Sobre la derogación de la Enmienda Platt como apéndice de la Constitución de la República de 1901 y del Tratado Permanente de las Relaciones entre Cuba y Estados Unidos de 1903
A mi Señor
Néstor Ponce de León:
Viene a decirme Capriles
Que alguien dijo en Broadway,
Que en mi discurso exclamé:
“¡Los anexionistas viles! ”
¡Bien y con mucha razón
Me mandó usted el recado
De tenerme preparado
El espinudo bastón!
Miente como un zascandil
El que diga que me oyó
Por no pensar como yo
Llamar a un cubano “vil”.
.....................................
Donde no nos puedan ver
Diré a mi hermano sincero:
“¿Quieres en lecho extranjero
A tu Patria, a tu mujer? ”
Pero enfrente del tirano
Y del extranjero enfrente,
Al que lo injurie: “Detente”
Le he de gritar: “¡Es mi hermano!”
Hay personas que plantean que la Enmienda Platt (que nunca fue una enmienda de la Constitución de 1901 y si un apéndice o addendum) la derogó el Presidente Carlos Mendieta, sino que ya la había derogado el Presidnte Ramón Grau San Martín en la Séptima Conferencia Internacional de la Unión Panamericana, celebrada en Montevideo, Uruguay, del 3 al 26 de diciembre de 1933 cuando en dicha reunión el Dr. Herminio Portell Vilá expuso la posteriormente llamada Doctrina Portell Vilá; si de pedir se tratara, el Presidente Gerardo Machado y Morales en su visita a los EE.UU. le había pedido la derogación de la Enmienda Platt al Presidente estadounidense Calvin Coolidge, asunto que tenía muy alta posibilidad de éxito dadas las buenas relaciones de Machado con Coolidge si el estado de cosas en Cuba y en EE.UU.no se hubiera visto grandemente afectado por la Crisis Económica Mundial comenzada en octubre de 1929. Esas personas que plantean que en el gobierno provisional de Grau-Guiteras ( gobierno anticonstitucional no elegido por el pueblo cubano, el cual provocó inestabilidad y varios grandes hechos sangrientos) no tienen en cuenta que:
1) La Enmienda Platt formaba parte del Tratado Permanente de 1903 entre Cuba y Estados Unidos y que NINGÚN funcionario norteamericano, incluyendo al Presidente de los Estados Unidos de América, puede derogar ningún tratado, pues los proyectos de tratados y ´la derogación de tratados tienen que forzosamente pasar por el Congreso de los EE.UU.. Puntualizo que no es lo mismo un tratado que un convenio, etc. creados, por ejemplo, por órdenes ejecutivas del Presidente de los EE.UU., los cuales si pueden ser derogados sin la imtervención del Congreso.
2) Cordell Hull, el Secretario de Estado de los Estados Unidos que participó en dicha conferencia, sólo expresó en dicha conferencia que su gobierno entablaría negociaciones para revisar conjuntamente con el de Cuba dicho tratado.
