Ramón H. Colás: A la memoria de José Gabriel
Por Ramón H. Colás
18 de julio de 2018
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Mi último encuentro con Pepín en Cuba, fue en mi casa de Francisco Guayabal. Oscurecía. Llegó agotado desde Santiago de Cuba, pero su carácter flemático escondía cualquier huella de cansancio. No dormimos ni un segundo. La noche entera la pasamos conversando y en cada palabra suya prevalecía el entusiasmo por el cambio. Después, cuando fue forzado a salir de Cuba, nos volvimos a ver en Burgos, España. Esta fue la última. Contenía las huellas de la prisión y la ocultaba detrás de un montón de proyectos escritos en papeles que pocos quisieron ver. Era incansable y soñador, como los grandes cubanos. Polémico y controversial, porque inteligencia le sobraba. Irónico, como los genios de cualquier barrio. Amigo, porque supo construir amistad en la adversidad de un país donde los dogmas separan al hombre.
En su viaje final -estoy seguro- se lleva el dolor de Cuba y los cubanos. También, (porque fue su acto de fe) el deseo de verla libre desde el cielo.
¡Descansa en paz hermano!
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