Sobre la Guerra Civil en Cuba para combatir a la dictadura Castrista en los años 60 del siglo XX que niega tanto la aceptación pasiva del Castrismo como cobardía por parte del pueblo cubano
Sobre la Guerra Civil en Cuba para combatir a la dictadura Castrista en los años 60 del siglo XX que niega tanto la aceptación pasiva del Castrismo como cobardía por parte del pueblo cubano
Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso
13 de abril de 2021
En el artículo Datos de una guerra civil del historiador cubano Rafael Rojas (radicado en México y hermano del actual Viceministro de Cultura del Castrismo) se lee: ¨El concepto de guerra civil resulta más apropiado que el de ''contrarrevolución'' a la hora de historiar aquel conflicto. El discurso oficial atribuye a los ''contrarrevolucionarios'' la falsa homogeneidad ideológica, política y social de la propia ''revolución'' y, a la vez, niega la identidad nacionalista de los opositores al comunismo. Cuando el campo intelectual y académico de la isla acepte que aquellas decenas de miles de adversarios al gobierno de Fidel Castro fueron cubanos que deseaban lo mejor para su país y no apátridas y traidores que trabajaron por la destrucción de la isla y su anexión a Estados Unidos, comenzará la verdadera reescritura de la historia contemporánea de Cuba.¨
En efecto: en Cuba en la década de los años 60 del pasado siglo hubo una Guerra Cívil en contra de la tiranía impuesta por el Castrismo; tal es así que hasta el régimen Castrista así lo ha entendido y dicho en ocasiones. En el tomo I del libro Las Reglas deL Juego, elaborado por miembros de la Dirección Política del MININT y publicado en 1992 por la Editoral San Luis, editoral del MININT se lee ( sólo teniendo en cuenta a los insurgentes alzados en zonas rurales y no a la oposición urbana de la cual hubo más de 300 organizaciones según ha expresado Fidel Castro) lo siguiente:
¨El General de Ejército Raúl Castro calificó este largo batallar como una guerra civil; en 1967 expresó que en aquellos encuentros contra el bandidismo perdieron la vida cerca de 500 combatientes revolucionarios, y las operaciones costaron al Estado cubano entre 500 y 800 millones de pesos. Ese fue el balance de la destrucción de 179 bandas y casi 3 600 alzados que asolaron el teritorio nacional a mediados de 1960 y 1965 fundamentalmente. Cien mil hombres rastrearon las antiguas seis provincias del país para aniquilar a unos 200 grupos de alzados. ¨ ( pag 125-126)
(Luchadores anticastristas del Escambray. En varios post de este blog Baracutey Cubano se han identificado erróneamente algunos de los fotografiados. Julo M. Lara (dueño de la foto y uno de los fotografiados) muy gentilmente atendió a mi solicitud y me envió el siguiente email: Muy estimado Pedro, ante todo gracia por su elocuente elogio y comentario. Esa foto fue tomada en una reunión de líderes que Evelio (Duque) -tratando de unir todas las fuerzas bajo un liderazgo– realizo, y no fue en Manacal como algunos dicen -fue cerca de Topes de Collantes, en una zona conocida como “Dos Ríos”. Por consiguiente hay algunos que por haber pertenecido a otras columnas no me acuerdo de sus nombres, y otros que si me acuerdo, por el largo tiempo que hace –no me acuerdo de sus nombres aun reconociéndolos. Pero me acuerdo de unos cuantos, empecemos: de pie en la parte posterior, de izquierda a derecha los dos primeros pertenecían a la tropa de Osvaldo Ramírez; seguidos por el matrimonio Tunon (Tuñón) (campesinos de la zona); a continuación Evelio Duque con gorra y Osvaldo Ramírez con sombrero; a la derecha de Osvaldo creo – no estoy seguro era Monguito Pérez, a continuación era uno de nosotros que no recuerdo su nombre, al final el heroico Tomasito San Gil. Arrodillados al frente de izquierda a derecha el primero era Víctor (Chiche) Gámez, el segundo fui yo, el tercero era Ignacio (bigote) Zúñiga, los dos que siguen eran de nuestra tropa pero no recuerdo sus nombres, el sexto era mi amigo, hermano y compañero de toda la guerra Antonio (Tata) Aragón, el ultimo no me acuerdo su nombre. Tomas San Gil, Tata Aragón y yo nos conocíamos de antes de la guerra.
