Alberto Méndez Castelló desde Cuba: Comandante Manuel Piñeiro, más conocido como Barbarroja, los secretos que se llevó a la tumba. Detalles de la muerte del Comandante Antonio ¨Tony¨ Santiago, agente ¨Oliverio¨para la Seguridad del Estado
Tomado de https://www.cubanet.org/
Barbarroja, los secretos que se llevó a la tumba
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El rol que jugó Barbarroja al frente de la inteligencia castrista fue mucho más determinante que el de los generales que le sucedieron en el cargo
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Por Alberto Méndez Castelló
16 de marzo 2022
LAS TUNAS, Cuba. — En ocasión del que hubiera sido su cumpleaños 89, este lunes CubaNet publicó una reseña biográfica del controvertido comandante Manuel Piñeiro Losada, más conocido como Barbarroja. El personaje de marras fue viceministro primero del Ministerio del Interior (MININT) y jefe fundador de la Dirección General de Inteligencia (DGI), brazo armado del castrismo en el mundo.
A solo tres días de cumplir 65 años y luego de participar en una recepción en la Embajada de México, Barbarroja murió en circunstancias desconocidas al estrellarse su automóvil contra un árbol la noche del 11 de marzo de 1998.
“Cuando llegué a la clínica con nuestra hija Camila, estaba semiconsciente y en menos de una hora inesperadamente murió”, diría su esposa, la psicóloga y escritora chilena Marta Harnecker.
(Manuel Piñeiro Losada, primero a la izquierda, cuando estaba en la lucha contra el gobierno de Fulgencio Batista)
Amado Quesada Serrano, quien fuera chofer de Barbarroja y por más de veinte años permaneciera junto a él, no estaba junto a su jefe el día de su muerte. Dijo que “no sabía siquiera que (Piñeiro) había llegado” a La Habana procedente de Santiago de Cuba, donde había participado en la conmemoración del 40 aniversario del Segundo Frente Oriental del Ejército Rebelde, del que Barbarroja fue jefe de operaciones en 1958. El hombre que dirigía los hilos del espionaje castrista en las principales ciudades del mundo desde su despacho en el piso 13 del edificio de la calle Línea sufrió heridas mortales por necesidad, en solitario.
Temprano en los años sesenta, haciendo él mismo de oficial operativo con el seudónimo de Petronio, Barbarroja había hecho infiltrar a supuestos desertores en las organizaciones anticastristas radicadas en Estados Unidos. Uno de esos casos fue el del comandante Tony Santiago, muerto en circunstancias desconocidas. Así y todo, pronto Fidel Castro se percató de que su régimen no sobreviviría si sólo combatía a sus adversarios sin crear otros frentes. De esa forma, creándolos donde no los había o fomentándolos donde ya existían, decidió exacerbar los sentimientos antiestadounidenses a nivel internacional. En ese rol de brazo ejecutor de la estrategia de Fidel Castro — primero como jefe de la DGI y luego en un órgano paralelo, el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC)— el comandante Barbarroja reclutó el mismo, o hizo reclutar agentes de inteligencia, guerrilleros, simpatizantes, colaboradores de los más dispares estratos sociales en toda América, en África, Asia, el Oriente Medio y en países de Europa con interés operativo para el régimen de La Habana, al punto que cuando hacían descender el féretro de Piñeiro en el Mausoleo de las Fuerzas Armadas en el Cementerio de Colón, Fidel Castro, junto a sus acompañantes, según trascendió, murmuró: “Se murió una enciclopedia”.
Y ciertamente la información que Piñeiro recolectó y la que tuvo acceso es enciclopédica y no tiene comparación con el desempeño de los generales Joaquín Méndez Cominches, Manuel Fernández Crespo, Jesús Bermúdez Cutiño y Eduardo Delgado Rodríguez, quienes, en ese orden, le sucedieron en la dirección de inteligencia con técnicas y oficiales formados por Manuel Piñeiro con ayuda de la Stasi y personalmente de Markus Wolf.
Los secretos que Barbarroja se llevó a la tumba no son pocos y algunos particularmente incómodos. Como dice CubaNet en la reseña La historia de Barbarroja, fundador del represivo G-2, “a pesar de haber sido fundador del aparato de inteligencia de la Seguridad del Estado cubano G-2, los medios oficialistas no recuerdan al comandante Manuel Piñeiro Losada, alias Barbarroja, otro de los tantos enigmas de la dictadura castrista”, porque quizás, dentro de todos esos secretos, salvo la muerte del presidente Kennedy, los vínculos del régimen con el tráfico de drogas y asesinatos de adversarios políticos, el mayor misterio tenga que ver con la construcción de un mito revolucionario a través de la muerte del Che Guevara en Bolivia.
