Enrique Del Risco escribe Verdad y dolor: Archivo Cuba y el costo en vidas del período de Batista. en el que plantea que los 1.588 muertos del batistato caben 5,4 veces en las 8.611 víctimas del castrismo documentadas hasta la fecha por Archivo Cuba
Tomado de https://www.hypermediamagazine.com/
Verdad y dolor: Archivo Cuba y el costo en vidas del período de Batista
Enrique Del Risco
Agosto 29, 2020
Archivo Cuba acaba de concluir un largo y exhaustivo esfuerzo para revisar el número de muertes por causas políticas durante la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958). Precisa aclararse, sin embargo, que dar por concluida esta parte de su misión no impide que en el futuro Archivo Cuba siga perfeccionando su base de datos al obtener mayor información. Raro encontrar en estos tiempos una institución consagrada de tal manera a esa cuestión anacrónica que es la verdad. En la época de las fake news y la posverdad, cuando el relativismo parece ser la esquizofrénica medida de todas las cosas, Archivo Cuba insiste en determinar el costo exacto en vidas humanas a lo largo de las dos dictaduras en las que ha transcurrido lo que académicamente se conoce como Revolución Cubana.
(Armando Lago)
En medio de la espesa mitología que rodean las últimas siete décadas de vida cubana, Archivo Cuba insiste en la terca racionalidad de los números. Desde que empezara a publicar el resultado de sus investigaciones, Archivo Cuba no ha dejado de masacrar mitos. El primero de ellos, el famosísimo de las veinte mil muertes causadas por el régimen de Fulgencio Batista desde el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 hasta su caída el primero de enero de 1959. Un mito enunciado en las primeras ediciones de enero de 1959 de la entonces fundamental revista Bohemia, y luego reproducido como artículo de fe en cuanto resumen oficial u oficioso se hacía de la dictadura batistiana.
En un seminal artículo publicado por Armando M. Lago en Cuba Encuentro el 15 de octubre de 2002, “El fraude de los veinte mil muertos de Batista”, la cifra monstruosa de veinte mil muertos quedó reducida a una no menos monstruosa pero numéricamente más modesta de 1.816 muertes.
En aquel artículo, el total de muertes atribuidas al régimen de Batista aparecía desglosado de la siguiente manera:
Cualquiera que hubiera hecho estimaciones a partir de las principales masacres y combates más conocidos durante la dictadura batistiana concordaría que esa reducción en un 90 % de la cifra de veinte mil muertos estaba bastante más cerca de la realidad. Porque no se trataba de justificar a un régimen que hizo del asesinato una herramienta política habitual, sino de darle su peso más exacto posible.
¿Por qué hasta el día de hoy el castrismo se ha aferrado a una estadística generada por la prensa burguesa?
Todo apunta a que la aplastante redondez de la cifra de los 20.000 justificaba la feroz violencia desatada primero contra los servidores del régimen derrotado, y luego contra los que disentían del rumbo tomado por la Revolución. El triunfo revolucionario, que en los primeros días de enero de 1959 se presentó como un acto de reconciliación nacional, pasó de inmediato a convertirse en ceremonial vengativo y catártico que creó condiciones para la instauración de un aparato represivo que persiste hasta hoy.
El mito de los veinte mil muertos permitió no solo reestablecer a toda prisa y a nivel nacional la pena de muerte, abolida por la constitución de 1940 con la excepción de “los miembros de las Fuerzas Armadas por delitos de carácter militar y las personas culpables de traición o de espionaje en favor del enemigo en tiempo de guerra con nación extranjera”. Aquella cifra desmesurada también permitió que el nuevo régimen presentara el número de fusilados en los primeros meses no como penoso acto de justicia sino con el mismo entusiasmo con que se presentaban los logros económicos alcanzados por la naciente Revolución. Afirmaba Fidel Castro en un discurso del 8 de mayo de 1959 que “los Tribunales de Guerra Revolucionarios han cumplido ya su rol esencial” y “por lo tanto, la Revolución estaba segura de que había cumplido cabalmente su deber con el fusilamiento de más de 500 criminales de guerra”.
Si, a pesar del celo en el cumplimiento de las metas, la maquinaria seguía funcionando, la cifra de ejecuciones siempre sería una fracción de los veinte mil muertos que supuestamente había causado el régimen depuesto. Si el régimen de Batista podía traducirse en una cifra era esa, la misma que utilizaba la Revolución para justificar sus excesos.
