domingo, abril 28, 2024

Jorge Ámgel Pérez desde Cuba sobre aquellos emigrados ¨del pan con bistec¨ que viajan a Cuba despues de acudir al “miedo creíble” para entrar, permanecer y establecerse legalmente en los Estados Unidos

 
Tomado de https://www.cubanet.org/

¿Y el miedo creíble pa’ cuándo?

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Lo más seguro es que los "emigrados" que vuelvan a Cuba no se enrolen en protestas. Lo más probable es que las miren desde lejos y a buen resguardo.

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Por Jorge Ámgel Pérez *

26 de abril, 2024

LA HABANA, Cuba. – Aunque ha pasado muy poco tiempo ya son muchos los que olvidan el “miedo creíble”, ese que aparentaron tras la llegada a EE.UU. y después de recorrer tanto paisaje inhóspito. Se perdió el miedo con la desaparición de esos panoramas tan áridos, y la selva en la que siempre descansa el miedo por un rato. No son pocos los que ya olvidaron ese miedo que debía ser creíble a la hora de la entrar a EE.UU.

Los que entraron olvidaron muy pronto las espinas que añadieran el paisaje y lo peor de esas duras travesías. Y muchos de esos recién llegados echaron a un lado los males de la patria que esgrimieran un rato antes para conseguir la entrada. Todo pareció esfumarse en esas nuevas geografías en las que fijaron sus nuevas residencias.

Muy pronto se olvidó el “miedo creíble”, el que al parecer nunca existió y que no fue más que un miedo retórico, pura palabrería. Muy rápido el miedo se hizo increíble. Bastaría con poner los pies sobre el asfalto de esas ciudades del “norte revuelto y brutal”. Y ya muchos de los que se fueron no recuerdan ese miedo que manejaron para que los dejaran entrar y establecerse.

Ha pasado poco tiempo y ya son muchos los que están dispuestos a volver a Cuba por un rato. Muchos, si pudieran, harían ya las maletas y el viaje. Y es que, insisto, olvidaron pronto esas terribles huellas que dejaron las travesías que ya quedaron atrás, sepultadas en paisajes ominosos y agrestes. Muchos olvidaron ya el “miedo creíble” que fuera el más sustancial de entre todos los argumentos.

El implacable miedo ya no está, desapareció. Muchos olvidaron, tras la llegada, a la Cuba que veja. Bastó con poner los pies en esas tierras para olvidar los discursos comunistas en todos sus detalles. El asentamiento definitivo les permitió olvidar esas argucias que fueran preparadas para que se hiciera creíble el miedo en toditos sus detalles.

El “miedo creíble” será entonces guardado por un tiempo prudencial, hasta que lleguen esos días en los que podrían conseguir la “residencia”, esa green card que les permitirá salir y entrar del país una y otra vez y reencontrar a los parientes que acá quedaron varados por decisión propia o por mala suerte, o por falta de dinero para cubrir los gastos del viaje.

Muchos serán, estoy seguro, los que vuelvan muy pronto, los que viajen a Cuba con frecuencia, los que harán que esa estancia en “la amada patria” sea placentera en todos sus detalles. Ellos van a procurarse una quieta estancia, y juzgarán desde lejos la situación del país, y a partir de sus bolsillos, del dinero que tengan para pagar los placeres que no consiguieran en sus días cubanos.

Ellos, es muy probable, tendrán dinero para pagar la “felicidad” en esos días de visita. Ellos procurarán una quieta estancia, plena en reposos y colmada de alcoholes. Y otra vez se hará el silencio, el silencio de los corderos, el silencio de los sepulcros. Y en esas estancias en la Isla no habrá tampoco críticas al Gobierno cubano, esas críticas serán guardadas para el regreso, tras el regreso a EE.UU.

Y durante el viaje a Cuba no se mencionará, ni siquiera por pura casualidad, el nombre de Fidel Castro, aunque sí serán posibles los cuestionamientos al presidente de EE.UU. que no se preste al coqueteo con el poder cubano. Y quizá los más atrevidos, “los políglotas”, pronunciarán algunas frases en inglés que nos hará recordar la pronunciación macarrónica y jesuítica que usaba Fidel Castro en alguna de sus intervenciones en la ONU.

El “miedo creíble” que fuera expuesto en todos sus falsos detalles para conseguir la entrada, desaparecerá con la primera visita, esa que de seguro se producirá en los días siguientes a la obtención de la residencia legal y del documento que la acredita. Así llegarán los abrazos, los llantos, los sollozos. Así llegarán las maletas llenas que anuncian los “triunfos”.

Así llegará la pacotilla y los regalos a los vecinos, que serán la prueba de “lo bien que nos ha ido en EE.UU.”. Y volveremos a chocar con los silencios, con las bocas muy cerradas. Y lo más probable es que no se hable de política, porque “la política no les interesa”, y tampoco los improperios dedicados a Fidel Castro.

