viernes, marzo 29, 2024

Pablo Díaz Espí: Raúl Rivero: el cubano total. La celda de castigo en la que Fidel Castro lo encerró tras la primavera de 2003 lo acompañó para siempre.

 Tomado de https://diariodecuba.com/

Raúl Rivero: el cubano total

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Raúl Rivero cayó preso en La Habana y nunca más volvió a vivir en libertad. La celda de castigo en la que Fidel Castro lo encerró tras la primavera de 2003 lo acompañó para siempre.

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Por Pablo Díaz  Espí

Madrid

07 noviembre 2021

Raúl Rivero cayó preso en La Habana y nunca más volvió a vivir en libertad. La celda de castigo en la que Fidel Castro lo encerró tras la primavera de 2003 lo acompañó para siempre. La cerradura de la reja tapiada con una plancha de metal chirrió también en el exilio, la huella de Canaleta lo mismo en Madrid que en Miami.

Aislado, Raúl se abandonó a sí mismo hasta prolongar, más tarde, las costumbres a las que lo llevó el encierro: dejó de moverse y de asearse, convivió con sus pies y sus tobillos tumefactos, renunció a planes, amigos y médicos, a tratarse la verruga que, con aspecto de coliflor, le brotó bajo el ojo izquierdo, secuela de la letrina por la que cada noche lo visitaban las ratas, y del hilacho de agua podrida que le regalaban cinco minutos al día, a lo largo de una pared inmunda, tatuada de mensajes desesperados.

Mientras la verruga crecía, se entregó a la espera, a la actitud de que cada día era, en realidad, un tiempo que ya no le correspondía ("La nada es este cuchillo / sin hoja y sin empuñadura").

Solo su generosidad impidió que perdiera también el interés por quienes le rodeábamos. Roto por dentro, me consta que los ratos de alegría que nos concedía lo dejaban hundido. Sin que lo confesara nunca, pues perteneció a ese mundo ya casi extinto en el que quejarse no era lo que se esperaba de los hombres.

En abril de 2005 nos reencontramos en la zona de protocolo del aeropuerto de Barajas, en Madrid. La presión internacional había obligado al régimen a excarcelarlo con una "licencia extrapenal" por motivos de salud. La Seguridad del Estado lo hostigó hasta el último minuto. Salió de Cuba en secreto. Pidió a las autoridades españolas que yo estuviera en el aeropuerto. Lo vi llegar junto a su esposa Blanca y su hija Yeni, empujando él la silla de ruedas en la que venía postrada su madre. Un grupo frágil, vapuleado y asustado. Sus primeros pasos en el exilio, tan inseguros como los del Padre Varela en el invierno neoyorquino de 1823, aunque en aquel salón de Barajas no hubiera hielo ni peligro de resbalar.

Apareció la prensa. Hubo preguntas y declaraciones de rigor. Luego nos dirigimos a un apartahotel discreto, en la esquina de mi casa, donde pudieran descansar y reponerse, los teléfonos desconectados, instrucciones precisas en la recepción. Almorzamos jamón y fruta. Por la noche fuimos a comer a un restaurante madrileño con varios miembros del ejecutivo español. Un camarero se acercó a la mesa y recitó a gran velocidad los platos fuera de carta. Blanca dio un salto en su silla.

"¡Un loco!", me dijo al oído. Tuve que calmarla, explicarle que la reducción de Pedro Ximénez o la merluza a la donostiarra no eran parte de un dislate.

El sábado, a la hora exacta de la muerte de Raúl en Miami, yo estaba en ese mismo restaurante, al que nunca más había vuelto. Tuve que irme. Lloré sin rumbo por el Madrid de los Austrias, tratando de recordar aquel poema suyo que dedicó a Milena, a Violeta Rodríguez y a mí, cuando nacimos. "Los hijos de mis amigos", creo que se llamaba.

Fumador empedernido, enamorado del barroco y del Siglo de Oro, siempre vi a Raúl Rivero como una especie de cubano total.

Su memoria y sus vivencias contenían toda la isla. El periodismo y la poesía lo hicieron bilingüe, le dieron herramientas para lo tangible y lo intangible; conoció la república y la revolución; el campo y la ciudad, los cuentos de los guajiros y las noches de farra; las luces de la farándula y la oscuridad de los solares; la radio y la TV; el soneto, la décima y el punto; las bromas nocturnas de las jóvenes redacciones noticiosas y literarias; el comunismo y la relación con Moscú, donde fue corresponsal de Prensa Latina; la vida de Nicolás Guillén, en la intimidad y como apparátchik que se escondía y excusaba cuando el poder lo reclamaba para alguna abyección.

Hasta que en 1991 dijo basta. Entonces firmó la Carta de los Diez, que reclamaba libertad para los presos políticos y cambios democráticos, y asumió las consecuencias.

("Ocho policías / en mi casa / con una orden de registro / una operación limpia / una victoria plena / de la vanguardia del proletariado /que confiscó mi máquina Cónsul / ciento cuarenta y dos páginas en blanco / y una papelería triste y personal / que era lo más perecedero / que tenía ese verano.")

