20 años sin la Unión Soviética. “Daba la impresión de que la KGB iba muy en serio pero el grado de preparación era nulo”
Tomado de http://sp.rian.ru
Opiniones
“Daba la impresión de que la KGB iba muy en serio pero el grado de preparación era nulo”
Tema de actualidad: 20 años sin la Unión Soviética
Valentín Stepankov, fiscal general de Rusia en agosto de 1991, fue la persona a quien el correspondió detener a los miembros del GKChP y más tarde, presentar cargos contra ellos. A continuación ofrecemos a nuestros lectores un artículo publicado por Moskovski Novosti con fragmentos del libro del ex Fiscal General de la URSS, Valentin Stepankov, autor del estudio documental “GKChP. 73 horas que hicieron cambiar el mundo”, en el que expone algunos de los momentos claves como los preparativos para el asalto de la sede del parlamento de Rusia donde Borsi Yeltsin encabezó la resistencia contra los golpistas. Actas de interrogatorios y testimonios..
Sede del Ministerio de Defensa de la URSS, 20 de agosto, 14:00
Militares de carrera se reunieron en el despacho de Vladislav Achálov, viceministro de Defensa de la URSS. El Ejército estaba representado por Boris Grómov, ex jefe de las tropas soviéticas en Afganistán, héroe de la campaña afgana y, por aquellas fechas, viceministro del Interior de la URSS. Por parte de Seguridad estaba el coronel general Gueniy Aguéiev, subjefe primero de la KGB. Cerca de él, en uniforme de camuflaje, estaba sentado el general Víctor Karpujin, jefe del grupo de operaciones especiales Alfa, y a su lado, Boris Beskov, jefe de la unidad militar 35690 (grupo B).
Estaban hablando del cómo tomar la sede del parlamento de Rusia. A grandes rasgos habían esbozado ya un dispositivo durante una reunión celebrada por la mañana en la KGB, bajo la dirección de Aguéiev. Eran los representantes del Ejército y el Interior quienes debían pronunciarse ahora.
Fruto de aquella discusión fue un plan de actuación sincronizada por parte de diversos cuerpos de seguridad.
El Ministerio del Interior de la URSS debía emplazar 3.000 efectivos en el malecón del río Moscova para impedir la llegada de nuevos partidarios de Yeltsin a la sede parlamentaria.
Las tropas aerotransportadas del general Alexandr Lébed, junto con una división de infantería motorizada del Interior, debían bloquear el acceso desde el anillo Sadóvoye y cerrar el cerco en torno a la sede del Parlamento. La retirada de la gente se iba a organizar a lo largo del malecón.
Un ataque en cuña sería elemento clave de la operación. Agentes antidisturbios apoyados por unidades de desembarco aéreo meterían una cuña en las multitudes dejando un pasillo para que los grupos Alfa, B y otros destacamentos de la KGB avanzaran hacia la sede del Parlamento y procedieran a la llamada fase de filtración. Su objetivo sería identificar a los que estaban dentro y colocar a quienes correspondiera bajo custodia en una guarnición militar situada en el poblado Medvezhi Ozera.
La KGB iba a implicar en la operación a sus fotógrafos para captar imágenes del fuego de respuesta desde la sede parlamentaria y poder afirmar luego que fue la gente de Yeltsin los primeros en disparar.
Efectivos del grupo Alfa, apoyados por los demás participantes de la operación, subirían a la quinta planta de la sede parlamentaria para capturar a los líderes de la resistencia antigolpista.
Declaraciones de Alexandr Lébed:
Cuando entré en el despacho de Achálov, la reunión parecía haber empezado hace tiempo: había muchas colillas en los ceniceros y en las mesas se veían botellas de agua vacías… Dije que el asalto sería imposible porque en edificio había unos 700 hombres con armas de infantería, incluidas las ametralladoras, y afuera, una multitud de 50.000 personas. A lo cual Varénnikov respondió toscamente: “¡Das una muestra de pesimismo cuando deberías, como general, ser optimista y alentar a la gente!”
De las declaraciones de Vladislav Achálov:
Observaba desde mi asiento cómo se comportaban y hablaban los demás. Todo me parecía una aventura. Daba la impresión de que la KGB iba muy en serio pero el grado de preparación era nulo. En general, no me sentía bien con lo que estaba pasando.
El general Víctor Karpujin se encargó de explicar a las tropas su misión.