En el libro La Verdadera República de Cuba del Dr. Andrés Cao Mendiguren se plantea que Cordell Hull pedia, para eliminar la Enmienda Platt, que en Cuba hubiera un gobierno que garantizara la estabilidad del país. El gobierno de Carlos Mendieta Montefur fue más estable que el gobierno ¨ de los 127 días del Presidente Ramón Grau San Martín, pese a la labor terrorista y de atentados (incluyendo dos atentados al Presidente Mendieta) de algunas organizaciones como, por ejemplo, la de Antonio Guiteras Holmes. Ninguno de esos dos Presidentes fueron elegidos elecciones por el pueblo cubano mediante el voto. El ¨hombre fuerte¨ detrás del gobierno de Carlos Mendieta era Fulgencio Batista y Zaldivar. Deseo enfatizar que ni Carlos Mendieta ni Federico Laredo Brú fueron títeres de Batista como plantea la historia oficialista Castrista de Cuba; sólo hay que mirar los curriculum patrióticos de ambos, los cuales comenzaban con sus participaciones en la lucha por la independencia de Cuba de España. Veamos un muy breve fragmento del libro de Orestes Ferrara titulado Una mirada sobre tres siglos. Memorias. En dicho libro Orestes Ferrara estima como probable autor de la caricatura, a la que él se refiere en ese fragmento, al comunista Pablo de la Torriente Brau,
¨Las cartas que aparecen allí son mías o de algún enemigo que me escribe o me contesta. El título expresa la mala intención de la publicación, y más que el título resulta serlo una caricatura consistente en una sólida mano que controla los hilos de unos títeres que se mueven en la parte inferior. La mano está bajo mi apellido y los títeres son los hombres del momento. El autor de esta caricatura explica en seguida su propósito: la paz ciudadana es condenable; las elecciones honradas, un crimen; los hombres que no quieren la revuelta perpetua son unos pobres desgraciados al servicio de mi voluntad abusiva. A Carlos Mendieta lo califica de ¨mula dócil del campamento de Columbia¨, sin recordar que Mendieta esgrimió, yendo a la cabeza en los asaltos, el machete más sangriento de la guerra de la Independencia, y que era considerado como el joven más valiente en los campos de la batalla de Cuba. Yo lo recuerdo en la ¨crisis¨ del combate cuando sonriente nos mostraba su sombrero perforado por las balas. A Batista lo presentan ¨como la Estatua del oportunismo político¨. Pero era de un oportunismo vigoroso, decisivo, y en todos los casos un hombre que supo avanzar en la vida, llegando a ser más capaz y más firme que los revolucionarios todos de ese agitado período.¨ (Ferrara, 2009, pp. 419-420)
Las siguientes capturas de imágenes fueron tomadas de Cordell Hull, secretario de estado de los Estados Unidos, Volume 87 By United States. Office of Coordinator of inter-American Affairs y son relativas al comportamiento y palabras del Secretario de Estado Curdel Hull en la antes mencionada conferencia internacional.
Veamos ahora algunos elementos con los que frecuentemente se argumenta que en dicha conferencia se derogó la Enmienda Plattm los cuales fueron tomados de:
https://cubanfromcuba.wordpress.com/
Doctrina Portell Vilá
Documento extraido del blog: http://profesorcastro.jimdo.com
... Éste fue el resultado de las consejas de Sumner Welles, quien el 10 de septiembre -el mismo día de la proclamación de Grau como Presidente- escribía a su jefe Cordell Hull que Grau era “por completo intratable” y “en extremo radical”, y al día siguiente remitía otro informe a su Departamento de Estado en el que pedía una declaración oficial respecto a que los EE.UU. no reconocerían como “legítimo y constitucional” a ningún Gobierno en Cuba a menos que demostrase contar con el respaldo de la mayoría del pueblo cubano.
En este clima de hostilidad -ya que el Gobierno de Grau sólo era reconocido por Uruguay, Perú, Panamá, México y España-, el Secretario de Estado de Cuba recibe la invitación de la Cancillería uruguaya, en carta de 2 de agosto de 1933, para asistir, junto a sus colegas de todas las otras repúblicas americanas (es decir, los Ministros de Relaciones Exteriores), a la Séptima Conferencia Internacional de la Unión Panamericana, a celebrarse en Montevideo del 3 al 26 de diciembre de ese mismo año.
A comienzos de noviembre de 1933, el Presidente Grau designó una primera delegación, pronto sustituida por otra a raíz de la sublevación fallida del día 8 de ese mes contra su Gobierno, y finalmente asistieron en representación de Cuba, como embajadores plenipotenciarios a aquel cónclave interamericano, el Dr. Herminio Portell Vilá, profesor de Historia de la Facultad de Letras y Ciencias de la Universidad de la Habana; el Dr. Angel Alberto Giraudy, ex Ministro del Trabajo –quien presidía la delegación-; y el ingeniero Alfredo E. Nogueira y Herrera, acompañados en calidad de secretarios por dos miembros del ya disuelto Directorio Estudiantil Revolucionario de 1930, Juan Antonio Rubio Padilla y Carlos Prío Socarrás.
