VARIOS RELATOS SOBRE EL ASESINATO DEL CHE GUEVARA
PRIMERA PARTE DE UNA SERIE DE TRES ARTÍCULOS SOBRE ESTE TEMA: Mitos y verdades de la muerte del CHE GUEVARA
Marcelo Fernández-Zayas
En el presente tenemos que hablar de los grandes mitos de la historia política contemporánea. Hemos escogido el del comandante Ernesto "Che" Guevara de la Serna, porque recientemente ha sido publicada otra versión distorsionada de su muerte. Esta vez, por el General de la Fuerza Aérea Boliviana (retirado) Jaime Niño de Guzmán, quien ha dado una nueva versión de la muerte del guerillero argentino cubano. Esta versión apareció publicada por la agencia noticiosa AP, en la Paz, Bolivia, el 1 de Mayo del presente.
Debo aclarar a los lectores varias cosas, para que juzguen la historia con información acerca de sus narradores. Conocí personalmente en Cuba, al Che Guevara. Discrepamos ideológicamente, respecto a lo que pasaba en Cuba. No existía ni amistad ni odio entre nosotros, aunque nos conocíamos y vigilamos mutuamente. Ambos éramos conocidos oponentes políticos, pero nos respetamos a la distancia. Creo que después de su muerte se ha engrandecido su figura desproporcionadamente. También, se han distorsionadas las circunstancias de su muerte, por opositores y simpatizantes, a convenencia de los mismos.
Lo que narro del Che Guevara está basado en mis conocimientos personales de él; testigos y participantes de sus hechos en Bolivia; y personas allegadas al mismo. Esta información está basada en largas conversaciones, entre otros, con el funcionario de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Félix I. Rodríguez Mendigutía, última persona que conversó extensamente con el Che Guevara. A continuación algunos datos relacionados con este guerillero. Primero, hay que señalar que el Che nunca fue miembro de ningún partido comunista. Sin embargo, tenía una ideología marxista propia e indefinida; más cercana a la maoísta china, que a la versión soviética. Por motivos muy personales, el Che detestaba a los rusos soviéticos y estos, a su vez, no sentían ningún amor por él.
Me contó el que era embajador cubano ante el Líbano y Egipto, Doctor Leonel Alonso, estando aún el Che con vida, un incidente muy significativo. En una visita del Che al Cairo, a principios de la década del 60, la embajada cubana ofreció una recepción en su honor. A la recepción acude, entre otros, el embajador soviético. El Che entró en una discusión con el diplomático ruso y para sorpresa de los presentes este se acaloró y le dio una bofetada al embajador. Esto motivó una fuerte queja de los soviéticos a los cubanos en el Cairo y La Habana. La bofetada no sólo fue al embajador, sino a todo el Kremlin que él representaba. Posiblemente, esta bofetada, contribuyó mucho al destino final del Che en Cuba y Bolivia.
En 1967, el ocho de Octubre, cae herido y es apresado el Che, en la Quebrada del Yuro, cerca del pueblo La Higuera, en Bolivia. El Che sufre una herida de bala en la parte posterior de la pierna derecha, entre la rodilla y el tobillo. Cuando es apresado, este dice a uno de sus captores: "Yo soy el Che Guevara, valgo más vivo que muerto".
El mismo día, ocho de Octubre de 1967, en una zona no muy lejana del lugar, en Vallegrande, se encontraba la jefatura de la Octava División del ejército boliviano bajo las órdenes del Coronel Joaquín Zenteno Anaya. En el mismo lugar se encontraba, instalando equipos de radio en los aviones bolivianos, el Capitán Félix Ramos Medina, cuyo verdadero nombre es Félix Rodríguez Mendigutía. Este es un cubano americano, veterano de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), experto en contra insurgencia, que se encontraba asesorando al ejército boliviano cumpliendo petición de La Paz a Washington.