En 1995 fundó la agencia de noticias CubaPress, y se convirtió en pionero del actual periodismo independiente cubano. Estigmatizado, apartado de las instituciones y abandonado por amistades que no querían contaminarse, guió a los primeros reporteros, comenzó a airear una realidad que muy pocos se atrevían a denunciar.

En la primavera de 2003 fueron a buscarlo a su casa de Centro Habana, en medio de una oleada represiva que acabó con 75 periodistas y activistas detenidos. Hay una foto de la patrulla que se lo lleva, rodeada de vecinos desarrapados. Igual que al resto, lo juzgaron en cuestión de días. Él pensó que era el fin cuando, durante el proceso, en la modorra de una sala repleta de esbirros, sin prensa extranjera ni garantías, los jueces cabeceaban y la fiscalía hablaba de traición a la patria ("lo pavoroso del asunto / no es que yo haya querido / dar mi vida un día / sino que ahora / me la quieren quitar").

Finalmente, la condena fue de 20 años.

Empezaron entonces los viajes de Blanca a la prisión, nuestros mensajes en clave.

Tras la celda de castigo, lo peor resultó el enorme tornillo que, cada noche, cerraba la reja de la galera. Hacía falta una llave pico de loro para abrirlo y cerrarlo. A veces la llave se perdía. "El día que haya un incendio aquí, nos morimos", me dijo una vez.

Allí vio a los presos inyectarse petróleo y excremento, cortarse las venas, tragarse alambres y sacarse los ojos.

Pero su prisión fue un error táctico del régimen. Su presencia entre los presos de la Primavera Negra hizo más fácil la campaña internacional por la liberación de los 75. Entonces pasamos una semana al teléfono, llamando sin parar a intelectuales, artistas y políticos de todo el mundo, solicitándoles sus firmas y su apoyo. Recuerdo con especial agradecimiento la implicación de la periodista Rosa Montero, el soporte sin matices de gente como los directores de cine Fernando Trueba y Pedro Almodóvar, o de los escritores Günter Grass y Antonio Tabucchi, quien me llamó de madrugada, tan pronto oyó el recado que le había dejado horas antes.

Cuando Raúl llegó a Barajas nos abrazamos, y con él se reforzó la presión por la libertad de los demás, que finalmente consiguieron el activismo de las Damas de Blanco y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, ambos premios Sajarov del Parlamento Europeo.

Los años que Raúl, Blanca y Yeni pasaron en Madrid, estuvimos muy unidos. Fueron los años en los que se concibió y nació Diario de Cuba, en los que visitamos Segovia y Sigüenza y bebimos whisky y cantamos en el Tony 2. Sin embargo, puesto que a Raúl le costaba cada vez más salir y tener gente a su alrededor, nunca concretamos los planes de ir a Moguer, el pueblo natal de su querido Juan Ramón Jiménez.

Por último, no sería justo, en un texto sobre Raúl Rivero, dejar de mencionar el rasgo más marcado de su personalidad: su ingenio, su humor.

Nunca conocí a nadie tan gracioso, y este es un juicio compartido por muchos de quienes lo rodearon.

Las anécdotas serían infinitas, por lo que solo referiré una:

Escasos días después de su llegada a Madrid, fuimos invitados a un festival de literatura en Molde, Noruega. Hicimos escala en Amsterdam. Con su piel cetrina, su pelo blanco, cortado a lo Príncipe Valiente, su actitud reservada, la cadenita de oro siempre a la vista sobre el pecho abierto, su traje plateado, su inmensidad y su baja estatura, Raúl resaltaba en la fila de nórdicos que esperaba para abordar el avión como un patriarca gitano de regreso a su clan. Unos policías se acercaron y, discretamente, lo invitaron a apartarse.

Inmediatamente uno de ellos empezó a cachearlo, de una manera tan enfática que debí mirar a mi alrededor, buscando la cámara oculta de un programa de televisión. Nunca había visto nada igual. El agente, joven y delgado, tuvo que abrazarse a la inmensidad tonelística de Raúl mientras lo manoseaba, metiéndole las manos por dentro del saco y la camisa.

No fue todo.

Acto seguido se arrodilló ante él y le introdujo las manos y los brazos por las perneras del pantalón hasta la altura de los muslos, moviéndolas con fruición, de tal modo que una ventolera muy particular, en el ambiente tranquilo de la terminal aérea, parecía cebarse exclusivamente con Raúl. Luego, aquel Eolo de uniforme, aún arrodillado, le zafó el cinturón, que le quedaba a la altura de la cara, se lo quitó, y pasó a cachear el área de la cintura, abrazándole una vez más.

Casi perdemos el avión. Debimos correr para llegar a tiempo. Yo estaba entre apenado y molesto por el percance. No hablé.

Fue Raúl quien, tan pronto nos sentamos, muy serio, dijo: "y no me dio ni un besito. Ni su teléfono. Lo extraño."

Aquella tarde llegamos a Molde, y en la noche leería, entre otros poemas conversacionales, estos versos:

"La patria puede ser también

la nieve en tu ventana

no por nieve

¡patria porque la miras!"