En el Artículo 3 de la Convención de Derechos y Deberes de los Estados, que recogía la ponencia presentada por el Dr. Portell Vilá y que fue adoptada en su sesión del 22 de diciembre de 1933 por la Asamblea Plenaria de la conferencia por unanimidad, incluido el voto favorable de la delegación estadounidense expresado por boca de su presidente el Secretario de Estado Cordell Hull, se plasmaba que “La existencia política del Estado es independiente de su reconocimiento por los demás Estados. Aun antes de reconocido el Estado, tiene el derecho de defender su integridad e independencia, proveer a su conservación y prosperidad y, por consiguiente, de organizarse como mejor lo entendiere, legislar sobre sus intereses, administrar sus servicios y determinar la jurisdicción y competencia de sus tribunales”. El Artículo 4 remachaba que “Los Estados son jurídicamente iguales, disfrutan de iguales derechos y tienen igual capacidad para ejercitarlos. Los derechos de cada uno no dependen del poder de que disponga para asegurar su ejercicio, sino del simple hecho de su existencia como persona de Derecho Internacional”. El Artículo 5 proclamaba que “Los derechos fundamentales de los Estados no son susceptibles de ser afectados en forma alguna”. El Artículo 8 declaraba que “Ningún Estado tiene derecho de intervenir en los asuntos internos ni en los externos de otro”. Y, finalmente, el Artículo 11 establecía que “Los Estados contratantes consagran en definitiva, como norma de conducta, la obligación precisa de no reconocer las adquisiciones territoriales o de ventajas especiales que se realicen por la fuerza, ya sea que ésta consista en el uso de armas, en representaciones diplomáticas conminatorias o en cualquier otro medio de coacción efectiva. El territorio de los Estados es inviolable y no puede ser objeto de ocupaciones militares ni de otras medidas de fuerza impuestas por otro Estado ni directa ni indirectamente, ni por motivo alguno, ni aún de manera temporal”.
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¨Cabe decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad porque esa nación se alcanzó muy pronto en décadas posteriores, aunque en 1959 fue demolida por los que usurparon el poder, y ha sido vilipendeada por una oleada de intelectuales comprometidos o mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba las primeras posiciones en todos los renglones de los anuarios de las Naciones Unidas para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros tan destacados no se hubieran podido conseguir si nuestros gobernantes, y a pesar de sus errores, no hubieran tenido interés y acierto para resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros legisladores no nos hubieran dado una legislación avanzada y moderna, o si el pueblo cubano no hubiera estudiado y trabajado para superarse. El pueblo cubano era exigente y siempre aspiraba a lo mejor, pero tenemos que acusarnos de un pecado, y es que cuando no lo lográbamos plenamente, en vez de analizar los fallos y aplaudir lo logrado, prodigábamos una crítica irresponsable.¨ (Cao, 2008, p. 87)
El balance de la Enmienda Platt es muy controversial. Considero que sus consecuencias deben analizarse desde al menos dos perspectivas o ángulos diferentes. Una primera perspectiva nos dice que la mencionada enmienda:
1) Propició el aumento significativo de las inversiones extranjeras en un país totalmente destruido necesitado de las mismas. La mencionada enmienda garantizaba, en cierto medida, el ambiente de paz necesario para el desarrollo de las inversiones en el país.
2) Contribuyó grandemente para que no sucedieran en Cuba, largas y sangrientas guerras fratricidas similares a la ocurrida durante y después de la independencia en muchas repúblicas hispanoamericanas y en Haití, o como la ocurrida en los propios Estados Unidos con la guerra de Secesión.
3) Limitó significativamente la posibilidad de una agresión extracontinental por parte de las potencias europeas como la efectuada por Alemania, con la ayuda de Inglaterra, a Venezuela en 1901 mediante los bombardeos a La Guaira, Maracaibo y Puerto Cabello, por ésta no pagar las deudas adquiridas con un poderoso consorcio alemán. Anteriormente, en 1897, la marina alemana ya había realizado demostraciones de fuerza en Haití.