Yo he escrito seis libros en una serie “Exponiendo al Comunismo”, además escribí mi autobiografía “God Satan and Me”, o en castellano “Dios Satanás y Yo”. Si deseas leerlo, con mucho gusto te obsequio y hago llegar una copia.)
Nunca en contra del gobierno de Fulgencio Batista hubo una oposición violenta tan numerosa a lo largo y ancho de toda la República de Cuba. Hago la observación que quizás las cifras anteriores de alzados en las áreas rurales han sido disminuidas por razones políticas pues otras fuentes oficialistas hablan de aproximadamente 5 000 alzados; un elemento que sirve para medir el alcance de esa guerra civil fue la creación de los llamados ¨pueblos cautivos¨ como fueron, en Pinar del Río: ¨Sandino¨, ¨Briones Montoto¨, ¨López Peña¨ y muchos más en el país en que se encarcelaron bajo un régimen carcelario menor severo a cientos de familias desalojadas de sus casas y de sus tierras en las áreas montañosas del mal llamdo Escambray, pues realmente se le debe llamar macizo montañoso de Guamuhaya, pues el Escambray es un pequeño territorio cercano a la ciudad de Santa Clara en el que no hay ni agua. En esas cifras no se tienen en cuenta tampoco a los cubanos que luchaban en las organizaciones urbanas anticastristas y anticomunistas dentro de Cuba; la punta del iceberg de ellas son aquellas que planearon atentados contra el tirano Fidel Castro. Tampoco se tienen en cuenta a los numerosos cubanos que operaban en infiltraciones y ataques a la dictadura desde el exterior ya estuvieran vincukados a la CIA o a organizaciones independientes, incluyendo a la Brigada de Asalto 2506 con aproximadamente 1500 brigadistas cubanos que era casi la totalidad de los invasores en Bahía de Cochinos. No olvidemos que la dictadura Castrista, em medio de la mal llamada Guerra Fría, estaba financiada, entrenada, armada y asesorada por el campo socialista encabezada por la hoy extinta URSS; dos ejemplos de ello es que el asesor hispano-soviético ¨Angelito¨ (Ciutat de Miguel estaba en Cuba desde el 4 de marzo de 1960 y el grupo especial ¨El Molino¨ tenía asesores del campo socialista para combatir a los alzados del Escambray.
Una observación interesante: el Doctor en Ciencias Arnaldo Jiménez de la Cal, oficialista historiador de la ciudad de Matanzas, en su libro Principio y fin del bandidísimo en Matanzas. (1998), que fue Premio 26 de Julio del año 1997, expone en sus datos que de los aproximadamente 600 alzados ( o sea, individuos que participaron en la lucha con el arma en la mano; luego no se tiene en cuenta los suministros, guías, personal de apoyo, etc.) que hubo en la provincia de Matanzas, y que fue aproximadamente el 25% del total que hubo en todo el país, sólo tres habían pertenecido a los cuerpos armados de la anterior República, mientras que más de 90 habían pertenecido a los cuerpos del régimen Castrista: Milicias Nacionales Revolucionarias, Ejército Rebelde, Policía Nacional Revolucionaria, etc..
En ese libro del Dr. Jiménez de la Cal, se citan fragmentos de discursos locales de Fidel Castro donde se dice que fueron errores de la Revolución los que conllevaron a que tantos campesinos se alzaran.
