lunes, agosto 03, 2020

La Gallina escarbadora o La Habana nunca necesitó de un Eusebio Leal mientras fue libre y espléndida

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La Habana nunca necesitó de un Eusebio Leal mientras fue libre y espléndida


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Tras la muerte del historiador de La Habana, se ha desatado una pandemia de pésames. Muchos sentidos, otros, para cazar likes. No pocos son deudores de esa rimbombante cursilería de la que estaba plagada la prosa y la oralidad del siempre leal Eusebio.
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Por Camilo Venegas
1 agosto,  2020

Bladimir Zamora tenía una gracia única para poner nombretes, porque a ese humor innato con el que salió de Cauto del Paso, le sumaba su inteligencia y su cubanía. A Eusebio Leal le puso la Gallina Escarbadora. Nunca más lo llamamos por su nombre, ni él ni los que sabíamos del mote.

Tras la muerte del historiador de La Habana, se ha desatado una pandemia de pésames. Muchos realmente sentidos. Otros, hechos para cazar likes. No pocos son deudores de esa rimbombante cursilería de la que estaba plagada la prosa y la oralidad del siempre leal Eusebio.

Dejémonos de hipocresía. La Habana nunca necesitó de un Eusebio Leal mientras fue libre y espléndida. Durante los 440 años que se construyó todo lo que define a la ciudad (desde 1519 hasta 1959), jamás precisó de un cortesano que la ensalzará. Bastaban los habaneros para ello.

Eusebio Leal no fue un historiador (su trabajo, de hecho, está plagado de imprecisiones y hasta de ficciones), fue un escenógrafo. Maquilló una parte ínfima de la ciudad (si se compara con el tamaño de los escombros) y la convirtió en un escenario inanimado para recibir visitas ilustres y producir postales.

Renay Chinea logra retratarlo en un párrafo: “Era un pésimo historiador. No obstante, un escritor deplorable. Sin embargo, su intelectualidad es nula y quien lo acuse de buen servidor público, es un embustero. Hemos salido de un hombre cutre y engolado. Lamepapas, lamereyes, lamegenerales de la fotografía oficial. Un esperpéntico fingidor. Y ahí me paro”.

Sus elogios al dictador Fidel Castro quedarán para siempre entre las más ridículas guataconerías de la historia de Cuba. Su incondicional servilismo, lo llevó a firmar aquella ominosa carta que apoyaba el fusilamiento de tres habaneros. El propio régimen debería sentirse avergonzado de que, tras 61 años de colectividad forzada, la salvación de una ciudad se le atribuya a una sola persona. 

Si La Habana no se murió cuando perdió a Casal, Lezama o Portocarrero, no lo hará por Eusebio. Nadie se va a morir, menos ahora que esa mujer en ruinas inclina el ceño.
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En el año 2005  ó 2006 publiqué en este blog mi sospecha de que Eusebio Leal no había tenido como mentor a Emilio Roig de Leuchsering,   ya que  Roig de Leuchsering sustentó la idea que  no había existido  una ceiba cuando la primera misa o fundación de La Habana. A continuación  algo más extenso que publiqué años después:
  Nota del Bloguyista de Baracutey Cubano

Me disgusta mucho cuando Eusebio Leal altera y manipula  la historia por  oportunismo y para su beneficio particular. Lo anterior,  en lo relativo a la alteración y a la manipulación de la historia, lo voy ejemplificar, pero la posible ejemplificación no se agota con ese ejemplo:

 Si mal no recuerdo, alrededor de los años 30s del siglo pasado,  hubo un fuerte debate académico en la Academia de Ciencias de Cuba de aquella época,  entre Don Fernando Ortíz y Emilio Roig de Leuchsering  sobre la existencia o no, de  una ceiba cuando se fundó la ciudad de La Habana  en el lugar que hoy está situada dicha ciudad, pues ese fue el tercer asentamiento de la ciudad  (el primero había sido en la costa sur de la provincia de La Habana cerca del río Mayabeque y el segundo, si mal no recuerdo, cerca del río Almendares). Don Fernando Ortíz era de la opinión de que  esa supuesta ceiba  había existido en el lugar y en el momento donde y cuando  se celebró el primer cabildo y la primera misa; Emilio Roig   de Leuchsering negaba esa existencia. Ambos en varias exposiciones, réplicas y contraréplicas (quedanron su  argumentos científicos  en formas de artículos) defendieron sus puntos de vista y el punto de vista  más aceptado fue el de Emilio Roig de Leuchsering, quien sería años después el supuesto  tutor intelectual de Eusebio Leal, al go que parece que no fue verdad según lo expone Francisco Escobar en un artículo que añadiré al final del artículo de Juan Juan.

No he conocido que nuevos argumentos de la ciencia histórica  le  hayan quitado la razón a Emilio Roig de Leuchsering sobre la no existencia de dicha ceiba; sin embargo, su discípulo (después de muerto su mentor)  retomó la existencia de esa ceiba y la utilizó y utiliza con fines turísticos  para llenar los caudales de su bolsillo y el de la tirania que tanto defiende. 

Los que hemos viajado por la Peninsula de Guanahacabibes  rumbo al cabo de San Antonio (un territorio bastante virgen)   hemos visto que  no hay ceibas  cerca de la costa y que las que existen un poco más alejadas de la costa  son  de baja altura y raquíticas;  el agua salobre  mata a las ceibas al penetrar por sus raices. 

Con las pocas ruinas que quedan de la antigua muralla  de La Habana que resguardaban a la ciudad ocurrió algo parecido cuando Eusebio Leal mando quitarles el revestimiento que tenían para que parecieran más antiguas a los turistas. Recordemos que la pirámide de Keops estaba revestida y que fueron  ciertos conquistadores,  muchos siglos después,  los que le quitaron a las piramides  el revestimiento para utilizar el material en nuevas construcciones;  en la piramide de Keops  solamente queda revestida una parte cercana a la cúspide.

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