“Cuando se refirió al próximo asalto, afirmó en tono de bravata que será una tarea fácil. No habrá ningún problema a la hora de orientarse y actuar dentro del edificio cuyo plano es un corredor primitivo con despachos a ambos lados”, según el testimonio de Anatoli Savéliev, un alto oficial del grupo Alfa.
El subjefe del grupo, Mijaíl Golovátov, quien dirigió en enero de 1991 el asalto a la sede de la televisión en Vilna, preguntó a Karpujin, si el dispositivo contaba con una autorización por escrito. Su pregunta no era casual. Previamente a la operación en Vilna, a los militares les enseñaron una orden firmada por el presidente Gorbachov.
De las declaraciones de Leonid Gummeni, alto oficial de Alfa:
Empezamos a protestar pero Karpujin chilló que ya estábamos hablando demasiado y que en torno al Parlamento no había más que jóvenes, estudiantes o, como dijo, críos que íbamos a dispersar rápidamente.
Situación en la Casa Blanca
Según algunas informaciones, francotiradores usarían la torre del hotel Ukraina para apoyar el asalto con fuego de puntería.
La defensa estaba organizada a lo militar. Los voluntarios se dividieron en pelotones y compañías. Cada portal de la sede parlamentaria iba a ser defendido por dos o tres pelotones y grupos equipados con cócteles molotov.
Los defensores de la sede eran poco numerosos en la noche del 19 de agosto. Fue el 20 de agosto, después de un mitin grandioso, cuando miles de moscovitas salieron a defender la Casa Blanca. Las barricadas, puramente simbólicas la víspera, se fueron transformando en fortificaciones poderosas y sofisticadas, realmente difíciles de superar. Camiones pesados, grúas, apisonadoras y estructuras de hormigón armado bloqueaban el acceso a la zona.
El 20 de agosto fue para los miembros del grupo Alfa un día de gran tensión, como es habitual antes las misiones de combate.
Karpujin mantuvo varias reuniones con el personal para ofrecer cada vez nuevos detalles de la operación.
Un veterano de Alfa, Anatoli Savéliev, estaba de mal humor. Sólo un abúlico no daba órdenes al grupo últimamente. Cualquier burócrata de la KGB se creía en el derecho de ponerlos bajo el fuego. Y ahí estaba otra misión de ésas. ¡Vaya una misión…Usar armas contra diputados y miembros del Gobierno!
Aunque estaba prohibido poner a los subalternos al tanto de la operación, Savéliev optó por hablar francamente con quienes pelearon hombro con hombro junto a él.
“Quieren mancharnos de sangre otra vez”, les dijo. “Que cada cual haga lo que le dicte su conciencia. Por lo que a mí respecta, no pienso asaltar la Casa Blanca”.
A la hora de elaborar el plan del dispositivo, nadie se imaginaba que tanta gente fuera a defender la sede parlamentaria. Más de un millón de personas participaron el 20 de agosto en la construcción de barricadas, vigilancia de traslados de tropas, suministro de víveres y medicamentos a los defensores de la Casa Blanca, redacción y difusión de volantes y otras acciones de resistencia.
Sería necesario un baño de sangre para aplastar a los defensores de la Casa Blanca. Entre decenas de miles de personas dispuestas a resistir hasta el final había celebridades mundiales: Alexandr Yákovlev, Eduard Shevardnadze, Mstislav Rostropóvich. También se encontraban en la sede parlamentaria corresponsales extranjeros de las más prestigiosas cadenas de televisión y agencias noticiosas.
“El grupo B debía usar un arma secreta de gran poder destructivo contra la primera y segunda plantas del edificio, conforme a la versión actualizada del plan de operación”, contó a los jueces instructores Leonid Gumenni, alto oficial del grupo Alfa. “Como resultado, ambas plantas dejarían de existir. En cuanto al arresto de Yeltsin, objetivo que marcó Karpujin, era inviable porque todos, incluido el presidente de Rusia, habrían sido eliminados durante la operación de limpieza”.
Un alto oficial de seguridad, Starodúbtsev, quien lleva el mismo apellido que un miembro del GKChP, declaró que no iba a participar en el asalto y pidió permiso para retirarse del despacho. “Ni falta que nos hace. Cualquier cosa, te fusilamos”, respondió a ello el subjefe de la KGB en Moscú, Karabánov.
20 de agosto, 17:00-20:00
Ningún destacamento del Ejército soviético había desacatado hasta entonces una orden de combate y todos eran conscientes de que la represalia podría ser rápida y brutal.