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Nota del Bloguista de Baracutey Cubano


En Cuba me leí, en su primera edición y publicación,  el libro de Luis Conte Agüero con las  cartas  de Fidel Castro y en él estaban las FOTOCOPIAS  de dichas cartas. Hace unos pocos años se volvió a publicar, pero ahora en el Exilio, ese libro, al que se le agregó los textos de esas cartas traducidos al idioma Inglés.
Tengo entendido que la que pide el divorcio es Mirta Díaz-Balart. Hay dos versiones sobre eso:
1.- Cuando al ver a su hermana Mirta sufriendo por la cárcel de Fidel, Rafael Díaz-Balart (entonces viceministro de Gobernación) le muestra una carta o la dedicatoria en un libro que le regaló Naty Revuelta a  Fidel Castro de la que se podía inferir una relación amorosa entre ambos. Muy poco después de la salida de Fidel Castro, y todos los Moncadistas,  de la prisión el 15 de mayo de 1955 (por  la amnistía general y por ser el Día de las Madres  de ese año) sería engendrada Alina Fernández Revuelta (nacida el 19 de marzo de  1956), que fue años después reconocida ¨extraoficialmente¨ como su hija.
 
 2.- Que Fidel Castro se confundió en los sobres de cartas respectivas a Naty Revuelta y a su esposa Mirta Díaz-Balart y que Mirta conoció  del engaño de Fidel Castro con Naty Revuelta. En el tiempo en que Fidel Castro era novio de Mirta tenía una relación amorosa con  María  Amparo Laborde, una doméstica,  de la que nació Jorge Ángel Castro Laborde el 23 de Marzo de 1949, el verdadero primogénito de Fidel Castro y no ¨Fidelito; la boda de Fidel y Mirta fue el  11 de Octubre de 1948. El primogénito de Fidel Castro es Jorge Ángel, el cual fue engendrado 3 ó 4 meses antes de que Fidel se casara con Mirta. Otra versión de la confución de las cartas  es que una alta autoridad del Presidio Modelo cambió los sobres; esa persona fue fusilada después del triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, pese a las facilidades y comodidades  que se les dió a Fidel y al resto de los Moncadistas en el Presidio Modelo de Isla de Pinos.

Fidel Castro inicialmente fue encarcelado junto al resto  de los Moncadistas en el Presidio Modelo de Isla de Pinos pero posteriormente, producto de una vociferante protesta  por la visita de Fulgencio Batista o Hermida,  Ministro de Gobernación,  al centro penitenciario, fue trasladado a una  muy amplia y ventilada  ¿celda? donde habitaba él solo y se podía hasta cocinar lo que compraba en la cafeteria del Presidio Modelo o le trajeran sus familiares y amistades.

Mario Chanes de Armas  asaltante al Cuartel Moncada que estuvo en la prisión durante el régimen de Fulgencio Batista y 30 años de prisión en las cárceles Castristas, expresó que la  prisión en el régimen de Batista era el Paraiso comparada con la prisión en las cárceles Castristas, que era el Infierno.

Para ver un estudio comparativo entre los regímens de Batista y Fidel Castro desde el punto represivo pueden leer mi artículo BREVE ESTUDIO COMPARATIVO DE LAS MUERTES, PRISIONES Y PRESOS DURANTE LAS DICTADURAS DE FULGENCIO BATISTA Y DE FIDEL Y RAÚLCASTRO, publicado en el número 42 de la Revista Hispano Cubana, publicación de la Fundación Hispano Cubana.

Los subrayados y las letras en ¨negritas¨ son mios.

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Tomado de http://profesorcastro.jimdo.com/




El preso Fidel Castro Ruz recibe la visita de su hijo en el Presidio Modelo de Isla de Pinos


 CARTAS DE FIDEL CASTRO DESDE LA PRISIÓN DE ISLA DE PINOS

Por Manuel Castro

El 26 de julio de 1953 se produjo el ataque al cuartel Moncada en Santiago de Cuba, organizado y dirigido por Fidel Castro Ruz. El ataque resultó un desastre en el que murieron más de 60 hombres, pero convirtió el nombre de Fidel en una palabra familiar en Cuba.
Fidel Castro fue sentenciado a cumplir quince años en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, pero solo cumplió 22 meses, gracias a la amnistía que decretó el tirano Batista.
Fidel Castro entró al Presidio Modelo el 17 de octubre de 1953. Él y sus compañeros asaltantes fueron alojados en la enfermería; podían cocinar y todos los días tenían derecho al patio. La cárcel le fue productiva: Leía incesantemente y escribió cientos de cartas, además de los artículos que publicaba en la revista Bohemia. En una de sus cartas, Fidel dice: “Me estoy dando ya dos baños al día ‘obligado’ por el calor”. “Hace poco preparé un bistec con jalea de guayaba”. “Cuando cojo el sol por la mañana en short y siento el aire de mar, me parece que estoy en una playa”.
Veintiuna de dichas cartas fueron publicadas en Cuba en 1959 en un volumen editado por su amigo y asiduo corresponsal Luis Conte Agüero, quien rompió con Fidel Castro poco después y se exiló en Miami en 1960. Casi inmediatamente comenzó en Cuba el asesinato de la reputación de Conte Agüero, a quien se le empezó a llamar en los medios castristas como “la mulata del fuego”.
Un análisis de los extractos de sus cartas que aparecen a continuación muestra que aunque Fidel Castro se presentaba como un joven revolucionario idealista –así engañó al pueblo cubano-, ya se avizoraba en él al despiadado tirano en que se convertiría durante el siguiente medio siglo, así como su homofobia -preludio de la persecución a la que sometería a los homosexuales durante varias décadas.
Marzo de 1955.
A Luis Conte Agüero:
No estoy interesado en lo más mínimo en hacer cambiar de opinión al régimen para que firme la amnistía; esa no es para nada mi preocupación. En lo que estoy interesado es en demostrar la falsedad de sus posiciones, la insinceridad de sus palabras, la maniobra baja y cobarde que están llevando a cabo contra los hombres que se encuentran encarcelados por oponerse a él.

