacional, como discutir sobre los derechos humanos en general y sobre su estado en Cuba. También el término de políticas públicas está prohibido utilizarlo en tanto remite al análisis y evaluación de las responsabilidades del Gobierno. También los afrodescendientes no se pueden llamar a sí mismo como lo entiendan, sino que el Gobierno impide llamarse afrodescendientes porque esta denominación “afecta” la unidad nacional: la autonomía ciudadana es “enemiga” para el Gobierno.

(Miguel Díaz-Canel)

Los controles sobre el léxico permitido y el prohibido forman parte de los controles totalitarios del Gobierno, junto a los controles territoriales y de los espacios sociales, con un monitoreo individual a cada discrepante y la aplicación de represalias arbitrarias disímiles por las propias autoridades cubanas.

El que asuma cualquiera de estos términos y los utilice en sus análisis es tildado de “enemigo” con las correspondientes represalias ideológicas (“traidor”) políticas (ostracismo) y económicas —expulsión de sus puestos de trabajo e invalidaciones de sus licencias para operar en la gestión no estatal de la economía.

El Gobierno cubano ha prohibido durante los 60 años una discusión sobre el tema del socialismo. Le pone etiquetas, pero no lo explica. Explicarlo conduciría al análisis del socialismo soviético catalogado por marxistas como “el modo de producción asiático”. Un proceso histórico en las ancestrales civilizaciones primitivas, un retroceso histórico en las sociedades occidentales periféricas o centrales.

En las décadas de los años 60 y 70 del siglo pasado se produjo un debate sobre el socialismo realmente existente en la exURSS y China como centro de análisis, entre marxistas y socialdemócratas occidentales, entre ellos Enrique Gomáriz, André Gorz, Judolfo Paranico, Paul Sweezy, Harry Magdof, Charles Bettelheim, Samir Amin, André Gunder Frank, Ernest Mandel, Issac Deutscher, Michael Long, Perry Anderson, Rudolf Barho, Ralph Miliband, Bernard Chavance y más recientemente Catherine Samary. Este debate marxista y socialdemócrata es desconocido en Cuba.[2]

El marxismo occidental nunca fue difundido en Cuba y en particular los análisis críticos al socialismo soviético y chino, fueron prohibidos en la opinión pública y en las universidades cubanas. También fue prohibida la difusión del pensamiento de Trotski, que conocen los que, interesados, han podido agenciarse algunos de sus libros por sus amigos. El cierre del Departamento de Filosofía de la Universidad de la Habana, en 1971, clausuró la posibilidad de la llegada y difusión del marxismo occidental a Cuba. En lo adelante, la deformación y desinformación llegaría de la mano de los manuales soviéticos y de la sumisión de “los intelectuales orgánicos” al discurso oficial.

Como siempre ocurrió en estas experiencias de “socialismo real”, los primeros reprimidos fueron los de la izquierda democrática para luego enfrascarse en los “enemigos de clase”, o, dicho de otro modo, la izquierda democrática fue considerada en primer lugar “enemigo de clase” y luego los demás.

Rudolf Barho, analiza “las sociedades socialistas realmente existentes” como sociedades que optan por “una vía no capitalista” para avanzar de sociedades agrarias a sociedades industriales. Para el autor estas sociedades son comparables al “modo de producción asiático”, que es un eslabón de unión entre la fase patriarcal final de la sociedad primitiva y las sociedades de clases de Asia, tales como las culturas que florecieron hace milenios a orillas del Tigris y el Eufrates, del Nilo, en Huang-ho, en Asia menor, en Creta, en el sur de Arabia, a orillas del Ganges, e incluye la sociedad incaica precolombina, todas sociedades clasistas pero sin propiedad privada de la tierra.

Los rasgos similares del socialismo real y el modo de producción asiático son:
  •     El tipo de trabajo a realizar en estas culturas exigía una fuerza de trabajo simple en forma de una gran cooperación.
  •     La distribución del excedente estaba fuertemente jerarquizado.
  •     Las tareas de producción y reproducción a gran escala exigían una capa de funcionarios (casta sacerdotal) que se ocuparan del control, la organización, la contabilidad y la disciplina para regular tal proceso de manera centralizada. A esta capa va a parar la mayor parte de la riqueza producida por el trabajador manual.
  •     La división social del trabajo, entre el trabajo manual y el intelectual, es una división con respecto al “saber” y a “la decisión”. En esas sociedades el conocimiento, la información y la decisión son atributos de la casta sacerdotal.
En este debate, los marxistas y socialdemócratas coinciden en que “el socialismo realmente existente” son sociedades explotadoras con jerarquías más profundas que las del capitalismo central, y nuevas clases dominantes que acumulan la riqueza de manera centralizada e impiden cualquier tipo de emancipación social y mantienen, por otra parte, la penuria en sus sociedades.

La dirección política y militar del país no permite una discusión sobre el socialismo real y menos el que pueda salir de un consenso nacional. La campaña contra el “centrismo” es la evidencia de su adoración por el modo de producción asiático o socialismo soviético, un retroceso en el desarrollo nacional. A los cubanos no nos han preguntado si queremos adorar los valores del ISIS, abiertamente antioccidentales, o si hemos querido alguna vez, el modo de producción asiático o el modelo soviético. La dirigencia del país debe aprender que somos un país occidental y que el tema de los Derechos Humanos es un consenso para los opositores “confrontacionales”, para los reformistas y para todos los ciudadanos de a pie que necesitan salir de la mayoritaria pobreza. El “modo de producción asiático” no permite el desarrollo económico ni los derechos ciudadanos pero la dirigencia del país pretende no darse por enterada.

[1] Goran Therborn “La ideología del poder, el poder de la ideología” Editora Siglo XXI, España, 1987.

[2] Esta es una pequeña fracción de la Tesis de Doctorado “Las experiencias históricas de los Socialismos de Estado” Capítulo 1. Tesis defendida en dos tribunales de grado en 1996 y 1997 fue censurada políticamente, por lo cual la autora vuelve a hacer otro doctorado en México en 2011.

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