Las decenas de miles detenidos y encarcelados por causas políticas (juzgados por los mal llamados Tribunales Revolucionarios que eran los usados para combatir los delitos contra la seguridad del Estado) en las ergástulas Castristas y las miles de sentencias de muerte aplicadas mediante el fusilamiento hablan claramente de la oposición a la dictadura. No olvidemos que cuando la invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961 fueron detenidos más de 100 000 personas porque se temía que pudieran formar una ¨quinta columna¨ antiCastrista dentro del país; en esa ocasión se usaron, entre otros lugares de confinamiento, a stadium deportivos adelantándose en 12 años a lo sucedido en Chile en septiembre de 1973.
Hoy, 13 de abril, hace un aniversario más de un hecho de esa guerra civil que la tiranía no pudo ocultar: el incendio de la muy famosa tienda El Encanto.
Carlos González Vidal incendió el 13 de abril de 1961 la famosa y muy exclusiva tienda por departamentos El Encanto (situada en Galiano y San Rafael, La Habana; dos de sus antiguos empleados fundaron en España El Corte Inglés) preparando ¨la petaca ¨para que el fuego comenzara después que ya se había cerrado dicho comercio y empleados y clientes ya se habían, pero sucedió, según la versión Castrista, que cuando el fuego comenzó, todavía se encontraba trabajando en horas de la noche la también empleada Fe del Valle, la cual murió como consecuencias del incendio; otra versión dice que Fe del Valle estaba fuera del edificio cuando estaba ya el incendio pero que, por alguna razón, entró al edificio. Carlos, que no era una persona de acción y era querido por lo atento y servicial que era con todos sus compañeros de trabajo, nunca se
recuperó de esa muerte. Fue sorprendido a los pocos días en la Playa Baracoa ; lo detuvo, entre otros, otro trabajador de El Encanto sin conocer que él era el que había provocado el incendio. En el libro Girón: La Batalla Inevitable de Juan Carlos Rodríguez, libro publicado en Cuba por la editorial Capitán San Luis se lee que esa persona es el que sería posteriormente a finales de los 80s el Coronel Oscar Gámez, delegado del MININT en Pinar del Río. Gámez era miliciano y trabajaba en el Encanto al igual que Carlos y lo conocía; al verlo en ese lugar y preguntarle sus razones lo ve muy nervioso y se lo llevan detenido para interrogarlo sobre unas armas que se habían encontrado en un registro que se hizo en el Club La Zorra y El Cuervo en esos días. Carlos a una pregunta dice la expresión, o algo parecido a esto, ¨Con eso sí no tengo nada que ver ! ¨. y por ahí los interrogadores se dan cuenta que hay algo y empezaron a¨ matraquearlo ¨, hasta que confiesa. Carlos no era un hombre de acción y estaba muy alterado porque por su causa había muerto otra persona. La forma amable de ser de Carlos y el que era querido por sus compañeros de trabajo lo leí en el ya mencionado libro
Hace años en el Memorial Cubano su hermano Gonzalo le expresó a este bloguita de Baracutey Cubano que Carlos estaba en esa Playa escondido en una casa de seguridad para seguir luchando y que podía haber escapado pero no lo hizo; en el libro se dice que estaba esperando salir del país. En el año 2008 Gonzalo dejó en este blog el siguiente comentario: ¨Estimados señores. Leí lo publicado por ustedes en relación a mi hermano Carlps y veo varios errores históricos debido al libro publicado por el régimen. Primero: La señora Fe del Valle no estaba trabajando, era la jefa del Comité de Defensa en la tienda y una comunista rabiosa y odiaba profundamente a Carlos. Ya habían tenido varios encuentros con él y lo había amenazado con encarcelarlo si algo sucedía en El Encanto. No era una víctima inocente. Segundo: No fue Oscar Gámez el quelo detuvo en Baracoa; fue el miliciano José Peña también de la tienda y un perro comunista pero muy cobarde, Terceo; No quiso irse del país; tuvo ofertas de asilo y las rechazó pues queria seguir la lucha. El sabotaje fue el 13 de abril y su detención el 17 de abril. No fue una petaca, fueron dos y era esencial que en toda la tienda continuara todo funcionando normalmente para que el fuego se propagara más rápidamente. Fe del Valle quedó atrapada en un ascensor. Si desean más información. Gonzalo González Vidal (deja teléfono y email) ,Gracias por su atención.Gonzalo.¨
El libro Girón: La Batalla Inevitable es el libro publicado en Cuba más relativamente objetivo y respetuoso de los que se han publicado sobre Girón y su entorno histórico, algunos ejemplos del respeto anterior son: llama insurgentes a los que otros autores oficialistas llaman ¨bandidos ¨, llama brigadistas e invasores a los que otros escritores llaman mercenarios; explica como las armas y, sobre todo, las municiones, capturadas a los brigadistas de la 2506 que fueron fotografiadas y publicadas por la tiranía, para ¨mostrar ¨una supuesta cobardía de los brigadistas, fueron dejadas apresuradamente y a última hora por un avión, cuando ya los combatientes del gobierno estaban a pocos metros de ese único avión y vuelo que pudo aterrizar. Las armas de los barcos no pudieron en su inmensa mayoría desembarcarse porque los barcos fueron hundidos o seriamente dañados por la aviación castrista. El libro, pese a estar dedicado a Fidel Castro, muestra a un Fidel que solamente estuvo poco tiempo y algo alejado de los combates de Bahía de Cochinos.
