sábado, octubre 21, 2023

Video sobre la carta del Comandante Huber Matos a Fidel Castro donde le explica las razones de su petición de baja del Ejército Rebelde que motivó su posterior arresto por mandato de Fidel Castro Ruz y sufrir una dura prisión durante 20 años

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

El Comandante Huber Matos  no era un Comandante más: 

  • En la lucha contra el gobierno del Presidente Fulgencio Batista estuvo al frente de una de las pocas columnas  del Ejército Rebelde.
  • En la llamada Caravana de la LIbertad  estaba en el transporte al lado de Fidel Castro y Camilo Cienfuegos 
  • Después del también mal llamado triunfo de la Revolución, fue el jefe militar de una de ls 6 provincias que tenía Cuba en aquel entonces: Camagüey.

Al Comandante Huber Matos Benítez se le asocia merecidamente con los  fusilamientos en la provincia de  Camagüey.

Wenceslao Cruz

Feb 27, 2014

Conversatorio con el comandante Huber Matos organizado por el InterAmerican Institute for Democracy el 2 de septiembre de 2010. Fragmentos del coloquio donde el Dr Virgilio Beato le pregunta a Huber Matos sobre la ideología de Fidel Castro. También Matos habló sobre Venezuela, dió consejos a la administración de Obama y relató anécdotas y experiencias que tuvo junto a Fidel Castro, "Che" Guevara, Camilo Cienfuegos y otros guerrilleros.

Conversando con Huber Matos - ¿Fue o es Fidel Castro comunista?


Antes de participar  en hechos tan relevantes para nuestras vidas, hay que primero informarse; en  su Manzanillo , cuna de muchos comunistas, le hubieran informado a Huber Matos quienes  eran Osvaldo Sánchez Cabrera  y Ñico López, este último asaltante  al cuartel de Bayamo el 26 de julio de 1953 y sobre la disciplina dentro de los partidos comunistas.

En el artículo 26 de julio de 1953: Memoria histórica de un hecho publicado en el diario Granma (Órgano Oficial del Comité Central del  PCC), se lee  lo siguiente: 

Fidel con Ñico López, Abel Santamaría y José Luis Tassende en la Finca Santa Elena, en Los Palos, donde hacían prácticas de tiro antes de ir al asalto al Cuartel Moncada. En cuclillas de izquierda a derecha: Ernesto Tizol y Billy Gascón. Esta histórica foto se encuentra en el museo Casa Abel Santamaría de La Habana. Foto: Archivo

 

En mi libro La Historia de Cuba que te ocultaron y otros temas se muestra como en Cuba  ya se hace pública  la conexión entre Fidel Castro con los comunistas  antes de la partida del yate Granma hacia Cuba. La reunión de Fidel Castro  con Flavio Bravo  de la que se habla en el siguiente fragmento de mi libro  se llevó a cabo el 10 de noviembre de 1956.


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Fragmento de: Zoé Valdés entrevista a Huber Matos: “Fidel es un matón y Raúl un radical que mata de noche”


Tomado de http://comandantehubermatos.blogspot.com

ZV: -Hace un tiempo lo entrevisté en su casa y me hizo una descripción de Raúl Castro como un tipo muy miedoso frente a su hermano Castro I, ¿podría repetirme la descripción que hizo? Y quizá contar algunas anécdotas, recuerdo una en particular en la que Castro I lo avergonzaba delante de otros compañeros…

HM: -En un encuentro a fines del marzo del 59 en el edificio del Tribunal de Cuentas Fidel reunió el pleno de la revolución.   Allí estaban los dirigentes del 26 de julio, los comandantes principales,  los ministros y algunas personalidades más. Éramos como cincuenta personas.

Fidel era el único orador y habló como tres o cuatro horas sin concretar nada. Entonces empezó a criticar a Raúl Castro como Ministro de las Fuerza Armadas porque había demorado el traslado de los cuarteles al campo.  Raúl trató de justificar la demora y entonces lo mandó a callar con malas palabras.  Raúl  trató de defenderse y lo aplastó con insultos. Raúl salió llorando a lágrima viva por la humillación, iba llorando con la cabeza baja.