Al capitán Félix Ramos, le comunican que la radio trajo un mensaje que decía "Papá está cansado". Mensaje en código que significaba: "Che Guevara apresado y herido". Al teniente coronel Andrés Zelich, se le ordena que se traslade en helicóptero a La Higuera, donde tienen prisionero al Che, para que lo interrogue y examine los documentos apresados. El capitán Ramos se comunica con sus superiores de la CIA, da pormenores de lo sucedido y pide confirmación de sus órdenes que eran: apresar al Che vivo para trasladarlo, posiblemente, a una base de Panamá. La CIA responde que haga todo lo posible por salvar la vida del prisionero. Washington, sabía que el Che vivo, derrotado y prisionero, sería un golpe devastador para La Habana y Moscú. Un Che vivo era una carta de gran valor; un Che muerto, todo lo contrario, se convertiría en leyenda y mártir. Sin embargo, los militares bolivianos no pensaban como Washington.
En la mañana del nueve de Octubre, un helicóptero piloteado por el mayor Jaime Niño de Guzmán, llevando como pasajeros al coronel Joaquín Zenteno Anaya y al capitán Félix Ramos Medina, despegó de Vallegrande rumbo a La Higuera.Media hora después, 7:30 AM, el helicóptero llega a su destino. Todavía se escuchaban en la lejanía los sonidos de fusiles y morteros. El teniente coronel Andrés Zelich, después de minucioso registro del cuerpo y pertenencias del prisionero y otros combatientes muertos, había capturado buena cantidad de documentos.
Félix I. Rodríguez, me dice que no recuerda haber visto el documento que ahora presenta el general retirado Jaime Niño de Guzmán. Sin embargo, dice, "puede ser legítimo, se ocuparon muchos documentos, después de su muerte". El Che se encontraba prisionero en una pequeña escuela del lugar. En el mismo lugar estaban los cuerpos sin vida de otros guerrilleros caídos en combate: Antonio, cubano, cuyo verdadero nombre era Orlando Pantoja; Arturo, cubano, nombre verdadero René Martínez Tamayo. En otra habitación se encontraba herido el guerrillero boliviano Willy, nombre verdadero Simón Cuba Saravia.
El coronel Zenteno y el capitán Ramos vieron en un extremo de la habitación al Che Guevara. Este mostraba un cuerpo delgado, cabellera larga y sin brillo y en general un aspecto físico muy deteriorado. Sus ropas estaban sucias y harapientas, sus pies estaban envueltos en pedazos de trapos sucios y cueros, amarrados con cordeles, al carecer de botas o zapatos. Estaba atado de pies y manos. Estas últimas amarradas en la espalda. El coronel Zenteno intentó varias veces de hablar con el Che. Pero, este no respondió a sus preguntas. Ante la inutilidad del esfuerzo, Zenteno y Ramos abandonaron el lugar.
El capitán Ramos (Félix Rodríguez) me dijo: "Comencé a fotografiar todos los documentos ocupados, con máquinas fotográficas Pentax y Minox. Después, establecí contacto radial con mi puesto de mando en la CIA. Estaba en esta tarea, cuando se acercó un soldado boliviano que me comunicó, que el cuartel de Vallegrande quería hablar con el oficial de más alta graduación que se encontrara en el lugar. El coronel Zenteno había partido a un puesto de avanzada, donde aún se combatían a los guerrilleros del Che. El ejército boliviano me había dado rango de capitán durante las operaciones. Me identifiqué con el oficial que llamaba y este dio las órdenes a seguir: 500 y 600. Pedí que repitiera las órdenes, claramente escuché las cifras 500 y 600. El número 500 significaba el Che; el 600 ordenaba su muerte".
Poco antes de las 11:00 Am regresó el coronel Zenteno. Le expliqué el mensaje recibido de Vallegrande y las instrucciones que yo tenía de Washington que eran mantener al Che vivo. El coronel Zenteno reconoció el dilema en que me encontraba y me dijo: "Yo no puedo desobedecer las órdenes de mi presidente. Son las 11 de la mañana, tengo que irme a Vallegrande, el helicóptero vendrá varias veces para trasladar heridos y traer municiones y comida. A las 2: 00 PM, será el último vuelo de regreso. Tú me entregarás el cadáver del Che, bajo palabra de honor".
"Washington, trató de convencer a La Paz para que no ejecutaran al Che. La respuesta de La Paz fue que la prensa mundial ya conocía la noticia de que el Che había muerto en combate. Félix Rodríguez dice al respecto, "estaba pensando acerca de la situación, cuando escuché disparos dentro de la escuela donde se encontraba el Che con el otro prisionero Willy".