***************
Al filo del Machete
Desplazados y Pueblos Cautivos
Tributo a Papá
Yo los he visto partir
*******
Tomado de https://www.hypermediamagazine.com/
Verdad y dolor: Archivo Cuba y el costo en vidas del período de Batista
Enrique Del Risco
Agosto 29, 2020
Archivo Cuba acaba de concluir un largo y exhaustivo esfuerzo para revisar el número de muertes por causas políticas durante la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1958). Precisa aclararse, sin embargo, que dar por concluida esta parte de su misión no impide que en el futuro Archivo Cuba siga perfeccionando su base de datos al obtener mayor información. Raro encontrar en estos tiempos una institución consagrada de tal manera a esa cuestión anacrónica que es la verdad. En la época de las fake news y la posverdad, cuando el relativismo parece ser la esquizofrénica medida de todas las cosas, Archivo Cuba insiste en determinar el costo exacto en vidas humanas a lo largo de las dos dictaduras en las que ha transcurrido lo que académicamente se conoce como Revolución Cubana.
(Armando Lago)
En medio de la espesa mitología que rodean las últimas siete décadas de vida cubana, Archivo Cuba insiste en la terca racionalidad de los números. Desde que empezara a publicar el resultado de sus investigaciones, Archivo Cuba no ha dejado de masacrar mitos. El primero de ellos, el famosísimo de las veinte mil muertes causadas por el régimen de Fulgencio Batista desde el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 hasta su caída el primero de enero de 1959. Un mito enunciado en las primeras ediciones de enero de 1959 de la entonces fundamental revista Bohemia, y luego reproducido como artículo de fe en cuanto resumen oficial u oficioso se hacía de la dictadura batistiana.
En un seminal artículo publicado por Armando M. Lago en Cuba Encuentro el 15 de octubre de 2002, “El fraude de los veinte mil muertos de Batista”, la cifra monstruosa de veinte mil muertos quedó reducida a una no menos monstruosa pero numéricamente más modesta de 1.816 muertes.
En aquel artículo, el total de muertes atribuidas al régimen de Batista aparecía desglosado de la siguiente manera:
Cualquiera que hubiera hecho estimaciones a partir de las principales masacres y combates más conocidos durante la dictadura batistiana concordaría que esa reducción en un 90 % de la cifra de veinte mil muertos estaba bastante más cerca de la realidad. Porque no se trataba de justificar a un régimen que hizo del asesinato una herramienta política habitual, sino de darle su peso más exacto posible.
¿Por qué hasta el día de hoy el castrismo se ha aferrado a una estadística generada por la prensa burguesa?