Yo me di cuenta que aquello era muy serio.  Allí estaba toda la dirigencia revolucionaria.  Me puse de pie y dije “nosotros en la Sierra éramos una sola voluntad, ahora que estamos con la responsabilidades del poder esto nos obliga a actuar de forma que sigamos siendo una sola voluntad.”

Fidel se quedó como un minuto en silencio.  Entonces dijo “continuemos”.

Carlos Franqui estaba allí y cuando yo estaba preso se atribuyó la aclaración, pero cuando salí de prisión me dijo “Huber había que contar lo que pasó y yo no creí que sobrevivirías.  Espero que me entiendas y me perdones”.  Por supuesto que lo entendí.

En realidad Fidel aprovechó la ocasión para aplastar a Raúl y que todo el mundo le cogiera miedo.

Cuando terminó la reunión, Fidel me llamó y  me dijo “Huber, voy a hacer un recorrido por Latinoamérica, confío en tí, vigílame a Raúl”.  Era otra forma de hacerme creer que yo era importante, pero ese juego no iba conmigo.

En cuanto al temor de Raúl, eso era conocido. Raúl tenía fama de cobarde entre todos sus oficiales.  Raúl nunca iba a un combate. Una vez cuando le dijeron que venía el Ejercito le dijo a su chofer (Maro): “Óye, vámonos de aquí, arriba, vámonos”.  Maro contaba que como a la hora de huir de la Maya, le dijo a Raúl: “¿Qué hacemos? Aquí no van a llegar los guardias”.

Pero a Raúl le gusta ser radical y mandar a matar a la gente de noche.   Fidel Castro es un matón y Raúl un radical que mata de noche

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Wenceslao Cruz

21 de octubre, 2023

Esta conferencia conmemora el 64 aniversario de la protesta del comandante Huber Matos Benítez en contra de la dictadura castrista. Este caso representa la primera protesta nacional cívica contra el castrismo y marcó el comienzo de un largo presidio de dos décadas para Huber Matos.

Expositores: Ángel de Fana, Rogelio Matos Araluce, Pedro Corzo y Julio M. Shiling

Conferencia «Protesta Cívica y Arresto de Huber Matos» 64 Aniversario


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Tomado de https://www.martinoticias.com

Carta de Renuncia de Huber Matos

Camagüey, octubre 19 de 1959

Dr. Fidel Castro Ruz

Primer ministro

La Habana

Compañero Fidel:

En el día de hoy he enviado al jefe del Estado Mayor, por conducto reglamentario, un radiograma interesando mi licenciamiento del Ejército Rebelde. Por estar seguro que este asunto será elevado a ti para su solución y por estimar que es mi deber informarte de las razones que he tenido para solicitar mi baja del ejército, paso a exponerte las siguientes conclusiones:

Primera: no deseo convertirme en obstáculo de la Revolución y creo que teniendo que escoger entre adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo honrado y lo revolucionario es irse.

Segunda: por un elemental pudor debo renunciar a toda responsabilidad dentro de las filas de la Revolución, después de conocer algunos comentarios tuyos de la conversación que tuviste con los compañeros Agramonte y Fernández Vilá. Coordinadores Provinciales de Camagüey y La Habana, respectivamente: si bien en esta conversación no mencionaste mi nombre, me tuviste presente. Creo igualmente que después de la sustitución de Duque y otros cambios más, todo el que haya tenido la franqueza de hablar contigo del problema comunista debe irse antes de que lo quiten.

Tercera: sólo concibo el triunfo de la Revolución contando con un pueblo unido, dispuesto a soportar los mayores sacrificios... porque vienen mil dificultades económicas y políticas... y ese pueblo unido y combativo no se logra ni se sostiene si no es a base de un programa que satisfaga parejamente sus intereses y sentimientos, y de una dirigencia que capte la problemática cubana en su justa dimensión y no como cuestión de tendencia ni lucha de grupos.