Rebajada la criminalidad del batistato a cifras realistas, aquel informe del 2002 se complementaba por las cifras de las muertes causadas por las fuerzas revolucionarias durante el mismo período, que, sin ser similares, tampoco eran del todo desdeñables.
Aquellos resultados parciales sirvieron, aparte de desinflar el mito de los veinte mil asesinatos, para tener una visión algo más próxima a lo que fue el proceso insurreccional que terminó con la caída del régimen batistiano. Este conteo sirvió para confirmar viejas sospechas y arribar a nuevas conclusiones. Desde confirmar la naturaleza asesina de un gobierno que causó la muerte de 1.816 personas, de las cuales algo más de la mitad (918) se atribuían a ejecuciones extrajudiciales, hasta demostrar la hipótesis de que habían sido los combatientes urbanos los más sacrificados durante la insurrección.
Otros detalles resultaban sorpresivos para muchos, como lo parejo de las cifras entre los campesinos ejecutados por el ejército (105) y los fusilados o ahorcados a manos de los rebeldes (96). O que la mayor cantidad de bajas sufridas por las fuerzas antibatistianas no correspondiera a los publicitados acontecimientos del 26 de julio de 1953 (98) o al alzamiento de Cienfuegos del 5 de septiembre de 1957 (63) sino a la ¾ninguneada por la historiografía oficial¾ huelga del 9 de abril de 1958, en la que habrían muerto 147 combatientes. Más significativo aún era que las 1.816 víctimas de Batista fueran más de cuatro veces menos que las ocho mil que le atribuían al castrismo los cálculos más conservadores.
Con la publicación de aquel artículo, el efecto político y de denuncia podía darse por satisfecho. El relato habitual que había impuesto la propaganda castrista y sus repetidores afines en todo el mundo de una dictadura asesina derrocada por una revolución justiciera, quedaba destrozado por este sobrio recuento. El artículo de Armando Lago y, sobre todo, las estadísticas que incluía, a la vez que desmontaba la mitomanía que abundaba sobre del batistato, ofrecía un cuadro mucho más realista del régimen contra el cual el castrismo se presentaba como redentor.
Sin embargo, en lo adelante, más que a confirmar sus hallazgos iniciales, Archivo Cuba dedicó sus principales esfuerzos a refinar las cifras obtenidas, hacerlas más precisas y confiables, aunque de alguna manera contradijeran sus conclusiones originales. El tipo de labor en que el ansia de justicia no compromete la objetividad de la investigación suele asociarse en Latinoamérica con un momento posterior a las dictaduras, cuando las Comisiones de la Verdad, una vez desaparecido el régimen represivo, pueden dedicarse con más o menos calma a reunir los datos. No era de extrañar que en el exilio cubano, tras tanto tiempo de dictadura, surgiera una iniciativa semejante antes que esta llegara a su fin. Lo sorprendente ha sido su rigor, su compromiso con la verdad incluso antes que con el reclamo de justicia.
Algo tendrá que ver la integridad investigativa de Archivo Cuba con las personas que la fundaron y trazaron su perfil. De una parte estuvo Armando Lago, doctor en Economía de la Universidad de Harvard (1966) y coautor del libro The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba (publicado por Transaction Publishers en 1991), quien desde mediados de la década de los noventa se enfrascó en la tarea de cuantificar el costo humano de la llamada Revolución Cubana. De la otra, Maria Werlau, con diplomas de Georgetown University y la Universidad de Chile en Relaciones Internacionales, y quien fuera segunda vicepresidente del Chase Manhattan Bank en San Juan y en Caracas. Werlau convenció a Lago de crear juntos la organización Free Society Project, que daría lugar al proyecto Archivo Cuba, en el 2001, “para promover los derechos humanos mediante investigaciones y publicaciones”.
En Werlau, capacidad profesional y compromiso personal se complementaban: sus padres habían sido militantes activos de la Revolución y luego víctimas de esta. La madre, como miembro de una célula clandestina en La Habana del Movimiento 26 de Julio. El padre, como combatiente del Ejército Rebelde en la columna del Che Guevara, y quien —al sentirse traicionado por el rumbo de la Revolución— se incorporó a la Brigada 2506 que desembarcó en bahía de Cochinos y murió allí, el 21 de abril de 1961, dejando a su esposa viuda a los veinticinco años, con dos hijos. Uno de ellos, María, ha dedicado buena parte de su vida adulta a entender, muerto a muerto, el leviatán que devoró a su padre y devastó a su madre.
