viernes, agosto 27, 2021

Ugás y todos los demás. Miguel Sales Figueroa sobre el deporte cubano a raíz de la victoria de Yordenis Ugás sobre Manny Pacquiao



Ugás y todos los demás

Por Miguel Sales Figueroa

Málaga

26 de agosto, 2021

Una digresión estilística: Titulares de rima consonante como éste -tan frecuentes en la prensa española- suscitaban el enojo del gran Antonio Bosch, jefe de redacción del Herald, en los tiempos remotos en que el Herald todavía no era nuevo y yo era aprendiz de gacetillero. “Aquí se viene a hacer periodismo”, gritaba Antonio, atrincherado tras la pantalla del ordenador, “y el que quiera escribir poesía, que se vaya a su casa”. Huelga decir que a cada rato los redactores más jóvenes componíamos esos pareados deliberadamente, para fastidiarlo un poco.

Pero ahora no se trata de nostalgia periodística -algún día escribiré sobre aquellos años- sino de la victoria de Yordenis Ugás el fin de semana pasado, cuando confirmó su título mundial de peso welter en el combate que lo enfrentó al filipino Manny Pacquiao. 

Para describir la carrera del campeón asiático no alcanzan los superlativos. Son muchos los expertos que lo consideran, simplemente, el mejor boxeador libra por libra de la historia del deporte. Ha ganado nueve títulos mundiales en ocho categorías diferentes. Su foja total es de 62 victorias, 8 derrotas y 2 empates, con 39 triunfos por nocao. Y esa brillante carrera se ha enmarcado en una trayectoria civil igualmente prodigiosa: actor, cantante y político, el senador de la República Manny Pacquiao (42 años) podría llegar a ser el próximo presidente de Filipinas. 

Ese fue el formidable adversario que Ugás (36 años) venció por decisión unánime el sábado, en una pelea en la que el cubano demostró velocidad, técnica y precisión exquisitas. Y la guinda del pastel fue el lema “Patria y Vida”, que lució en los shorts. “Pá que se enteren en Labana”, como rezaba un cartel que hacia 2005 campeaba en la fachada de un restaurante de Ciutadella (Menorca).  

Pero no hay que mezclar el deporte con la política, como suelen decir ahora los voceros del castrismo cuando sus atletas fracasan. (Cuando ganaban, por supuesto, era gracias a las virtudes del régimen y los galardonados corrían a colgar las medallas del pescuezo del Coma Andante).

El problema para Labana y sus jerarcas es que el deporte nacional está en decadencia y no logra recuperar el brillo que alcanzó cuando se financiaba con subsidios soviéticos, mientras que los atletas cubanos exiliados triunfan en múltiples especialidades y figuran constantemente en los cintillos del mundo entero. Los prófugos (no “desertores”, como repite la prensa cipaya) de la Isla y los Cuban Americans de primera generación rompen marcas y obtienen contratos siderales, dejando en ridículo los argumentos del aparato propagandístico del castrismo. 

El mes pasado, en la Olimpiada de Tokio, Pedro Pablo Pichardo, ahora ciudadano de Portugal, ganó la medalla de oro en triple salto y el miamense Eddy Álvarez, hijo de exiliados cubanos, realizó una hazaña extraordinaria: tras haber conseguido una medalla de plata en patinaje de velocidad en los Juegos de Invierno de 2014, Álvarez conquistó otra del mismo metal este verano, como jugador del equipo de béisbol estadounidense que fue subcampeón en Tokio.  En siglo y cuarto de historia olímpica, sólo seis personas más habían logrado ganar una medalla en los Juegos de invierno y otra en los de verano.

No podría reseñar aquí todos los triunfos recientes de quienes sacudieron el yugo comunista y prefirieron el riesgo y las recompensas de la libertad. Pero hay una especialidad que no quiero pasar por alto: el béisbol. Este año, los peloteros cubanos están realizando una campaña excepcional en las Grandes Ligas estadounidenses y otros circuitos nacionales de México y el Caribe. No dispongo de estadísticas completas, pero sospecho que en ninguna temporada anterior el desempeño ofensivo conjunto había sido tan sustancial. (El pitcheo quizá fue superior en los periodos que vieron actuar a algunas combinaciones sensacionales de lanzadores, como Pascual-Cuéllar-Tiant en 1960/1970 o los hermanos Hernández, Liván y El Duque Orlando, a finales de los ’90 y principios de este siglo). 

Los éxitos de estos cubanos libres, además de ser una alegría para muchos aficionados al deporte, conmueven profundamente los cimientos ideológicos del régimen. Sin ánimo de politizar el deporte, declaro que una victoria de resonancia mundial como la de Yordenis Ugás o un cheque de siete cifras, como el que los Medias Blancas de Chicago le pagan a José Abreu o el que Aroldis Chapman recibe de los Yankees de Nueva York, desintoxican más a quienes permanecen en la Isla que todas las cuartillas que los ensayistas del exilio hemos emborronado sobre la maldad del sistema comunista. Como escribiría Pío Baroja, la vida es ansí.



Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , , , , ,