sábado, enero 06, 2018

Carlos Olivares Baró: A 50 años de La Primavera de Praga, Cuba y Fidel Castro

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

 Yo visitaba también ese oasis que era la Casa de la Cultura Checa, situada en la esquina de 23 y O en El Vedado. pero antes deseo señalar que:  El mal llamado ¨Canciller de la Dignidad¨ Raúl Roa García les dijo a los comunistas cubanos la expresión ¨focas amaestradas ¨ en  desaparecido libro titulado En Piee escrito a raíz de la invasión de Hungria por la tropas soviéticas para aplastar la sublevación húngara de 1956 y dicha expresión fue motivada por la posición que tomaron los comunistas cubanos ante ella. Roa Garcia era  en su juventud del Ala Izquierda Estudiantil, pero esa ¨ala¨ no era stalinista  como sí lo era el Partido Socialista Popular (PSP) con Blas Roca a la cabeza; posteriormente Raúl Roa se subiría a la carroza castro comunista en 1959 y ocuparía la responsabilidad de Canciller. Deseo señalar algo muy poco conocido: Fidel Castro también en ese año, 1956.  escribió un artículo en contra de dicha invasión a Hungría por las tropas rusas; pero años después, en 1968, apoyaría la invasión a Checoslovaquia y en 1979 se callaría ante la invasión soviética a Afganistán, país no alineado, pese a Cuba ocupar la presidencia del Movimiento de los Países No Alineados.

Llendo al punto: en el 2013 escribí:
 A Blanca  la  conocí, y  recuerdo, cuando estábamos  en el primer año de la Escuela de Matemática. en aquella época ella era una muchacha   con una larga cabellera pelirroja peinada a lo Joan Báez; no fuimos amigos cercanos, éramos más de 100 alumnos en el aula de conferencias, pese a que por la vestimenta y los gustos musicales ambos  éramos ¨extranjerizantes¨. Ese curso fue el año de la Ofensiva Revolucionaria cuando la tiranía  además de cerrar todos los negocios, particulares (incluyendo los puestos de fritas donde trabajaba una sola persona) cerraron los clubs, los cabarets e implantaron la ley seca; fue el año de la invasión  de Checoslovaquia por el comunista Pacto de Varsovia .

 Año  en que en los círculos de estudios a los que obligatoriamente  tuvimos  que asistir, en pequeños grupos, y  aprobar con las palabra,  o con el silencio,  a la Ofensiva Revolucionaria y a la  mencionada  invasión  pese  a que desde ese momento ya no había nada que merendar en lo que sería, o ya  era, la Casa del Estudiante Universitario y pese a que en nuestro grupo  de estudiantes  estaba Oleg Stanek, un joven  checo con  gran parecido entonces  al poeta ruso Aleksandr Pushkin, al cual teníamos  temor de acercarnos y conversar,  pues los extremistas, sobre todo Rosa Vásquez que aún hoy, en la UCI,   sigue siendo tan extremista y dañina como en aquellos tiempos,   no pensaran que nos estábamos solidarizando con su dolor de ver a su patria  invadida y reprimida violentamente por los tanques.  Ese día y en un momento de descanso o receso entre los turnos de clases, venciendo el temor,  con una o dos palabras  de saludo y sobre todo con mi mirada y gesto le transmití mi solidaridad, la cual  supongo que él haya captado más que con las palabras, con mi gesto, pues ambos vivíamos en países oprimidos por el comunismo

También recuerdo  cuando  a la uruguaya  Dieva Silva, entonces muy amiga de Blanca  y hija del entonces director de la Escuela de Matemática y destacado profesor y topólogo Celiar Silva Rehermann, jóvenes comunistas del grupo la criticaron fuertemente porque Dieva dijo en uno de esos círculos de estudios  que  habían otros caminos para tomar el poder político que no fuera mediante ¨el foco guerrillero¨. Hacía pocos meses que el Che Guevara había  muerto cuando le aplicaron  a él  en Bolivia  lo que él  había hecho a otras personas en la Sierra Maestra aún en el caso de que hubieran  existido serias dudas  sobre la culpabilidad de esas personas.
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Tomado de https://www.cubaencuentro.com

A 50 años de La Primavera de Praga, Cuba y Fidel Castro

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En La Habana hacía un calor desmedido. La medianoche del 20 de agosto de 1968, tropas soviéticas se adueñaron del aeropuerto de Praga-Ruzyne
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Por Carlos Olivares Baró
Ciudad de México
05/01/2018


El 5 de enero de 1968, La Habana amaneció invadida por una brisa fría que ahuyentaba a la gente del Malecón. Todo enero: el mar arremetió contra la ciudad. En Cuba la primavera se encadena con el verano. En Europa es distinto. Oí hablar por primera vez de Praga, a un turista español que conversaba con varias personas en el bar del Hotel Nacional: elogiaba “los avances estructurales del socialismo en Checoslovaquia”. En La Habana hacía un frío de “tranca”, en el cine Yara proyectaban Vals para un millón, la nostálgica historia de amor de dos jóvenes en Praga, donde comenzaba un sueño político de una primaveratruncada.

En aquel entonces veíamos películas europeas en la Cinemateca, bailábamos con la Orquesta Revé, leíamos a Nabokov (Lolita), Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Edmundo Desnoes, Manuel Cofiño, Juan Rulfo, Ernesto Hemingway, Carson McCullers, William Faulkner, Ernesto Sábato, Julio Cortázar y Juan Carlos Onetti. Llegaban a las librerías los breviarios del Fondo de Cultura Económica y los cuadernos de la editorial Joaquín Mortiz de México. Se respiraba un ambiente cultural, todavía sin la censura oficialista que vendría después.

La Rampa. Casa de la Cultura Checa: refugio de poetas, músicos, escritores, pintores, periodistas, estudiantes. Delfín Prats leyó allí su poemario Lenguaje de mudos (prohibido y desaparecido después por las autoridades). La Casa de la Cultura Checa era un espacio de divulgación del arte europeo: vendían discos de rock y de jazz, se programaban conciertos y se ofrecían funciones de cine. Los checos no eran “bolos”. Los “bolos” eran los rusos que se adueñaron del Focsa, el primer edificio de estilo Le Corbusier de América Latina.

Se me quedó en la cabeza aquello de los “avances estructurales del socialismo en Checoslovaquia”, que le escuché decir al turista español. En la universidad alguien habló de un tal Alexander Dubček y de “socialismo con rostro humano”. Se conversaba en susurro del asunto. La Casa de la Cultura Checa seguía siendo una ventana cultural. Los filmes checos El amor se cosecha en verano, Limonada Joe, Trenes rigurosamente vigilados, La tienda de la calle mayor, ¡Al fuego bomberos! y Los Amores de una rubita llenaban los cines de La Habana.

Nos enteramos no sé ni cómo. En La Habana hacía un calor desmedido. La medianoche del 20 de agosto de 1968, tropas soviéticas se adueñaron del aeropuerto de Praga-Ruzyne. En la madrugada, escuadrones del Pacto de Varsovia cruzaban la frontera checoslovaca y sus tanques llegaban hasta el centro de Praga. 250 mil soldados y 5 mil tanques. El otro imperialismo: el Soviético: nadie se atrevía a decir eso en Cuba. Fin al ensayo, al intento pacífico, de edificar un “socialismo con rostro humano”. La Primavera de Praga de Dubček, transitoria quimera. Los checoslovacos amanecieron con las botas de los soldados del Pacto sobre sus espaldas. Frank Kafka miraba a distancia, desde el castillo. La canícula excitaba a la Isla.

El 23 de agosto de 1968, Fidel Castro reconocía con sigilosa actitud que la soberanía del Estado checoslovaco había sido violada; pero, le pedía al Gobierno de la Unión Soviética que invadiese a Cuba en caso de que sucediese algo similar a lo ocurrido en Checoslovaquia (¿!): “Nosotros consideramos que en Checoslovaquia se marchaba hacia una situación contrarrevolucionaria, hacia el capitalismo y hacia los brazos del imperialismo. Entonces esto define nuestra posición en relación al hecho concreto de la acción realizada por un grupo de países socialistas. […]. Resultaba imprescindible impedir a toda costa, de una forma u otra, que ese hecho ocurriera”.

La Invasión militar a Checoslovaquia fue discutida y reprobada por los partidos de izquierda más influyentes de Europa (Francia, Italia, Inglaterra…) y causó sorpresa y contrariedad en intelectuales progresistas como Jean-Paul Sartre, Ernst Mandel, Ernst Fisher, Bertrand Russell, Rossana Rossanda, Tariq Alí, Jaroslav Seifert, Christopher Hitchens, Régis Debray, Noé Jitrik, Kiva Maidanik, Roque Dalton, Roger Garaudy y Teodoro Petkoff, entre otros. La comparecencia televisiva y radial del caudillo fue objeto de estudio y aprobación en todas las aulas universitarias de Cuba.

Desaparecieron de la cartelera de los cines las cintas de Jan Kadár, Milos Forman, Vera Chytilová, Jiri Menzel y Jaromil Jives. Semanas después, dos milicianos armados hacían guardia en la clausurada Casa de la Cultura Checa en La Rampa.

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