“Aunque la investigación incorporó todas las fuentes que se conocen, no por eso es perfectamente exhaustiva,” advertía Lago en su artículo del 2002. “Pudiera haber muertes no reportadas en la literatura conocida, aunque es casi seguro que no sería en un número considerable”.
Sin embargo, el mayor problema que encontraron los investigadores de Archivo Cuba fue de signo contrario: “los mismos casos […] aparecían con nombres similares o en distintas fechas,” dando lugar a una inflación de los números reales. Desde aquel informe del 2002, la depuración de datos de muertes duplicadas por reportes inexactos ha terminado reduciendo las cifras iniciales, aun habiéndose añadido muchos casos no identificados por Lago. Las supuestas 1.816 muertes causadas por las fuerzas batistianas del conteo original, quedaron reducidas a 1.591; mientras las provocadas por la acción de los grupos antibatistianos bajaron de 925 a 444. Si en el informe del 2002 las fuerzas antibatistianas eran responsables de una de cada tres muertes durante aquel período, con las nuevas actualizaciones la proporción baja a aproximadamente una por cada 4.6. El uso de una mayor cantidad de fuentes y la disponibilidad de más datos hace las cifras actuales más reducidas, pero mucho más confiables que las del informe de 2002.
El cofundador de Archivo Cuba, Armando Lago, fallecería en junio del 2008, pero no por ello el trabajo iniciado por él se detuvo. “Con el tiempo comenzamos a revisar las listas usando medios electrónicos y el programa Excel”, nos comenta María Werlau, “que permiten hacer comparaciones y revisiones más efectivas. Asimismo, obtuvimos nuevas fuentes con las cuales Lago no contó, especialmente del gobierno cubano en la serie de cuatro volúmenes del Consejo de Estado y en numerosas páginas y listas en Ecured, así como en artículos aparecidos en la prensa oficial de Cuba”.
Resultado de estas depuraciones son las siguientes tablas que resumen las pérdidas humanas que ocasionaron las partes en pugna entre 1952 y 1958:
Si en cambio analizamos el total de muertes durante el período, de acuerdo a los años en las que se produjeron, podemos tener una idea de cómo fue escalando el conflicto: 1952: 9; 1953: 115; 1954: 10; 1955: 19; 1956: 122; 1957: 431; 1958: 1.300.
Gracias a este nuevo conteo podemos afirmar, por ejemplo, que las víctimas de actos terroristas, aunque bajas en términos absolutos, representan un 4% del total de muertes provocadas por las acciones antibatistianas. O que estas, junto a los asesinatos políticos y las ejecuciones (193), superan claramente a las muertes ocasionados al bando contrario en enfrentamientos directos (159). O, por el bajísimo número de prisioneros asesinados (2), podemos asumir que, en general, el trato hacia estos fue todo lo correcto que se puede esperar en esa clase de conflictos.
En cambio, si se comparan las cifras de las muertes producidas por el batistato, aquella dictadura que para los estudiosos de la Revolución Cubana no requiere de apellidos, parece, en términos absolutos y relativos, asunto muy menor. Hasta los famosos asesinos de Batista (Ventura, Carratalá, Pilar García, Masferrer) parecen simples aprendices frente a los anónimos ejecutores revolucionarios. Los 1.588 muertos del batistato caben 5,4 veces en las 8.611 víctimas del castrismo documentadas hasta la fecha por Archivo Cuba. Incluso si se objeta que son incomparables los siete años de dictadura batistiana con los 61 de castrismo, las estadísticas arrojan que, en los primeros siete años de Revolución, esta produjo más del doble de muertes totales (3.317) y de ejecuciones (2.139) que las de todo el batistato.
La base de datos de Archivo Cuba contiene el siguiente desglose de víctimas mortales y desapariciones del castrismo desde el 1ro de enero de 1959 y actualizados hasta el 22 de agosto de 2020:
Pero ninguna demostración matemática será capaz de responder la pregunta de cuántos muertos son demasiados para una revolución, cuántas vidas deberá cobrar para que su costo sea inaceptable. Demostrar que una revolución puede matar bastante más que regímenes que usualmente abominamos, puede parecerle insuficiente a los que se aferran a su aureola de redención. La pregunta de cuántas personas concretas deberá matar un sistema para que se considere nocivo para la humanidad, en abstracto, servirá si acaso para medir la capacidad de empatía de quien responda.
