Nicolás Águila: Ilyá Ehrenburg: violaciones y deshielo
Por Nicolás Águila
31 de agosto de 2017
El escritor judío soviético Ilyá Ehrenburg murió el 31 de agosto de 1967. Hace hoy exactamente 50 años. Pura coincidencia, pues no me propongo pergeñar un post conmemorativo.
Ehrenburg fue corresponsal de 'Estrella Roja' durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho fungía como jefe de propaganda del Ejército Rojo. Y en calidad de tal exhortaba a los soldados rusos que avanzaban dentro de territorio alemán, cuando se volvieron las tornas, a cometer todo tipo de fechorías y canalladas. Los instaba, por ejemplo, a "no salvar al hijo en el vientre de su madre", considerando las violaciones masivas como convenientes y aun necesarias para elevar la moral combativa de los soldados.
Hete aquí apenas un botón de muestra:
"¡Maten! ¡Maten! En la raza alemana no hay nada aparte del mal. ¡Acaben con la bestia fascista de una vez para siempre en su guarida! Apliquen fuerza y rompan el orgullo racial de esas mujeres alemanas. Tómenlas como su despojo legal. ¡Maten! Cuando su asalto avance, ¡Maten, ustedes, bravos soldados del ejército Rojo!".
O esto otro del mismo cariz:
"¡Soldados del Ejército Rojo, arrancad por la violencia el orgullo racial de las mujeres alemanas!... ¡Violad, destruid, matad!".
Suena fuerte. Aun cuando los nazis hubieran dejado tras de sí una horrorosa estela de desmanes en los territorios ocupados de la antigua URSS y Europa Oriental, la venganza soviética no se quedaba atrás. Violaban incluso a mujeres octogenarias en grupos de hasta veinte que se turnaban. Aquellos bárbaros que posaban de libertadores lo mismo saqueaban que violaban y desde luego mataban por puro placer a civiles indefensos. Suena muy fuerte, fuerte y horrísono. Máxime viniendo de un escritor y poeta que se suponía un espíritu sensible y superior.
En descargo de Ilyá Ehrenburg habría que añadir que, a riesgo de su tranquilidad, defendió y protegió a escritores y artistas perseguidos por la paranoia estalinista. Y, corriendo más riesgo aún, se negó a respaldar con su firma --aseguran que tres veces seguidas-- la última purga de Stalin, conocida como el Complot de los Doctores y puesta en marcha en enero de 1953 contra un grupo de eminentes médicos judíos absolutamente inocentes. Por suerte, Stalin murió dos meses después y los médicos fueron liberados. El camarada Ilyá pudo respirar aliviado para contar la historia.
En 1954, Ehrenburg escribió la novela 'El deshielo', cuya mayor gloria fue darle nombre a la desestalinización emprendida por Nikita Jruschov a partir de 1956. El deshielo trajo agua, aunque no llegó a provocar una inundación de libertades civiles y políticas. Se produjo, al menos, un efecto dominó que agitó los vientos liberales en el este de Europa. Disminuyó por lo pronto el número de prohibiciones absurdas que agobiaban al ciudadano, sobre todo en lo tocante a la creación artística y literaria, pero habría que esperar más de 30 años para librarse de la esclavitud comunista.
Sesenta años después se le ha llamado indebidamente deshielo al acercamiento apaciguador de Obama con Raúl Castro. Lo cual confirma que las extrapolaciones históricas por lo regular siempre han sido funestas.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home