(De izquierda a derecha: Manuel Piñeiro, Fidel Castro, Raúl Castro, una de las hijas de Raúl Castro y Vilma Espín)
Cuando el 8 de julio 2014 entrevisté a Félix Ismael Rodríguez Mendigutía, el agente de la CIA que condujo la captura del Che Guevara y el último cubano que vio vivo al guerrillero argentino, le pregunté: ¿Qué vio en los ojos del Che Guevara antes de morir? Félix me respondió: “Amargura. Derrota. Era un hombre que se sentía amargado y obviamente traicionado”.
Al reiterar la pregunta, ¿usted cree que el Che Guevara se sintió traicionado por Fidel Castro?, sin titubear, Félix Rodríguez respondió: “Oh, sí. Y Benigno (Dariel Alarcón, compañero del Che desde la Sierra Maestra) también lo cree. Obviamente, a mí no me lo iba a reconocer porque yo era su enemigo”.
(Manuel Piñeiro en sus últimos años)
El exagente de la CIA define el estado de incomunicación y la falta de apoyo externo que sufrieron los guerrilleros de forma lapidaria: “Cuando ellos vienen a Bolivia el gobierno cubano los estaba enviando a la muerte. Al Che Guevara lo dejaron en Bolivia a la buena de Dios. Ellos estaban en Bolivia sin comunicación. Recibieron un radio roto y, por si no fuera suficiente, con el pretexto de que se le había vencido la visa, le retiraron al oficial de enlace que los canalizó a su llegada, pero que luego lo retiraron de esa operación”.
En esa operación, por encima del jefe de la DGI sólo estaba Fidel Castro, por lo que cabe preguntar: ¿Podía Piñeiro sin consultarlo con Fidel Castro retirar al oficial de enlace con el Che en Bolivia dejándolo “a la buena de Dios”? Evidentemente no, pero esa es una pregunta sin respuesta. Ese es uno de los tantos secretos que Barbarroja se llevó a la tumba.
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El periodista e historiador Castrista y ex miembro del MINIT, ya fallecido en Miami, Juan Carlos Fernández (seudónimo) en su libro Todo es Secreto Hasta un Día (en Cuba me dijeron varias personas que Juan Carlos Fernández había pertenecido a la Sección o Buró Bandas en Pinar del Río; es posible que así sea, pues los diferentes capítulos de ese libro están dedicados a combatientes de la Seguridad del Estado de Pinar del Río), la labor como agente de Tony Santiago llevó a la neutralización de la ¨Operación Silencio¨, de suministro de alimentos y armas mediante ¨drops¨ en paracaidas a los grupos de alzados en el Escambray por parte de la CIA, ya que en un viaje a EE.UU. le había hecho llegar a la CIA un mapa con las ubicaciones para hacer esos lanzamientos; la inmensa mayoría de esos suministros cayeron en manos de las tropas Castristas. Por su labor se hizo la detención de fabricantes de ¨patas de elefante¨y otros materiales explosivos (supongo que hayan sido fusilados) en La Habana así como la detención del Comandante Jesús Carreras, al que el rencoroso Che Guevara se la guardaba desde que estaban en El Escambray.
(Juan Carlos Fernández, hablando por teléfono, y Norberto Fuentes en Miami)
Jesús Carreras era Comandante del Segundo Frente del Escambray y no había querido someterse a la jefatura del Che Guevara y habían tenido sus desavenencias. Jesús Carreras en su conspiración contra el Castrimo confió en Tony Santiago que era Comandante del Directorio Revolucionario 13 de Marzo en el Escambray y esa fue su perdición; fue fusilado. Tony Santiago era veterano de guerra de los EE.UU. y había participado en la guerra del Pacífico contra Japón; participó en la batalla de Iwo Jima, uno de los combates más sangrientos de la Segunda Guerra Mundial donde se distinguió en el combate.
Una observación sobre ese libro de Juan Carlos Fernández: En su primera edición, 1976, en la parte del testimonio fotográfico habían fotocopias de cartas de alzados, como la del Congo Pacheco, que se podían leer con el auxilio de una lupa y comprender el carácter patriótico de la lucha de esos alzados; en la segunda edición del libro, 1981, esas cartas y documentos fueron eliminados.
