sábado, febrero 01, 2020

Carlos Ripoll sobre la falsificación de José Martí en la Cuba oprimida por el castro comunismo. Parte III: Antecedentes y composición del PRC. Conclusión. Notas


La falsificación de Martí en Cuba(*) (Parte III)

Por Carlos Ripoll

Antecedentes y composición del P.R.C.

El Partido Revolucionario Cubano, por otra parte, no fue una caprichosa invención de Martí, sino que en él estaba el saber y la voluntad de cuantos lo precedieron en la lucha por la independencia. En su partido se ve el influjo de la estructura y la exposición del organismo que creó en 1871 Miguel Aldama, en Nueva York, la Auxiliadora de la Independencia de Cuba;(41) el nombre del partido de Martí estaba muy cerca del que usó José Morales Lemus al suscribir en Washington un convenio con los Estados Unidos para acabar con la guerra, en ese mismo año de 1871, el Partido Revolucionario de la Isla de Cuba;(42) en las "Bases" del Comité Revolucionario Cubano, de 1878, presidido por Calixto García, está la idea, igual que luego en Martí, en los "Estatutos" de su Partido, de que los "Clubs Revolucionarios debían unirse en la obra común de la independencia, y que ellos funcionarían arbitrando y reuniendo recursos pecuniarios y elementos de guerra, o por medio de la propaganda, generalizando y unificando la opinión en el pueblo, o conquistando nuevos prosélitos y simpatizadores que coadyuven al mismo fin"; y, enseguida, con semejante propósito que luego los Cuerpos de Consejo de Martí, se dispone que "El Comité Revolucionario Cubano de Nueva York es el Centro de la organización general, con la cual están relacionados todos los clubs que se organicen en Cuba y en el extranjero".(43) —y el Club número 25 que se fundó entonces en Cayo Hueso, el 31 de enero de 1879, por ese llamado de Nueva York, tenía a tres de los que luego iban a fundar con Martí el Partido Revolucionario Cubano: al periodista José Dolores Poyo, al industrial Teodoro Pérez, y al fundador del Club San Carlos, Martín Herrera. — (44). Y la idea de que el Partido de la guerra llevara en su seno la república la expuso en 1884 Máximo Gómez en su "Programa" de San Pedro Sula, en Honduras, cuando se quiso iniciar otra insurrección en la isla: allí también recomendaba la creación de "clubs y comités", pero alrededor de una Junta Gubernativa en la que se centraría "la verdadera unidad y acción", y advertía que la tal "Junta" podría servir de "base para la futura organización de un gobierno provisional en Cuba";(45) luego, en 1886, desde Kingston, en carta a un emigrado de Nueva York, Antonio Maceo habla también de la necesidad de crear un Partido Independiente con una dirigencia elegida por "una votación libérrima", dice, "la cual habría de convertirse en el órgano oficial" de los cubanos; y concluía Maceo: "Nuestras aspiraciones son amplias, y en ellas caben todos los hombres, cualquiera que sea su modo de pensar y el juicio que formen de las cosas. Si libre fuera su voluntad y decir, libérrima y generosa debe de ser nuestra soberanía..."(46) Y a fines del siguiente año Martí concretaba las ideas que iban a ser aceptables a los emigrados puesto que estaban basadas en los esfuerzos anteriores: pudo hacerlo con el plan conspirativo del brigadier Juan Fernández Ruz, según le escribió en aquellos días al patriota Juan Arnao: se habían reunido varios cubanos "de distintos pareceres y procedencias", y se había propuesto "acreditar en el país, disipando temores y procediendo en virtud de un fin democrático conocido, la solución revolucionaria" [además de] "unir con espíritu democrático, y en relaciones de igualdad, todas las emigraciones [e] impedir que las simpatías revolucionarias en Cuba se tuerzan y esclavicen por ningún interés de grupo, para preponderancia de una clase social, o la autoridad desmedida de una agrupación militar o civil, ni de una comarca determinada, ni de una raza sobre otra..."(47)

Poco después Cayo Hueso y Tampa crearon, por su parte, las organizaciones políticas que tanto sirvieron al proyecto revolucionario de Martí: la Convención Cubana y la Liga Patriótica, y cuando Martí llegó a ésta pudo decir que allí todo "estaba hecho",(48) y le aceptaron las "Resoluciones" que llevarían a las "Bases" y los "Estatutos" de su Partido, que aprobó la Convención, del Cayo, por unanimidad. No, el Partido Revolucionario Cubano no fue sólo de Martí: como en tantas otras de sus empresas, su genio le dio forma definitiva a lo que venía gestando el patriotismo cubano. No, Martí no fue precursor de Lenin, como quisieran algunos en Cuba, en nada y por nada, a no ser que también consideremos precursores de Lenin a Aldama, a Morales Lemus, a Calixto García, a Máximo Gómez y a Antonio Maceo, todos los cuales le fueron aportando a Martí algo de sus ideas y de sus experiencias para constituir el Partido Revolucionario Cubano. Con la nobleza que caracteriza sus actos lo reconoció el propio Martí, que dijo en agosto de 1893: "El Partido Revolucionario no tiene una sola raíz, sino todas las raíces que le vienen de la unanimidad del deseo de independencia..."(49)

Acabado de fundar el partido, al contestarle una carta a Enrique Collazo en la que lo acusaba de cobarde y de vividor, y ponía en duda los propósitos de la nueva organización revolucionaria, Martí le preguntaba con ideas, y hasta palabras, de las que había puesto, y que ya vimos, en las "Bases" de su partido: A)No ha oído estos días a miles de hijos de Cuba proclamar, sin una sola voz de disentimiento, ni de rico ni de pobre, ni de negro ni de blanco, ni de patriota de ayer ni de patriota de hoy, ni de hombre de guerra ni de hombre de paz, que el Partido Revolucionario Cubano no tiene por objeto llevar a Cuba una agrupación victoriosa que considere la isla como su presa o dominio, sino preparar, con cuantos medios eficaces le permita la libertad del extranjero, la guerra que se ha de hacer para el decoro y bien de todos los cubanos, y entregar al país la patria libre?"(50)

