Roberto Álvarez Quiñones sobre Cuba: Hay cada vez más niños pordioseros en las calles de Cuba. Visiblemente desnutridos, visten harapos o andan sin camisa y descalzos.
Tomado de https://diariodecuba.com/
De Oliver Twist a Juanito el de La Habana Vieja
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Hay cada vez más niños pordioseros en las calles de Cuba. Visiblemente desnutridos, visten harapos o andan sin camisa y descalzos.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Miami
14 septiembre 2025
En la literatura occidental hay destacadas obras que abordan el drama de niños mendigos en las calles porque sus familias viven en la miseria extrema, o han sido abandonados, o son huérfanos, u otras razones, y que en no pocos casos para poder subsistir devienen pillos y ladrones.
Por ejemplo, pueden citarse novelas como El príncipe y el mendigo, de Mark Twain; Pequeños vagabundos, de Gianni Rodari; Los miserables, de Víctor Hugo, El niño, de Jules Vallés, y otras. Pero pienso sobre todo en Oliver Twist, de Charles Dickens, un niño huérfano que pasa hambre, frío y es maltratado en el orfanato en el que está internado. Se escapa y vive como mendigo en las calles del Londres de 1830, donde impera la violencia y el crimen, y se une a una banda de carteristas.
Y aterrizo ahora en la Cuba castrista. Fotos dramáticas de niños mendigos que en países del Tercer Mundo deambulaban por las calles fueron platos fuertes de la propaganda anticapitalista de la "revolución cubana" mientras la parasitaria economía cubana era subsidiada en grande por la Unión Soviética.
En los medios y en los discursos políticos se insistía en que la mendicidad infantil era un crimen social causado por la explotación imperialista y capitalista en las naciones pobres.
Se ocultaba que la economía "revolucionaria" cubana era incapaz de autosustentarse y que, gracias al dinero enviado por Tío Volodia desde Moscú, el Proxeneta en Jefe de Cuba alardeaba y se acreditaba logros suyos… con dinero ajeno.
Por eso cuando el "paganini" Volodia murió, la economía cubana se desplomó en un -35%, un récord mundial para un país no afectado por una guerra o catástrofe natural. El pueblo cubano se sumergió en la pobreza extrema, que Fidel Castro hábilmente denominó "Periodo Especial" para evitar la palabra crisis, la peor desde la declaración de independencia.
Entonces, como sacado del sombrero de Mandrake el Mago, apareció el fanático fidelista venezolano Hugo Chávez, quien con su abultada chequera de petrodólares evitó el colapso de la "revolución cubana". Pero oh paradoja, debido precisamente al socializante asesoramiento de los hermanos Castro la bonanza petrolera venezolana se acabó. La economía cubana volvió a hundirse.
Hoy Cuba conforma con Haití la mancuerna de países más pobres del mundo occidental, con un ingreso per cápita inferior al de muchos países del Africa subsahariana.
Es falta de capitalismo: la "revolución" genera mendicidad infantil
Como consecuencia de ello, en Cuba no solo hay miles de niños obreros, como ya vimos en un artículo anterior, sino también miles de niños mendigos. Jamás en la Isla se vio algo parecido siquiera. En los años 50 del siglo pasado el dictador Fulgencio Batista, lejos de causar hambre y mendicidad en el país, incentivó las inversiones capitalistas.
Cuba alcanzó niveles de desarrollo que la acercaban al Primer Mundo. Era uno de los tres países con más alto nivel de vida en América Latina, con un ingreso per cápita superior al de varios países de Europa. La mendicidad infantil en la Isla era de poca monta comparada con la de más de 160 naciones.
El contraste con el presente es impresionante. Hay cada vez más niños pordioseros en las calles cubanas. Visiblemente desnutridos, algunos muestran una aguda delgadez. Visten harapos, o andan sin camisa, y descalzos.
Pero la dictadura niega con el mayor descaro del mundo lo que todos a diario ven: niños pidiendo limosna. Una jueza del Tribunal Supremo Popular, Isabel Acosta, hace poco publicó en el diario oficial Granma un texto titulado "La mendicidad no es compatible con el proyecto social cubano". Allí reiteró que "la mendicidad fue un flagelo del pasado capitalista que fue eliminado por la Revolución".