Tomado de http://www.nuevoaccion.com
UN TREMENDO TRIUNFO DE LA RESISTENCIA ANTICASTRISTA
Por Aldo Rosado-Tuero
Desde el principio de la llegada de Fidel Castro al poder, cuando se comienza a ver brotar el enorme rechazo al totalitarismo comunista entre los que habíamos sido opositores a la dictablanda de Batista, principalmente los provenientes del Movimiento 26 de Julio, el incipiente totalitarismo, comenzó la táctica de tratar de infiltrar a los grupos que nos le oponíamos; pero, ya sea, bien porque sus aparatos de inteligencia aún no se habían perfeccionado o por el hecho que la mayoría de los que ya conspirábamos en contra de la implantación de una tiranía comunista, proveníamos del Movimiento 26 de Julio, nos permitió a nosotros también lograr un cierto grado de infiltración entre los que trataban de infiltrarnos a nosotros.
Hoy voy a relatar lo que constituyó una victoria de nuestra infiltración y como se eliminó a un peligroso grupo de infiltrados castristas que—al igual que lo hiciera después La Red Avispa—ya desde fines del 1960 y principios de enero del 1961, tenían la misión de marchar a los Estados Unidos, para espiar a favor del castrismo.
Desde temprano en el 1959, comenzamos nuestra tarea de preparar condiciones para oponernos por las armas a la instauración de lo que veíamos venir, como una tiranía totalitaria de signo comunista, junto a un buen grupo de ex combatientes tanto de las sierras como del llano, que no estábamos dispuestos a observar en silencio como nos aherrojaban la patria.
En la esquina de las calles Luz Caballero e Industria, en la ciudad de Caibarién, existía una enorme arboleda de mangos en la que funcionaba la gallería de mi tío Ramón “Mongo” Rosado. Allí, con la anuncia del propietario, se estableció el cuartel general de los que ya preparábamos alzamientos, ayudábamos a los alzados del Escambray y del frente Norte de Las Villas, repartíamos propaganda, realizábamos sabotajes y conseguíamos armas, municiones y medicinas. Por la gran cantidad de personas que visitaban diariamente la gallería donde funcionaba una valla y los muchos gallos de distintos propietarios que mi tío cuidaba, el lugar era perfecto para reunirnos sin levantar grandes sospechas.
Pero parece ser que el G-2 comenzó a sospechar y se empezaron a aparecer por la gallería una serie de personas de las que los anticomunistas sospechábamos que se dedicaban a la chivatería. Entre ellos estaba un primo hermano mío—cuyo hermano mayor más adelante dirigió el piquete de milicianos que nos detuvo, entre muchos otros cangrejeros, a mi tío Mongo y a mí—que me conocía de mis correrías en el clandestinaje contra Batista, al que muy inteligentemente me le acerqué un día y le dije- “Oye me parece que andamos en lo mismo y no hemos coordinado”. Su respuesta fue franca—tal vez producto de sus pocos años y su inexperiencia como chivato—“Coño y yo que creía que tú estabas con los enemigos”. Mi primo tragó el anzuelo y todos los días yo le sacaba las informaciones que él conseguía.
Desde antes de la conversación con mi primo chivatón, a la gallería acudía, con dos o tres subordinados, soldados del Ejército Rebelde, el capitán Tomasito Pena, hermano del difunto Comandante Felix Pena, ¿suicidado?, después que como Presidente del tribunal revolucionario de Santiago de Cuba, absolviera a los pilotos de la Fuerza Aérea de la República. Tomasito había llevado varios ejemplares de gallos finos para que mi tío se los cuidara y era visita seguida de la gallería.
(Comandante Antonio ¨Tony¨ Santiago, agente ¨Oliverio¨para la Seguridad del Estado )
El capitán Pena, unos días después de mi conversación con mi primo en que le hice creer que yo estaba en lo mismo que él, comenzó a tratarme con mucha deferiencia y a tratar de hacerse amigo mío y de algunos de los patriotas anticomunistas que me acompañaban.
Por los últimos días del 1960, no sé si por una indiscreción de mi primo o de Tomás Pena, o de otro de los infiltrados castristas, que habían sido infiltrados por los anticastristas, el movimiento subterráneo se enteró que se preparaba una importante misión, por parte del G-2, mediante la cual introducirían en los EE.UU. a un grupo de espías, entre los que se encontraba un ex Comandante de la sierra, que se estaba haciendo pasar como enemigo de la revolución. En los primeros días de enero, ya la resistencia anticastrista tenía más detalles de la “operación”. Los planes de los falsos anticastristas eran llevarse el magnífico velero “El Pensativo”, de Arcadio Oliva fondeado en Caibarién y con el que marcharían hacia los Estados Unidos, en su importante misión, ya que la tiranía esperaba la inminente invasión de los cubanos que se entrenaban en Guatemala y la isla Vieques.