La suerte de “Grom” dependía enteramente del Ejército cuya tarea era entablar el combate y hacerse seguir por los demás. Por tanto, era tan importante convencer a los altos mandos militares de que actuasen.
Cuando Achálov y Varénnikov entraron en el despacho de Kriuchkov, vieron allí a Baklánov, Shenin y un amplio grupo de altos cargos de la KGB vestidos de paisano.
El viceministro de Defensa Achálov recuerda que su aparición provocó réplicas de descontento: “¡Vosotros, los militares, no queréis nada! ¡Sois unos inútiles!”
“¿Estáis acobardados?”, preguntó a bocajarro Baklánov cuando Achálov le expuso la postura del ministro de Defensa y sus propias conclusiones tras una inspección sobre el terreno: “Habrá inevitablemente un baño de sangre en caso de asalto. Hay fuerte descontento en las tropas. No es conveniente implementar la operación”.
Kriuchkov, cada vez más consciente de lo mucho que subestimó la renuncia de los generales a participar en el asalto, se esforzaba por salvar la cara al menos pero la tensión iba en aumento.
De las declaraciones de Boris Grómov:
Baklánov planteó que entonces sería necesario hallar otra manera de capturar a Yeltsin y sus seguidores. “Si no lo hacemos, nos colgarán”, dijo.
Reprochó a Kriuchkov por no haber cortado las redes de telefonía y electricidad en la sede parlamentaria, en contra de lo acordado anteriormente, y sugirió hacerlo de inmediato, además de bloquear el suministro del agua.
Kriuchkov admitió la necesidad de desconectar los teléfonos en el edificio. En cuanto a la luz, explicó que ya no tenía sentido cortarla porque estaba amaneciendo…
Borís Yeltsin declara anticonstitucional al Comité Estatal de Emergencia
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Reseña histórica: Intentona golpista de agosto de 1991 en la Unión Soviética
Barricadas cerca de la sede del Sóviet Supremo (Parlamento) de la URSS durante la intentona golpista de 1991.
El Comité estaba integrado por el vicepresidente de la URSS Guennadi Yanáev; el primer ministro, Valentín Pávlov; el ministro del Interior, Borís Pugo; el ministro de Defensa, Dmitri Yázov; el presidente del KGB, Vladimir Kriuchkov; el primer vicepresidente del Consejo de Defensa, Oleg Baklánov; el presidente de la Unión de Campesinos,Vasili Starodúbtsev; el presidente de la Asociación de Empresas, Industria, Transporte y Comunicaciones, Alexander Tiziakov.
El 20 de agosto de 1991 había sido fijado para la firma del Nuevo Tratado de la Unión destinado a sustituir al Tratado de Creación de la URSS de 1922, y reemplazar asimismo a la Unión Soviética por una nueva entidad que se llamaría Unión de Estados Soberanos.
Un día antes, el 19 de agosto, la prensa oficial publicó la “Declaración del Gobierno Soviético” que entre otras cosas, destacó: “debido a la imposibilidad, por enfermedad, de Mijaíl Gorbachov, de cumplir las funciones de Presidente de la URSS” y de acuerdo con el artículo 127.7 de la Constitución de la URSS, de estas competencias pasan al vicepresidente de la URSS, Guennadi Yanáev; se declara la situación de emergencia en algunas regiones durante 6 meses a partir de las 4 de la madrugada (hora de Moscú) del 19 de agosto de 1991; para gobernar el país se instituye el Comité Estatal para la Situación de Emergencia en la URSS (GKChP, por sus siglas en ruso).
(Alexander Tiziakov, Vasili Starodúbtsev, Borís Pugo, Oleg Baklánov y un representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de la URSS durante rueda de prensa ofrecida por el Comité Estatal para la Situación de Emergencia. © RIA Novosti. Vladimir Rodionov)
En su primera disposición el Comité ordenó suspender la actividad de los partidos políticos y organizaciones públicas y prohibió las manifestaciones y marchas populares. La disposición Nº2 prohibía la mayoría de las ediciones, excepto nueve periódicos controlados por los comunistas.
Casi todos los canales de televisión suspendieron sus emisiones.
El Presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, que en aquellos momentos pasaba vacaciones en Crimea, quedó incomunicado en su residencia gubernamental.
En la mañana del 19 de agosto, unidades militares y vehículos blindados bloquearon importantes nudos de comunicación impidiendo el acceso al centro de Moscú y rodearon el territorio circundante al Kremlin.
