viernes, julio 05, 2019

HUMOR de Esteban Fernández: UNA CLASE INÉDITA

UNA CLASE INÉDITA

 
Por Esteban Fernández.
5 de julio de 2019


Esta clase es ‘sui generis’ (única) porque usted no la encontrará en ningún otro lado, ni en las escuelas desde el kindergarten hasta la universidad.

Lo primero que debe conocer un ser humano son SUS LIMITACIONES. Y es muy importante que un anciano de 85 años se entere que, en una bodega, en una joyería, en una farmacia, en la oficina del médico, las jóvenes -y las damas en general- que trabajan allí están obligadas por sus patronos y por la gerencia a ser amables y con extrema cortesía con los cliente y pacientes.

Dan los buenos días y buenas tarde, nos saludan cariñosamente, nos hablan, nos sonríen constantemente, y si lanzamos un chiste o un piropo nos ríen las gracias.

El hombre inteligente comprende que eso es parte de su labor, es su trabajo, es un requerimiento. El tonto nos dice: “¿Viste que clase de enamoramiento tiene la chiquita esa conmigo?” Cuando lo cierto es que si la misma empleada ve al tipo en la calle quizás ni caso le hace.

Es prácticamente imposible que una bellísima muchacha de 25 años se enamore de un anciano de 80 años, a no ser que sea un billonario o un artista famoso, y entonces se casa por conveniencia como hizo Jacqueline Kennedy con Aristotle Onassis.

Y esa grave equivocación de algunos caballeros trae como consecuencia que las damas -si no están obligadas en sus empleos- eviten saludarnos, sonreírnos en público y hasta ni cruzar las miradas.

Yo tengo montones de conocidos y muchos amigos, y siempre les enseñé a mis dos hijas: “Mira, este es íntimo amigo mío, es una persona decente y consciente, puedes abrazarlo, y … cuidado con este otro que es un come catibía equivocado y ni la mano le estreches”. Hasta cuando pongo las fotos de mis hijas en Facebook por los comentarios yo puedo notar quienes son personas medidas y a quienes no lo son.

Yo estaba de vacaciones en Hawaii, las muchachas nos recibían poniéndonos collares de flores en nuestros cuellos, nos bailaban alrededor, y un chileno medio tiempo que iba en la excursión, y que le gustaba conversar conmigo, me dijo: “Para mí que le gusto a aquella de faldita verde, fíjate que vuelve a cada rato a mi lado a sacarme fiesta”. Y yo le dije burlonamente: “Sí, ya me había dado cuenta, lo hace muy obvio, ya vi que te dijo Haloha tres veces y a mí solamente dos”.

Y no crean que solamente somos los hombres los equivocados: Hace un tiempo me encontré con dos ancianitas cubanas en Portos’s Bakery, entre las dos deben haber estado muy cerca de los 190 años.

Una me dijo: ¿Usted es Esteban Fernández el que escribe en el semanario Libre de Miami? Si vas a la fiesta de despedida del año del Club Manzanillero le aseguro que me voy a pasar toda la noche bailando con usted”. Con mucha pena le dije: “Oh, no, yo presido el Círculo Güinero y voy a la fiesta que nosotros vamos a dar, y voy con una amiga”. Ahí me busqué un par de enemigas, y una le dijo a la otra: “Muchacha, a él les gusta las jovencitas, olvídate de eso”.

Por lo tanto, la clase es que: si un viejo calgalitroso NO ES TAN BIEN PARECIDO NI LUCE como Brad Pitt, ni tiene el poder y los millones de Donald Trump; y en el caso de las ancianas: si no tienen mejores curvas que Jennifer López, ni la belleza de “Wonder Woman” Gal Gadot , no se “coman el millo” de adivinar que UNA JOVENCITA de 22 años O UN MUCHACHÓN de 26 está locamente enamorada -o enamorado- de su físico.

Respete y dese a respetar, conozca sus limitaciones, deje que sea la juventud la que se abalance sobre usted, y entonces, todavía entonces, asegúrese que usted no está alucinando y pongan a buen recaudo sus billeteras.

Por favor no lo tome en serio, en ingles esto es para  LOL (Laughing Out Loud) y en español es ODLR (Orinese de la Risa)