De inmediato la alta dirigencia de la resistencia, avisó a Miami. Un importante dirigente nos notificó que ya se había avisado y que Antoñico “El Isleño” se encargaría de eso.
Antoñico “El Isleño”, Antonio Pérez Quesada, era el hombre que mejor se conocía los cayos y los canalizos de la Costa Norte de Las provincias centrales de Cuba y además, sabía perfectamente las rutas de escape de Caibarién a La Florida. Por eso lado, se podría dormir tranquilo. El "él se encargará" era más que una frase, una seguridad para los que conocíamos del coraje y del patriotismo de "Antoñico".
La resistencia, muy cuidadosamente montó una guardia en el muelle donde atracaba “El Pensativo”; y así se pudo avisar de inmediato a Miami, la noche en que los castristas zarparon. Era el 9 de enero del 1961.
Yo al menos no supe nada más sobre el asunto, hasta unos días después de llegar a Miami, el 11 de julio de 1961. Aquí me enteré que “El Pensativo” fue interceptado en aguas cerca de Cayo Sal por una lancha artillada procedente de Miami y que fue hundido, pereciendo todos los que en él viajaban. Unos años después, en una clara mañana con un mar en calma total, Antoñico me llevó al lugar del hundimiento y pude ver en el fondo los restos del que había sido unos de los veleros más hermosos y famosos del Puerto de Caibarién.
(De espaldas, el reportero Oscar Angulo, de pie, con el sombrero australiano Aldo Rosado-Tuero en el viaje en que comprobó por sus propios ojos, la derrota inflingida al castrato que narra en este artículo. Quizás en esta foto se encuentre Antoñico ¨El Isleño¨, pero Aldo no lo señala en el post de donde tomé la foto. Comentario del bloguista de Baracutey Cubano)
Pasaron muchos años antes de que la tiranía hablara del incidente y de esta importante derrota inflingida a ellos por los anti castristas.
La tiranía ha reconocido que el Comandante que dirigía la misión era el comandante del Directorio Revolucionario, Antonio "Tony" Santiago, que había actuado en las montañas del Escambray, durante la lucha contra Batista y que siguiendo instrucciones de la Seguridad castrista se había infiltrado en alguno de los grupos contrarrevolucionarios siendo en realidad “El agente Oliverio”, del G2 y que venía a Miami, con una importante misión, tal vez si más importante, que la que llevaron a cabo años después, los integrantes de la Red Avispa.
Según la tiranía, allí murieron, además de Tony Santiago, Juan Bautista Hernández, Lisandro Sánchez Nieto y Francisco Pequeño Saéz.
Pero si la memoria no me engaña yo tenía la seguridad de que en ese velero venían además un gran grupo de soldados rebeldes, comandados por el capitán Tomás Pena.
Ahora la tiranía no habla de esos, tal vez para minimizar la derrota, pero lo cierto es que yo no ví más nunca a Tomasito Pena en la gallería y abandoné el país sin saber nunca más de él.
Lo cierto es que fue un gran triunfo de la resistencia interna y de los bravos que desde aquí arriesgaban a diario la vida, llevando pertrechos, realizando ataques armados, infiltrando y ex filtrando combatientes anti castristas.
NOTA: Este es mi humilde homenaje a un hombre, acusado de "pirata" por la tiranía, a un pescador que siempre estuvo dispuesto a llevar lo que fuera a los costas cubanas, cuyo nombre (Antonio Pérez Quesada) habrá de aparecer algún día en la Historia patria y al que un día, "después del viento y del fuego" habrá que levantarle un monumento en mi querido Caibarién, muy cerca del mar al que él tanto amó y en el que vivió dos tercios de su vida.
Mi tío Mongo fue condenado a varios años de cárcel y murió poco después de ser liberado, de un cáncer, que se comenzó a manifestar en las mazmorras castristas y que nunca le trataron mientras permaneció en prisión. Mi primito chivato, aún está en Cuba y no sé si ya se arrepintió, como su hermano mayor, que anda por estos lares. Razón por la que no doy su nombre.
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Etiquetas: agente, agentes, Antoñico, Barbarroja, Benigno, Che Guevara, cuba, Dariel Alarcón, Departamento América, dgi, Dirección de Inteligencia, DSE, El isleño, Manuel Piñeiro Losada, muerte, secretos, Tony Santiago
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