A las 11:45 varias decenas de tanques se detuvieron justo enfrente del Soviet Supremo (Parlamento) de la República Socialista Federativa Soviética Rusa (RSFSR).
El país respondió con manifestaciones masivas de protesta en Moscú, Leningrado (actual San Petersburgo) y otras ciudades.
El presidente de la RSFSR, Borís Yeltsin, encabezó el movimiento de resistencia a los golpistas y asumió la dirección del país. La misma mañana del 19 de agosto Yeltsin firmó los Decretos Nº59 y Nº61 que calificaron las acciones del GKChP como un intento del Golpe de Estado. Asimismo, se disponía que los órganos del poder ejecutivo de la URSS, incluídas las fuerzas del órden, pasaran a subordinarse al presidente de la RSFSR.
A partir de ese momento, el Soviet Supremo se convirtió en centro de la resistencia a la junta.
Subido en un tanque, Borís Yeltsin, pronunció un discurso dirigido a los ciudadanos de Rusia, en el que calificó las acciones de GKChP como un “golpe de estado reaccionario y anticonstitucional” y exhortó a los ciudadanos a “dar una digna respuesta a los golpistas”. El llamamiento, además de Borís Yeltsin, fue firmado por el primer ministro de la RSFSR Iván Siláev y el presidente del Soviet Supremo de la URSS, Ruslán Jasbulátov.
Por la noche, la televisión trasmitió la rueda de prensa ofrecida por miembros del GKChP. Estaba ausente Valentín Pávlov que sufrió una crisis hipertensiva. Los miembros del Comité estaban notablemente nerviosos: la imagen de las manos temblorosas de Guennadi Yanáev dio la vuelta al mundo.
El 20 de agosto se declaró el toque de queda en Moscú.
Y no obstante, alrededor del Soviet Supremo se reunieron miles voluntarios para defender el edificio ante un eventual asalto por unidades militares.
En la noche del 20 al 21 de agosto, en un túnel subterráneo abarrotado de vehículos blindados, en un accidente provocado por una maniobra de los mismos murieron tres civiles: Dmitri Komar, Vladimir Usov e Iliá Krichevski.
En el curso de estos tres días se hizo evidente que la sociedad no apoyaba al GKChP.
En la mañana del 21 de agosto empezó la retirada de las fuerzas armadas de Moscú, a las 11:00 tuvo lugar una sesión extraordinaria del Sóviet Supremo de la RSFSR.
Los parlamentarios encomendaron al primer ministro Iván Siláev y al vicepresidente de la RSFSR Alexander Rutskoi viajar a Crimea para liberar al presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, de su cautiverio.
El 22 de agosto Gorbachov y su familia volvieron a Moscú.
Los seis miembros del GKChP, el viceministro de Defensa y general de Ejército Valentín Varénnikov, así como otros altos cargos que habían prestado ayuda a los golpistas (entre ellos, el presidente del Sóviet Supremo de la URSS Anatoli Lukiánov) fueron arrestados y recluidos en prisión tras ser declarados culpables de alta traición.
El 23 de febrero de 1994, la Duma de Estado (Cámara baja del Parlamento ruso) declaró una amnistía a los miembros de GKChP y fueron liberados.
ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS
Nausea ha dejado un nuevo comentario en su entrada "20 años sin la Unión Soviética. “Daba la impresión...":
Y los rusos ni han pagado, ni pagarán, ni se les pide que lo hagan. O sea, aquí no ha pasado nada, o nada de gran importancia. Todo el mundo muy campante y cómo si tal cosa fuera. El muerto al hoyo y el vivo al pollo. Putin, un oficial de la KGB, aceptado por TODO el mundo como jefe de estado y tratado por los rusos cómo si fuera una estrella de "rock." Ni asomo de pudor ni de remordimiento. NADA. No hay problema. Olvidemos el pasado y miremos al futuro, o algo por el estilo. ASCO.
1 Comments:
Y los rusos ni han pagado, ni pagarán, ni se les pide que lo hagan. O sea, aquí no ha pasado nada, o nada de gran importancia. Todo el mundo muy campante y cómo si tal cosa fuera. El muerto al hoyo y el vivo al pollo. Putin, un oficial de la KGB, aceptado por TODO el mundo como jefe de estado y tratado por los rusos cómo si fuera una estrella de "rock." Ni asomo de pudor ni de remordimiento. NADA. No hay problema. Olvidemos el pasado y miremos al futuro, o algo por el estilo. ASCO.
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