viernes, agosto 24, 2018

LA CUBA QUE ROBÓ Y DESTRUYÓ EL CASTRISMO: EL PALACIO DEL CENTRO GALLEGO DE LA HABANA. EL GRAN TEATRO DE LA HABANA

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano


El uso para los asociados de las instalaciones de recreo,  salud e instrucción  estaba incluido  en la cuota mensual. Señalo con vehemencia que en las instalaciones de salud  no había que pagar medicinas, ingresos ni las intervenciones quirúrgicas. El Centro Gallego de La Habana  tenía una cuota mensual, en los años 50 del pasado siglo, de $2.85 pesos cubanos que correspondían a esa misma cantidad en dólares.  La casa de salud ¨La Benéfica¨ desde 1888 prestaba  servicios  para los asociados.


Tampoco debemos olvidar; en 1958 había aproximadamente 97 unidades hospitalarias públicas o estatales, es decir: gratuitas, de ellas, 47 prestaban servicios en zonas rurales (Abreu, 40), y 52 casas de socorro municipales además de alguna que otra instalación a cargo del estado y 242 clínicas mutualistas, de ellas 96 en la capital (Anuario Estadístico, 565 y 566 y Álvarez, 2). Las clínicas mutualistas, uno de los representantes de la salud rentada (la otra representante eran las consultas particulares o privadas), eran instituciones que por una módica mensualidad se tenía derecho a consulta, ingreso y cirugía así como a medicamentos; las había de poco más de 2 pesos mensuales, que eran la mayoría, hasta algunas de 10 pesos. En los años cincuenta, aproximadamente millón y medio de personas estaban asociados a las clínicas mutualistas:

¨ Desde la primera mitad del siglo XIX comienzan a fundarse casas de salud privadas y, en la segunda mitad, las asociaciones regionales españolas de ayuda mutua fundan, también, casas de salud mutualistas; ambas consolidan su labor en el presente siglo. Estos dos llamados sistemas de salud (privado y mutualista) tendrían a su cargo, con el SNS estatal (Sistema Nacional de Salud), la atención médica de la población cubana ..." (Álvarez Sintés ,2) 

Una de esas  asociaciones regionales españolas de ayuda mutua fue la del Cemtro Gallego.
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Tomado de https://www.facebook.com/

EL PALACIO DEL CENTRO GALLEGO DE LA HABANA. EL TEATRO NACIONAL.



En el corazón de La Habana, en pleno Paseo del Prado, frente al Parque Central y ubicado entre el Capitolio Nacional y el histórico Hotel Inglaterra, se alza majestuoso e imponente el Centro Gallego de La Habana.

Inaugurado en 1914 -obra del arquitecto Belga Pool Berriv- se construyó en estilo neobarroco. Su fachada principal tiene cuatro grupos escultóricos -obra de Joseepe Moran- de mármol blanco, que representan alegorías de “la beneficencia”, “la educación”, “la música” y “el teatro”. El equilibrio de sus elementos, balcones, ventanas, cornisas, la proporción de sus torres y la unidad de sus molduras, son fieles jalones de la profunda impronta que la institución dejó en la isla.

Con suntuosas fiestas se celebró, el domingo 8 de diciembre de 1907, el acto de colocación de la primera piedra de la edificación sede del Palacio del Centro Gallego de La Habana. Ubicado en la manzana que forman las calles Prado, San Rafael, San José y Consulado, quedó igualmente allí enclavado el que por muchos años fue el Teatro Nacional.

Creado en su forma y desarrollo con todos los adelantos aconsejados por la ciencia y la técnica de entonces para tal tipo de construcción, el edificio consta de sótano, planta baja y dos pisos altos, coronados por dos hermosas torres que terminan en cúpulas, todo ello con una estructura de acero anclada en fundiciones y apoyada en muros de cantería.

Según el proyecto, la distribución de los bajos, que es de grandes naves, está formada por intercolumnios para facilitar su destino. En ellos se instalaron las oficinas, un gabinete médico, gimnasios, baños, billares y una cafetería. El piso principal contó en principio también con oficinas y con una biblioteca, salas de instrucción, toilette para hombres y un recibidor para mujeres. En el segundo piso se pudo admirar desde los inicios la exquisita ornamentación de sus naves principales. Este piso, destinado a las oficinas de la Presidencia y de toda la directiva, dispone también de una sala de tertulia y de toilettes para mujeres y hombres.