"Entré en la habitación donde se encontraba el Che, quien me miró desde el suelo. Me dirigí al otro cuarto y vi a un soldado, arma humente en las manos, que temeroso me dijo": Mi capitán, trató de escapar". Willy, expiró en mi presencia. Era imposible escapar de aquel lugar, todo estaba custodiado. El soldado boliviano estaba cumpliendo las órdenes de sus superiores: no tomar prisioneros".
"Por la mente me pasó una escena similar. En Bahía de Cochinos, seis años atrás, el combatiente de la brigada invasora Néstor Pino, había sido apresado por fuerzas castristas y golpeado salvajemente, cuando se identificó como el comandante de un batallón de una compañía de paracaidistas. La paliza cesó por un momento y desde el suelo vio unas botas junto a su rostro, era el Che Guevara. Este, le dijo fríamente: los vamos a matar a todos. Milagrosamente, Pino sobrevivió. Paradójicamente, en una situación similar, pero al reverso se encontraba Guevara".
"Me dirigí al Che y le dije, quiero hablar con usted. El Che, me respondió: "A mi nadie me interroga". Yo no he venido a interrogarlo, solamente para hablar. Nuestros ideales son diferentes -le dije-, pero lo admiro. Usted era ministro en Cuba y está aquí porque cree en sus ideales. Solamente quiero hablar con usted".
"El Che pidió que lo sentara y ordené a un soldado que lo desatara y lo acomodamos en un banco de madera. Obtuve tabaco para su pipa y comenzamos hablar. Si durante la conversación derivamos a un aspecto técnico o táctico, él me decía: usted sabe que no puedo responder a eso. Y cambiábamos el tema. Hablamos porqué habían escogido Bolivia y que los africanos no eran buenos soldados. Me preguntó mi nombre y le respondí: Félix. Me dijo que yo debía ser puertorriqueño o cubano. Y que por mis conocimientos debía trabajar para la inteligencia americana. Contesté que estaba acertado, era cubano y trabajaba para el servicio de inteligencia estadounidense".
Le digo a Félix I. Rodríguez. Hace poco, el general retirado Jaime Niño de Guzmán, declaró a la prensa que en una conversación con Guevara, cuando era prisionero, este le había dicho que Fidel lo había traicionado en su aventura de Bolivia. ¿Que puede decir usted al respecto?
"Me sorprendió su declaración. Niño de Guzmán, mientras el Che estuvo en La Higuera, nunca estuvo a solas con él. El único contacto que ellos tuvieron fue cuando tomamos fotografías con el Che. Niño de Guzmán, era un mayor, piloto de helicópteros, su trabajo básicamente era transporte de personas y equipos. En aquella ocasión, al medio día, vino a La Higuera trayendo una máquina fotográfica del mayor Arnaldo Saucedo quien quería una foto de Guevara en vida. El presidente René Barrientos había dado orden, de que fuera de los que estaba en la operación, nadie visitara el lugar. Tomé la cámara que me ofreció Niño de Guzmán y deliberadamente cambié la velocidad y apertura para que la foto no saliera. Cambiamos máquinas fotográficas y le di a Niño de Guzmán mi Pentax y me tomó una foto con el Che. Advierto que Guevara dio su consentimiento para estas fotografías".
"Un detalle muy significativo en esta historia es el de una mujer, la maestra de escuela del pueblo, Julia Cortés, que tenía un radio portátil y se acercó a mí y me preguntó. ¿Capitán a qué hora van a matar al prisionero, la radio anuncia que ya está muerto? Me dí cuenta ya era imposible evitar su muerte".
¿Mencionó el Che que Fidel lo había traicionado?
"No, en ningún momento mencionó tal cosa. En honor a la verdad, debo decir que nunca mencionó a Fidel negativamente. El Che se mostró más bien evasivo cuando el nombre de Fidel salió en la conversación. Indudablemente, el Che sabía que La Habana no lo había apoyado en sus intentos en Bolivia, pero nunca criticó a Fidel específicamente".
"Estábamos hablando de la economía de Cuba cuado tuvimos que interrumpir la conversación por los disparos que se escucharon en la habitación contigua. Después oímos un cuerpo caer, Aniceto había sido ejecutado. Este último era un guerrillero que había sido traído herido en la cara, una hora atrás a la casa escuela. El Che mantuvo silencio, su rostro mostraba tristeza y movió la cabeza de un lado al otro".