Anunció la jueza, con énfasis amenazante, que se aplicará todo el peso de la ley a quienes "divulguen en plataformas digitales las condiciones de mendicidad o trabajo infantil en lugar de hacerlo ante las autoridades competentes". O sea, que en Cuba se prohíbe ser martiano, la verdad hay que ocultarla, jamás decirla.
Los medios estatales, incluyendo el sitio web oficial Cubadebate, insisten en que en Cuba no hay niños mendigos. Y cito a Cubadebate: "eso fue una realidad dolorosa en Cuba antes de la Revolución", que tenía "graves consecuencias para la salud, la educación y el desarrollo de los niños".
Lo más indignante es que es la propia "revolución" la que impide a cada vez a más niños asistir a la escuela porque tienen pedir limosna en las calles. O trabajar como adultos. Con ello el régimen castrista-comunista pisotea a diario la Convención sobre los Derechos del Niño.
Es cada vez mayor la cifra de niños pordioseros en Cuba. Unos porque ayudan a sus padres a sostener a la familia debido a la miseria que padecen. Otros son obligados a mendigar, o han sido abandonados, o son huérfanos, o expulsados de sus hogares.
Y se advierte ya aquí una conexión con el Oliver Twist de ficción londinense, pues no pocos de estos deambulantes niños cubanos para poder subsistir igualmente se unen a pillos y devienen carteristas y ladrones.
En el mundo baja la mendicidad infantil, en Cuba crece por día
En el resto del mundo, según la UNICEF y la OMS, el número de niños que viven en las calles como mendigos se ha reducido en algunas áreas, sobre todo en América Latina. El Africa subsahariana, Brasil y la India tienen la mayor cantidad de niños que viven en la calle. En la India hay 11 millones de ellos.
En Jamaica hay 6.500 niños mendigos, con una población total de 2,8 millones de habitantes. En Cuba son cada vez más numerosos, sobre todo en la capital del país, particularmente en La Habana Vieja.
La cifra total real se puede estimar grosso modo con una deducción lógico-estadística. De acuerdo con la UNICEF en Uruguay, con 3,3 millones de habitantes, hay unos 3.000 niños mendigos. Si eso es así en Uruguay, uno de los países con más alto nivel de vida en América Latina, en la Cuba extremadamente pobre de hoy, y con el triple de población, al seguro hay muchos más niños pordioseros que en esa nación sudamericana.
Y vuelvo al icónico niño londinense de Dickens. Por tres similitudes comunes: 1) algunos de estos niños cubanos pordioseros terminan convirtiéndose igualmente en pillos y carteristas para subsistir; 2) otros se suman a los miles de niños obreros cubanos ya mencionados; y 3) tampoco pueden asistir a la escuela.
Además del drama humano, son graves las consecuencias de la mendicidad infantil en Cuba. Ante todo, al no poder educarse quedan sumidos en la ignorancia en pleno siglo XXI, el de la información, el conocimiento, la tecnología y la ciencia.
La ignorancia dificultará la reconstrucción poscastrista del país
Todo ello dificultará la titánica tarea de reconstrucción del devastado país en el poscastrismo. En una primera etapa de la reconstrucción de una Cuba libre, la fuerza laboral tendrá grandes baches en la eficiencia productiva necesaria para reinsertar al país en el mundo normal (capitalista).
Los niños mendigos no solo quedan sumidos en la ignorancia en la era del conocimiento, sino que tampoco pueden practicar deportes, no disfrutan de su niñez. Ello los afecta psíquicamente, les causa traumas emocionales, y hasta deficiencias cognitivas para toda la vida.
Y lo peor, no pocos de esos niños marginados socialmente que sobreviven en ese sórdido submundo miserable devienen delincuentes, y no solo como carteristas, sino como peligrosos asaltantes violentos, e incluso asesinos.
Claro que también pueden finalmente enderezar sus vidas, educarse, luchar por superarse y progresar en la vida, como logró hacer el mítico Oliver Twist. Pero hay un detalle a tener en cuenta. En la Inglaterra victoriana la economía progresaba al compás de la Revolución Industrial. En Cuba la economía, en vez de progresar, produce cada vez menos y se atrasa más.
Por eso imaginémonos ahora la situación de un niño cubano, llamémosle Juanito, que mendiga en La Habana Vieja. Con el empeoramiento constante de la economía y el aumento de la pobreza y la escasez, resulta demasiado obvio que hay que echar del poder a Raúl Castro y sus apandillados para que Juanito pueda hacer lo mismo que Oliver Twist y dignificarse.
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