Si se quiere que la Revolución triunfe, dígase adónde vamos y cómo vamos, óiganse menos los chismes y las intrigas, y no se tache de reaccionario ni de conjurado al que con criterio honrado plantee estas cosas.

Por otro lado, recurrir a la insinuación para dejar en entredicho a figuras limpias y desinteresadas que no aparecieron en escena el primero de enero, sino que estuvieron presentes en la hora del sacrificio y están responsabilizados en esta obra por puro idealismo, es además de una deslealtad, una injusticia, y es bueno recordar que los grandes hombres comienzan a declinar cuando dejan de ser justos.

Quiero aclararte que nada de esto lleva el propósito de herirte, ni de herir a otras personas: digo lo que siento y lo que pienso con el derecho que me asiste en mi condición de cubano sacrificado por una Cuba mejor. Porque aunque tú silencies mi nombre cuando hablas de los que han luchado y luchan junto a ti, lo cierto es que he hecho por Cuba todo lo que he podido ahora y siempre.

Yo no organicé la expedición de Cieneguilla, que fue tan útil en la resistencia de la ofensiva de primavera para que tú me lo agradecieras, sino por defender los derechos de mi pueblo, y estoy muy contento de haber cumplido la misión que me encomendaste al frente de una de las columnas del Ejército Rebelde que más combates libró. Como estoy muy contento de haber organizado una provincia tal como me mandaste.

Creo que he trabajado bastante y esto me satisface porque independientemente del respeto conquistado en los que me han visto de cerca, los hombres que saben dedicar su esfuerzo en la consecución del bien colectivo, disfrutan de la fatiga que proporciona el estar consagrado al servicio del interés común. Y esta obra que he enumerado no es mía en particular, sino producto del esfuerzo de unos cuantos que, como yo, han sabido cumplir con su deber.

Pues bien, si después de todo esto se me tiene por un ambicioso o se insinúa que estoy conspirando, hay razones para irse, si no para lamentarse de no haber sido uno de los tantos compañeros que cayeron en el esfuerzo.

También quiero que entiendas que esta determinación, por meditada, es irrevocable, por lo que te pido no como el comandante Huber Matos, sino sencillamente como uno cualquiera de tus compañeros de la Sierra -¿te acuerdas? De los que salían dispuestos a morir cumpliendo tus órdenes--, que accedas a mi solicitud cuanto antes, permitiéndome regresar a mi casa en condición de civil sin que mis hijos tengan que enterarse después, en la calle, que su padre es un desertor o un traidor.

Deseándote todo género de éxitos para ti en tus proyectos y afanes revolucionarios, y para la patria -agonía y deber de todos- queda como siempre tu compañero,

Huber Matos

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De los archivos del blog Baracutey Cubano

Roberto Cruzamora era el  capitán ayudante del Regimiento Ignacio Agramonte, cuando ocurrieron los hechos narrados el 21 de octubre de 1959. Recibió la condena  más larga después de la impuesta  a Huber Matos por aquellos hechos. Roberto Cruzamora compartió celda con Hubert por  7 años. 



EL 21 DE OCTUBRE DE 1959 EN CAMAGÜEY

(Camilo Cienfuegos, Fidel Castro y Húber Matos  en la mal llamada Caravana de La Libertad en enero de 1959)

Por Roberto Cruzamora *

El 21 de octubre de 1959 pudo haberse evitado la tragedia que ha agobido al pueblo de Cuba durante más de 47 años. Aquel día, en Camagüey, estaban dadas todas las condiciones para liquidar el balbuciente castrismo. Huber Matos tenía el apoyo decicido de oficiales y tropa del Regimiento Agramonte y demás escuadrones de la provincia, así como de las federaciones obreras, campesinas y estudiantiles a nivel provincial.

La opinión pública de Camagüey ya estaba recelosa de Castro y algo parecido ocurría en el resto de la isla,  incluyendo a altos dirigentes del Movimiento 26 de Julio, el gobierno y jefe militares de otras provincias, con las que conversábamos abiertamente del rechazo al cáncer del comunismo que hacía metástasis más y más en el cuerpo sano de la revoluciónn
nacionalista.