Todo apunta a que la aplastante redondez de la cifra de los 20.000 justificaba la feroz violencia desatada primero contra los servidores del régimen derrotado, y luego contra los que disentían del rumbo tomado por la Revolución. El triunfo revolucionario, que en los primeros días de enero de 1959 se presentó como un acto de reconciliación nacional, pasó de inmediato a convertirse en ceremonial vengativo y catártico que creó condiciones para la instauración de un aparato represivo que persiste hasta hoy.
El mito de los veinte mil muertos permitió no solo reestablecer a toda prisa y a nivel nacional la pena de muerte, abolida por la constitución de 1940 con la excepción de “los miembros de las Fuerzas Armadas por delitos de carácter militar y las personas culpables de traición o de espionaje en favor del enemigo en tiempo de guerra con nación extranjera”. Aquella cifra desmesurada también permitió que el nuevo régimen presentara el número de fusilados en los primeros meses no como penoso acto de justicia sino con el mismo entusiasmo con que se presentaban los logros económicos alcanzados por la naciente Revolución. Afirmaba Fidel Castro en un discurso del 8 de mayo de 1959 que “los Tribunales de Guerra Revolucionarios han cumplido ya su rol esencial” y “por lo tanto, la Revolución estaba segura de que había cumplido cabalmente su deber con el fusilamiento de más de 500 criminales de guerra”.
Si, a pesar del celo en el cumplimiento de las metas, la maquinaria seguía funcionando, la cifra de ejecuciones siempre sería una fracción de los veinte mil muertos que supuestamente había causado el régimen depuesto. Si el régimen de Batista podía traducirse en una cifra era esa, la misma que utilizaba la Revolución para justificar sus excesos.
Rebajada la criminalidad del batistato a cifras realistas, aquel informe del 2002 se complementaba por las cifras de las muertes causadas por las fuerzas revolucionarias durante el mismo período, que, sin ser similares, tampoco eran del todo desdeñables.
Aquellos resultados parciales sirvieron, aparte de desinflar el mito de los veinte mil asesinatos, para tener una visión algo más próxima a lo que fue el proceso insurreccional que terminó con la caída del régimen batistiano. Este conteo sirvió para confirmar viejas sospechas y arribar a nuevas conclusiones. Desde confirmar la naturaleza asesina de un gobierno que causó la muerte de 1.816 personas, de las cuales algo más de la mitad (918) se atribuían a ejecuciones extrajudiciales, hasta demostrar la hipótesis de que habían sido los combatientes urbanos los más sacrificados durante la insurrección.
Otros detalles resultaban sorpresivos para muchos, como lo parejo de las cifras entre los campesinos ejecutados por el ejército (105) y los fusilados o ahorcados a manos de los rebeldes (96). O que la mayor cantidad de bajas sufridas por las fuerzas antibatistianas no correspondiera a los publicitados acontecimientos del 26 de julio de 1953 (98) o al alzamiento de Cienfuegos del 5 de septiembre de 1957 (63) sino a la ¾ninguneada por la historiografía oficial¾ huelga del 9 de abril de 1958, en la que habrían muerto 147 combatientes. Más significativo aún era que las 1.816 víctimas de Batista fueran más de cuatro veces menos que las ocho mil que le atribuían al castrismo los cálculos más conservadores.
Con la publicación de aquel artículo, el efecto político y de denuncia podía darse por satisfecho. El relato habitual que había impuesto la propaganda castrista y sus repetidores afines en todo el mundo de una dictadura asesina derrocada por una revolución justiciera, quedaba destrozado por este sobrio recuento. El artículo de Armando Lago y, sobre todo, las estadísticas que incluía, a la vez que desmontaba la mitomanía que abundaba sobre del batistato, ofrecía un cuadro mucho más realista del régimen contra el cual el castrismo se presentaba como redentor.