Las secciones de los pisos son de cemento armado mientras las estructuras de los techos y torres están compuestas al estilo Norsand, con armaduras de acero sistema Fink. La fachada principal está distribuida en su base en cinco cuerpos, dos de los cuales son salientes en los que se acusan las dos entradas principales, una para el Centro propiamente dicho y la otra para el teatro.

En los dos salientes primorosamente ornamentados se destacan las grandes columnas pareadas corintias que suman los dos cuerpos principales y soportan las balconadas semi elípticas con elegantes balaustradas. La arquivolta de la entrada del Centro ostenta esculturas representativas del trabajo como base principal de la asociación. Las esculturas de la arquivolta de la entrada al teatro representan la música y el teatro.

En la parte central se ve una gran concha a la francesa, que sustenta un frontispicio con tribuna cerrada por balaustradas y columnas sostenedoras de los dos cuerpos altos del frontis, terminando en un tímpano que hace la función de pedestal del símbolo de la Asociación Gallega. Los frisos, enriquecidos de ornamentos, destacan con garbo las proyecciones de las cornisas en los dos cuerpos salientes del principal y ostentan un total de cuatro hornacinas con figuras alegóricas a las provincias de Galicia.

 (El Palacio Social del Centro Gallego  adornado en los años 50s del pasado siglo XX  durante un período festivo de la ciudad de La Habana)

Las arcadas altas están revestidas con medallones y festones de coronas. Las cubiertas de los techos y torres Mansard siguen el mismo estilo ornamental cerradas por cúpulas que rematan en dos esculturas con antorchas luminosas. La fachada por la calle San Rafael responde al mismo lujo de ornamentación y está compuesta por tres cuerpos, uno de ellos saliente con balconada volada y columnaria, cerrada con platabandas para sustentar un frontón que termina con una figura alegórica. Las fachadas por San José y Consulado, con igual estilo, aunque más ligero en adornos, llevan dos salientes con dos entradas principales que rematan en tímpanos con grupos representativos del comercio y las artes.

El edificio tiene varias escaleras. La principal, que nace al límite del vestíbulo, se desarrolla en una gran caja ricamente ornamentada. Su forma es de rampas con graderías y descanso, abriéndose en alas laterales en sus desembarques que forma un hermoso conjunto estructural.
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De las grandes quintas regionales, la más antigua es La Benéfica (actual Miguel Enríquez, en Luyanó) del Centro Gallego. Se fundó en 1879, y al año siguiente surgió la Asociación de Dependientes del Comercio de La Habana con su casa de salud, actual hospital Diez de Octubre, en la calzada del mismo nombre. Con el tiempo se fundarían La Covadonga (Salvador Allende) del Centro Asturiano, en 1886; la Asociación Canaria, en 1906, y el Centro Castellano, en 1909.

 
Unidad quirúrgica del Centro Gallego , 1950´s
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EL GRAN TEATRO DE LA HABANA



Por D. Jácome

Esa maravilla que se puede observar en la manzana que delimitan las calles habaneras de San José, San Rafael, Prado y Consulado se debe al interés de la sociedad para naturales o descendientes de España más importante y representativa que existía en la isla a inicios del siglo pasado, la sociedad gallega. Gallegos eran el 38 por ciento de los españoles que había en Cuba y su sociedad buscaba mudarse de su antiguo centro construyendo uno nuevo.

Pero antes estuvo en este lugar el Teatro Tacón.