Han dicho que son generosos porque se sienten fuertes; pero en realidad están llenos de deseos de venganza porque se sienten débiles...

Habrá amnistía cuando haya paz. ¿Con qué autoridad moral pueden hacer semejantes propuestas hombres que han pasado los tres últimos años proclamando que llevaron a cabo el golpe para traer la paz a la República? Así que no hay paz, así que el golpe no trajo la paz...

“La mejor prueba de que no existe dictadura es que no hay presos políticos,” dijeron durante muchos meses; en la actualidad están desbordándose tanto las cárceles como el exilio y por lo tanto ellos no pueden decir que vivimos bajo un régimen democrático y constitucional. Sus propias palabras los condenan.
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Diciembre 12 de 1953.
A Luis Conte Agüero:
Voy a pedirte un favor. Redacta un Manifiesto para el pueblo en concordancia con el contenido de la presente carta. Fírmalo en mi nombre y llévaselo a Mirta. Ella tratará de hacerlo publicar... Hemos decidido que no tendremos Navidad: no tomaremos ni siquiera agua en esa fecha como señal de luto. Haz que se sepa, porque creo que de esta manera el objetivo será más noble y más humano. No tiene sentido que prisioneros como nosotros aspiremos a las alegrías de la Navidad (…)
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Abril 17 de 1954.
A Melba Hernández:
Primero: no podemos abandonar la propaganda ni por un instante, porque es el alma de nuestra lucha. La nuestra debe tener su propio estilo y estar a la altura de nuestras circunstancias...

Segundo: debemos coordinar el trabajo entre nuestra gente aquí y la del exterior. Con este propósito, organiza un viaje a México lo antes posible... Tenemos que reflexionar con cuidado acerca de cualquier proyecto de cooperación con otros, pues de lo contrario simplemente tratarán de aprovecharse de nuestro nombre. “Saber esperar, decía Martí, es el gran secreto del éxito”.

Tercero: mantengamos hacia todos un trato engañosamente suave y una sonrisa. Sigamos la misma estrategia que adoptamos durante el juicio; es decir, defender nuestros puntos de vista sin provocar resentimientos. Ya habrá tiempo más tarde para aplastar las cucarachas todas juntas. No se descompongan ante nada ni ante nadie; después de todo no perdimos el ánimo en los momentos más difíciles.

Un último consejo: cuidado con la envidia. Cuando alguien cuenta con gloria y prestigio como ustedes ahora, los mediocres encontrarán fácilmente motivos o pretextos para sembrar sospechas. Acepten ayuda de todos; pero recuerden que no se puede confiar en nadie.
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Junio 19 de 1954.
A Luis Conte Agüero:
Aquí me paso la vida leyendo y practicando el autocontrol. Me siento realmente mejor cuando no leo los periódicos; la politiquería y la obsecuencia que veo por todas partes me producen ataques de ira.
Si alguien ha visto su paciencia puesta a prueba, ese soy yo. Hay ocasiones en que paso horas luchando contra el deseo de explotar, de declararme en huelga de hambre y sin probar bocado hasta que me saquen de aquí o me maten, lo cual no sería para nada imposible. Estoy convencido de que quieren provocarme a toda costa y yo ignoro sus intenciones... Luis, yo pienso que tenemos que organizar, tan pronto como sea posible, una campaña sistemática y creciente contra esta ultrajante situación en la que me encuentro... Este es el momento más favorable psicológicamente debido a una serie de eventos... El Ministro de Gobierno se ha comportado como lo que es: un perfecto afeminado; se ha plegado a todos los caprichos de los militares y se ha dedicado a enriquecerse desvergonzadamente... Recuerda a Catón, quien terminaba siempre sus discursos pidiendo la destrucción de Cartago (...)
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Cuando salió a la luz pública que Mirta, su esposa, había aceptado en secreto que su hermano Rafael Díaz Balart –viceministro de Gobierno– le pagara un modesto estipendio a través de su oficina, Fidel Castro insistió en que Ramón Hermida –el Ministro de Gobierno– quería manchar su nombre.
A Luis Conte Agüero:
Esta es una maquinación en mi contra: la más infame, más indecente, más vil e intolerable. Mirta es demasiado ecuánime como para haber permitido que la sedujera su familia, aceptando aparecer en la nómina del gobierno, independientemente de su situación económica. Estoy seguro de que ha sido miserablemente calumniada (...)