No es ajena a su comprensión de lo humano que el interés de Archivo Cuba abarque el costo de la Revolución Cubana en el sentido más amplio posible. Bastante más allá de las matemáticas. En el sitio que aloja la institución, aparecen informes sobre el caso de la base norteamericana en Guantánamo, cuyos alrededores fueron fortificados y minados por el actual régimen cubano al poco tiempo de su llegada al poder. La base de datos recoge solo cinco casos de cubanos asesinados por guardafronteras o víctimas de las minas al intentar escapar hacia la base, pero se piensa que han sido muchos más. Archivo Cuba también incluye en su sitio informes sobre ciudadanos de diferentes países asesinados o desaparecidos en Cuba, incluidos naturales de España y Estados Unidos, cuyos casos recoge la base de datos.
Otro informe recogido por la institución es el referido al sistema penitenciario cubano, que en los últimos años ha alcanzado el penoso liderato mundial en la proporción de ciudadanos presos respecto a la población total del país. El reporte de Archivo Cuba hace especial énfasis en el presidio político, llegando a afirmar que “puede estimarse muy grosso modo y de forma conservadora que al menos 500.000 personas han sufrido el presidio político en un momento u otro a partir del 1ro de enero de 1959, incluyendo los que han sufrido detenciones cortas”. Hasta la fecha, la base de datos recoge 1.832 casos de muertes por diversas causas (asesinatos, huelgas de hambre, suicidio, falta de atención médica y otros) de personas en detención o prisión.
Archivo Cuba resulta una herramienta invaluable, tanto para investigadores del tema y familiares de las víctimas, como para los interesados en determinar cuántas vidas ha costado la Revolución Cubana. Por ello, la pormenorizada base de datos de Archivo Cuba merece incluir algún tipo de tutorial introductorio que permita comprender las múltiples posibilidades que ofrece su compleja base de datos. Un recorrido por el sitio de Archivo Cuba puede dar una idea de la descomunal labor que ha representado reunir, clasificar y depurar toda esta información a lo largo de los años, y la utilidad que podría aportar a nuestro conocimiento de la historia cubana reciente. Más importante aun es la probidad con que se ha llevado a cabo este descomunal esfuerzo, y la profunda lección que esto entraña para cualquiera que intente buscar algo de verdad en medio del dolor.
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Nota del Bloguista Cubano
En las cifras presentadas no se puede descartar la existencia de un sesgo favorable a las mal llamadas fuerzas revolucionarias antibatistianas por Archivo Cuba utilizar la información de fuentes Castristas como son Ecured y los cuatro tomos de los investigadores del Consejo de Estado del Castrismo de los que habla María Werlau en la entrevista que le hizo Carlos Cabrera ex periodista oficialista (¿del diario Granma?) residente en el exterior. Los investigadores y redactores de esas fuentes Castristas probablemente ¨maquillaron¨ las cifras y los hechos para no recibir represalias de diferentes índole.
El tiempo mostró que una parte de esas ¨fuerzas revolucionarias antibatistianas¨ iban mucho más allá del derrocamiento del gobierno constitucional de Fulgencio Batista, gobierno elegido en elecciones pluripartidistas el 1 de noviembre de 1954 con la conformación de dos cámaras en el Congreso de la República: Senado y Cámara de Representantes, donde la oposición política que concurrió a las urnas estaba representada; elección después de la cual se restituyó la Constitución de 1940 tirando abajo los Estatutos Constitucionales que se impusieron después del golpe del 10 de Marzo de 1952, Estatutos Constitucionales que a petición de 25 personas, se llevaron al Tribunal de Garantía Constitucionales. He leido que el principal autor de esos estatutos fue el relevante intelectual, militar y entonces Coronel Arístides Sosa de Quesada, comunista, en cuya finca se guardaban los archivos del Partido y quien fuera condecorado, años después por la tiranía castrista, por sus servicios al triunfo de la Revolución; moriría muchos años después en Miami con 92 años. El Tribunal de Garantías Constitucionales determinó por votación de 10 votos contra 5 que los mencionados estatutos no eran inconstitucionales; veamos:
Veamos un fragmento de la antes mencionada entrevista a María Werlau por parte del periodista Carlos Cabrera Pérez en su artículo Investigación de Archivo Cuba fija en 1.588 los muertos durante el régimen de Batista:
Cuéntanos sobre las fuentes utilizadas.