Liquidado Castro, ¿ qué habría pasado? Cierta confusión en los primeros momentos. pero ¿habría podido el a la sazón impopular sustituto Raúl Castro, resistir con éxito la sublevación del Ejército Rebelde y el estado de conciencia nacional contra la instauración del comunismo? ¡No! Muerto y denunciado el plan “melón” de Fidel, habría muerto al nacer ese monstruo híbrido estratégico de los Castro y la revolución habría vuelto  a los cauces que la originaron.

Esa fue una ocasión digna de mejor suerte protagónica. Hubo, sin embargo, ausencia total de liderazgo por parte de Huber Matos, a quién apoyé entonces sin mirar consecuencias y de lo cual aún hoy no me arrepiento, a sabiendas de que Matos fue una bandera que se deshizo entre las manos de los que la sosteníamos, estrujada y raída por el efecto erosivo del tiempo.

(Foto histórica del traslado de los detenidos en Camagüey el 21 de octubre de 1959. En primer plano a la derecha, Hubert Matos, inmediatamente detrás  de él Roberto Cruzamora. Ambos ya fallecidos)

No se puede hablar de la coyuntura histórica que analizamos sin hablar de la conducta de su principal fugura, Matos. Las coyunturas históricas marcan a sus protagonistas. Matos lleva sobre sus hombros y su conciencia la terrible carga de su actitud vacilante e irresoluta. Su carta a Fidel y la declaración grabada en su voz el 21 de octubre en horas de la mañana, leídas ambas retrospectivamente, nos hacen exclamar: ¡Ojalá que nunca las hubiera hecho! Son un largo dedo índice que lo inculpa y explica sicológicamente por qué nos ordenó a los oficiales y a la tropa que nos disparáramos “bajo ningún concepto” para evitar “derramamientos de sangre”. Esa actitud era propia de un Ghandi, no de un comandante militar defenestrado en público por Castro, quién entró en el Regimiento Agramonte rodeado de una turba que movilizó en las calles de Camagüey y con sólo unos pocos escoltas que trajo de La Habana.

El trabajo sucio de perfecto sicario lo realizó Camilo Cienfuegos. Arrestó a un Matos inerme-que intentó ser conciliador- con actitud descompuesta y peyorativa. No tuvo en cuenta siquiera que lo hacía  en la casa y delante de la familia de quien se rendía sin oponer la menor resistencia.

(Huber Matos en un acto  conmemorando el nacimiento de la República de Cuba el 20 de mayo de 1902. Foto de dos o tres años antes de fallecer)

Ahora Matos, dice que Camilo tuvo una conversación privada con él en su dormitorio. Como testigo que permaneció todo el tiempo junto a Matos, puedo jurar que esta conversación no tuvo lugar, pues Camilo nunca estuvo a solas con Matos. Dice Matos que Camilo le envió dos notas a la prisión. Como  único compañero de celda de Matos que nunca se separó de él, puedo jurar que esas notas jamás se recibieron en prisión. Hay que tener en cuenta  que en aquellos años la confianza recíproca entre Matos y y yo era notoria.

La triste realidad es que Camilo-ya en la oficina central de la Jefatura del Regimiento-llegó tan lejos en calificativos de la peor especie contra Huber Matos que no se detuvo en su ensañamiento ni siquiera después  de haberlo quebrado emocionalmente. Como si todo eso no bastara, el ataque de Camilo a Matos desde el balcón del Palacio Presidencial el 26 de octubre de 1959 puede refrescar memorias olvidadizas sobre el mito de Camilo “El Bueno”.

La memoria de José Manuel Hernández, capitán del escuadron de Florida, y el sargento José García, nos exigen moralmente desde sus tumbas que digamos la verdad, por la que ellos se inmolaron de su propia mano el 21 de octubre, en gesto de protesta digna de recordación y encomio.