Poco después Martí les explicaba a los emigrados de Jamaica que su partido iba a impedir que en la república surgieran los gobiernos dictatoriales que habían nacido tras la independencia en varios países americanos; les dijo en carta de mayo de 1892: "...Con estas Bases y Estatutos del Partido Revolucionario Cubano se ha querido... procurar desde la raíz salvar a Cuba de los peligros de la autoridad personal y de las disensiones en que, por falta de la intervención popular y de los hábitos democráticos en su organización, cayeron las primeras repúblicas americanas..."(51) Y al mes siguiente, desde el periódico Patria, donde se halla la mejor biografía de su Partido, precisamente al hablar de éste, escribía: "Los partidos políticos que han de durar; los partidos que arrancan de la conciencia pública; los partidos que vienen a ser el molde visible del alma de un pueblo, y su brazo y su voz; los partidos que no tienen por objeto el beneficio de un hombre interesado, o de un grupo de hombres, no se han de organizar con la prisa indigna y artificiosa del interés personal, sino, como se organiza el Partido Revolucionario Cubano, con el desahogo y espontaneidad de la opinión libre..."(52)

En otra ocasión aclaró Martí que el Partido Revolucionario era "hijo legítimo de los constituyentes de Guáimaro",(53) y así hizo que coincidiera la proclamación oficial de su partido con el 10 de abril de 1892, cuando se cumplían años de la Constitución de Céspedes y Agramonte. En una parodia de este gesto, el gobierno de Cuba hizo que se discutiera su Constitución socialista a partir de otro aniversario de Guáimaro, en 1976. Martí podía con entera justicia decir que su partido era "hijo legítimo de los constituyentes de Guáimaro", pues éstos crearon un gobierno democrático, republicano y parlamentario, basado en la división de poderes que funcionaron con libertad, al extremo que en 1873 la Cámara de Representantes pudo destituir al presidente Céspedes, mientras que fue un sarcasmo unir la Constitución totalitaria y estalinista de 1976 —con su concentración de poder y su "centralismo", en la que el Jefe de Estado tiene facultades de mando ilimitadas a través del Partido Comunista— con la de aquellos hombres del 68 que se reunieron en un pueblecito de Camagüey para fundar una república abierta a todos. Y para destacar mejor la distancia entre el partido de Martí y la organización totalitaria, como es el Partido Comunista de Cuba, veamos este otro pasaje de Patria, en el que Martí describe una reunión de los Clubs revolucionarios; allí hablaba de los asistentes, y dijo: "...el de la profesión está al lado del oficio, y el del oficio va elegante y culto porque el amor de la libertad da al hombre con mayor respeto de sí, mayor respeto de los demás. El acaudalado ya canoso se estruja, para estar más cerca, entre dos jornaleros. La juventud, como una guardia, rodea la tribuna, y se bebe el discurso pálida y silenciosa..."(54) Es que en aquella ocasión estaban presentes el puertorriqueño humilde Sotero Figueroa, que trabajaba en una imprenta; y el abogado Gonzalo de Quesada, empleado en el famoso bufete de Sterns & Curtis, donde se creaban las estructuras legales de los monopolios yanquis que ya se iban estableciendo en la América Latina; allí estaba el negro Rafael Serra, fundador con Martí de una escuela para enseñar a los pobres, y Manuel F. Barranco, dueño de la tabaquería "El Progreso", una de las más grandes de la ciudad; allí estaban el poeta nuevo Francisco Gonzalo Marín y Ramón Luis Miranda, el médico cubano más rico en los Estados Unidos. Y al año siguiente, en un artículo que tituló "El Partido Revolucionario a Cuba", volvía sobre la condición heterogénea de su organización; dijo entonces: "Las glorias todas de la guerra, libres en el extranjero, están en el Partido Revolucionario Cubano. .. Únense en el voto, a elegir su representación, doctores y obreros, fabricantes y mecánicos, comerciantes y generales. Junto al íntegro presidente de nuestra república, espera ansioso, puesto a la mesa de una industria humilde, el bachiller descontento de su inútil diploma..."(55) Y aún al año siguiente insiste, el 17 de abril de 1894: "Un pueblo es composición de muchas voluntades, viles o puras, francas o torvas, impedidas por la timidez o precipitadas por la ignorancia... El peligro de nuestra sociedad estaría en conceder demasiado al empedernido espíritu colonial, que quedará hoceando en las raíces mismas de la república... y otro peligro social pudiera haber en Cuba: adular, cobarde, los rencores y confusiones, que en las almas heridas y menesterosas deja la colonia arrogante tras sí, y levantar un poder infame sobre el odio o desprecio de la sociedad democrática naciente a los que, en uso de su sagrada libertad, la desamen o se le opongan. A quien merme un derecho, córtesele la mano, bien sea el soberbio quien se lo merme al inculto, bien sea el inculto quien se lo merme al soberbio... Si desde la sombra entrase en ligas con los humildes o con los soberbios, sería criminal la revolución, e indigna de que muriésemos por ella... Triunfará con esa alma, y perecerá sin ella... Sea nuestro lema: libertad sin ira".(56)