Sólo un afeminado como Hermida, en el nivel más bajo de la degeneración sexual recurriría a semejantes métodos, cargados con tan inconcebible indecencia y falta de virilidad. Ahora ya no me cabe duda de que la declaración atribuida a mí acerca de que soy bien tratado ha sido obra suya.

No quiero convertirme en un asesino cuando salga de esta prisión. ¿No tiene honor un prisionero político? ¿Puede un prisionero político ser ofendido de este modo? ¿No tiene un prisionero retar a duelo cuando sale de prisión? ¿Tiene uno que comerse la bilis de la infamia en la impotencia y desesperación del confinamiento?

Estoy dispuesto a retar en duelo a mi cuñado en cualquier momento. Lo que está en juego es el buen nombre de mi mujer y mi propio honor de revolucionario.
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Posteriormente, al demostrarse que Mirta Díaz Balart estaba recibiendo ayuda de la tiranía batistina, Fidel Castro demanda el divorcio y orquesta una campaña de tierra arrasada para obtener la custodia exclusiva de su hijo, Fidelito, en esta carta dirigida a su media hermana Lidia.
Noviembre 29 de 1954.
A Lidia Castro Argota:

Me hace muy feliz que me hables del divorcio y ante todo que me digas que será ejecutado siguiendo estrictamente mis instrucciones. Acerca del niño, me mantengo en mi punto de vista y a la primera oportunidad, inmediatamente después de que se efectúe la demanda, le insistiré a la Corte para que solicite su retorno a Cuba para que atienda el colegio de modo consistente con mi pensamiento...

Me molesta inclusive la idea de que mi hijo duerma una noche más bajo el mismo techo que cobija a mis más despreciables enemigos y que reciba en sus mejillas inocentes los besos de esos miserables Judas. He soportado las agresiones de ellos con la misma fuerza con la cual les exijo reparación; he padecido la injustificable e imperdonable ausencia de mi hijo con la misma resolución con la cual lo rescataré a cualquier costo. Ellos lo saben ¡o por lo menos deberían saberlo! Supongo que saben que para robarme a ese niño tendrán que matarme primero –y ni así–. Pierdo la cabeza cuando pienso en estas cosas.
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La supuesta crueldad del presidio político de Fidel Castro.

Por  José Álvarez Ph. D.

Fidel Castro comenzó a construir una historia falsa sobre su cautiverio aún antes de ingresar en el Presidio Modelo. Casi al comienzo de su alegato jurídico, al referirse a sus compañeros ya condenados, el joven abogado dijo: “A Isla de Pinos se les envió, en cuyas circulares mora todavía el espíritu de Castells y no se ha apagado aún el grito de tantos y tantos asesinados…” Su famosa auto-defensa la cerró con la siguiente predicción: “En cuanto a mí, se que la cárcel será dura como no lo ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento… Condenadme, no importa, ¡la historia me absolverá!

Ha descrito el escenario que le espera antes de vivir esa supuesta realidad. Pero, ¿moraba aún en ese presidio el espíritu del comandante Pedro Castells, su jefe durante la dictadura de Gerardo Machado? ¿Estuvo su estadía “preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento”? Dejemos que sea el propio Fidel Castro quien nos describa su vida en el penal

Su entrada en el Presidio Modelo se produjo el 17 de octubre de 1953. Un historiador residente en la isla, describe que “Fidel penetró en el pabellón [número] uno del hospital-prisión donde estaban sus compañeros encarcelados.” Es decir, los moncadistas no estaban alojados en las temibles “circulares” sino en una dependencia del hospital. La diferencia entre lo virtual y lo real es tan abrumadora que el cronista oficial se ve forzado a suprimir los siguientes párrafos de una carta de Fidel Castro que, sin embargo, cita para otros propósitos. La carta de Castro se refiere al lugar que habita y fue escrita el 22 de diciembre de 1953:

(Principio y Fin del Mito Fidelista, libro de José Álvarez)

Habitamos una galería de unos 40 m de largo por 8 de ancho, situada en un ala de la enfermería, un edificio grande de planta baja…; el piso, de granito de mármol. Cuarto de baño en un extremo, y al otro una pequeña repisa de mármol que hace de cocinita para café, etc. De un extremo a otro, dos hileras de camas alineadas en perfecta formación; son 27 en total y ahora, con los mosquiteros, semejan tiendas de campaña donde nos protegemos del ejército de moscas y mosquitos que hasta recientemente nos tenían sometidos a la impotencia. Patio interior de unos 20 m por 12; alrededor de todo el patio un portal amplio sostenido por columnas, con piso de granito también. Junto a la puerta de salida al patio, en el portal, dos mesas largas para almorzar y comer, las que utilizamos también para dar clases. El paisaje exterior no se ve por ninguna parte; todas las ventanas están a más de 9 pies de altura. Tenemos derecho al patio de 10 a 10 y 30 a.m. y de 1 a 4 p.m.

En cuanto al horario que llevan en prisión, escribe: “Sintetizando: a las 5 y 30, desayuno; a las 8, clases hasta las 10 y 30 am.; 10 y 45, almuerzo; 2 pm., clases de nuevo hasta las 3; recreo hasta las 4; 4 y 45, comida; 7 a 8 y 15, clases de economía política y lectura en común; 9 y 30 pm., silencio.

Las actividades educacionales y culturales eran intensas. Castro enseñaba varias asignaturas por la mañana, Economía Política por la noche y oratoria dos veces a la semana. En los aniversarios de fiestas patrióticas hacían veladas y daban conferencias. Todos los días 26 eran festivos; y los 27 eran de duelo, con reflexiones sobre el tema, sin actividades recreativas. Los días académicos abarcaban desde el lunes hasta la mitad del sábado. La escuela la nombraron “Academia Ideológica Abel Santamaría”La biblioteca contaba con 300 volúmenes, y llenaba dos libreros de madera que, junto al pizarrón, fueron ordenados al taller de carpintería por el teniente Perico.

Veamos lo que dice sobre las condiciones de vida: “Yo tengo sol varias horas todas las tardes y los martes, jueves y domingos también por la mañana. Un patio grande y solitario, cerrado por complete con una galería. Paso allí horas muy agradables. Me volveré mudo.” En otra oportunidad cuenta: “… arreglé mi celda el viernes. Baldié el piso de granito con agua y jabón primero, polvo de mármol después, luego con Lavasol y por último agua con creolina. Arreglé mis cosas y reina aquí el más absoluto orden. Las habitaciones del Hotel Nacional no están tan limpias.” En otra carta, dice: “Me estoy dando ya dos baños al dia ‘obligado’ por el calor.

Castro parece no tener problemas en comunicarse con el exterior: “[Mi esposa] Mirta te dirá el medio de comunicarte conmigo todos los días si quieres. Guarda sobre él absoluta reserva”.

Una carta del mes de junio de 1954, después de asegurar que continúa aislado de sus compañeros, revela:
Trajeron a Raúl para acá. Comunicaron mi celda (que tú viste en “Bohemia”) con otro departamento cuatro veces mayor y un patio grande, abierto desde las 7 a.m. hasta las 9 y 30 p.m. La limpieza corresponde al personal de la prisión, dormimos con la luz apagada, no tenemos recuentos ni formaciones en todo el día, nos levantamos a cualquier hora; mejoras éstas que yo no pedí, desde luego. Agua abundante, luz eléctrica, comida, ropa limpia y todo gratis. No se paga alquiler. ¿Crees que por allá se está mejor? Visitas dos veces al mes. Reina ahora la más completa paz. No sé, sin embargo, cuánto tiempo más estaremos en este “paraíso”.
La alimentación era, si no preocupación constante, al menos tema recurrente en su correspondencia:
• Después de tomar café, calentico, … encendí un tabaco y me puse a escribirte.

• Como soy cocinero, de vez en cuando me entretengo preparando algún pisto. Hace poco preparé un bistec con jalea de guayaba. Hoy me mandaron los muchachos un potecito con ruedas de piña en almíbar. Y mañana comeré jamón con piña. También preparo spaghettis o tortilla de queso. Cuelo también un café delicioso. En cuanto a fumar, en estos días pasados he estado rico; una caja de tabacos H Upmann, del doctor Miró Cardona, dos cajas muy buenas de mi hermano Ramón, un mazo de un amigo y, por último, una cajita muy bonita que vino con los libros, de la cual tengo uno encendido en estos instantes.

• Tengo hambre y puse a hervir unos spaghetti con calamares rellenos… Me voy a cenar: spaghetti con calamares, bombones italianos de postre, café acabadito de colar y después un H Upmann 4. ¿No me envidias? Me cuidan, me cuidan un poquito entre todos… No le hacen caso a uno, siempre estoy peleando para que no manden nada. Cuando cojo el sol por la mañana en shorts y siento el aire de mar, me parece que estoy en una playa, luego un pequeño restaurante aquí. ¡Me van a hacer creer que estoy de vacaciones! ¿Qué diría Carlos Marx de semejantes revolucionarios?

Fidel Castro se queja a veces de lo que considera injusticias del sistema penal. Veamos si algunas de ellas se acercan a su pronóstico de castigos, humillaciones y horribles torturas: “Ya tengo luz; estuve cuarenta días sin ella y aprendí a conocer su valor. No lo olvidaré nunca, como no olvidaré la hiriente humillación de las sombras; contra ellas luché logrando arrebatarles casi doscientas horas con una lucecita de aceite pálido y tembloroso, los ojos ardientes, el corazón sangrando de indignación. De todas las barbaridades humanas, la que menos concibo es el absurdo.

El reflejo de su “cruel” encarcelamiento tuvo lugar cuando Fidel Castro dejó atrás el Presidio Modelo. Castro se dirigió al teniente Roger Pérez Díaz, jefe del Escuadrón 57, para decirle: “No podría irme sin despedirme de usted…” Y, volviéndose hacia los periodistas presentes, apuntó: “Quiero decirles que esta es una expresión espontánea y sincera, sin teatralismo porque este oficial, que es un caballero, de sobra lo merece”. Luego hizo el siguiente comentario: “Por mi parte, a pesar de todo, todavía no he aprendido a odiar. Al salir de las prisiones donde me sumió la injusticia durante 22 meses, proclamo mi lealtad a la causa de una Patria sin miseria ni despotismo…

La realidad de su encierro, aparentemente, había sido muy distinta a la pronosticada, como distinta también sería la suerte de los que morarían en esa misma prisión después de la llegada de Castro al poder absoluto. A muchos de ellos, antiguos compañeros suyos, los haría cumplir hasta el último día de sus sentencias de 20 y 30 años por delitos —o supuestos delitos— muchísimo menores que el suyo, por el que cumplió 22 meses de una sentencia de 15 años, es decir, el 12 porciento.

Un historiador cubano, al cumplirse 45 años de la excarcelación, expresó con orgullo: “En 22 meses, sus lecturas ya no podían ser contadas, exactamente. Literatos, filósofos, historiadores… Integraron una especie de curriculum de estudio y meditación en la cárcel, que de castigo había pasado a ser noviciado tiempo sabático.

Para lograr su excarcelación, las madres de los presos formaron un Comité en 1954. En su llamamiento a las “Madres de toda Cuba” se identificaban como “las crucificadas madres de los heroicos muchachos de los sucesos del día de Santa Ana”. Pedían la excarcelación de los mismos al conmemorarse otro aniversario del 20 de mayo, día de la independencia de Cuba. Cuando Fidel Castro contaba ya con 41 años en el poder, otro grupo de madres y esposas hacía la misma petición. El delito de esos presos consistía en poseer artículos que los ayudaba a ejercer su derecho a la libre expresión. La respuesta no ha sido una amnistía sino la agresión verbal y física de porristas oficiales. Son las Damas de Blanco.

Para terminar, y para que no se olvide, la diferencia entre el sistema penitenciario al que Castro fue sometido y el implantado por él una vez que se instaló en el poder, va mucho más allá de la cantidad (alrededor de 300; 600, según otros) de volúmenes de su biblioteca personal y el castigo que a veces acarrea tener escondida una Biblia en las prisiones castristas; mucho más allá que los manjares al acceso de Castro y el hambre imperante en sus prisiones; mucho más que las visitas de familiares, amistades y conyugales de Fidel Castro y la separación de sus encarcelados; mucho más que la diferencia entre un 12% y un 100% de cumplimiento de la sentencia. El límite de la diferencia está en la aspiración de José Martí a que la ley primera de la República fuera el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre.

Jose Álvarez (Antilla, Cuba) militó en el Movimiento 26 de Julio desde su fundación en 1955 hasta su disolución en 1960.  Rompió con el régimen castrista a fines de 1961. Llegó a los Estados Unidos en 1969. Obtuvo un doctorado en economía agrícola en la Universidad de la Florida, donde desarrollo una fructífera carrera académica hasta su jubilación en 2003. Es Catedrático Emérito.

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Tomado https://diariodecuba.com/

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Raúl Rivero, la Primavera Negra y la libertad en los versos: 'No, si yo no estoy llorando'

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En otro aniversario de la ola represiva que llevó a la cárcel a 75 disidentes, DIARIO DE CUBA rinde homenaje a una de sus figuras más emblemáticas.

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Por Ángeles Rosas

Madrid

23 marzo 2024 

En momentos de renovadas protestas antigubernamentales en Cuba, marzo trae otro aniversario de la Primavera Negra. La batida de Fidel Castro hace 21 años se saldó con juicios sin garantías procesales y sentencias ejemplarizantes para 75 figuras de la oposición que retaban el control del régimen. Además de los promotores del Proyecto Varela, del Movimiento Cristiano Liberación, y de la concertación Todos Unidos, los periodistas independientes, con el poeta Raúl Rivero como el más notable, fueron los principales objetivos de los represores.

El 18 de marzo de 2003 comenzaron aparatosos operativos policiales con el propósito evidente de amedrentar a la población, despliegues innecesarios para detener a opositores pacíficos y desarmados que en ningún caso ofrecieron resistencia.

Tras confiscar libros, documentos, correspondencia, ordenadores, máquinas de escribir, impresoras, aparatos de fax y otros medios de trabajo intelectual, la policía política condujo a los detenidos a su cuartel general en Villa Marista, sin que pudieran recurrir al Habeas Corpus ni establecer contacto con familiares y abogados hasta el 25 de marzo.

En esos días, Rivero tuvo en la poesía momentos de liberación. En el reverso de una plantilla de sus interrogadores escribió estrofas que DIARIO DE CUBA publica en homenaje a uno de sus fundadores. El poema, que tituló "No, si yo no estoy llorando", es un reflejo del miedo natural de aquellos días, de las duras condiciones del cautiverio, cuyas consecuencias lo acompañarían hasta su muerte.