*  Roberto Cruzamora era el  capitán ayudante del Regimiento Ignacio Agramonte, cuando ocurrieron los hechos narrados el 21 de octubre de 1959. Recibió la condena  más larga después de la impuesta  a Huber Matos por aquellos hechos.

(Publicado en la edición del blog Nuevo Acción, de Aldo Rosado-Tuero,  del sábado 21 de octubre del 2006)
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Otra versión de los comportamientos de   Huber Matos y de Camilo Cienfuegos  diferentes a la narrada por  por Roberto Cruzamora.
Conversando con Hubert Matos - Sobre Camilo Cienfuegos 

Parte I


Parte II


Parte III




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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano sobre un hecho muy poco conocido relacionado con Huber Matos

Según me relató Elba Pera, nacida en España, pero cubana de corazón y de crianza, la negativa de incluir a Huber  Matos  la dió su esposa  temiendo que fuera una trampa  de la tiranía Castrista para aplicarle la ¨Ley de fuga¨ a su esposo.

Elba Pera, quien informaba a la embajada española en La Habana, es una de las protagonista  de esa espectacular fuga que puso en ridículo al incipiente G-2, Seguridad del Estado, En Cuba solamente oí hablar de esa fuga de Sotús con la complicidad de Padilla,  Jefe de la Prisión,   a una persona que tuvo responsabilidades en el  Presidio de Isla de Pinos  en esa época y  que fue la misma persona que me dijo que un preso común, apodado ¨Segueta¨ era el encargado de  hacer detonar los explosivos para  explotar las circulares con presos políticos,  si el poder de la Revolución estaba en peligro.

La tiranía se cuida mucho de que no se conozcan sus fracasos en Inteligencia y Contrainteligencia.
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Tomado de http://www.nuevoaccion.com

LA VERDAD SOBRE LA FUGA DEL CAPITÁN JORGE SOTÚS


Por Calixto Campos Corona
Revista Lux
10dediciembre 2012


Transcurrían los finales del año sesenta y en la capital habanera se respiraba un ambiente tenso, que presagiaba los últimos combates que se llevarían a cabo por el control entre los seguidores incondicionales de Castro y quienes se oponían a la unidad con los comunistas.

A raíz de la voladura de los registros de la compañía de electricidad, el 30 de noviembre del año sesenta, la dictadura enseñaba sus feroces colmillos, amenazantes, contra el conglomerado de anticomunistas y fue precisamente en ese momento, cuando yo estaba más atareado en los trajines sindicalistas, que me llegó a las manos la preparación de un grupo de acción, en conjunto con un grupo de amigos, entre ellos Carlos Conde, Hilda Barrios y la Sra. Elba Pera. Recuerdo que la contraseña que utilizábamos era un anillo de compromiso, enviado al inolvidable hermano, ya fallecido, René Pérez, uno de los hombres más valerosos que he conocido en mí ya largo camino en estas luchas

El plan que debíamos ejecutar consistía en lograr una espectacular fuga de la prisión de Isla de Pinos, la del comandante Huber Matos, el capitán Jorge Sotús y varios prisioneros políticos más. En principio, René Pérez y yo deberíamos llegar a la Isla en un barco grande, en el cual embarcarían los fugitivos, después que estos lograsen huir del penal en una acción previamente combinada con el jefe del mismo, capitán Ramón Padilla, ya fallecido, quien fuera uno de los asaltantes del cuartel Goicuría, al igual que mi hermano de luchas René L. Díaz, lo que valió para sellar nuestra amistad.

Quisiera aprovechar la oportunidad para aclarar algunos aspectos sobre la negativa del comandante Huber Matos a participar en la fuga. Su posición fue de una abnegada justicia, ya que para poder llevar a cabo su fuga, el capitán Padilla habría tenido que eliminar a dos escoltas de guardia en la enfermería donde estaba confinado el comandante Matos, pues estos no respondían a su mando, sino que estaban situados allí por órdenes directas y bajo la inspección de Raúl Castro. Matos se negó a aceptar estas muertes como paso imprescindible a su liberación y así esos cubanos probablemente ignoren hasta hoy que deben la vida a la hidalguía de su prisionero.