Sin embargo, en lo adelante, más que a confirmar sus hallazgos iniciales, Archivo Cuba dedicó sus principales esfuerzos a refinar las cifras obtenidas, hacerlas más precisas y confiables, aunque de alguna manera contradijeran sus conclusiones originales. El tipo de labor en que el ansia de justicia no compromete la objetividad de la investigación suele asociarse en Latinoamérica con un momento posterior a las dictaduras, cuando las Comisiones de la Verdad, una vez desaparecido el régimen represivo, pueden dedicarse con más o menos calma a reunir los datos. No era de extrañar que en el exilio cubano, tras tanto tiempo de dictadura, surgiera una iniciativa semejante antes que esta llegara a su fin. Lo sorprendente ha sido su rigor, su compromiso con la verdad incluso antes que con el reclamo de justicia.
Algo tendrá que ver la integridad investigativa de Archivo Cuba con las personas que la fundaron y trazaron su perfil. De una parte estuvo Armando Lago, doctor en Economía de la Universidad de Harvard (1966) y coautor del libro The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba (publicado por Transaction Publishers en 1991), quien desde mediados de la década de los noventa se enfrascó en la tarea de cuantificar el costo humano de la llamada Revolución Cubana. De la otra, Maria Werlau, con diplomas de Georgetown University y la Universidad de Chile en Relaciones Internacionales, y quien fuera segunda vicepresidente del Chase Manhattan Bank en San Juan y en Caracas. Werlau convenció a Lago de crear juntos la organización Free Society Project, que daría lugar al proyecto Archivo Cuba, en el 2001, “para promover los derechos humanos mediante investigaciones y publicaciones”.
En Werlau, capacidad profesional y compromiso personal se complementaban: sus padres habían sido militantes activos de la Revolución y luego víctimas de esta. La madre, como miembro de una célula clandestina en La Habana del Movimiento 26 de Julio. El padre, como combatiente del Ejército Rebelde en la columna del Che Guevara, y quien —al sentirse traicionado por el rumbo de la Revolución— se incorporó a la Brigada 2506 que desembarcó en bahía de Cochinos y murió allí, el 21 de abril de 1961, dejando a su esposa viuda a los veinticinco años, con dos hijos. Uno de ellos, María, ha dedicado buena parte de su vida adulta a entender, muerto a muerto, el leviatán que devoró a su padre y devastó a su madre.
“Aunque la investigación incorporó todas las fuentes que se conocen, no por eso es perfectamente exhaustiva,” advertía Lago en su artículo del 2002. “Pudiera haber muertes no reportadas en la literatura conocida, aunque es casi seguro que no sería en un número considerable”.
Sin embargo, el mayor problema que encontraron los investigadores de Archivo Cuba fue de signo contrario: “los mismos casos […] aparecían con nombres similares o en distintas fechas,” dando lugar a una inflación de los números reales. Desde aquel informe del 2002, la depuración de datos de muertes duplicadas por reportes inexactos ha terminado reduciendo las cifras iniciales, aun habiéndose añadido muchos casos no identificados por Lago. Las supuestas 1.816 muertes causadas por las fuerzas batistianas del conteo original, quedaron reducidas a 1.591; mientras las provocadas por la acción de los grupos antibatistianos bajaron de 925 a 444. Si en el informe del 2002 las fuerzas antibatistianas eran responsables de una de cada tres muertes durante aquel período, con las nuevas actualizaciones la proporción baja a aproximadamente una por cada 4.6. El uso de una mayor cantidad de fuentes y la disponibilidad de más datos hace las cifras actuales más reducidas, pero mucho más confiables que las del informe de 2002.
El cofundador de Archivo Cuba, Armando Lago, fallecería en junio del 2008, pero no por ello el trabajo iniciado por él se detuvo. “Con el tiempo comenzamos a revisar las listas usando medios electrónicos y el programa Excel”, nos comenta María Werlau, “que permiten hacer comparaciones y revisiones más efectivas. Asimismo, obtuvimos nuevas fuentes con las cuales Lago no contó, especialmente del gobierno cubano en la serie de cuatro volúmenes del Consejo de Estado y en numerosas páginas y listas en Ecured, así como en artículos aparecidos en la prensa oficial de Cuba”.