Conclusión

"(Libertad sin ira!" Con esas palabras quisiera terminar esta noche. Bastarían ellas para extrañar a Martí del marxismo-leninismo, de la dictadura del proletariado, del odio y de la lucha de clases para ocupar el poder y para ejercerlo, de la reducción del hombre y la esclavitud por el totalitarismo de Estado. Martí no fue, como quieren allá, de una u otra manera barajando su nombre, un precursor de Lenin, un preleninista; Martí es, en verdad, la superación del leninismo, un posleninista. Tuvo la noble indignación a que movían a toda alma sana los pecados sociales y los excesos del capitalismo, y, a veces, uno se pregunta cómo no sucumbió su sensibilidad a la tentación del marxismo, ni desconocido por él ni extraño al Nueva York de su época, o se dejó llevar por otras ideologías radicales que tomaron fuerza a fines del siglo pasado ante la miseria del obrero, la corrupción política y la soberbia de los poderosos.(57) Pero por ahí anda el genio: él mismo lo definió como "anteciencia y antevista", es decir, lo que se anticipa a la razón y a los sentidos, aquél que posee esa especie de adivinación que se adelanta a los demás y puede leer el porvenir. El hombre común, como explicó el filósofo español, es también, en parte, su circunstancia, pero el genio no tiene circunstancia, entendida ésta como el accidente de lugar y tiempo que acompaña a los otros mortales. Martí se salió de su época y pudo ver estos días nuestros del fracaso del marxismo-leninismo. Para nosotros, lo que ha sucedido en la Unión Soviética y los demás países socialistas, es una sorpresa: Martí hace 100 años lo sabía, como supo también de los errores que se cometerían en la República por alejarnos de su prédica, y del castigo que por ese alejamiento tendría que sufrir el país. De ahí su vigencia, la necesidad de su estudio, porque en Martí están las directrices para salir del momento que hoy vive su patria, y también para el futuro. Para empezar, después de la triste experiencia que hemos vivido, cuantos quieran salvar a Cuba, allá y aquí, deben grabarse en el corazón, para que les rija la conducta, el lema del Partido Revolucionario Cubano, sus tres palabras magistrales: "Libertad sin ira".

Notas

(*) Esta conferencia la publicó la Florida International University con otra titulada "La falsificación de la historia en Cuba", durante el curso académico de 1991. Respetando su forma original se enriqueció una segunda salida de "La falsificación de Martí en Cuba" (por La Unión de Cubanos en el Exilio, de Nueva York, en 1992) con pertinente documentación y notas aclaratorias y bibliográficas al pie de la página, las que aquí aparecen otra vez aumentadas con lo añadido en la traducción, "The Falsification of José Martí in Cuba", que publicó la revista Cuban Studies (número 24, de 1994), del Center for Latin American Studies de la Universidad de Pittsburgh.

