jueves, abril 11, 2024

Camila Acosta desde Cuba: Curiosidades sobre Constitución de Guáimaro: herencia masónica y petición de anexión a EE.UU.. Pedro Pablo Arencibia Cardoso: Cartas casi siempre ignoradas del anexionismo cubano en el siglo XIX

 
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano que contiene unas palabras del prestigioso político y  destacado historiador Manuel Márquez Sterling sobre el anexionismo cubano. 
 


El anterior fragmento fue  tomado del libro de Fernando Ortiz:

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Tomado de https://www.cubanet.org/

Curiosidades sobre Constitución de Guáimaro: herencia masónica y petición de anexión a EE.UU.

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Poco después, el 11 de junio del mismo año, Carlos Manuel de Céspedes, en calidad de Presidente de la República en Armas, dicta la Circular No. 147, en la que declara la intención de entrar a formar parte de la Gran República Americana.

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Por Camila Acosta 

10 de abril, 2024 

LA HABANA, Cuba.- Este 10 de abril de cumplen 155 años de la proclamación de la Constitución de Guáimaro, la que da origen a la República de Cuba en Armas. A partir de ese día de 1869 comenzamos a ser, de hecho y de derecho, cubanos.

Pese a la trascendencia de este hecho, existen cuestiones que han sido invisibilizadas por la historiografía cubana posterior a 1959. Una es que la lucha independentista se gestó en logias masónicas del Gran Oriente de Cuba y las Antillas (GOCA), a las cuales pertenecían todos los conspiradores del Oriente del país pues llegó a ser una condición -para insertarse en las conspiraciones- el iniciarse primero en alguna de estas logias masónicas.

Al lanzar su invocación a la lucha mediante el Manifiesto del 10 de Octubre, Carlos Manuel de Céspedes expone una notable influencia masónica y liberal: “Sólo queremos ser libres e iguales, como hizo el Creador a todos los hombres (…) amamos la tolerancia, el orden y la justicia en todas las materias (…) y, en general, demandamos la religiosa observancia de los derechos imprescriptibles del hombre, constituyéndonos en nación independiente, porque así cumple a la grandeza de nuestros futuros destinos, y porque estamos seguros de que bajo el cetro de España nunca gozaremos del franco ejercicio de nuestros derechos”.

Otro de los elementos casi desconocidos por los cubanos es la herencia masónica de la Carta Magna firmada en Guáimaro.

Trece de los quince constitucionalistas de Guáimaro, eran masones: Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Alcalá, Jesús Rodríguez Aguilera y José María Izaguirre (Oriente); Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros Betancourt, Antonio Zambrana, Francisco Sánchez Betancourt y Miguel Betancourt Guerra (Camagüey); Miguel Gerónimo Gutiérrez, Eduardo Machado, Antonio Lorda, Arcadio García, Honorato del Castillo y Tranquilino Valdés (Las Villas).

Los otros dos constitucionalistas eran Antonio Alcalá y Honorato del Castillo, quienes, según algunos testimonios, se iniciaron posteriormente en la logia Independencia, una ambulante que sesionó en la manigua.

Al quedar constituido el Gobierno de la República de Cuba en Armas, los altos cargos fueron ocupados también por masones: Presidente, Carlos Manuel de Céspedes; Vicepresidente, Francisco Vicente Aguilera; Presidente de la Cámara de Representantes, Salvador Cisneros Betancourt. A su vez, muchas de las contraseñas mambisas eran adaptaciones de textos (liturgias y rituales) del GOCA.

En su libro Historia de la Masonería Cubana. Seis ensayos, el historiador cubano Eduardo Torres-Cuevas expone que, al confeccionarse “la primera constitución cubana, la de Guáimaro en 1869, las concepciones laicas, sociales y políticas enarboladas por el GOCA, se sellaron jurídicamente y dejarían una huella permanente en la historia de Cuba”.

En Guáimaro nació la primera República cubana independiente, articulada en los tres poderes: Ejecutivo, Judicial y Legislativo.

En su artículo 24, declaraba la libertad de todos habitantes de la República y, en el 28, que “la Cámara no podrá atacar las libertades de culto, imprenta, reunión pacífica, enseñanza y petición, ni derecho alguno inalienable del pueblo”. A partir de entonces, comenzamos a ser, de hecho y de derecho, cubanos.

Entre los insurrectos prevalecían dos vertientes: existían independentistas, que deseaban romper los vínculos con España y crear una República, y también anexionistas, que aspiraban a la anexión a los Estados Unidos de América. De hecho, la Constitución de Guáimaro está inspirada en la de Estados Unidos y el general Ignacio Agramonte se lanzó a la manigua con la bandera norteamericana cosida en la chamarreta.