Resultado de estas depuraciones son las siguientes tablas que resumen las pérdidas humanas que ocasionaron las partes en pugna entre 1952 y 1958:
Si en cambio analizamos el total de muertes durante el período, de acuerdo a los años en las que se produjeron, podemos tener una idea de cómo fue escalando el conflicto: 1952: 9; 1953: 115; 1954: 10; 1955: 19; 1956: 122; 1957: 431; 1958: 1.300.
Gracias a este nuevo conteo podemos afirmar, por ejemplo, que las víctimas de actos terroristas, aunque bajas en términos absolutos, representan un 4% del total de muertes provocadas por las acciones antibatistianas. O que estas, junto a los asesinatos políticos y las ejecuciones (193), superan claramente a las muertes ocasionados al bando contrario en enfrentamientos directos (159). O, por el bajísimo número de prisioneros asesinados (2), podemos asumir que, en general, el trato hacia estos fue todo lo correcto que se puede esperar en esa clase de conflictos.
En cambio, si se comparan las cifras de las muertes producidas por el batistato, aquella dictadura que para los estudiosos de la Revolución Cubana no requiere de apellidos, parece, en términos absolutos y relativos, asunto muy menor. Hasta los famosos asesinos de Batista (Ventura, Carratalá, Pilar García, Masferrer) parecen simples aprendices frente a los anónimos ejecutores revolucionarios. Los 1.588 muertos del batistato caben 5,4 veces en las 8.611 víctimas del castrismo documentadas hasta la fecha por Archivo Cuba. Incluso si se objeta que son incomparables los siete años de dictadura batistiana con los 61 de castrismo, las estadísticas arrojan que, en los primeros siete años de Revolución, esta produjo más del doble de muertes totales (3.317) y de ejecuciones (2.139) que las de todo el batistato.
La base de datos de Archivo Cuba contiene el siguiente desglose de víctimas mortales y desapariciones del castrismo desde el 1ro de enero de 1959 y actualizados hasta el 22 de agosto de 2020:
Enero 7, 2019
Genocidio Castrista
(Video añadido por el Bloguista de Baracutey Cubano)
Pero ninguna demostración matemática será capaz de responder la pregunta de cuántos muertos son demasiados para una revolución, cuántas vidas deberá cobrar para que su costo sea inaceptable. Demostrar que una revolución puede matar bastante más que regímenes que usualmente abominamos, puede parecerle insuficiente a los que se aferran a su aureola de redención. La pregunta de cuántas personas concretas deberá matar un sistema para que se considere nocivo para la humanidad, en abstracto, servirá si acaso para medir la capacidad de empatía de quien responda.
No es ajena a su comprensión de lo humano que el interés de Archivo Cuba abarque el costo de la Revolución Cubana en el sentido más amplio posible. Bastante más allá de las matemáticas. En el sitio que aloja la institución, aparecen informes sobre el caso de la base norteamericana en Guantánamo, cuyos alrededores fueron fortificados y minados por el actual régimen cubano al poco tiempo de su llegada al poder. La base de datos recoge solo cinco casos de cubanos asesinados por guardafronteras o víctimas de las minas al intentar escapar hacia la base, pero se piensa que han sido muchos más. Archivo Cuba también incluye en su sitio informes sobre ciudadanos de diferentes países asesinados o desaparecidos en Cuba, incluidos naturales de España y Estados Unidos, cuyos casos recoge la base de datos.
Otro informe recogido por la institución es el referido al sistema penitenciario cubano, que en los últimos años ha alcanzado el penoso liderato mundial en la proporción de ciudadanos presos respecto a la población total del país. El reporte de Archivo Cuba hace especial énfasis en el presidio político, llegando a afirmar que “puede estimarse muy grosso modo y de forma conservadora que al menos 500.000 personas han sufrido el presidio político en un momento u otro a partir del 1ro de enero de 1959, incluyendo los que han sufrido detenciones cortas”. Hasta la fecha, la base de datos recoge 1.832 casos de muertes por diversas causas (asesinatos, huelgas de hambre, suicidio, falta de atención médica y otros) de personas en detención o prisión.