Cada uno de los archivos (casos en la base de datos) detallan las fuentes consultadas. Obtuvimos nuevas fuentes con las cuales el Dr. Lago no contó, especialmente del gobierno cubano. Ecured tiene mucha información, regada en numerosas páginas y en diversos listados (lamentablemente a veces los datos no concuerdan entre ellas mismas, lo que hizo el trabajo más difícil). Asimismo, buscamos en artículos aparecidos en la prensa oficial de Cuba a través del tiempo y en los sitios web de los municipios cubanos.
(María Werlau)
Culminamos la investigación revisando caso por caso con la serie de cuatro volúmenes del Consejo de Estado de Cuba para los años 1955, 1956, 1957 y 1958, que en un gran gesto de apoyo y solidaridad nos hizo llegar un amigo desde Cuba.
¿Cómo se llama ese amigo?
Lógicamente, no puedo identificar a ese amigo y es una pena porque hizo un trabajo que es una joya, increíble...
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1 de enero de 2019
Durante la lucha contra el régimen de Fulgencio Batista el Ejército Rebelde, comandado por Fidel Castro en la Sierra Maestra y por Raúl Castro en la Sierra Cristal, fusiló a campesinos y presuntos chivatos en parodias de juicios que no tenían las mínimas garantía procesales y en las que las sentencias ya estaban dictadas antes de comenzar. El Che Guevara llegó a decir que ante la duda de la inocencia o la culpabilidad, se tenía que aplicar el fusilamiento. Esas parodias o mascaradas de juicios siguieron al triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959.
El Castrismo no sólo ha fusilado a personas inocentes sino también ha fusilado a personas que al ver cerrados por el Castrismo todos los espacios de la lucha política pacífica utilizaron los mismos métodos violentos que uso el Castrismo para hacerse del poder por la violencia y por los que los revolucionarios del M-26-7, y de otras oorganizaciones, recibieron por los Tribunales de Justicia cortas condenas o, previa solicitud del recurso de Habeas Corpus, el pago de una fianza para su excarcelación, después de lo cual pasaban a la clandestinidad, iban para las montañas o para el Exillio. El caso de los hermanos Castro y los Moncadistas es el ejemplo más elocuente, ya que después de usar la premeditación y la nocturnidad para vestidos con uniformes militares de la República (cuando la invasión de Playa Girón, Fidel Castro tuvo la desvergüenza de criticar que los aviones de la Brigada 2506 estuvieran pintados como los aviones de la Fuerza Aérea de los Castro ) atacar y matar a soldados. Fidel tuvo la más larga condena: 15 años, pero él y todos los Moncadistas no llegaron a cumplir los 2 años en una cómoda prisión política que hasta el propio Fidel calificó en sus cartas, escritas desde el presidio, de centro vacacional o algo similar.
(Revolucionarios asesinados por esbirros del régimen de Batista)
Los crímenes o asesinatos de las fuerzas batistianas (durante el régimen de Batista se admitía la lucha política pacífica y hasta estaba representada en el Congreso de la República) no fueron contra personas que querían escapar del país como los que fueron asesinados, por ejemplo, por fuerzas paramilitares Castristas con el hundimiento del remolcador 13 de Marzo el 13 de julio de 1994 ni contra pacíficos opositores como Orlando Zapata Tamayo quien murió de daño renal en febrero de 2010, pues se le había negado el agua durante 16 días en su huelga de hambre; en esa huelga, Zapata Tamayo pedía que se le tratara como un ser humano a él y a todos los presos y que cesaran las brutales golpizas. El fusilamiento en el año 2003 de tres jóvenes que delinquieron al secuestrar una lancha y a sus pasajeros con el objetivo de escapar a los Estados Unidos, sin haber derramado una sola gota de sangre, es uno de los ejemplos más elocuentes de la vesanía del Castrismo. Los esbirros batistianos por lo general asesinaban a revolucionarios que ponían petardos en lugares públicos que causaban la muerte y el terror en la población civil, incendiaban comercios y propiedades privadas, asesinaban a militares para hacerse de sus armas, etc.. El caso de Pelayo Cuervo Navarro, líder de la Oposición en el Congreso de la República, después del asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 fue una de las excepciones; se dice que fue el policía apodado ¨El Macagüero¨ el que verdaderamente mató a Pelayo Cuervo y no el policia que fue fusilado en Cuba en 1959 que sólo había volteado con su zapato el cuerpo del legislador para reconocerlo cuando el cuerpo fue encontrado en la zona conocida como el Country Club, cerca del entonces Reparto Biltmore, posteriormente nombrado Reparto Siboney. El verdadero asesino murió en Miami hace ya algunos años.
