Alberto Roteta Dorado: Desarrollo comunicacional Vs. Calidad de la información. Cuarta parte, a modo de epílogo para no aburrir a mis lectores.
Cuarta parte, a modo de epílogo para no aburrir a mis lectores.
Santa Cruz de Tenerife.- En estos tiempos no solo tenemos a los bufones antes presentados, aunque desde la perspectiva del anonimato, sino que continuamente aparecen textos que merecen ser quemados, cual moderna inquisición justificada por el bien de nuestros lectores.
También contamos con los que se han aferrado al mismo tema que aparece de una manera recurrente de una u otra forma, con un matiz o con otro; pero siempre igual, siempre igual hasta el cansancio – y ahora no haré como el señor escritor que cité antes que repitió diecisiete veces la palabra “hablaba” como si se tratara de algunos de los absurdos de García Márquez; aunque tratándose del autor de “Cien años de soledad” se ve bien, y se interpreta como algo de aquella magia de su realismo; pero de muy mal gusto cuando se trata de cualquier improvisado–.
A este grupo de los aburridos pertenece la ya anciana señora que sin querer está ayudando a perpetuar cada vez más a Fidel Castro, por cuanto, si ya no se volviera a mencionar, o si se hiciera en menor medida, estaríamos contribuyendo a que fuera olvidado para siempre. Pero como se ha empeñado en sacar semanalmente un brevísimo escrito, por suerte, bien enchapado a la antigua, con cualquier reseña donde aborda algún desatinado aspecto del excéntrico comandante ya desaparecido, pues sin duda, lo está ayudando a continuar en la memoria colectiva de las multitudes que, embriagadas por los efectos de la superficialidad se acercan, cual inexplicable masoquismo, a saciar sus inquietudes en lo relacionado con la personalidad del llamado líder histórico de la revolución cubana.
Además contamos con los que inmersos en sus frustraciones, y en su (in)comprendido* aislamiento que, llevado a grado superlativo mediante un sin igual ostracismo, han determinado arremeter contra todo aquello que provenga de la isla, a la que pertenecen o pertenecieron algún día, olvidando que independientemente de las carencias, de los efectos dañinos de un atemorizante comunismo y de las persecuciones y prohibiciones de libertades en todo sentido, hay talento, tal vez el que muchos de los que escriben no tienen, y eso los vuelve inquisidores agresivos y vengativos hasta la médula.
(Arnold Lionel Haskell (1903–1980) )
Es cierto que existe mucho talento, tanto que un crítico inglés experto en cuestiones de danza clásica vaticinó el futuro de cuatro muchachas a las que llamó las cuatro joyas del ballet cubano, o que grandes cantantes de la música popular se alzaron con grandes y primeros premios en festivales de países que en aquellos tiempos profesaban el socialismo – lo que no significa que no hubiera rigor en la competición o que no se presentaran artistas de renombre mundial que no precisamente eran socialistas–, o que noveles pintores llamaran la atención de especialistas de naciones como Alemania, Francia Holanda, Noruega y Bélgica a pesar de haber permanecido en la isla padeciendo las penurias, el sufrimiento y la persecución del régimen.
Y también los hay que siendo conocedores del oficio y del arte de la escritura, algunos de los que hace ya algunos años disfruté escritos de su autoría, los que consideré de excelencia; aunque se fueron degradando al caer atrapados en un facilismo al que le hacen un juego de complicidad para nada recomendable.
Ya aquel joven que hizo un ejemplar artículo que comparaba a la dictadura comunista cubana con la de Corea del Norte, y que lo hizo haciendo gala del manejo de todos los posibles recursos expresivos propios para este tipo de escrito, amén de la profundidad del tema, no hace otra cosa que tratar asuntos triviales de una monótona forma que nos recuerda a un lánguido mozuelo que escribe – o se cree que escribe– para un renombrado diario miamense y que siempre comienzan y terminan de la misma forma, cual narración de cuentito rosa o de historieta conmovedora; pero están, y siguen siendo asalariados, y en la medida que es más patente su monotonía mejor recibidos son sus panfletos.
Siguen siendo publicados, comentados, ensalzados, destacados e invitados por unos, mientras que otros seguimos descubriendo sus errores conceptuales, sus imprecisiones, su mediocridad expresiva, sus limitaciones intelectuales, y todo aquello que los hace indignos de aparecer en las columnas de opinión de ciertas páginas por muy mediocres que estas sean.
Respecto a los temas tratados, muy fácil, siempre lo mismo. Al parecer los “periodistas” de las secciones de opinión de muchos medios se han olvidado del resto del mundo para centralizar sus escasas “reflexiones” en dos o tres temas de la actualidad cubana.