Don Miguel Tacón había asumido la Capitanía General del territorio en 1834; y concibió la idea de construir un teatro para neutralizar ciertos males visibles en la villa y lograr con algunas obras públicas desviar la atención de los criollos de la política represiva que aplicaba; y de paso, obtener una apreciable fortuna y no pocos títulos de nobleza. El 15 de abril de 1838 se inaugura formalmente el Teatro con una Compañía Dramática Española, llamándole finalmente Tacón por su promotor… que por ironías del destino, el mismo día de la inauguración, le llegó a Tacón la Real Orden de su sustitución por Joaquín de Ezpeleta ¡!
 (Vista muy parcial del interior del Gran Teatro de La Habana, mal llamdo, después de 1959,  Teatro García Lorca y ahora Alicia Alonso. Imágenes y comentarios del Bloguista de Baracutey Cubano)

Tras muchos éxitos y no menos vicisitudes, ya próximo al siglo XX, una firma norteamericana se hizo dueña del inmueble por 300,000 pesos. Con el advenimiento de “la república”, se decidió llamar al coliseo Gran Teatro Nacional, y a fines de 1904 se supo el interés del Centro Gallego de La Habana en su adquisición. Las gestiones demoraron varios años, con opiniones a favor de que fuera adquirido por el estado cubano. Tomás Estrada Palma, en su condición de Presidente de la República, primero dijo una cosa y después otra, pero el 6 de enero de 1906 el Centro Gallego adquirió el terreno con todos los inmuebles a un costo de 525,000 pesos.

La obra se le encomendó al arquitecto belga Paul Belau, el mismo que tiempo después se encargaría de también regalarle a La Habana el edificio del Palacio Presidencial ( hoy Museo de la Revolución..) La primera piedra de la construcción del nuevo Centro Gallego de La Habana se puso el 8 de diciembre de 1907, que por cierto, fue un bloque de granito traído para la ocasión directamente desde la localidad de Parga en Galicia, España… suponemos que todavía esté ahí.

Finalmente se inaugura el 22 de abril de 1915. Los estudiosos le señalan un predominante eclecticismo, en el que es posible distinguir un tanto sus componentes neobarrocos, del renacimiento francés, neoclásicos y hasta del lejano rococó español. Quizás sea más práctico valorar su estilo a partir de la imagen armoniosa y monumental que ofrece reuniendo lo mejor del acervo cultural y arquitectónico que ha existido a lo largo de la historia.

La sala escénica que se llamó a partir de ese momento Teatro Nacional, fue el epicentro de las excelentes temporadas de teatro y ópera que degustó la sociedad habanera durante los años 20 del pasado siglo. Por allí pasaron importantes figuras de la escena mundial, muchos de los mejores sopranos , barítonos y contraltos del orbe vinieron a la Habana a ofrecer su arte. Se presentaron ante el ya conocedor público habanero entre otros Guido Ciccolini, Lucrecia Bori, Beniamino Gigli y Enrico Caruso.

Es de conocimiento de todos, o casi todos, que la última actuación de gran Caruso en la capital cubana tuvo un final inesperado que dio origen a más de una divertida anécdota: un petardo en el baño del Teatro Nacional, que, aunque provocó más ruido que estropicios, creó tal pánico que, según la imaginería popular, el Divo de los Divos, aterrorizado, vestido del Radamés de la Aída, corrió por el Prado a todo lo que daban sus piernas, siendo conducido por un policía hasta una estación, donde la estrella debió sudar la gota gorda para ser reconocido.

Además pasaron por su escenario Andrés Segovia , Sara Bernhardt, Eleonora Duse, Serguei Rachmaninov, Arturo Rubinstein, la bailarina rusa Anna Pavlova ( a quien Lecuona le dedicó el Vals de la mariposa ) , y ya después Josephine Baker, Carmen Amaya, Antonio Gades, la no menos primerísima Alicia Alonso y toda una constelación de estrellas internacionales en sus respectivas ramas artísticas.

Además de los suntuosos contratos económicos – Caruso cobró 10 mil dólares por función, cifra descomunal para la época – los artistas visitantes venían también atraídos propiamente por las características del teatro. Se decía que su acústica solo era superada por la de La Scalla de Milán y por la del teatro de la Ópera de Viena.

Y sepa si no lo conocía, que fue en el Tacón que se creó y probó por primera vez el funcionamiento del teléfono. Esto ocurrió en 1849, noticia que fue opacada por la celebridad que cobró el norteamericano Graham Bell, al que muchos le tienen todavía como el verdadero inventor… pero esto es otra historia…


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