Una segunda perspectiva de la Enmienda Platt nos dice que:
1) Limitó en cierta medida, en cuanto a principios se refiere, la soberanía de Cuba, otorgándole a la república desde un punto de vista formal, una independencia restringida.
2) Creó una mentalidad de Patronato en ciertos segmentos del pueblo cubano mediante la cual, se esperaba que los norteamericanos fueran los que resolvieran nuestros problemas políticos. En otros segmentos de la población cubana, creó o acentuó un sentimiento nacionalista antinorteamericano.
La enmienda Platt nos privó de gozar de una independencia y soberanía total, pero también nos evitó grandes desastres y sufrimientos.
Manuel Sanguily como Ministro de Estado (responsabilidad que corresponde a la de Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores en nuestros días) del gobierno de José Miguel Gómez, en su discurso en el teatro Polyteama, a poco más de una década de la imposición de la Enmienda Platt, expresó:
"Mantendrá el Gobierno las relaciones más cordiales en el orden diplomático y de los negocios, con las naciones amigas entre nosotros dignamente representadas, y sobre todo cultivará los grandes y vitales intereses que en franca y afectuosa correspondencia nos ligan a los Estados Unidos, no ya solo en consideración a las ventajas que deriva de ellos nuestra economía, sino por los incomparables servicios que el pueblo y el Gobierno americanos han prestado a la causa de la justicia, de la civilización y de nuestra nacional soberanía.
Y no os sorprenda esta sincera manifestación de quien siempre ha vivido inquieto y receloso en el temor de los grandes y los fuertes. Dos veces -una, por la ceguedad de nuestra vieja y orgullosa Metrópoli; otra por la ceguedad de enconos fratricidas-, vinieron aquí los americanos traídos por su fortuna o llamados por nuestras discordias, y siempre se retiraron de nuestro territorio, haciéndonos el doble beneficio de construir dos veces la república, y dejándonos en el corazón atribulado, desengaños y escarmientos; más en ambas ocasiones, motivos superiores de admiración y de gratitud por esa magnánima conducta que jamás en la historia habían observado los pueblos fuertes y triunfantes con los débiles, conturbados y decaídos" (Ibarra, 312)
He escogido esas palabras de Manuel Sanguily en el teatro Polyteama, y no las de otro cualquier patriota o ciudadano, por la posición vertical que siempre mantuvo Sanguily en su quehacer político:
Sanguily se opuso en un primer momento, como ya expresamos, a la imposición de la Enmienda Platt. Posteriormente, y ya en la República como miembro del Senado cubano, se opuso a la venta de tierras cubanas a capital norteamericano. En ese cargo de Secretario de Estado del Gobierno de José Miguel Gómez, se opuso de palabra y de hecho a la injerencia norteamericana en Méjico cuando el derrocamiento del presidente Francisco I. Madero y su sustitución por Victoriano Huerta, actitud que suscitó desavenencias con el gobierno norteamericano. Sanguily fue en su momento, él más fuerte y decidido opositor en el Senado cubano a la aprobación en 1903 del Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos (TRC). La verticalidad de Sanguily llegó hasta el punto de acusar públicamente de corrupto al gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913), pese a pertenecer a su gabinete como Secretario de Estado.
El fundamento de la preocupación norteamericana por nuestra estabilidad republicana iba desde los más excelsos y enaltecedores sentimientos humanos de solidaridad, hasta la más fría y calculada preocupación por sus inversiones económicas y su seguridad nacional. En ese amplio espectro, es donde debemos situar los móviles que tuvieron las numerosas personalidades norteamericanas que intervinieron en la confección, aprobación y aplicación de la Enmienda Platt.
Etiquetas: anexionismo, Carlos Mendieta, Charles Magoon, cuba, cubano, derogación, EE.UU., EEUU, Enmienda Platt, Estados Unidos, Manuel Márquez Sterling, relaciones permanentes, Traaado Permanente
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