"La poesía política suele escribirse con rabia y agudeza. En muchos de sus poemas, Raúl Rivero le añadió a esas rabia y agudeza un matiz sentimental, como en este poema escrito en el reverso de una planilla oficial. En una de las caras, el poema habla de llorar y no llorar. En la otra, la cara impresa, el totalitarismo dicta: 'Destrúyase'. Este papel, con sus dos caras, podrá ser un día una pieza esencial en la memoria de Cuba. Es poesía escribiéndose contra el totalitarismo", consideró el escritor Antonio José Ponte, vicedirector de DIARIO DE CUBA.

Sin ser del Partido Comunista, ni de los delatores Comités de Defensa, ni del único sindicato legal, ni acudir a marchas del pueblo combatiente, Raúl Rivero creyó en la Revolución.

En el semanario cultural habanero El Caimán Barbudo y en la corresponsalía de Moscú de la agencia oficial Prensa Latina empleó su talento periodístico en favor de los valores humanísticos y principios políticos aparentemente sostenidos por el movimiento que le dio el poder a Fidel Castro en 1959.

Sin embargo, como apuntó el fallecido poeta Manuel Díaz Martínez en el diario ABC, el deterioro de la fe de Rivero fue paulatino. "Determinado por la metamorfosis de ese movimiento en una autocracia de corte estalinista, fue, como en tantos intelectuales cubanos, un proceso progresivo, inexorable y doloroso. Un proceso que en Rivero no desembocó en la apatía —algo difícilmente compatible con su personalidad—, sino en un disenso frontal y público, con todas las aciagas consecuencias que esto puede tener en la granja de los hermanos Castro".

Díaz Martínez y Rivero firmaron en 1991 la Carta de los Diez, una declaración abierta dirigida a Fidel Castro, en la que ellos y otros escritores cubanos reclamaban la democratización del régimen y libertad para los presos políticos.

Cuatro años después, Rivero se convirtió en pionero del periodismo independiente cubano, al fundar la agencia Cuba Press, que se propuso desvelar esa realidad de la Isla que ocultan o mutilan los periódicos, la radio y la televisión oficiales, transmisores de la propaganda del régimen.

Entre el 7 y el 9 de abril de 2003 finalizaron los juicios de los 75 detenidos durante la Primavera Negra. Rivero recibió una pena de 20 años que llevó sobre sus espaldas hasta el último día de su vida. La condena más alta de aquella arremetida, de 28 años de prisión, fue dictada contra Luis Enrique Ferrer García, activista del MCL.

La Primavera Negra le costó caro a Fidel Castro. Evidenció el valor de la disidencia y el periodismo independiente. Mostró la cara más represiva de su régimen y su determinación de pasar por encima de los derechos civiles y políticos del pueblo cubano. Si algo consiguió, fue la repulsa de prestigiosas figuras internacionales.

El premio Nobel de Literatura José Saramago declaró al diario El País, el 14 de abril de 2003: "Hasta aquí he llegado. Desde ahora en adelante Cuba seguirá su camino, yo me quedo. Disentir es un derecho que se encuentra y se encontrará inscrito con tinta invisible en todas las declaraciones de derechos humanos pasadas, presentes y futuras. Disentir es un acto irrenunciable de conciencia. Puede que disentir conduzca a la traición, pero eso siempre tiene que ser demostrado con pruebas irrefutables. No creo que se haya actuado sin dejar lugar a dudas en el juicio reciente de donde salieron condenados a penas desproporcionadas los cubanos disidentes".

El escritor español Juan Goytisolo dijo el 16 de abril en el mismo diario: "Mi aversión a Fidel Castro es comparable a la que suscitaba en mí Sadam Hussein. Uno y otro encarnan lo peor del tradicional caudillismo árabe e hispano: control absoluto del poder, opresión, demagogia populista, supresión implacable de toda forma de disidencia, juicios sumarios de corte estaliniano... Si el primero no ha llegado a emplear gases tóxicos contra su propia población no ha sido por razones humanitarias, sino porque no necesita llegar a tal extremo: su mano de hierro es el arma disuasoria suprema".

En 2004 Raúl Rivero recibió una "licencia extrapenal" por motivos de salud, y en abril de 2005 se trasladó a España. En 2010 le siguieron 52 presos políticos que tras negociaciones internacionales cambiaron los calabozos por el exilio. 22 decidieron permanecer en la Isla.

Los que salieron fueron condenados al destierro. Regis Iglesias Ramírez, portavoz del Movimiento Cristiano Liberación, cumplió su condena de 18 años en 2021, pero el régimen le impide volver a su tierra natal. Quienes permanecen en Cuba actualmente sufren las consecuencias de su oposición frontal al régimen: Félix Navarro Rodríguez y José Daniel Ferrer García (condenados a 25 años) fueron enviados otra vez a prisión a raíz de las protestas del 11 de julio de 2021; Iván Hernández Carrillo (sentenciado a 25 años en 2003), Martha Beatriz Roque Cabello (20), Ángel Juan Moya Acosta (20), Librado Ricardo Linares García (20), Óscar Elías Biscet González (20) y Eduardo Díaz Fleitas (20), siguen ejerciendo su activismo bajo el acoso de la policía política.


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