Ya se sabe que las Damas de Blanco son perseguidas cada domingo, que se impide que líderes opositores salgan del país a sus reuniones y encuentros, que se violan los derechos humanos cada día, que existe un secretismo total por parte del gobierno en relación a la sucesión de Raúl Castro, que la economía ha colapsado, entre otros tantos temas que desde hace décadas se repiten sin cesar sin cambio alguno, amén de las absurdas especulaciones que suelen hacer acerca de los lujos y el despilfarro de la familia Castro, o de todo aquello que dice o deja de decir Mariela Castro – aun no logro explicarme el porqué se empeñan en darle un protagonismo que jamás ha tenido excepto en el CENESEX, sitio que dirige desde hace varios años–, sin que olvidemos las absurdas opiniones en torno a la escasez de papel sanitario, a cómo pasaron los cubanos la navidad, lo que creen los cubanos de las medidas restrictivas de Donald Trump – los que comentan desconociendo lo que dicen, pero tratándose de los cubanos, ya sabéis que suelen opinar de todo–, los elevados precios de los productos del agro, entre cualquier otra trivialidad.
Los siguientes títulos de por si nos pueden dar una idea de los “profundísimos” contenidos que pudieran abordar, así como de la forma (el estilo, lo que Martí llamó esencia) en que los “periodistas” lo asumen: “El Granma se tiró con la guagua andando” (tal vez el título tan chabacano fue puesto por los editores, pues el autor es de los pocos que sabe del oficio en el medio en que se publicó), “De las ollas del Comandante a las croquetas del viceministro”, “Yo no soy un bicho raro”, “Un pasito pa’lante y tres pa’trás”, “Cuenticos mierderos”, “Busco un extranjero que me saque de Cuba”, “¿Qué sucede en Cuba cuando se precisa una tercera pata”? “Hay que ser cara de guante”, “Remedios sin hospital, hospitales sin remedio”, “Otro día de madre(s)”, “De lo que pe(s)ca la ciudad pesquera”, “Fantasías loca(l)mente intensas” – como es de suponer, estos tres últimos del mismo autor que utilicé como modelo para ilustrar acerca de lo que no se debe hacer en materia de escritura–, por solo citar algunos ejemplos que con semejante desfachatez aparecen en los llamados medios, aunque sé con exactitud que en ocasiones los títulos son cambiados por los editores y directores buscando lo que se ha denominado “el gancho”, esto es, la manera de atrapar a los lectores que se dejan influenciar por títulos espectaculares en los que caen atrapados por la magia de aquellos que los suelen manipular para dar muestras de una popularidad que la mayoría de las veces resulta ser opuesto a la calidad y la profundidad.**
Por estos días Baracutey Cubano publica una serie de escritos de la profesora Marlene Azor, los que por su calidad extrema los pudiéramos considerar como la antítesis de lo que lamentablemente sale diariamente por doquier. Como estos escritos que estoy poniendo a la consideración de mis lectores, no son precisamente de opinión propiamente dichos, aunque continuamente he estado dando opiniones, pues me tomo ciertas libertades con fines didácticos, y les recomiendo a todos la consulta de los excelentes artículos de esta destacada periodista de origen cubano radicada en México, quien con dignidad nos intenta demostrar su hipótesis acerca de la “Deshonestidad intelectual y la represión política”, algo que hace de modo elocuente, con precisión, con elegancia en el lenguaje y delicadeza en el estilo. En otras palabras y siendo precisos – algo que no suelo ser-, que los escritos de la profesora Azor Hernández constituyen ejemplos dignos a imitar (como es lógico, cuando se tiene como poder hacerlo).
(Marlene Azor)
Leyendo y analizando cosas como estas me voy sintiendo optimista y espero que las cosas puedan ser diferentes en 2018, un año en el que hemos de asumir nuestra responsabilidad con decoro, no solo como difusores del acontecer nacional – en este caso de Cuba, independientemente de que no estemos allí– y mundial, sino como promotores del buen decir, como educadores – si es que creemos en el rol abarcador que tienen los medios y en la responsabilidad que como hombres de estos tiempos nos corresponde asumir– y como denunciantes de las injusticias sociales, pero con decencia, elocuencia y dignidad.
(Final, al menos por ahora, por cuanto, retomaré el tema para salir en defensa del buen gusto, de la elegancia en el estilo y del respeto a los lectores).
*Y ahora a ex profeso coloco “in” entre paréntesis, previo a comprendido, (in)comprendido, para conducir a los lectores al análisis de lo que he intentado explicar antes en relación con el mal uso de ciertas “libertades literarias”. Yo estoy tratando de decir que es comprendido el aislamiento que sufren algunos; pero al mismo tiempo para otros pudiera resultar incomprendido, por lo tanto, hay que buscar los términos adecuados para una u otra variante, y no dejarlo en la ambigüedad. Lo que escribí es incorrecto; pero mis lectores influenciados porque fue publicado por un medio oficial y escrito por alguien que se supone sepa de estos asuntos, lo pueden tomar como correcto, de ahí que dejemos de cumplir con una de nuestras misiones, la de educar y enseñar.
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