1.- La confusión y la indiferencia respecto a Martí, que se ha producido por su falsificación, se evidencian en un informe de la Cátedra Martiana, de la Universidad de La Habana, en el que se concluye: "En general, los conocimientos de los jóvenes acerca de la figura de José Martí son muy pobres superficiales y muchas veces esquemáticos, como sucede con el conocimiento de la historia de Cuba... Hemos oído a maestros de primaria enseñar como de Martí textos que no son de él... En la Educación Superior, salvo excepciones como las facultades de Filosofía e Historia y Artes y Letras... es casi nula la difusión del pensamiento martiano por la vía de la enseñanza. Muchos jóvenes conocen a Martí como Autor Intelectual del Moncada, pero no lo ubican en su momento histórico, ni comprenden su relación con las principales figuras de nuestro proceso revolucionario, como se ha visto en pruebas diagnóstico realizadas donde plantean que 'Fidel sacó del presidio Modelo a Martí'". Y siguen varios ejemplos de la ignorancia y de los disparatados conocimientos que descubre la encuesta, no, por supuesto, para señalar el verdadero culpable, la persistente deformación oficial de Martí, sino para culpar a la juventud cubana por su "escasez de pensamiento lógico..." Patria; Cuaderno de la Cátedra Martiana, I (1988), 1, 27-28.
2.- Vol. 30, núm. 4 (26 de enero de 1935), 58-59.
3.- Ideas sociales y económicas de José Martí (La Habana, 1940), 217-218.
4.- Ninguno de los escritos aquí citados se incluyeron en Juan Marinello Obras Martianas (Caracas, 1987), que hubieran cabido en la sección dedicada a "El pensamiento de Martí y nuestra revolución socialista"; en el prólogo detallado que preparó para esta edición de la Biblioteca Ayacucho Ramón Losada Aldana, se pasa como por sobre ascuas al mencionar estos trabajos de Marinello, y se echa mano a las disculpas de Salvador Morales en su libro Ideología y luchas revolucionarias de José Martí (La Habana, 1984) donde afirma que se debieron a "los vaivenes pequeños burgueses y la inmadurez de las filas marxistas... Sus criterios [los de Marinello] procedían de un análisis aún poco concreto y esencial a causa de las deficiencias de la historiografía cubana. .. Es significativo que cuando Marinello recogió en un volumen sus Ensayos Martianos (1961) partió de lo hecho de 1941 en adelante. Hombre de meditación, seleccionó lo que creyó más vigoroso —en todos los aspectos que puede considerar un marxista— de sentido martiano..." 512-513, 520.
5.- José Martí, Obras Completas (La Habana: Editorial Nacional de Cuba, 1963-1973). vol I, 18 y 19. Mientras no se indique otra fuente, todas las citas de Martí que siguen son de esta edición, de las que se dará el volumen y la página que les corresponde.
6.- Citado en el "Prólogo" de Juan Marinello al folleto Glosando los pensamientos de José Martí, de Julio Antonio Mella. La Habana, 1941, 8.
7.- Ibid., 12.
8.- Ibid., 4.
9.- Véase Gaspar García Gallo, Adelaida Plasencia, y otros, en Baliño: apuntes históricos de sus actividades revolucionarias. La Habana: Imprenta de la C.T.C., 1967.
10.- El Productor, 25 de octubre de 1888. Citado por José Cantón Navarro en Algunas ideas de José Martí en relación con la clase obrera y el socialismo. La Habana: Dirección Política de las FAR, 1970, 106.
11.- Boletín del Archivo Nacional, 44, 45 (1944-1945), 122.
12.- Carmen García Gómez, Carlos Baliño: primer pensador marxista cubano. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1985, 81-83, 87.
13.- Citado por Evelio Tellería Toca, Carlos B. Baliño López en el periodismo revolucionario cubano. La Habana: Editorial Pablo de la Torriente, 1989, 5-6.
14.- Martí, VI, 20.
15.- Anuario del Centro de Estudios Martianos, I/1978, 13, 14.
16.- Ibid., 17-18.
17.- Anuario, 7/1984, 217, 219.
18.- Ibid., 333.
19.- Martí, 16, 42.
20.- Granma, 20 de mayo de 1973, 6. El cinismo con el que en Cuba, para confundir a la población, mezclan prestigiosos nombres del pasado, que nada tienen que ver con el marxismo, sino que, de hecho, como en el presente caso, lo niegan, logra singular relieve en este acto en memoria de Agramonte. La primera figura en la historia cubana que denunció de manera concreta cuanto después iba a caracterizar al totalitarismo comunista fue Ignacio Agramonte. Al terminar su carrera de abogado en la Universidad de La Habana, como parte de sus ejercicios de grado, pronunció un memorable discurso censurando los gobiernos despóticos, la concentración de poder y la falta de libertad individual y de derechos humanos; dijo en aquella ocasión: "...Funestas son las consecuencias de la intervención de la sociedad en la vida individual; y más funestas aún cuando esa intervención es dirigida a uniformarla, destruyendo así la individualidad, que es uno de los elementos del bienestar presente y futuro de ella... La centralización hace desaparecer ese individualismo cuya conservación hemos sostenido como necesaria a la sociedad. De allí al comunismo no hay más que un paso; se comienza por declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la intervención de la sociedad en su acción destruyendo su libertad, sujetando a reglamento sus deseos, sus pensamientos, sus más íntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones todas... El gobierno que con una centralización absoluta destruya ese franco desarrollo de la acción individual, y detenga la sociedad en su desenvolvimiento progresivo, no se funda en la justicia y en la razón, sino tan sólo en la fuerza; y el Estado que tal fundamento tenga, podrá en un momento de energía anunciarse al mundo como estable e imperecedero, pero tarde o temprano, cuando los hombres, conociendo sus derechos violados se propongan reivindicarlos, irá el estruendo del cañón a anunciarle que cesó su letal dominación" (Eugenio Betancourt Agramonte, Ignacio Agramonte y la revolución cubana, La Habana, 1928,13-22). Todas las biografías de Agramonte glosan generosas este discurso no sólo porque es una muestra de su pensamiento y de su inteligencia, sino porque es de los pocos testimonios que se conservan de su oratoria, pero la biografía publicada por el gobierno actual de Cuba sólo reproduce unas frases del mismo, y eso para acusar al ilustre patriota de "anacrónico", ingenuo y colonialista, y calificarlo de "intelectual burgués en defensa del individualismo y contra el comunismo, con las mismas falsas razones y dibujando la misma caricatura que pintaban los reaccionarios de aquel tiempo y pintan los actuales". Mary Cruz, El Mayor [Ignacio Agramonte], La Habana, 1972, 44.