Una noche, el capitán Padilla vino a vernos a René Pérez y a mí para informarnos que había que cambiar los planes, pues ante la negativa de Matos, el único de los comprometidos que saldría era el capitán Jorge Sotús(En la foto).

Para obtener la salida de este se efectuaría una llamada desde el despacho del entonces ministro de Gobernación, Pepín Naranjo, solicitando el traslado de Sotús para visitar a un familiar enfermo. Sotús, junto al sargento que supuestamente le custodiaba, pero que estaba comprometido en la operación, llegaron a La Habana y se instalaron en un café cerca de la Fuente Luminosa. A recogerlos allí partieron varios compañeros, entre ellos Hilda. Con ella fue hasta nuestro escondite. Su llegada fue uno de los momentos más emocionantes y cargados de tensión que recuerdo. Éramos amigos y no era difícil estar orgulloso de la amistad con un hombre que, en el grave peligro en que se encontraba, no cesaba de preocuparse por sus compañeros y la situación imperante en el país

La ola represiva que se desató tras la fuga de Sotús fue impresionante. Casi todo el departamento del G-2 de Santiago se trasladó a La Habana para participar en ella. Sin embargo, no lograron dar con nuestro escondite, que se encontraba en un pent-house al costado del hotel Capri. Allí permanecimos hasta que llegó un equipo encargado de transportarnos al exterior, pero el capitán Sotús partió solo, ya que Padilla, el sargento y yo, decidimos permanecer

En aquellos momentos la lucha hacía imprescindible mi permanencia en Oriente, pues se planeaban alzamientos y sabotajes en la provincia, siendo yo parte del M.R.R., por lo que dejé a Padilla, a quien no volvería a ver, en La Habana y me trasladé a Santiago, donde se comenzaban a barajar las posibilidades de efectuar algunos alzamientos en distintas partes de la provincia oriental.

Padilla logró asilarse en la embajada de Uruguay, desde donde le envió una carta a René L. Díaz, en la que me pasaba una nota en la que hacia jocosa mención al hecho de que la escribía con una pluma Parker de mi propiedad. Ya en esos momentos yo me encontraba en el exilio, pues Girón había fracasado y yo había tenido que escapar de Cuba a través de la Base de Guantánamo. Meses después nos llegó la noticia de su extraña muerte en los jardines de la embajada, la que ha quedado sin aclarar, al igual que varias otras relacionadas todas con el "caso Sotús".

Para quienes no conozcan la historia del capitán Jorge Sotús, podemos decirle que, junto a Frank País, fue uno de los creadores del movimiento revolucionario en Oriente. Cuando se efectuó el alzamiento del 30 de noviembre, fue el único capitán que cumplió sus metas, tornando la policía marítima y la aduana del puerto de Santiago de Cuba. Posteriormente fue él quien dirigiera las tropas de refuerzo que, desde Santiago, se dirigieran a rescatar a los expedicionarios del Granma tras su desastroso desembarco. Fue precisamente al llegar a la Sierra, que se produjo un incidente que marcaría la relación de Sotús con Castro y su lugarteniente Guevara, pues el argentino, enviado por Fidel, le pidió a Sotús que le entregara el mando de la tropa y las armas que portaban, a lo que este se negó, suscitándose un altercado entre ambos y retirándose apresuradamente el llamado "Che" quien, como descargo por no haber cumplido sus órdenes, le planteó a Fidel que no se había hecho cargo de las tropas "porque Sotús lo quería matar".

