jueves, enero 30, 2020

Vicente Echerri sobre la degradación de los símbolos patrios e históricos de Cuba



La degradación de los símbolos

*********
'Sucede que esa tergiversación ha durado más de 60 años y por lo menos tres generaciones de cubanos han sido educadas en ella.'
*********


'Martí, ¿es dónde nos encontramos?', 2016. PHOEBE BOATWRIGHT THE BRONX MUSEUM OF ARTS

Por Vicente  Echerri
Nueva York
30 Ene 2020

Algunos opositores al régimen cubano, que se hacen llamar Clandestinos, han recurrido últimamente, como acto de protesta, a bañar en sangre (de cerdo, dicen) los bustos de José Martí, que en Cuba están por todas partes. Sabido es que la tiranía comunista se ha proclamado heredera del pensamiento de Martí y ha llamado a este  el "autor intelectual" de la revolución que llevó a Fidel Castro al poder y les impuso un régimen de esclavitud a los cubanos hace 61 años.

Aquí, en el exilio, muchos cubanos íntegros se han escandalizado de la manera de actuar de Clandestinos, a los que acusan de ser auténticos profanadores de los monumentos que conmemoran a nuestro héroe nacional. No parece justo que los que quieran protestar de la tiranía castrista se ensañen contra las estatuas y bustos de Martí, cuyo pensamiento está en las antípodas de esa tiranía.

Sin embargo, cada vez somos menos los cubanos que sabemos que José Martí fue un hombre que respondía al pensamiento liberal del siglo XIX, que juzgaba el socialismo como una doctrina inviable y perversa ("el evangelio bárbaro del odio"). Los que mandan en Cuba se han encargado, mediante una labor de desinformación sistemática, de desnaturalizar el pensamiento de Martí y de convertirlo en la justificación ideológica de su régimen, sin detenerse en la abominable tergiversación de su pensamiento —esencialmente democrático— para ponerlo al servicio de una gestión totalitaria.

Sucede que esa tergiversación ha durado más de 60 años y por lo menos tres generaciones de cubanos han sido educadas en ella. El mayor crimen es que la mayoría de los nuestros cree que Martí es "el autor intelectual de la revolución", la misma que han tenido y padecido por las últimas seis décadas, con sus arbitrariedades y sus frustraciones, con sus represiones y sus carencias, con su ineficacia y su miedo. Luego, si Martí —cuya efigie está en todas partes y cuyas ideas políticas apenas se conocen— es el inspirador de este desastre, tiene lógica que merezca el repudio de los cubanos decentes y oprimidos.

Poco después de llegar a Nueva York, en 1980, me tocó trabajar en el International Rescue Committee con algunos de los cubanos que habían ingresado en EEUU por el puente Mariel-Cayo Hueso y que no contaban con familiares y amigos que los patrocinaran. Me acuerdo que, un día,  al hacerle la entrevista inicial a un joven guapo e inteligente, le pregunté si ya había visto la estatua ecuestre de Martí en el Parque Central.

Reaccionó con genuino asombro y me respondió sin dudar: "¿Y ese hijoeputa tiene estatua aquí también?". Su razonamiento era impecable. Si Martí era el hombre que había inspirado esa revolución que lo hacía huir de su patria hacia un país que desconocía donde imperaba una lengua que él no hablaba, el individuo era digno del mayor insulto.

Cuando, 40 años después, un grupo de anónimos en Cuba bañan de sangre, en señal de protesta, los monumentos de Martí, no diría que hacen bien, pero sí que reaccionan consecuentemente con lo que les han enseñado y adoctrinado a lo largo de toda su vida: Martí es objetivamente responsable del hundimiento material y moral de la nación cubana, por mucho que nosotros —fervorosos martianos— nos empeñemos en librarlo de ese sambenito. Nuestra colérica reacción no alcanza a contrarrestar el barraje de seis décadas de adoctrinamiento. Se trata, mal que nos pese, de un símbolo que ha sido usurpado y desnaturalizado por la tiranía.

Lo mismo sucede con nuestro emblema más amado, la bandera nacional, a la que ya muchos de nuestros compatriotas desprecian y vituperan. Hace 20 años, en medio de la crisis provocada por el caso del niño Elián y en el sesquicentenario de la bandera cubana, escribí una reflexión sobre el peligro que corría un símbolo que representaba las dos partes de un conflicto tan enconado al precio de comprometer seriamente su identidad:

"[…] pues bajo el mismo pabellón, se enaltece y se denuncia la opresión, se ensalza y se condena la tiranía, se defiende la libertad o la esclavitud de un niñito inocente. La misma bandera que llevamos en las manos para denunciar el horror con que a diario envilecen a nuestro país, es la que enarbolan aquellos que nos lo secuestran. El riesgo de que un símbolo sujeto a esta duplicidad pierda su carácter sustantivo es realmente muy grande."

"La pasión tiene un lugar y mérito; pero una bandera tiene que ser algo más que un trapo de colores que levante las pasiones de un pueblo. Debe ser el símbolo de su jerarquía espiritual, de los valores cívicos a partir de los cuales una nación se funda y se edifica. Si esos valores faltan, la bandera sobra".

Etiquetas: , , , , ,

1 Comments:

At 11:35 p. m., Blogger Charles H. Garrido Sr. said...

Greetings..el problema "nosotros" "CUBANOS" hablan Blah! Blah! Blah! y escriben 10 Paginas...
Esos que ponen pinturas al Apóstol son pobrecitos IGNORANTES, IMBÉCILES desgraciadamente no tienen ni la menos IDEA! CUBA cambio, lo que fue 1959, HOY 2020 no habrá arreglo! ..
CUBA es de CORCHO "UNA OLA" sobre el MALECON ...Ole! limpiar y empezar de nuevo!
Nuestra CUBA no habrá PERDON! tampoco Reconciliación!
Charlie G/Sr.................................................USA!

 

Publicar un comentario

<< Home