21.- Discurso del 17 de setiembre de 1987. Cuba: de los derechos humanos, La Habana, 1990, 3.
22.- Granma, Suplementos Especial, 23 de abril de 1991.
23.- Granma, 19 de octubre de 1991, 6.
24.- Karl Marx y Friedrich Engels, The Communist Manifesto, D. Ryzanoff, Londres, 1930, 40.
25.- The International Herald (Londres), 37 (14 de diciembre de 1872), citado por Monty Johnstone en "Marx ant Engels and the Concept of the Party" (Socialist Register, IV (1967), 121, 145). Antes de la Comuna de París, el 13 de febrero de 1871, Engels le escribió una carta al Concilio Federal Español, de la Internacional, en la que decía: "En todas partes la experiencia ha demostrado que la manera mejor de librar a los obreros del dominio de los viejos partidos es la creación de un partido proletario en cada país, con una política propia, una política bien diferente de la de los otros partidos". Ibid., 133.
26.- V.I. Lenin, Collected Works (May 1901-February 1902), Moscú, 1961, vol. 5, 430, 440 y 452.
27.- Joseph Stalin, The Foundations of Leninism, citado en A Documentary Historv of Communism, Robert V. Daniels, ed., Hanover y Londres,1984, vol. 1, 169. Esta concentración del poder en una minoría pone en evidencia la desconfianza de Lenin respecto a las masas para llevar a su fin los cambios necesarios en Rusia; él prefería dirigir las masas "desde afuera". Marx, por su parte, criticó el dominio de una minoría en 1863, al fundar Ferdinand Lassalle la Unión de Trabajadores Alemanes. Es el mismo centralismo y la misma desconfianza presentes en el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán fundado por Hitler, quien dijo en Mein Kampf que el partido" no debía ser la veleta de la opinión pública, sino su amo... No ha de ser un criado de las masas, sino su dueño". Munich, 1930, 92, 521.
28.- Joseph Stalin, Dialectical and historical Materialism, Nueva York, 1972, 20, 21.
29.- Respecto a la unidad dentro del partido, que con tanto fervor se defiende en Cuba hasta el momento de redactar estas notas (julio de 1992), Stalin había dicho, siguiendo a Lenin: "...La existencia de facciones es incompatible con la unidad del partido y con su disciplina férrea. No es necesario demostrar que la presencia de varias facciones dentro del partido lleva a la creación de varios centros, y que esto significa la desaparición de un centro común, el rompimiento de la voluntad unitaria, el debilitamiento y la desintegración de la disciplina, y el debilitamiento y la desintegración de la dictadura..". (A Documentary History of Communism, vol. I, l 71). Las más evidentes diferencias entre las dos clases de "partidos" y el absurdo de defender el "unipartidismo" aparecen en estos juicios de Aryeh L. Unger en su libro The Totalitarian Party: "...Los partidos democráticos existen con el fin de organizar las luchas para lograr el poder político. Los partidos totalitarios existen para organizar el monopolio del poder político". Y más adelante explica cómo el significado mismo de la palabra "partido", que quiere decir que hay varias "partes", repugna a la existencia de un solo partido; agrega: "Tal como lo ha señalado un autor [B. D. Wolfe, Communist Totalitarianism, Boston, 1961, 266], donde no existe más que un partido toda actividad partidista cesa, lo mismo que si hubiera un solo sexo dejaría de existir todo tipo de vida sexual". Unger, Londres, 1974, 5.
30.- Martí, 4, 279.
31.- Esta acusación de Trujillo hay que entenderla en función de acontecimientos ajenos a la política. Trujillo le reprochaba a Martí que, casado como estaba con Carmen Zayas Bazán, Martí fuera en Nueva York el amante de Carmita Miyares viuda de Mantilla. Ya habían tenido un problema por ese motivo en 1887 (véase Federico Pérez Carbó, "José Martí-Enrique Trujillo", en El Archivo Nacional en la conmemoración del Centenario del natalicio de José Martí y Pérez, 1853-1953, La Habana, 1953, 673-676). Después de cinco años de separación, en junio de 1891, la esposa de Martí se apareció con el hijo en Nueva York. Todo ya estaba dispuesto para la publicación de los Versos Sencillos, en los que Martí hacía duros reproches a su mujer, los cuales contrastaban con los tiernos elogios que allí le prodigaba a otras mujeres, entre las que no era difícil descubrir a la amante. En el mes de agosto salieron publicados los Versos por Enrique Trujillo y, días más tarde, con la ayuda de éste y escondida del esposo, la Zayas Bazán regresó a Cuba. Martí nunca le perdonó al amigo la mala acción, y ya en octubre, según confesó Trujillo, "no tenía relaciones de amistad con el señor Martí" (Apuntes históricos; Propaganda y Movimientos revolucionarios cubanos en los Estados Unidos desde enero de 1880 hasta febrero de 1895, New York, 1896, 60-61). Poco después se organizó en la Florida el Partido Revolucionario Cubano, en enero de 1892; en marzo ya circulaba entre los emigrados el periódico Patria, serio competidor de El Porvenir, de Enrique Trujillo; y el 10 de abril los clubs revolucionarios de Cayo Hueso, Tampa y Nueva York proclamaron unánimes el partido de Martí. Entonces empieza la crítica de Trujillo, y en mayo, entre protestas de patriotismo, lo califica de "dictadura civil" (Apuntes,132) ya que él tenía otra idea para la organización revolucionaria. Pero también en Cayo Hueso hubo alguien que tenía otro plan político, el profesor Juan A. Calderón, pero no lo presentó al ver la unanimidad con que se recibió el proyecto de Bases para el Partido, preparadas por Martí en consulta con los más altos dirigentes de la emigración en la Florida (Véase Gerardo Castellanos G., "Raíces históricas del Partido Revolucionario Cubano", en Homenaje a Martí en el cincuentenario de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, 1892-1942, La Habana, 1942, 23), y no atacó a Martí pues no sentía ni la enemistad ni la envidia de Enrique Trujillo. Con estos antecedentes hay que analizar sus acusaciones; y la impugnación última se le puede dejar a un testigo excepcional de la época, al noble puertorriqueño Sotero Figueroa, quien refutó el libro de Trujillo acabado de publicarse y fue uno de los que siempre estuvieron al lado de Martí; preguntaba, A)Decir que los procedimientos no eran adecuados, y que él [Trujillo] los combatía por autoritarios o compulsivos? Pues pudo atacarlos, y los atacó en el seno de los clubs a que pertenecía, y (unidad admirable que él recusó! No hubo un solo voto que se pusiera a su lado para ayudarlo a cargar con la cruz de sus pecados. Su deber de patriota era acatar la ley de las mayorías, y meter el hombro a la obra común: no lo hizo así; rebelde, utilizó el periódico [El Porvenir], válvula de su exclusiva personalidad, y empezó, ya despechado, a poner granos de arena al carro de la revolución..." La Doctrina de Martí (Nueva York), 16 de setiembre de 1896, citado en Anuario Martiano, 6/1976, 193-194.