Sotús participó en el primer gran combate que se efectuó en la Sierra, "El Uvero". Según la historia escrita bajo la orientación de Castro, el héroe de esa jornada fue Almeida, pero quienes participaron en ella saben que fue realmente Sotús, quien obrando solo, eliminó el nido de ametralladoras que por su ubicación y efectividad impedía el avance de las tropas revolucionarias, acción que posteriormente se atribuiría al favorito de los hermanos Castro.(En la foto de la izquierda, el capitán Jorge Sotús y Juan Almeida en la Sierra Maestra)

La estancia de Sotús en la Sierra era fastidiosa para Fidel, pues el compromiso de aquel era con los revolucionarios de Santiago y no con los Castro. Pero como no podía eliminarlo sin crear una ruptura con Frank País, hombre imprescindible en sus planes del rnomento, tuvo que mantenerlo allí hasta que, en la primera oportunidad, se las ingenió para enviarlo al exilio, a "coordinar las operaciones de envíos de armas y abastecimientos, en las que la presencia de un hombre de acción corno él, era sumamente valiosa"

Así partió Sotús de la Sierra y su posterior relación con Castro estuvo matizada por la arremetida del comandante contra él y el capitán Lester Rodríguez, cuando ambos solicitaron autorización para firmar el unitario "Pacto de Montreal".

Al triunfo de la Revolución fue nombrado a la jefatura táctica de Oriente, junto al comandante Pena, quien desaparecería algún tiempo después, en circunstancias nunca aclaradas.

También Sotús murió en circunstancias extrañas, ya en el exilio, cuando fue electrocutado de una manera no explicada, mientras trabajaba en la reparación de barcos. Su entierro fue una muestra de dolor, acudiendo a él representaciones de todos los sectores.

Al recordar merecidamente a Sotús y a quienes participaron en su huida de las ergástulas de la tiranía, hemos querido destacar la memoria de un grupo de aguerridos combatientes anticomunistas, todos muertos en extrañas circunstancias, y la explicación de cuyas muertes obra quizás en los archivos secretos de la seguridad estatal del régimen castrista.
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Nota de Aldo Rosado-Tuero:
 Unos días antes de la trágica muerte de Jorge Sotús, me lo encontré, precisamente al lado del astillero en que trabajaba calafateando barcos. Manolo Ray, después de su fracasado intento de cumplir lo que había prometido de desembarcar en Cuba, ante una fecha dada, le pasó el barco Venus al Comandante Nino Díaz, quien por aquellos días firmó un pacto con el Movimiento Nacionalista Cristiano que yo dirigía. Con tal motivo un buen grupo de militantes y yo participábamos en la reparación del Venus, que estaba fondeado en el río Miami cerca del lugar donde trabajaba Sotús. Un día al salir del Venus para ir a almorzar, me encontré en la acera con Sotús. Conociendo de su larga historia de lucha, no solo dentro de Cuba antes y después de 1959 y de su fuga, sino de sus misiones cumplidas desde el exilio en contra del castrismo, entusiasmado le hablé de los planes que teníamos una vez estuviese El Venus reparado y listo para volver a navegar. Jorge me felicitó por el entusiasmo que yo mostraba, pero me dijo que por ahora permanecería tranquilo trabajando, pues ya tenía una hija de quien cuidar y quería preservar la vida hasta que se hija creciera un poco más.

Unos pocos días después, al ir a ayudar en las reparaciones del Venus, me sorprendió ver el área de río acordonada con varios carros policíacos y cintas amarillas. Al preguntar me dijeron que alguien se había electrocutado en el muelle de al lado. Al poco rato me enteré que el fallecido era Jorge quien, según se afirmó, había resultado electrocutado al estar calafateando un barco con un martillo eléctrico, que al parecer tenía uno de los cordones pelados y como había llovido bastante, el cordón hizo contacto con un charco de agua, matando a Jorge.

Para mí, esa muerte fue muy sospechosa, pues Sotús era una persona muy cuidadosa como para no ver ese peligro y a todos nos constaba que Fidel le temía en grado sumo y que él estaba marcado por los asesinos de la tiranía castrista.
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Wenceslao Cruz
Feb 27, 2014
Conversatorio con el comandante Huber Matos organizado por el InterAmerican Institute for Democracy el 2 de septiembre de 2010. Huber Matos relató anécdotas y experiencias que tuvo junto a Fidel Castro, "Che" Guevara, Camilo Cienfuegos y otros guerrilleros.

Conversando con Huber Matos 

Parte I




Parte II


Parte III (cobardía de Fidel y de Raúl Castro)


Parte IV





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