Lo más seguro es que quienes vuelvan no se enrolen en protestas. Lo más probable es que las miren desde lejos y a buen resguardo, con el mismo asombro que podríamos notar en un francés o un italiano, con la quietud de un belga o de un noruego. Lo más probable es que no se atrevan a decir en Cuba aquello que dijeran a las autoridades en las fronteras para probar sus muy “creíbles miedos”.

Y así volverá mi vecina Daylén Valdés, porque volverá a Cuba, a no dudarlo. Daylén no vendió su casa para hacer el viaje con el dinero de la venta de esa casa. Ella dejó la casa al cuidado de una mujer, expolicía, que recibe a diario a un montón de policías en esa casa que ella le cuida a Daylén pa’ cuando vuelva.

Daylén volverá sin recordar lo del “miedo creíble”. Daylén, la misma que me hiciera actos de repudio, la que me acosó hasta el día antes de hacer el viaje definitivo, volverá, como Los Cinco, aunque su regreso no tenga las mismas repercusiones. Daylén ya anuncia su visita aunque ni siquiera ha cumplido el primer año de su exilio.

Daylén volverá en cuanto las leyes estadounidenses lo permitan, y desde ya planifica los arreglos de su casa en El Cerro. Daylén ya tiene un presupuesto, ese que escuchamos todos en la cuadra. El encargado de la obra le da detalles, a través del celular, y la cuadra es enteraba por tanta indiscreción. Y ya no cabe a los vecinos ni la más mínima duda, ella vendrá en el primer chance.

Ella volverá y yo me estoy preguntando si volverá a quejarse del “gusano” que para ella soy. ¿Y con quién va quejarse ahora? Ya no se lo puede decir a Marilyn, que era la presidenta del CDR, y que también se fue y murió allá, después de una caída en su segundo día de estancia en EE.UU.

Daylén ya está pagando los arreglos que su casa necesita y dicen que llama con mucha frecuencia al vecino que hará en breve una gran restauración. Y la verdad es que solo se escucha el albañil mientras habla con Daylén, pero basta con escuchar lo que el obrero dice para intuir las exigencias de Daylén, que es su contratista desde Miami.

Y yo me pregunto para qué quiere una casa en La Habana una mujer que consiguió hacer creíble el miedo que le provoca el gobierno comunista, y sus tantísimos acosos. Ahora llegarán de El Yuma los dineros para restaurar la casa, para verla linda cuando venga de visita. Y me pregunto si en alguna de sus visitas a la Isla sería capaz de enrolarse con los protagonistas de alguna de las protestas que acá se arman con frecuencia.

¿Hará algo por la patria en sus días de visita? ¿Se enrolaría ella en una manifestación como la de aquel 11J? ¿Cuáles serán, para entonces, sus necesidades? ¿Cuáles serán sus reacciones, si ocurriera un levantamiento popular? ¿Qué haría ella? ¿Va esconderse como antes? ¿Saldrá a gritar improperios a los manifestantes, como ya hizo?

¿Hará repudios? ¿Qué hará? ¿Qué no hará? Por lo pronto ha decidido restaurar su casa en La Habana y enmendarla en todo cuanto tenga de precario. Y es ese su único y verdadero miedo creíble, que su casa no esté lista para el regreso. Ella volverá como si nada, como si se hubiera ausentado porque estuvo trabajando en un contingente, pero esa mujer, tan desalmada, podría ser miembro una nueva Red Avispa que ahora podría llamarse abeja, o colmenera.

* Jorge Ángel Pérez

( Cuba) Nacido en 1963, es autor del libro de cuentos  Lapsus calami (Premio David); la novela  El paseante cándido, galardonada con el premio Cirilo Villaverde y el Grinzane Cavour de Italia; la novela Fumando espero, que dividió en polémico veredicto al jurado del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 2005, resultando la primera finalista; En una estrofa de agua, distinguido con el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar en 2008; y  En La Habana no son tan elegantes, ganadora del Premio Alejo Carpentier de Cuento 2009 y el Premio Anual de la Crítica Literaria. Ha sido jurado en importantes premios nacionales e internacionales, entre ellos, el Casa de Las Américas .

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Cubanos por el mundo

Otaola comenta una entrevista de cuando Alexis Valdés era emigrante del Pan con Bistec (El País, año 1998)



ALAIN PAPARAZZI CUBANO

Hace un mes atrás 

DESTINO TOLK ESTO ES LO QUE OTAOLA TE OCULTA: PRUEBAS IRREFUTABLES QUE TUMBAN SUS MENTIRAS!!!

(A partir del minuto 5 Alain Paparazzi habla de lo que aantes Otaola promocionaba)



Guateque en Vivo 

Hace dos años

La migración del Pan Con Bistec

(En este video  procastrista se incluye a Alexander Otaola como un gran emigrante ¨del ¨pan con bistec¨ a partir del minuto 39)



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