32.- La falsificación de Martí se empezó a practicar muy pronto después de su muerte. Disgustado Rodríguez porque la independencia de Cuba le había frustrado su esperanza de anexar la isla a los Estados Unidos, calificó en ese libro a Martí de "eminentemente socialista y anárquico" (lo peor que podía inventar su mente colonial), y citó fuera de contexto palabras de Martí, por ejemplo, en La República española ante la revolución cubana Martí había escrito: "La lucha ha sido para Cuba muerte de sus hijos más queridos, pérdida de su prosperidad que maldecía porque era prosperidad esclava y deshonrada, porque el gobierno le permitía la riqueza a trueque de la infamia..." Y al recordar la Guerra de los Diez Años, en elogio del patriotismo de los que se alzaron contra España, agregó: "...Bendijeron los ricos cubanos su miseria [la de ellos por supuesto, a causa de la guerra], fecundóse el campo de la lucha con sangre de los mártires..." (Martí, I, 90); pero Rodríguez cita esos pasajes; así: "La prosperidad de Cuba, «dice el folleto [de Martí]», permitía la riqueza, «pero era» a trueque de la infamia. Los cubanos ricos, «lejos de tener conciencia de los males de la patria bendijeron su miseria [de la patria, no la de ellos; subrayado en el original]. Estudio histórico sobre... la idea de la anexión de la Isla de Cuba a los Estados Unidos de América, La Habana, 1900, 284.
33.- Martí, escritor revolucionario, La Habana, 1980, 289.
34.- Martí, VI, 81.
35.- Martí, IV, 262, 261, 260, 259-260, 265, 260-261, 265.
36- II, 93.
37.- Martí, IV, 382.
38.- No incluyeron lo que dijo enseguida, lo que entendía por "la dignidad plena del hombre", porque contradice el espíritu y la letra de la Constitución: "...el carácter entero" de todos, "el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio el ejercicio íntegro de sí y el respeto... al ejercicio íntegro de los demás [y] la pasión, en fin, por el decoro del hombre..". (Martí, IV, 270). En la Constitución que ahora preparan (julio de 1992) sigue escamoteada la cita, pero crece la falsificación de Martí: dicen estar "guiados por el ideario de José Martí y las ideas políticas y sociales de Marx, Engels y Lenin", donde antes sólo decían estar "guiados por la doctrina victoriosa del marxismo-leninismo"; y en el artículo 5, donde el "Partido Comunista de Cuba" era "marxista-leninista", ahora pasa a ser "martiano y marxista-leninista". Asamblea Nacional del Poder Popular, Proyecto de modificaciones a la Constitución de la República [1992], 2 y 5.
39.- Martí, I, 280.
40.- Martí, III, 303, 304. Marx y Engels siempre consideraron la lucha de clases como algo imposible de evitar, además de ser el fundamento mismo de los movimientos de liberación obrera, toda vez que creían irreconciliables los intereses del proletariado y de la burguesía. Lenin, por su parte, llegó a afirmar que "sin la lucha de clases el socialismo era o una frase hueca a un sueño ingenuo" (Collected Works, 9, 443). Pero Martí siempre mostró aversión a hablar de clases, y nada le fue más ajeno que considerar los conflictos entre ellas como el medio para lograr la justicia social. Poco después de fundar su partido escribió en Patria: "No hay más que dos clases entre los hombres: la de los buenos, y la de los malos. Enoja oír hablar de clases. Reconocer que existen es contribuir a ellas. Negarse a reconocerlo, es ayudar a destruirlas" (Martí, V, 53); y un mes más tarde, cuando empezó a publicarse en Cayo Hueso un periódico con el título de El Proletario, advirtió a sus lectores del peligro de incitar a la lucha de clases, que simboliza con una "serpiente"; dijo: "El tiempo no le alcanza [a Patria] ni le alcanzará jamás, para aumentar las discordias entre los hombres... Se nos queman los labios de estas palabras innecesarias de «obreros» y de «clase»... No hay campo, ni nuestro campo cubano siquiera, libre de la serpiente; pero es mucho el señorío natural del hijo de Cuba, y mucha ya la cultura del obrero de Cuba, nacido en ella o no, para que en un régimen de justicia se conviertan los que batallan por su libertad en azotes de la libertad ajena..." (Martí, "El obrero cubano", II, 52).
41- Salvando el tiempo que separaba "La Auxiliadora" del partido de Martí, y teniendo presente que aquélla se creó en plena guerra mientras que la organización de Martí era para iniciarla, se descubre la huella de una en el otro. Todo el que conozca las Bases y los Estatutos de Martí verá el cercano parentesco con las Bases y el Reglamento de Aldama; allí dijo de su Auxiliadora: "...Se subdividirá en agrupaciones o clubs en cada una de las localidades donde haya suficiente número de afiliados. Las asociaciones cubanas que hoy existan podrán incorporarse en «La Auxiliadora de Cuba» si así lo acuerdan conservando o no su denominación y su reglamento... El Consejo General nombrará una Comisión Ejecutiva [la cual] tendrá plenos poderes para despachar todos los negocios relacionados con «La Auxiliadora»... Para llenar su objeto de auxiliar la independencia de Cuba, se ocupará la Sociedad: en fomentar la unión y la armonía entre todos los cubanos: en trabajar para que todos contribuyan, según sus medios, a la obra común; en hacer que la influencia de esta asociación alcance a todos los cubanos y a los de cualquier nacionalidad que simpaticen con la causa de Cuba... Son atribuciones y deberes del Consejo General: tratar de crear fondos y recursos por todos los medios lícitos y patrióticos que estén a su alcance... [y] remover por unanimidad de votos a la comisión ejecutiva o a cualquiera de sus miembros que no llene los deberes de su encargo... El presidente... tendrá la representación de la Sociedad, junto con sus dos asociados, en todos los asuntos que con ella se relacionen... Habrá un Secretario y un Tesorero de la Sociedad... Las bases de esta Sociedad podrán enmendarse por las tres cuartas partes de los miembros presentes en sesión convocada especialmente con ese objeto... Bases y Reglamento de la Auxiliadora de la Independencia de Cuba, Nueva York, 1871, 7, 8, 13-15. Aparte de los méritos de la organización de Aldama, Martí debió seguirla en lo posible toda vez que la fundaron en Nueva York, en julio de 1871, algunos emigrados que luego fueron amigos y colaboradores suyos, como el militar Félix Fuentes y el maestro Hilario Cisneros; o personas que él apreciaba y que lo podrían ayudar en su gestión revolucionaria, como el escritor Rafael María Merchán; y familiares de emigrados de influencia, como Arnao, Bellido de Luna y Mayorga, entre otros.
42- Cuenta el biógrafo de Morales Lemus, Enrique Piñeyro, que, como representante de los insurrectos cubanos, se le pidió a Morales Lemus que firmara ese documento como "agente autorizado del partido revolucionario de la Isla de Cuba" (Morales Lemus y la revolución cubana, Nueva York, 1871, 98). Martí admiraba a Piñeyro, y esta biografía, que fue muy conocida desde su publicación, curiosamente apareció el mismo año y con el mismo pie de imprenta que el folleto de Aldama del que se habló en la nota anterior: AM. M. Zarzamendi, 40, 42 Broadway, New York".
43.- Documentos para servir a la historia de la Guerra Chiquita (Archivo de Leandro Rodríguez), La Habana, 1949, vol. I, 44.
44.- Ibid., 59.
45- Dice el "Programa" en su artículo 11: "Sin perjuicio de que existan y aunque se robustezcan en su vida política y sigan funcionando con actividad revolucionaria todos los clubs y comités establecidos... deberá establecerse, a mi juicio, muy conveniente, una Junta Gubernativa, que servirá de gran centro para constituir la verdadera unidad de acción, sin la cual todos los esfuerzos serían, si no estériles, por lo menos deficientes para imprimir carácter, vigor y fuerza a la revolución armada". Y en el artículo 21: "La Junta podrán componerla cinco individuos escogidos por su respetabilidad e inmaculados antecedentes políticos, sirviendo la misma Junta Gubernativa posiblemente de base para la futura organización de un gobierno provisional en Cuba, cuando las circunstancias lo indiquen". Y el 31: "La Junta será el gran centro con quien deberá entenderse el jefe superior a quien se le confíe la dirección de la guerra y mando en jefe del ejecutivo, al cual quedarán subordinados todos los demás centros revolucionarios en la acción auxiliar a la patria". Ramón Infiesta, Máximo Gómez, La Habana, 1937, 221-222.
46.- La carta está dirigida a José A. Rodríguez y tiene fecha del 11 de noviembre de ese año; además de lo citado, escribió Maceo: "Yo desearía para mi país un hombre que tenga la virtud de redimir al pueblo cubano de la soberanía española, sin haber tiranizado a sus redimidos... Mi opinión es que nos reorganicemos buscando los medios de realizar nuestra empresa revolucionaria; y la manera más respetuosa e imponente, civilizada y disciplinada, práctica y de oportunidad, es que nuestro partido se constituya nombrando su representación oficial que se caracterice con el voto popular de todo el Partido Independiente, el cual debe y puede hacer una votación libérrima de los hombres que quiere elevar a la categoría de genuina representación, que dirijan la opinión de nuestros emigrados y quiten el marasmo político en que yace el partido..." Antonio Maceo, Ideología política, La Habana, 1950, 1, 357.
47.- Martí, I, 213, 214. Ver también las cartas que les escribió sobre esa reunión a los generales Máximo Gómez, Antonio Maceo y Rafael Rodríguez, en Martí, I, 216; Papeles de Maceo (La Habana, 1948, vol. 2, 140) y en el Boletín del Archivo Nacional (vols. 44 y 45, 1945-1946, 100), respectivamente.
48.- José Rivero Muñiz, "Los cubanos en Tampa", Revista Bimestre Cubana, vol. 74 (1958), 55.
49.- Martí, "La crisis y el Partido Revolucionario Cubano", Patria (19 de agosto de 1893), II, 369.
50.- Martí, I, 291-292.
51.- Martí, "Al presidente del Club José María Heredia", I, 458.
52.- Martí, "El Partido", II, 35.
53.- "La Confirmación", Patria (23 de abril de 1892), I, 413.
54.- Martí, "El Delegado en Nueva York", II, 174.
55.- "El Partido Revolucionario a Cuba", Patria, II, 341, 342.
56.- Martí, "El tercer año del Partido Revolucionario Cubano", III, 141. Con ese mismo espíritu e intenciones siguió el Partido hasta que terminada la guerra, en 1898, fue disuelto. En una "Circular" publicada en Patria, y que firmó Estrada Palma, se lee: "...Martí preparó la admirable organización que llamó Partido Revolucionario Cubano... Animado por anchas bases, con elevado espíritu conciliador, tuvieron entrada en él cuantos cubanos quisieron cooperar, dentro de la organización establecida, a la obra común de la independencia de la patria. Y fue un espectáculo hermoso, de gran enseñanza para el porvenir, contemplar estrechamente unidos e iguales en el ejercicio de su derecho, bajo la acción de reglas y disposiciones acatadas como la Constitución del Partido Revolucionario, al cubano de color y al blanco, al pobre y al rico, al obrero y al propietario, al hombre humilde del pueblo y al hombre de ciencias y de letras, todos cooperando al propio fin en la medida de sus aptitudes morales y físicas e intelectuales, y de sus recursos pecuniarios... Cuba ha dejado de ser española. Cuba es independiente. El Partido Revolucionario Cubano, por tanto, ha terminado la tarea que se impuso... sus hábitos y prácticas republicanas han de ser de gran provecho, porque es preciso enseñar con el ejemplo diario que son correlativos el derecho y el deber, que la libertad exige una serie de virtudes para que no caiga su ejercicio en poder de la pasión, que las instituciones democráticas, a la vez que consagran como inviolables todos los derechos imprescriptibles del hombre, imponen absolutamente la sumisión al veredicto de la mayoría, la obediencia a la ley y a la autoridad constituida, el respeto al derecho ajeno y la severa obligación de no convertir en licencia ninguna de las manifestaciones de la libertad..." 21 de diciembre de 1898, 1.
