Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
No se en la Facultad de Letras y Humanidades, pero en la entonces Facultad de Ciencias de la Universidad de La Habana ni remotamente podía suceder algo así, pues eran tiempo de asambleas de depuración y expulsión; recuerdo que el futuro periodista y novelista Carlos Victoria, fallecido hace unos años, fue una de las víctimas.
Para mí la orgía es algo reprobable y me alegro de no haber visto ni participado en ninguna. Para mí el amor, y la unión carnal, mal llamada ¨hacer el amor¨, es algo íntimo para disfrutar entre dos personas. El morbo de tener relaciones carnales en colectivo nos acerca a la conducta de algunos, y de sólo algunos, otros animales y habla de la limitada creatividad en las artes amatoria de carácter bipersonal.
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Tomado de
https://www.cubaencuentro.com/
Los hippies cubanos (III)
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Un espectáculo más de la bizarra vida de mi generación
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Por Blanca Acosta Rabassa
Pembroke Pines
16/08/2019
Cierre este tríptico el fenómeno colectivo más extraño que he presenciado; la Orgia de la Facultad de Humanidades.
En la universidad, como modo de atarnos más y robarnos el tiempo libre, existía el llamado 3 x 1. Tres fines de semana para lo esclavos y uno laborando en el campo para el señor feudal.
Yo vivía en familia 2 x 2; el padre de mis hijos y yo nos alternábamos para cuidar a los niños.
Sucedió un sábado por la noche que el ICAIC iba a filmar esa hazaña de los jóvenes, la vanguardia, el Hombre Nuevo, el hombre del Siglo XXI (menos mal que soy mujer y no se me incluye en el asqueroso discurso machista de la nomenklatura)
Todos conversábamos amigablemente mientras el equipo del ICAIC armaba el tinglado. Eran tiempos de Ley Seca, no había bebida o había poca clandestina.
Había algunos, hasta de la politically correct Ciencias Política, que ya se habían ido a los matorrales, normal, jóvenes. Los demás seguíamos en alegre charla en las mesas del campamento (barracón), escuchando la música que no había de ser.
Se va la luz (¡que raro!), el silencio sepulcral de aquella circunstancia interrumpido solo por un grito desde los matorrales, anónimo pero iracundo, “¡Viva Fidel!”.
La conversación iba amainando; se lo atribuíamos al sopor del apagón.
¡Vino la luz!
Apenas quedábamos unos cuando en las mesas.
¿Y donde se ha metido la gente?
¿Y ese camión del ICAIC abandonado?
De pronto divisamos el “Jardín de las Delicias” de Gerónimo Bosh.
Las parejas, de toda orientación sexual, habían inundado las literas y los menos afortunados pal monte.
Se escucha en la noche callada un susurro colectivo de los más divertido.
Los espectadores estábamos atónitos, desternillados de la risa. Nos fuimos a nuestras literas, no abríamos la boca. Nos encontramos a una tarada de Ciencias Políticas, fea, resentida y con odio a la Humanidad. Cual cangrejo estaba encaramada en una litera chillando:
—¡De esto se va a enterar el decano (Carlos Amat)! Los van a botar de la universidad a todos.
No me enteré como termino el divertido sucedido. Solo sé que debe haberse tratado de un caso de histeria colectiva. Todos conversando amigablemente y de buenas a primeras una orgia que ni en filmes he presenciado. Me alegro haberlo presenciado, un espectáculo más de la bizarra vida de mi generación.
¿Y Talía? ¿Y Amat?
¿Quién mató al Comendador?
Habría que haber vaciado la facultad, hasta a los cuadrados de las escuelas.
Todo se tapó.
Sabemos que no hubo nada reprobable. Los títeres del imperio quieren desprestigiarlos. Les felicito por su productiva jornada.
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