(Luchadores antiCastristas, ¨los vaqueritos¨, fusilados en Santa Clara por el Castrato a raíz del triunfo revolucionario; también fueron fusilados el padre de ellos y un primo de ellos)
La diferencia entre ambas dictaduras también es elocuente en lo siguiente: según se lee en el libro oficialista En el último año de aquella República, del autor Ramiro J. Abreu (ex oficial del MININT y funcionario del Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba en los años ochenta del pasado siglo XX, años en que fue publicado dicho libro en Cuba), Batista hizo ciertos cambios en su gabinete, compulsado por ciertas fuerzas políticas nacionales y extranjeras y hasta por el propio Nuncio, Monseñor Luigi Centoz, que conllevó a una nueva imagen de su régimen y a una posible solución no violenta a la situación política del país. Leemos en sus páginas 81 y 82:
¨… Ya, desde antes, permitió la reestructuración de los partidos políticos de ´oposición´, restableció ´la libertad de prensa ´ y las garantías constitucionales´, y el 10 de marzo dio el indulto a 40 personas. Con el mismo propósito, Batista se deshizo de su Premier, Jorge García Montes, y nombró en ese cargo a su Embajador en Estados Unidos, Emilio Núñez Portuondo, De esta forma, dio paso al llamado gabinete de la concordia, con el cual procuró tener una apariencia de Gobierno flexible con ribetes liberales …¨
En ese libro también se lee, en sus páginas 99 y 100, que Batista en marzo de 1958 le propuso al Movimiento 26 de Julio que participara como un partido político en las próximas elecciones junto a los otros partidos. Fidel Castro se negó alegando que esa proposición era una trampa de Batista. Los que hemos padecido la tiranía Castrista este medio siglo, sabemos que la verdadera razón de la negativa de Fidel Castro era que no quería Poder, sino todo el Poder; solamente dejó oficialmente el Poder, a regañadientes y poco a poco, cuando estaba al borde de la muerte, designando a su hermano y cómplice Raúl Castro como su sucesor.
En la Guerra de Independencia de 1895 hubo aproximadamente 11 000 muertos del Ejército Libertador y ya en 1901 sus nombres y apellidos, ordenados alfabéticamente con sus grados militares y otros datos, estaban publicados; esta labor fue dirigida por el Mayor General Carlos Roloff. El Castrismo NUNCA ha publicado la lista de los mártires de la Revolución en la lucha contra Batista para que no se le descubran las mentiras. En los años 90s del pasado siglo XX oí decir que el Instituto de Historia de la Revolución Cubana había llevado a cabo años antes, la investigación sobre las víctimas del Batistato, pero Jorge Enrique Mendoza entonces Director de ese instituto (ex director de Radio Rebelde en la Sierra Maestra y durante muchos años Director de del diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba), no permitió que se diera a conocer públicamente los resultados de esa investigación. Al Castrismo no se le pueden creer las cifras sin pedirle más información ya que la mentira es para el Castrismo una política de Estado. Por cierto, la última mentira histórica del Castrismo de la que me he enterado fue al conocer que las cuatro bombas de 500 libras que fueron lanzadas sobre el poblado de Playa Girón durante el desembarco de la Brigada Expedicionaria de Asalto 2506 en abril de 1961, fueron lanzadas por la aviación Castrista y no por la aviación de la Brigada. Las cifras obtenidAs por dicho instituto fueron aproximadamente similares a las que también ha obtenido Archivo Cuba años después.
Fulgencio Batista en su período como Presidente constitucional de 1940 a 1944 no accedió a que tropas de las Fuerzas Armadas cubanas participaran en la II Guerra Mundial (Carlos Prío Socarrás posteriormente tampoco permitió que participaran en la Guerra de Corea); sin embargo, los Castro han enviado tropas regulares e irregulares cubanas a muchos países de varios continentes provocando la muerte de miles de cubanos; esas cifras no se incluyen en la actualización del 31 de diciembre del año 2015 de Archivo Cuba o Cuba Archive; organización no lucrativa fundada por el ya fallecido Dr. Armando Lago; tampoco aparecen las víctimas de los nativos de esos países que murieron por acciones de las tropas del Castrismo en esos países y que también deben ser atribuidas al Castrismo. En esta actualización tampoco aparecen los miles de ¨balseros¨cubanos que han muerto al tratar de escapar de esa isla-cárcel que es Cuba y que en determinada época eran tiroteados o se les lanzaban sacos llenosde arena desde helicopteros para hundir sus balsas o frágiles embarcaciones.
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