miércoles, junio 22, 2022

Alberto Roteta Dorado: COLOMBIA ACABA DE CAER EN LAS MALOLIENTES FAUCES DEL COMUNISMO

 

COLOMBIA ACABA DE CAER EN LAS MALOLIENTES FAUCES DEL COMUNISMO 

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Gustavo Petro acaba de ser elegido presidente de Colombia sin poder dejar atrás un tormentoso pasado que se remonta a la década del setenta del pasado siglo, cuando siendo muy joven militó en el Movimiento 19 de abril, M-19, organización guerrillera urbana activa hasta 1990; aunque convertida en movimiento político, como izquierda democrática, conocido como Alianza Democrática M-19, en la que conspiró y participó de manera activa en numerosas acciones. 

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Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.

21 de junio, 2022

Santa Cruz de Tenerife. España. No es lo mismo un triunfo rotundo alcanzado por una mayoría significativa de votos que haber ganado en un evento, certamen o elecciones por solo una exigua diferencia porcentual. Ganar significa quedar por encima de otros candidatos; aunque solo sea por unos puntos cuasi insignificantes. Triunfar presupone el logro de la conquista pero con resultados que, si bien no tienen que ser necesariamente arrolladores, si deben ser lo suficientemente significativos como para poder demostrar que se es verdaderamente el favorito por una gran mayoría de votos. En el caso de la victoria por una diferencia mínima de votos – nada más parecido a un empate técnico– hasta el factor suerte se pone en evidencia, amén de los reajustes de cuentas que, como todos sabéis, puede suceder ante la desesperación por lograr imponerse en el poder de una nación.    

(Gustavo Petro)

Una diferencia de 3,13% solo dice que alguien logró vencer, pero insisto: no podemos referirnos a un triunfo, y tampoco esto significa que el pueblo colombiano prefiera a la izquierda, fenómeno poco conocido en esta nación, toda vez que por primera vez este país tendrá un gobierno de tendencia izquierdista. Colombia es una de las pocas naciones de América Latina que se ha mantenido dirigida por gobiernos de derecha y de centroderecha desde hace un buen tiempo, lo que, por desgracia, acaba de cambiar a partir de la llegada al poder de Gustavo Petro este domingo, 19 de junio de 2022, en una segunda vuelta. 

Con todos los votos escrutados, Gustavo Petro, el candidato de izquierda, representante de la Coalición Pacto Histórico (Colombia Humana-Unión Patriótica), se ha acabado de imponer en Colombia con el 50,44% de los votos –más de 11 millones de un electorado de 39 millones, de los que votaron unos 22 millones – frente al 47,31% de su rival, el exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, representante de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, de derecha y bautizado por los "medios" como “ultraderechista” y “populista”. 

De cualquier modo, con solo un 3,13% por encima de su contrincante, se trate de un triunfo, victoria, o simplemente que ganó, y ya está, lo cierto es que en lo adelante, y por un período de cuatro años, Colombia, una de las pocas naciones de América Latina que se había logrado salvar de las garras del comunismo, será gobernada por un sistema de izquierda, y ya todos sabéis lo que esto representa, no solo para los colombianos, sino para toda la región, algo (esto último) de lo que estaremos tratando en breve en un escrito analítico mucho más amplio.  

América Latina está perdida, y por ahora, sin posibilidades de salvación. Es como si los pueblos de la extensa región, llamada Nuestra América por el sabio cubano José Martí, se pusieran de acuerdo para cumplir a cabalidad las leyes cósmicas que rigen el universo mediante ciclos alternativos de oscilaciones continuas. Etapas de progreso y democracias – con sus limitaciones, errores, y desaciertos, pero democracias– en alternancia con regímenes totalitarios, manipulados por la izquierda continental, aparecen y desaparecen siguiendo ese ciclo oscilante al que me he referido antes. 

Para nadie es un secreto, ni un hecho lejano que se disipa entre la imaginación y lo especulativo, que la izquierda está de regreso en América Latina y pretende ahora, tras sus fracasos en naciones como Ecuador, Brasil, Uruguay y Costa Rica, posesionarse con firmeza. Por desgracia, ya no se puede hacer referencia en el presente a la supervivencia de las tradicionales dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, los que hubieran sido los últimos remanentes  del comunismo continental si se hubiera logrado poner fin al resurgimiento y al progreso del Socialismo del siglo XXI en la región. 

Ahora se añaden varios países a la lista de los simpatizantes o que están en franca comunión con las tendencias autoproclamadas como progresistas. Los casos de Bolivia, Chile, Argentina y México, y ahora Colombia, son una verdadera amenaza para los principios democráticos de América Latina y para la estabilidad de todo el continente. El boicot a la Cumbre de Las Américas, evento recién en los Estados Unidos de América, es un ejemplo clave en este sentido.

Esto es solo el comienzo de lo que se avecina. Recordemos que aún falta por definirse la situación de Brasil, cuyo expresidente, y también expresidiario, Ignacio Lula da Silva, sigue aferrado a retomar el mando de la extensa nación suramericana, algo que, de concretarse sería definitorio para el esperado fortalecimiento de engendros comunistas como el Foro de Sao Paolo y el Grupo de Puebla.

Pero retomemos el tema específico de las recientes elecciones de Colombia. Los colombianos – a diferencia de los cubanos, venezolanos y nicaragüenses que no pueden decidir nada– tuvieron la oportunidad de elegir entre un candidato de la izquierda, que además es un exguerrillero, expresidiario, entre otros tantos ex..., y un candidato de derecha, que tampoco era una buena opción para la presidencia de un país  –sus millones jamás podrán suplir su ignorancia política, su charlatanería y sus trivialidades–, pero que, al menos, y hasta tanto apareciera en el futuro otra propuesta con mejores aptitudes, podría haber mantenido a Colombia sin la tenebrosa mácula del Socialismo del siglo XXI. 

Triste destino, oscuro karma, o lo que sea: Colombia acaba de caer en las malolientes fauces del comunismo. Ahora los regímenes ¿"progresistas"? de la región, que por desgracia no son pocos, están de fiesta. Colombia es una excelente plaza para los progres. El precedente de las terroríficas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, que por varias décadas hicieron de las suyas, y aún hoy bajo otros ropajes siguen en su insidioso y temerario accionar, el hecho de ser la cuna del narcotráfico suramericano, la posesión de  extensas fronteras con Venezuela, Brasil, Perú y Ecuador, entre otros elementos, la convierten ahora, con la llegada de “Don” Petro al poder, en un excelente caldo de cultivo para la progresión, difusión y consolidación del comunismo regional.

¡Que Dios nos coja confesados!

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