Archivo Cuba resulta una herramienta invaluable, tanto para investigadores del tema y familiares de las víctimas, como para los interesados en determinar cuántas vidas ha costado la Revolución Cubana. Por ello, la pormenorizada base de datos de Archivo Cuba merece incluir algún tipo de tutorial introductorio que permita comprender las múltiples posibilidades que ofrece su compleja base de datos. Un recorrido por el sitio de Archivo Cuba puede dar una idea de la descomunal labor que ha representado reunir, clasificar y depurar toda esta información a lo largo de los años, y la utilidad que podría aportar a nuestro conocimiento de la historia cubana reciente. Más importante aun es la probidad con que se ha llevado a cabo este descomunal esfuerzo, y la profunda lección que esto entraña para cualquiera que intente buscar algo de verdad en medio del dolor.
**********
Nota del Bloguista Cubano
En las cifras presentadas no se puede descartar la existencia de un sesgo favorable a las mal llamadas fuerzas revolucionarias antibatistianas por Archivo Cuba utilizar la información de fuentes Castristas como son Ecured y los cuatro tomos de los investigadores del Consejo de Estado del Castrismo de los que habla María Werlau en la entrevista que le hizo Carlos Cabrera ex periodista oficialista (¿del diario Granma?) residente en el exterior. Los investigadores y redactores de esas fuentes Castristas probablemente ¨maquillaron¨ las cifras y los hechos para no recibir represalias de diferentes índole.
El tiempo mostró que una parte de esas ¨fuerzas revolucionarias antibatistianas¨ iban mucho más allá del derrocamiento del gobierno constitucional de Fulgencio Batista, gobierno elegido en elecciones pluripartidistas el 1 de noviembre de 1954 con la conformación de dos cámaras en el Congreso de la República: Senado y Cámara de Representantes, donde la oposición política que concurrió a las urnas estaba representada; elección después de la cual se restituyó la Constitución de 1940 tirando abajo los Estatutos Constitucionales que se impusieron después del golpe del 10 de Marzo de 1952, Estatutos Constitucionales que a petición de 25 personas, se llevaron al Tribunal de Garantía Constitucionales. He leido que el principal autor de esos estatutos fue el relevante intelectual, militar y entonces Coronel Arístides Sosa de Quesada, comunista, en cuya finca se guardaban los archivos del Partido y quien fuera condecorado, años después por la tiranía castrista, por sus servicios al triunfo de la Revolución; moriría muchos años después en Miami con 92 años. El Tribunal de Garantías Constitucionales determinó por votación de 10 votos contra 5 que los mencionados estatutos no eran inconstitucionales; veamos:
Veamos un fragmento de la antes mencionada entrevista a María Werlau por parte del periodista Carlos Cabrera Pérez en su artículo Investigación de Archivo Cuba fija en 1.588 los muertos durante el régimen de Batista:
Cuéntanos sobre las fuentes utilizadas.
Cada uno de los archivos (casos en la base de datos) detallan las fuentes consultadas. Obtuvimos nuevas fuentes con las cuales el Dr. Lago no contó, especialmente del gobierno cubano. Ecured tiene mucha información, regada en numerosas páginas y en diversos listados (lamentablemente a veces los datos no concuerdan entre ellas mismas, lo que hizo el trabajo más difícil). Asimismo, buscamos en artículos aparecidos en la prensa oficial de Cuba a través del tiempo y en los sitios web de los municipios cubanos.
(María Werlau)
Culminamos la investigación revisando caso por caso con la serie de cuatro volúmenes del Consejo de Estado de Cuba para los años 1955, 1956, 1957 y 1958, que en un gran gesto de apoyo y solidaridad nos hizo llegar un amigo desde Cuba.
¿Cómo se llama ese amigo?
Lógicamente, no puedo identificar a ese amigo y es una pena porque hizo un trabajo que es una joya, increíble...
******************
Etiquetas: aceptación, alzados. Revolución cubana, Batista, cobarde. Pedro Pablo, cobardía, cuba, fidel castro, guerrillas, pueblo cubano, terrorismo, víctimas
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home