57.- Aunque en la actual falsificación de Martí conviene a veces presentarlo como ignorante del marxismo, para así justificar la ausencia de esa doctrina en su pensamiento y en sus actos, Martí no lo era: el colombiano Román Vélez, quien lo visitaba en su oficina de Nueva York en 1891, dijo que allí vio El Capital, de Marx ("José Martí", en Obras del Maestro, G. de Quesada, ed., Leipzig, 1911, vol. 10, 15). El conocimiento de Marx aparece en Martí en 1883, al hablar de su muerte en La Nación, de Buenos Aires. Con el propósito de presentarlo como admirador del marxismo, se sacan fuera de contexto dos o tres frases que Martí dijo sobre el alemán: "Karl Marx ha muerto. Como se puso al lado de los débiles merece honor... Karl Marx estudió los modos de asentar al mundo sobre bases nuevas, y despertó a los dormidos, y les enseñó el modo de echar a tierra los puntales rotos... Hombre comido del ansia de hacer el bien, él veía en todo lo que en sí propio llevaba: rebeldía, camino a lo alto, lucha". Pero estos juicios deben compararse con lo que dijo en el mismo artículo Martí contra Marx y contra sus ideas. Allí también se refirió a los trabajadores que eran "fanáticos por amor", con los que simpatizaba, y a los "fanáticos por odio", a los que despreciaba porque "la conquista del porvenir ha de hacerse con manos blancas". Y añadía en el mismo tono: "Más cauto fuera el trabajador en los Estados Unidos si no le vertieran en el oído sus heces de odio los más apenados y coléricos de Europa... En los de acá, el buen sentido y el haber nacido en cuna libre, dificulta el paso de la cólera". Y contra Marx concretamente dijo: "No hace bien el que señala el daño y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar los hombres sobre los hombres... No son estos hombres impacientes y generosos manchados de ira, los que han de poner cimiento al mundo nuevo". Martí, "Suma de sucesos", Obras Completas, 13: 245; 9: 387-88. Este artículo de 13 páginas trata también de otros asuntos, y muestra la pequeñez del elogio si se le compara con el exaltado panegírico que escribió en esta ocasión el conservador e imperialista Charles a. Dana (Dana and the Sun [New York: Dodd, Mead, 1938] 361-362. Ni tampoco le eran ajenas a Martí la idea y la intención que tenían los marxistas respecto al partido político: también en su biblioteca estaba el libro de John Rae, Contemporary Socialism (Nueva York, 1887), que le mostró al profesor argentino Dardo Cúneo, en La Habana, Emilio Roig de Leuchsenring —el Historiador de la Ciudad, a cuyo cuidado estaba la biblioteca de Martí— según contó Cúneo en su libro José Martí. La Argentina y la primera conferencia panamericana (Buenos Aires, 1955, 29); en dicha obra, explicando las ideas de Marx, decía Rae: "Para su emancipación, el proletariado debe luchar para obtener fuerza política, y debe usar esa fuerza para desposeer a la burguesía de todo el capital y de los medios de producción, y poner todo esto en manos del Estado, es decir, del proletariado ya constituido en un cuerpo de gobierno". (131) El libro de Rae, que fue muy famoso en sus días, contiene severas críticas del comunismo, por lo que el gobierno de Cuba hizo desaparecer el ejemplar que pertenecía a Martí cuando en 1968 se trasladaron, bajo la supervisión del historiador marxista Julio Le Riverand, los libros de Martí desde donde los conservaba Emilio Roig a la Biblioteca Nacional: en el inventario de los libros que llegaron a la Biblioteca, publicado en el Anuario Martiano (1/1969: 355-356) no se menciona el de Rae. Hubiera sido de mayor utilidad conocer los comentarios e indicaciones de Martí en esa obra que fue su fuente principal de información sobre los temas que trata. Del libro de John Rae, Martí copió pasajes enteros en sus "Cuadernos de Apuntes": en una de sus notas sobre el "socialismo" (XXI, 386) transcribió literalmente lo que está en la página 4 de Contemporary Socialism. Además, allí trata Rae de asuntos y personajes de los que también Martí escribió (Henry George, Herbert Spencer, Marx, Bakunin, Marlo, Proudhom, Herzen, etc.), y tiene juicios muy interesantes. Por una parte, allí se defiende "la propiedad privada" y se destaca "el mérito civilizador de la propiedad y de la herencia", las que Rae considera "medios para el progreso y el desarrollo moral", por lo que cree que "la verdadera solución" de los problemas sociales "debe mantenerse dentro de los límites del presente sistema industrial, los límites de la libertad industrial y de la propiedad privada". Por otra parte condena el totalitarismo de Estado, al que califica de "mandarinato socialista", el cual ha de detener el progreso y la producción, aumentando así los sufrimientos del obrero y obligando al Estado a "recurrir al látigo y volver a la esclavitud industrial". Y añade Rae: "Aún otro motor importante del progreso ha de destruir el socialismo: la libertad. La libertad, por supuesto, es un elemento integral y directo de todo noble ideal humano, porque es condición indispensable para el desarrollo individual, pero es también indispensable para el progreso social... En un régimen socialista, la libertad tendrá que ser ahogada", por todo lo cual este autor concluye que "el socialismo tendría que implantar el gobierno más vejaminoso, totalitario y absolutista que se haya inventado jamás" (360-368). La opinión de Rae sobre el comunismo se resume de manera admirable en este profético juicio que suscribe al hablar de Marlo: "El comunismo lleva a todo lo contrario de lo que pretende alcanzar: busca igualdad y concluye en desigualdad; busca la supresión de los monopolios, y crea un nuevo monopolio; busca aumentar la felicidad humana, y en realidad la reduce. Es una pura utopía, y ¿por qué es una utopía? Porque... la mayor igualdad y la mayor libertad posible sólo pueden lograrse juntas" (181).

Unión de Cubanos en el Exilio
Nueva York

Fuente: http://eddosrios.org/marti/Falsifica_sp/index.htmSubir

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