Por entonces, también imperaba el miedo al holocausto en que podría desembocar la guerra; por otro lado, la anexión a Estados Unidos, durante décadas, se había mostrado como una opción alentadora. Por la cercanía de ese país, los procesos político-sociales que habían tenido lugar en él –como la Guerra de Independencia de las Trece Colonias (1775-1783) y la expansión socioeconómica−, constituían un símbolo de la democracia, progreso y la libertad.

Estados Unidos, además, amparaba la mayor parte de la diáspora cubana, quie había conspirado, desde años antes, por la libertad de Cuba. Precisamente, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, los masones emigrados cubanos fundan en el templo de la logia Washington No. 21, el 27 de febrero de 1870, la Asociación Cubana de Socorros Masónicos, con el objetivo de colaborar con la gesta independentista cubana.

El 29 de abril de 1869, en sesión pública y a petición del pueblo, la Cámara de Representantes de la República de Cuba en Armas acuerda comunicar y pedir la anexión a los Estados Unidos de América. En la carta dirigida al Congreso de ese país se manifiesta además que “este es realmente, en su entender, el voto casi unánime de los cubanos y que si la guerra actual permitiese que se acudiera al sufragio universal, único medio de que la anexión legítimamente se verificara, esta se realizaría sin demora”.

Poco después, el 11 de junio del mismo año, Carlos Manuel de Céspedes, en calidad de Presidente de la República en Armas, dicta la Circular No. 147, en la que vuelve a declarar la intención de entrar a formar parte de la Gran República Americana.

Pese a los esfuerzos del castrismo por reescribir la historia de Cuba a su conveniencia, no han logrado borrar sucesos como estos. Un elemento importante para saber hacia dónde dirigirnos en el camino hacia la libertad, es saber de dónde venimos, nuestra historia y herencias, que son también republicanas y masónicas.

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CARTAS CASI SIEMPRE IGNORADAS DEL ANEXIONISMO CUBANO EN EL SIGLO XIX

(Publicado en Baracutey Cubano al menos en el año 2010)


( Muy breve fragmento de mi ensayo Ecos de Una Extraña Petición,  única Mención del Concurso Vitral 2000 en el género de ensayo, concurso de la revista del mismo nombre de la Diócesis de Pinar del Río; el premio quedó desierto,  pues por las bases del concurso de haber recibido el premio se tenía que publicar )


Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

En el estudio del anexionismo cubano se ignoran muy frecuentemente las cartas proanexionistas de Carlos Manuel de Céspedes y de Ignacio Agramonte y se centraliza esa ideología en la figura de Narciso López. Algunos fragmentos de algunas de esas cartas de Céspedes se exponen a continuación:

1) A William Seward, secretario de Estado de los Estados Unidos del gobierno de Andrew Johnson, 24 de octubre 1868. Firmada por Céspedes, Pedro Figueredo, Bartolomé Masó y Francisco Maceo Osorio entre otros:

al acordarnos de que hay en América una nación grande y generosa, a la cual nos ligan importantísimas relaciones de comercio y grandes simpatías por sus sabias instituciones republicanas que nos han de servir de norma para formar las nuestras, no hemos dudado un solo momento en dirigirnos a ella, por conducto de su Ministro de Estado, a fin de que nos preste sus auxilios y nos ayude con su influencia para conquistar nuestra libertad, que no será dudoso ni extraño que después de habernos constituido en nación independiente formemos más tarde o más temprano una parte integrante de tan poderosos Estados, porque los pueblos de América están llamados a formar una sola nación y a ser la admiración y el asombro del mundo entero.68

2) Al agente del Gobierno en Armas en Estados Unidos, el 2 de enero de 1869:

V. comprenderá que en la mente de la mayoría de los cubanos, de los que se precian de conocer nuestra situación social, esta siempre fija la idea de esa anexión como último recurso para no caer en el abismo de males en que según ellos nos lanzaría una encarnizada guerra de razas; y como a eso agregan, que conocen la índole y el carácter de los dependientes de España, nacidos en América y tan dados a formar partidos y a sostener ambiciones, argumento que tiene aquí muchos partidarios que lo apoyan, es conveniente indagar el espíritu de ese Gobierno sobre el particular para poder dirigir en todo caso la marcha de los acontecimientos.69

Según Leuchsenring, en la página 120 de la obra citada, al día siguiente Céspedes demandó del Presidente Grant ayuda para arrancar la Isla de la dominación española e incorporarla como un estado más de la Unión Norteamericana .

3) Circular a los mandos, con motivo del nombramiento de Thomas Jordan, como jefe de operaciones de Camagüey; mediados de 1869.

[Cuento con] que usted con su conocimiento y su voluntad coadyuvará por cuantos medios le sugiera su amor a la patria, a que llevemos a feliz término la consolidación de nuestro gobierno, haciendo conservar el necesario equilibrio de los diferentes poderes que lo constituyen, para que mañana podamos ser dignos de entrar a formar parte de la Gran República Americana que hemos tomado por modelo, y a la cual hemos propuesto ya nuestra anexión...70

La proposición de la que se habla en el fragmento anterior es el acuerdo de la Cámara de Representantes, acuerdo aprobado por unanimidad (y posteriormente firmado por Céspedes), que planteaba:

Hacer presente al Gobierno y al pueblo de los Estados Unidos, que este es realmente, en su entender, el voto unánime de los cubanos y que si la guerra actual permitiese que se acudiera al sufragio universal, único medio de que la anexión legítimamente se verificara, esta se realizaría sin demora.71

Este acuerdo no fue entregado por José Morales Lemus, ministro de la República en Armas en Estados Unidos, al presidente Grant, pero no se puede inferir de esto que Grant desconoció de esas intenciones del Gobierno en Armas.

Existieron antecedentes de este acuerdo muy cercanos en el tiempo: las cartas de la Asamblea del Centro al presidente Grant y al general Banks del 6 de abril de 1869. De estas cartas mostraremos respectivamente un fragmento:

Parece que la Providencia ha hecho coincidir estos acontecimientos con la exaltación al Poder del partido radical que representáis, porque sin el apoyo que de ese partido aguardamos, puestos en lucha los cubanos con un enemigo sanguinario, feroz, desesperado y fuerte, si se consideran nuestros recursos para la guerra vencerán ( los cubanos ) si, que siempre vence el que prefiere la muerte a la servidumbre, pero Cuba quedara desolada, asesinados nuestros hijos y nuestras mujeres por el infame gobierno que combatimos, y cuando según el deseo bien manifiesto de nuestro pueblo, la estrella solitaria que hoy nos sirve de bandera, fuera a colocarse entre las que resplandecen en la de los Estados Unidos, sería una estrella pálida y sin valor.72

Después de agradecer a Banks la resolución presentada por él en el Congreso, la cual autorizaba al Presidente de los Estados Unidos a reconocer la independencia de Cuba, se lee:

Cuba desea después de conseguir su libertad, figurar entre los Estados de la gran República; así nos atrevemos a asegurarlo interpretando el sentimiento general . Puede Ud. estar seguro que si los E.U. no se apresuran a proporcionarnos sus valiosos auxilios, una larga guerra mantenida con un enemigo que conociendo su impotencia tala y destruye los campos que ya no volverá a poseer, ha de cubrir de ruinas nuestro hermoso país. A la gran República, como defensora de la libertad, como Nación a cuyos brazos nos lanzaremos terminada la guerra, y como protectora de los destinos de América, le corresponde en rigor, dar con su influjo un término inmediato a esta terrible contienda.73

Estas cartas pueden leerse íntegramente en el libro de Juan J. Pastrana, editado en Cuba en 1974, sobre documentos y cartas relacionados con Ignacio Agramonte, uno de los firmantes del mencionado acuerdo y de las mencionadas cartas de la Asamblea del Centro.

No obstante el contenido de las cartas citadas de Céspedes, es preciso y justo decir que el Padre de la Patria no fue un ferviente defensor de la anexión a ultranza, pero plantear, que esos planteamientos fueron bien de carácter coyuntural por algunas situaciones en el desarrollo de la guerra o producto de un sentido de integración de toda la América en un estado, o como resultado de las mayoritarias fuerzas anexionistas camagüeyanas presentes en la Asamblea de Guáimaro es hablando popular y gráficamente: " tratar de tapar el sol con un dedo"; para ya no opinar sobre el criterio de que esas fueron veleidades. Un argumento más sólido en contra de la sinceridad de los escritos de Céspedes a favor de la anexión puede ser el siguiente fragmento, escrito por Céspedes en 1869 a la emigración cubana en E.U., citado por Ramiro Guerra en su obra La Guerra de los Diez Años : Todo se pierde si ustedes no me ayudan con un esfuerzo poderoso. Vengan Yanquis, vengan demonios, venga el infierno entero en nuestra ayuda, con tal que de que venga alguien. Después haremos con los que nos ayuden lo que ahora hacemos con los españoles.

El anexionismo de esos años es un anexionismo liberal democrático y no esclavista como del que había sido portador años antes el general venezolano Narciso López, el histórico chivo expiatorio del movimiento anexionista, por sus relaciones conspirativas con los esclavistas de los estados sureños de Norteamérica; aunque debo de aclarar, que ya desde los tiempos de Narciso López, el núcleo anexionista de Puerto Príncipe, el cual tenía ramificaciones en Oriente y era uno de los tres más importantes del país, estaba francamente inclinado por el modelo demo-republicano, capitalista y antiesclavista de los estados del Norte de la Unión Americana.

¿ En cuál de estos escritos de Céspedes se muestra su real posición con respecto a la anexión en esos dos primeros años de la guerra ?. Quizás el siguiente párrafo, extraído de una entrevista realizada años después por un corresponsal extranjero a Céspedes y publicada en La Independencia, nos ayude a ganar en claridad sobre este punto:


Al estallar la guerra había indudablemente una gran mayoría del pueblo en favor de la anexión de la isla a los Estados Unidos. Nunca fui muy partidario de esta medida aunque nunca me opuse a ella; pero yo soy uno entre muchos centenares de miles. El pueblo y el ejército en un tiempo hicieron en el Camagüey una demostración con el objeto de ventilar la doctrina de la anexión. Se adoptaron resoluciones, se apoyaron y se enviaron a la Cámara de Diputados que se hallaba allí en sesión. La Cámara adoptó unánimemente la resolución en favor de la anexión. El documento que inmediatamente se llenó de más de mil firmas del pueblo se envió a Nueva York para que se remitiera a Washington...74

El desprecio y el rechazo a esas intenciones cubanas por parte del Presidente norteamericano Ulises S. Grant, serían la razón fundamental de que en el futuro se descartara esa opción por muchos luchadores cubanos y de manera particular en Céspedes. José Martí tomaría muy en cuentas estas experiencias en la estrategia de preparación y desarrollo de la Guerra Necesaria.

Las razones que motivaron la solicitud y aprobación de la resolución en favor de la anexión podemos encontrarla en el tipo de gobierno que tenía España sobre Cuba y el prestigio que gozaban entre los cubanos, el gobierno y la sociedad norteamericana. El historiador Pedro Pablo Rodríguez plantea sobre esto lo siguiente:

Cuba fue probablemente uno de los primeros países hispanoamericanos, y de lo que hoy llamamos el Tercer mundo, en establecer un vínculo identificador de la modernidad con el modelo social estadounidense, al extremo de que -según avanzó el siglo pasado, y a diferencia de muchas de las naciones de la América española- las modernas sociedades europeas apenas fueron tomadas, en rigor, como los ejemplos por seguir75

Para los criollos, según el historiador Pedro Pablo Rodríguez, desde fines del siglo XVIII estaba muy claro que España, por su precario desarrollo fabril y los lastres remanentes del feudalismo en su vida y sicología social, no era un modelo de modernidad; al abordar el momento en que fueron desechados por los criollos los más avanzados modelos europeos de sociedad, el mencionado historiador plantea:

... hasta mediados del siglo [ siglo XIX ], Gran Bretaña y Francia -y en alguna medida ,Alemania- continuaron siendo los modelos de desarrollo, mientras que la España desgarrada por las discordias internas seguía viéndose como un país a la zaga de la propia colonia.76

y posteriormente señala que desde principios del siglo XIX ya los Estados Unidos eran observados con interés por los propietarios e intelectuales criollos:

.. en ambos sectores, de manera creciente y continua, la república norteamericana se fue convirtiendo en el horizonte común. La intelectualidad liberal se fue entusiasmando con el sistema político basado en el ejercicio de la democracia electoral, lo que, a su juicio, explicaba la estabilidad social y política del país del Norte en comparación con la América hispana, dividida y caudillesca. Por otra parte, mientras aumentaban las relaciones económicas entre Cuba y los Estados Unidos, la sacarocracia se iba interesando no solo por aquel mercado, sino por preparar allí mismo los cuadros que condujesen sus negocios.

Mientras en el decenio de los años 20 solo una pequeña minoría de exiliados, enemigos de absolutismo, residía en los Estados Unidos, para los años 40 era frecuente que la gente pudiente enviara algunos de sus hijos a estudiar ingeniería o comercio al país norteño. De este modo, los Estados Unidos devenían un importante mercado consumidor de las producciones agrícolas de los terratenientes cubanos, a la vez que modelo de eficiencia y de desarrollo mercantil, industrial y tecnológico....77

La esclavitud en los estados del sur de los Estados Unidos era la única mancha del modelo y sistema norteamericano para los liberales de Cuba de esa época, pero ésta desaparece al vencer los estados del norte a los estados del sur en la guerra civil o Guerra de Secesión.

La abolición de la esclavitud en Norteamérica, con la Guerra de Secesión, conmovió la atenta mirada de los liberales cubanos, e incluso levantó las esperanzas de los patriotas, durante los primeros tiempos de la Guerra de los Diez Años, en los beneficios de la anexión o de la independencia asegurada por los Estados Unidos.78

Deseo hacer la siguiente observación: la aceptación de la esclavitud en el Sur (pese al avansadísimo Bill of Rights) por las colonias norteamericanas del Norte, se produjo porque era el único camino para que la aún endeble unión de los de las Trece Colonias no desapareciera. Muchos años después surgiría, según narra José Martí, el Partido Republicano con el objetivo de eliminar ese baldón.
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ARTÍCULOS DE LOS ARCHIVOS DE BARACUTEY CUBANO  CONCERNIENTE AL AÑO 2011


Hamilton Fish el Fouché estadounidense


Por Frank Cosme Valdés Quintana

Santos Suárez, La Habana (PD) La historia de un país siempre está precedida de hechos que influyen negativa o positivamente en los posteriores acontecimientos de esa nación. Así siempre ha sido siempre y siempre será. Cuba no es la excepción; es más, esa ha sido la regla en estos últimos 143 años.

No se puede desligar la historia cubana de la presencia "constante" de dos naciones, España y Estados Unidos, que tanto ayer como hoy y de acuerdo a la situación internacional, intereses e intrigas de ciertos personajes influyentes que manejan la política a altos niveles en esos países, han perjudicado más que favorecido la causa de la independencia o la libertad de esta isla de las Antillas.

La siguiente anécdota, muchas veces pasada por alto, como tantas otras, ilustra lo que afirmamos.

Hamilton Fish era Secretario de Estado de los Estados Unidos siendo presidente el General Ulyses S. Grant, de memorable actuación en la Guerra de Secesión.

Fue la época en que los cubanos cansados ya del bla, bla, bla sobre autonomismo y reformismo decidieron que el único camino era el separatismo, la independencia.

El General Grant había declarado públicamente que "el deseo de independencia de los cubanos es una legítima y natural aspiración", y que esa independencia constituía "una necesidad manifiesta de los intereses propios de los cubanos y del resto de América, incluyendo los Estados Unidos".

(José Morales Lemus)

Sin embargo, en diciembre de 1874 la prensa de Nueva York anunció un cambio de posición en la política de este presidente. El Sr. Grant, en otro mensaje al Congreso, dejaba traslucir que el gobierno de EU se daba por satisfecho con una solución que dejando a Cuba nominalmente sujeta a España, le diese prácticamente facultad de gobernarse por sí sola.

Visto a secas, cualquiera se preguntaría ¿cómo es posible que el máximo representante de una nación pueda ser tan obtuso para declarar una cosa y después contradecirse? Por la otra mano, cabría preguntarse quién o quiénes están detrás de estas declaraciones, a todas luces sucias jugarretas políticas para quedar aparentemente bien con todos, no solucionar nada y dejarlo todo en el mismo lugar.

Los Joseph Fouché han estado presentes en las historias de todas las naciones. Los Fouché de esta fueron Hamilton Fish, ex-banquero y Secretario de Estado, y su yerno, el abogado Sydney Webster, su consejero, defensor del gobierno español. Eran ellos quienes en la penumbra movían los invisibles hilos de la tramoya anti-cubana.

Los cubanos, confiados como siempre, creían disponer de la indulgencia de los políticos estadounidenses hasta que un desastre ruidoso y de fatales consecuencias los despertó a la realidad.

Hamilton Fish y su yerno se hallaban detrás de todos estos desastres. La hostilidad de estos hacia los mambises detenía el generoso primer impulso del General Grant, hábil en estrategias militares pero ignorante e inexperto en estas sucias maniobras diplomáticas que sus influyentes asesores lograban llevar a su ánimo.

Los fracasos y ruidosos desastres siempre han hallado explicación satisfactoria en algunos historiadores dada la rivalidad que siempre existió entre los grupos cubanos que luchaban por la independencia, rivalidad que siempre ha existido desde que el mundo es mundo en otras asociaciones que han luchado por algo, pero el nivel de intrigas a que han sido sometidos los cubanos, ha sido siempre pasado por alto. Invariablemente, estas intrigas terminaban por dividir aún más a estos grupos que se acusaban mutuamente de los fracasos.

(Hamilton Fish)

Y allá iban tozudamente, cada cual por su lado, a reunir de nuevo en colectas populares los elementos para equipar una nueva expedición, un nuevo buque y... un nuevo fracaso. Nuevo éxito de bufete de Sydney Webster, brazo ejecutor de Fish, este Fouché estadounidense.

Pero siempre hay alguien que hace valer aquellas proféticas palabras de Cristo de "que no hay nada oculto que no llegue a saberse". José A. Echeverría, a la sazón comisionado del gobierno en armas de Cuba en los EU, después del fallecimiento de Morales Lemus, se lo hizo saber al propio Hamilton en una carta donde le desenmascara y la cito textualmente: "Es responsabilidad de la política de su gobierno, que por una parte estimula a los cubanos con su declaración de principios a no ceder en la lucha contra sus opresores, y por otra se encierra en una actitud expectante de los sucesos que en cierta manera uds mismos provocan. El pueblo de Cuba desea la paz y está dispuesto a aceptarla en condiciones honrosas, según propone ahora S.E. el presidente de EU a instancias suyas: más, para un pueblo como el de Cuba, que se ha impuesto sacrificios tan sangrientos por su libertad, no puede haber paz honrosa que no tenga por base su independencia."

En junio de 1898, 22 años después de dada a conocer al público esta carta por el periódico La Independencia en Nueva York, al comenzar las operaciones militares de EU tras la explosión del Maine, un sargento de los Rough Riders, regimiento de caballería comandado por Theodore Roosevelt, cayó muerto en la primera batalla, la de las Guásimas, que sostienen contra las tropas españolas. Fue el primer soldado estadounidense muerto en esta guerra. Su nombre, Hamilton Fish, hijo de Nicolas Fish, primogénito del antiguo Secretario de Estado".

Un nieto pues, con su mismo nombre, resultó ser la primera víctima de esta guerra liberadora de Cuba que tanto el abuelo hizo por evitar.

glofran263@yahoo.com
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Nota del Bloguista

Sobre la causa independentista cubana en el siglo XIX , yo me quedo con la sinceridad de John Aaron Rawlins y no con la actitud de Simón Bolivar. Valoren ustedes.
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EL ESPECTRO POLÍTICO NORTEAMERICANO CON RESPECTO A LA PROBLEMÁTICA CUBANA

(Breve fragmento de mi ensayo Ecos de Una Extraña Petición, Mención del Concurso Vitral 2000, concurso de la revista del mismo nombre de la Diócesis de Pinar del Río, Cuba; el premio quedó desierto ... por las bases del concurso de haber sido premiado el ensayo, se tenía que publicar en Cuba, algo que a la tiranía no le hubiera gustado nada)


Por Pedro Pablo Arencibia Cardoso

El presidente Grant le prometió inicialmente ayuda a los insurgentes cubanos en una entrevista extraoficial brindada a Morales Lemus, pero en general, fue notoria la posición de Grant en contra de la lucha cubana. Esta actitud fue abiertamente adoptada después de la muerte, 5 de septiembre de 1869, del Secretario de Guerra John A. Rawlins, su amigo y ex compañero de armas. Grant reconoció inicialmente la beligerancia de los cubanos y como consecuencia de ello se habían obtenido ciertas ventajas para la causa cubana en territorio norteamericano; aunque, el historiador Rolando Rodríguez plantea en la obra citada, que el Secretario de Estado Hamilton Fish recibió el reconocimiento pero no le colocó los sellos que lo legalizaban87.

Estas diferentes posiciones adoptadas por personalidades pertenecientes a un gobierno norteamericano, es un ejemplo de la situación general, de que en los diferentes gobiernos norteamericanos han existido personalidades que han adoptado diferentes posiciones con respecto a la causa cubana. No era la misma posición la que ocupaba con respecto a Cuba el Secretario de Guerra Rawlins, de grandes simpatías hacia la causa cubana y llamado "nobilísimo" por el indiscutible historiador antimperialista cubano Emilio Roig de Leuchsenring88, que la posición representada en ese mismo gobierno por el Secretario de Estado Fish.

(John Aaron Rawlins (February 13, 1831 – September 6, 1869) was an United States Army general during the American Civil War, a confidant of Ulysses S. Grant, and later U.S. Secretary of War.)

Poco antes de morir de tuberculosis, el Secretario de Guerra Rawlins le expresó en su lecho de muerte a Creswell, su amigo y compañero de gabinete:

Deseo que le prestéis vuestro apoyo. Cuba debe ser libre. Su tiránico enemigo debe ser aniquilado. Esta República es responsable de ello. Juntos hemos trabajado.89


El historiador Abdala Pupo hace una cita más extensa de las palabras del moribundo Rawlins:

Allí está Cuba, la pobre Cuba que lucha. Quiero que Ud. defienda a los cubanos. Cuba tiene que ser libre. Su tiránico enemigo tiene que ser aplastado. Y no sólo debe ser libre Cuba, sino que deben serlo todas sus islas hermanas. Nuestra República es responsable de su libertad. Yo desapareceré, pero Ud. tiene que tomar a pecho esta cuestión. Por ella hemos trabajado juntos. Ahora le incumbe a Ud. solo velar por Cuba.90

(John Aaron Rawlins cuando era militar)

La imagen de un gobierno norteamericano monolítico y constante en su posición con respecto a Cuba, va en contra del análisis histórico dialéctico de cualquier hecho histórico. Después de comenzada la Guerra de los Diez Años, se presentaron en los Estados Unidos varios proyectos de ley, mociones y resoluciones que reconocían la independencia cubana. El senador Sherman presentó una resolución que autorizaba a Grant a reconocer la independencia, tan pronto considerase que los beligerantes cubanos tenían un gobierno de facto91. Hubo también una proposición que planteaba la anexión.

El presidente Grant con el reconocimiento que inicialmente le dio a la lucha cubana, debido a Rawlins, y su posterior cambio a una posición francamente anticubana, debida a Fish, es una muestra clara de las diferentes posiciones que asumió el gobierno norteamericano en todo el siglo XIX e inicios del XX.

EXPANSIONISMO NORTEAMERICANO Y MEJICANO

El particularizar la posición norteamericana en contra del reconocimiento de la beligerancia cubana, sin plantear la posición oficial que asumieron muchos de los gobiernos de nuestras hermanas repúblicas latinoamericanas en esa guerra, es un error rayano con la manipulación. No plantear esa situación es obviar un necesario análisis dentro del contexto histórico de la región; paradójicamente es muy frecuente mencionar incuestionables episodios expansionistas o imperialistas de E.U. como fueron: la apropiación y colonización del oeste norteamericano y la anexión de una parte del territorio mejicano por Estados Unidos. Pero se omite, o se desconoce, por ejemplo, la ocupación de la región de Yucatán por el Gobierno Mejicano y la guerra de guerrillas que éste tuvo que enfrentar por parte de la población yucateca opuesta a la mencionada ocupación. En otras palabras: se habla mucho (¡ y peor aún: se generaliza !) sobre las reales ambiciones imperiales del presidente norteamericano James Knox Polk, pero se calla, o se desconoce, que el ya mencionado general mejicano Santa Anna, gobernante mejicano en esos mismos años, se ¨anexó ¨ también a Yucatán y para colmo, vendió y deportó como esclavos a Cuba muchos indios yucatecos que se habían opuesto a la ocupación y que habían sobrevivido a la fuerte represión de su gobierno.

(James Knox Polk)

Sobre la anexión de Tejas es necesario profundizar en la historia. Tejas era una región prácticamente abandonada por el gobierno mejicano, lo cual fue aprovechado por muchos colonizadores norteamericanos para asentarse en dicho territorio. El general mejicano Santa Anna sitió entre el 23 de febrero y el 6 de marzo de 1836 a los tejanos en El Álamo, en San Antonio. La guarnición fue totalmente asesinada. La independencia de Tejas fue declarada el 2 de marzo de ese año y el 21 de abril, en San Jacinto, los tejanos derrotaron las tropas del gobierno mejicano.

Es preciso señalar que la población de la República de Tejas, en número ampliamente mayoritario, deseaba la anexión a los Estados Unidos, pero no fue hasta el 4 de julio de 1845 ( casi 9 años después ) que el Congreso de Tejas votó por la anexión a los Estados Unidos, el cual en ese momento estaba gobernado por John Tyler, el cual firmó la resolución de anexión de Texas como su último acto como presidente.

(Antonio de Padua María Severino López de Santa Anna y Pérez de Lebrón (21 Febrero 1794 – 21 Junio 1876), frecuentemente conocido como Santa Anna o López de Santa Anna, en 1847)

Es frecuente equiparar, y hasta confundir, la anexión de Tejas con la de los territorios mejicanos apropiados por los Estados Unidos después de la Guerra Mejicana que sostuvo los E.U. con ese país y que le trajo como consecuencias a Méjico, la pérdida de California y otros territorios, aunque es cierto, que fueron sucesos ocurridos en las tierras tejanas los que la desataron. Esta guerra fue provocada realmente por las ya mencionadas ambiciones imperiales del presidente Polk, aunque es interesante saber que en California una parte de la población quería independizarse del gobierno mejicano.

En resumen: es una falta grave y frecuente el omitir u obviar, el proceso histórico de conquistas, expansionismo, escisión, desgajamiento, etc., que conformaron nuestras actuales repúblicas latinoamericanas y sus fronteras, a la vez, que se expone de manera muy desinformada, parcial y tendenciosa, algunos episodios expansionistas o imperialistas de los Estados Unidos.

LAS REPÚBLICAS IBEROAMERICANAS Y LA PROBLEMÁTICA CUBANA

En la Guerra de los Diez Años la posición que asumieron las repúblicas latinoamericanas fue muy moderada y en algunos casos muy parecida a la del gobierno de Grant. En el artículo " 1895 y José Martí. Cómo respondió América Latina " de Héctor García Quintana92 se puede leer como solamente nueve gobiernos latinoamericanos dieron su reconocimiento oficial a la beligerancia cubana y algunos de ellos bastante tardíamente: En 1869 México, Chile, Venezuela, Bolivia y Perú; Colombia en 1870; El Salvador y Brasil en 1871 y Guatemala en 1875. En el libro " Memorias de la Guerra" del General Enrique Loynaz del Castillo se pueden leer fuertes críticas a la falta de solidaridad oficial de los gobiernos latinoamericanos durante la Guerra de Independencia de 1895. Ramiro Guerra resumiendo el comportamiento de los gobiernos hispanoamericanos con relación a la Guerra de Independencia de 1895 escribió:

La guerra cubana de 1895 produjo, por una de las constantes paradojas de la historia de Cuba, resultados diametralmente opuestos a los imaginados por Martí. Las Repúblicas hispanoamericanas se abstuvieron de mezclarse en la lucha .93

Pero esta situación era de esperarse si analizamos determinados antecedentes históricos sobre la ayuda de otros gobiernos hacia los criollos de la mayor de las Antillas, veámoslos:

Philip S. Foner hablando del estímulo internacional a la independencia cubana en la década de los años veinte plantea:

... El principal estímulo a la independencia de Cuba vino de Colombia y México. Aparte del hecho de que se sentían en deuda con los patriotas cubanos que habían combatido en sus ejércitos y esperaban pagar esa deuda ayudando a liberar a Cuba de España, los caudillos revolucionarios sabían que mientras la isla permaneciese en manos españolas seguirían siendo un peligro para la causa emancipadora. Porque Cuba era la base en América desde donde proyectaba Fernando VII reconquistar los nuevos estados independientes. Por eso, no es de extrañar que, durante este período, Colombia y México procurasen fomentar en Cuba la rebelión contra España. 94

y mucho más adelante señala:

En 1830, la década de esfuerzos intensos por la independencia de Cuba se había cerrado. Las autoridades españolas seguían acusando a Colombia y México de proseguir su plan de invadir la isla, pero tal acusación tenía muy poca base real: la oposición de Estados Unidos había resuelto definitivamente la cuestión. Además, con la caída del reaccionario gobierno borbónico en Francia y el ascenso de Luis Felipe al trono de 1830, Fernando VII había perdido toda posibilidad de ayuda francesa para reconquistar sus antiguas colonias. México y Colombia, libres ya de la amenaza de España, dejaron de prestar ayuda a las actividades independentistas en Cuba, y el reconocimiento formal, por parte de España, de las repúblicas hispanoamericanas, que ocurrió en 1836, acabó con todas las esperanzas cubanas de auxilio procedente de aquellos países.95

(Simón Bolivar)

Pero es mi criterio que las verdaderas razones del cese de las promesas de ayuda hacia Cuba por parte de las repúblicas hispanoamericanas podemos encontrarlas en el siguiente fragmento de una carta personal (es decir, sin la finalidad que su contenido se conociera públicamente ) de Bolivar del 20 de diciembre de 1824 al general Santander:

¨Me parece bien que el gobierno de Colombia, por los medios que juzgase a propósito, intimase a España que si en tanto tiempo no reconocía la independencia de Colombia y hacía la paz, estas mismas tropas irían inmediatamente a La Habana y Puerto Rico. Más cuenta nos tiene la paz que libertar esas dos islas: J’ai ma politique a moi. La Habana independiente nos daría mucho que hacer, la amenaza nos valdría más que la insurrección. Yo tengo mi política. Este negocio bien conducido puede producir un gran efecto. Si los españoles se obstinaren, Sucre puede ir a una parte, y Páez a otra, porque ambos están animados del mismo deseo ...¨ 96
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Tomado de http://en.wikipedia.org

Hamilton Fish II, of the Rough Riders, a wealthy young New Yorker, was a Sergeant in the 1st United States Volunteer Cavalry Regiment, the Rough Riders, during the Spanish-American War. He is said to be the first American killed in the Battle of Las Guasimas, near Santiago, Cuba, on June 24, 1898. He died of a gunshot to the heart.

Fish was a graduate of Columbia University where he was a member of St. Anthony Hall. Fish was son of diplomat and banker Nicholas Fish and grandson of the 26th U.S. Secretary of State, Hamilton Fish.

Fish was not the only soldier from a prominent family in the unit: "...To this rugged crew, Roosevelt added some 50 men with backgrounds closer to his own: Ivy Leaguers from wealthy Eastern families. In citing their qualifications for active duty, Roosevelt touted their athletic accomplishments. Dudley Dean was ``perhaps the best quarterback who ever played on a Harvard 11. Bob Wrenn was ``the champion tennis player of America. Other Easterners included ``Waller, the high jumper; Craig Wadsworth, the steeplechase rider; Joe Stephens, the crack polo player; and Hamilton Fish, the ex-captain of the Columbia crew. [1]

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