domingo, julio 18, 2021

Julio M. Shiling. Estados Unidos debe escuchar a los cubanos: “¡Libertad!” pues está claro lo que expresan los habitantes de Cuba cuando arriesgan la vida, la integridad física, se exponen a torturas y duras penas de prisión con sus claras y coherentes demandas públicas

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Julio 18, 2021

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Imágenes inéditas del momento previo a la violencia durante manifestación pacífica en La Habana

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Estados Unidos debe escuchar a los cubanos: “¡Libertad!”

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Está claro lo que expresan los habitantes de Cuba cuando arriesgan la vida, la integridad física, se exponen a torturas y duras penas de prisión con sus claras y coherentes demandas públicas

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Por Julio M. Shiling

07.16.21

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Amenudo se arma confusión entre la causa y el efecto. Cuando se busca un remedio a un problema, una mala priorización podría ser fatal. Atender el efecto, mientras se ignora la causa es una receta para el desastre. Nada muestra más esta verdad que el ámbito político. Mientras el pueblo de Cuba está siendo brutalmente reprimido por la dictadura comunista de sesenta y dos años, como reacción al levantamiento pacífico en unas cincuenta localidades del país, se están ejerciendo presiones discordantes y contradictorias sobre el Gobierno americano en cuanto al curso a seguir. 

Una distinción adecuada entre lo que es la causa y lo que son los efectos es fundamental para poder elaborar una política de Estado americana que sea coherente con su larga historia de apoyo a los derechos naturales y a la gobernanza civilizada. Estados Unidos debe escuchar lo que dice el pueblo cubano en la Isla. Demandas de “Libertad”, “Abajo el Comunismo” y “Patria y Vida”, es lo que están diciendo miles de valientes manifestantes. Nadie está gritando “Alimentos”, “Vacunas”, “Visas para los Estados Unidos”, o “Levantar el Embargo” (el bloqueo es un término equivocado).

Está claro lo que expresan los habitantes de Cuba cuando arriesgan la vida, la integridad física, se exponen a torturas y duras penas de prisión con sus claras y coherentes demandas públicas. Están señalando directamente cuál es el problema. Es el régimen marxista-leninista en el poder. 

Como era de esperar, el lobby castrocomunista en Estados Unidos, en connivencia con la izquierda y la cúpula del Partido Demócrata, están en pleno apogeo desdibujando los hechos, sustituyendo maliciosamente el efecto por la causa, y corriendo para rescatar al comunismo cubano de su ruta de muerte natural. La campaña de caracterización errónea del “Levantamiento Cubano” de 2021 y el desprecio de la consiguiente represión estatal de terror están ahora en modo de aceleración total. 

La crisis en Cuba que encendió la masiva movilidad civil contra el Gobierno de Castro tiene una base moral y política. Esta dura verdad fue puesta de manifiesto por los propios protagonistas, la multitud de manifestantes ejerciendo su derecho natural de expresar sus agravios en los espacios públicos. A pesar de este hecho irrefutable, una fuerte fuerza interna se empeña en salvar al comunismo cubano de la extinción. La izquierda culpa, descaradamente, a Estados Unidos de la crisis, del levantamiento popular e, indirectamente, de la bárbara represión en Cuba. Aunque esto es racionalmente absurdo y contradice toda la evidencia empírica que identifica al régimen comunista en el poder como el verdadero culpable, el embargo está siendo etiquetado como la “raíz” de este problema.

La crisis cubana es humanitaria, en la medida en que está relacionada causalmente con la esfera política y moral. El Gobierno monopartidista y tiránico tiene la responsabilidad total y exclusiva de todas las deficiencias, el caos y el mal en Cuba (así como en el resto de América Latina). Hay un problema sistémico, no un problema económico. El fin del embargo no hará absolutamente nada para que la sociedad cubana sea libre. No les permitirá una elección competitiva en las urnas, ni espacios para el ejercicio público de los derechos preeminentes universales. La estrategia de “acercamiento”, una adaptación del siglo XXI de la fracasada política de apaciguamiento de la distensión, sólo fortalecerá el Partido Comunista de Cuba y su régimen. Aparentemente, algunos en Estados Unidos no han aprendido nada de la experiencia de China.

¿Qué podemos esperar de la administración Biden-Harris? El 28 de enero de 2021 dijeron: “Nuestra política hacia Cuba se rige por dos principios. En primer lugar, el apoyo a la democracia y los derechos humanos, que será el núcleo de nuestros esfuerzos. Segundo, los americanos, especialmente los cubanoamericanos, son los mejores embajadores de la libertad en Cuba”. El portavoz de prensa de la Casa Blanca añadió al mensaje: “Así que revisaremos las políticas de la administración Trump”. El problema de la pronunciación de la política de Biden-Harris sobre Cuba es doble. 

En cuanto al primer punto, todos y cada uno de los presidentes americanos han reclamado una posición de apoyo a la “democracia” y a los “derechos humanos”. Sin embargo, hay que señalar que Cuba comunista, Corea del Norte, China y Rusia también declaran que los apoyan. Los hechos, en este sentido, tienen más mérito que las palabras. Es en la segunda afirmación de la declaración de Biden-Harris donde surge una mayor claridad. Aunque la mayoría de los cubanoamericanos apoyan las sanciones contra la dictadura castrocomunista hay facciones marginales que suscriben, por una serie de razones diferentes, a la noción de relaciones más cordiales con el régimen socialista de La Habana.

Así pues, la pregunta importante es: ¿a qué cubanoamericanos escuchará la actual presidencia americana? A juzgar por el círculo de cubanoamericanos que rodea al equipo Biden-Harris, el gobierno marxista de la Isla tiene amplias razones para el optimismo, dado el historial apologético en el tema del embargo y la política de distensión con el Gobierno de Castro. Emily Mendrala, subsecretaria adjunta de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental, una división del Departamento de Estado, ha sido identificada como persona de contacto con Cuba. Esto es terrible para la causa de la libertad. 

Mendrala, que fue directora de Asuntos Legislativos del Consejo de Seguridad Nacional bajo el Gobierno de Obama, ha sido y sigue siendo una partidaria fanático de estrechar los lazos con el régimen comunista. El 17 de diciembre de 2020, el sexto aniversario del reproche Obama-Castro, fue coautora de “The United States and Cuba: A New Policy of Engagement”, una apología y guía de veintinueve páginas para reenfocar y profundizar las relaciones entre la república más funcional del mundo y la dictadura más antigua del hemisferio occidental.   

Alejandro Mayorkas, secretario del Departamento de Seguridad Nacional, es el otro cubanoamericano relevante que asesora a Biden-Harris. Otro antiguo relevo de la administración Obama, Mayorkas fue un arquitecto clave del plan de vinculación de su jefe anterior con el régimen castrista. No cabe duda de que la pequeña pero influyente facción de la comunidad cubanoamericana a favor del acercamiento a Cuba comunista tendrá la aportación más inmediata de la Casa Blanca. Obama, que normalmente se apresura a pulsar el botón de Twitter en asuntos que percibe que tienen que ver con “injusticias”, ha permanecido mudo (a fecha de hoy) sobre los acontecimientos seminales en Cuba. 

La nación cubana, tanto en la Isla como en el exilio, equipara asombrosamente el mejoramiento de Cuba con la libertad, y un sistema republicano de Gobierno que ejerce la noción democrática de autogobierno. Como las multitudes voluminosas que han marchado por la libertad y que ahora miles de ellos que se encuentran desaparecidos y/o en la cárcel exigieron en la Isla: “¡Basta ya!” Claro está lo que quieren y lo que no quieren.   

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