"Miré al Che en la cara y le dije: Comandante he hecho todo en mi poder, pero las órdenes vienen del Alto Mando Boliviano... Su cara estaba blanca como un papel. Es mejor así Félix, nunca me deberían haber apresado vivo. ¿ Tiene algún mensaje para la familia? Me respondió, dile a Fidel que pronto verá una revolución triunfante en América. Me lució percibir un tono mezcla de amargura e ironía en el mensaje. Dile a mi esposa que vuelva a casarse y trate de ser feliz. Nos abrazamos emocionados. Mi odio al Che había desaparecido. Había llegado el momento de la verdad y supo enfrentar la muerte con valentía"."Salí de la habitación y miré el reloj: una de la tarde. Caminé hacia donde se encontraban el teniente Pérez y el sargento Mario Terán, que tenía la cara brillante como si hubiera estado bebiendo. El sargento Terán pidió prestada una carabina automática M-2, al teniente Pérez. Le dije a Terán, no le tires a la cara, haciendo seña con la mano del cuello hacia abajo. Terán, caminó rumbo a la escuela y yo encaminé mis pasos a una pequeña colina. Comenzaba a escribir unas notas cuando oí los disparos. Miré el reloj y era la 1:10 de la tarde. El Che había sido ejecutado".
¿Por qué el general Niño de Guzmán viene con esta versión ahora? ¿De dónde sale esta historia de que el Che había confesado que Fidel lo había traicionado y le había dado una libreta de apuntes que tenía en una bota?
"No lo sé, tendrá que preguntárselo a él. Resumiré: Niño de Guzmán nunca estuvo a solas con el Che Guevara. Hay muchas fotografías que muestran al Che sin botas. El Che estuvo maniatado hasta que yo ordené que lo desataran. El teniente coronel Andrés Zelich, personalmente, había revisado todo su cuerpo y requisado sus pertenencias. Nunca mencionó el libro de notas".
Al capitán Feliz I. Rodríguez han intentado matarlo varias veces. El Coronel Joaquín Centeno Anaya, murió víctima de un atentado en París en 1975, aparentemente ordenado por La Habana. El presidente Barrientos murió en misterioso accidente de helicóptero en aquella época. El mayor Quintanilla, asesor del Ministro del Interior en aquellos tiempos, murió en otro atentado cuando era Cónsul General de Bolivia en Hamburgo, Alemania. El sargento Terán vive en algún lugar de Bolivia.
¿Fue asesinado o ajusticiado el Che Guevara? El adjetivo a emplear depende de un punto de vista ideológico, no de semántica legal. Si aplicamos las reglas del juego, creadas por el propio Che Guevara en Cuba, fue "ajusticiado revolucionariamente". Cuando el Che se encontraba en el poder en Cuba, más de mil personas murieron bajo sus órdenes en circunstancias similares. Pero, esto es ajeno a las circunstancias del caso que analizamos. ¿Admitió el Che que lo habían traicionado? No, murió sin decir tal cosa.
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Marcelo Fernández-Zayas
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Félix Rodríguez Mendigutía: El hombre que asesinó al Che
Jean Guy Allard
CUENTA entre las más famosas crápulas que alberga Miami, la ciudad norteamericana que contiene, sin duda, más asesinos, esbirros, torturadores y criminales de cualquier índole, por metro cuadrado… En aquella retrograda metrópoli floridana, se cuenta cómo George Bush, el padre, entonces operativo de la CIA encargado de operaciones anticubanas, conoció a Félix Rodríguez Mendigutía, ex agente de la policía de Batista, mientras reclutaba a emigrados cubanos para conformar una tropa de matones y saboteadores. Después de un riguroso entrenamiento, el grupo "de élite" iba a actuar en territorio cubano simultáneamente a la invasión de Playa Girón en el marco de la famosa Operación 40— concebida por el vicedirector de la CIA, Charles Cabell. Así fue como se reunió a individuos tales como: Luis Posada Carriles, Frank Sturgis, E. Howard Hunt, Guillermo e Ignacio Novo Sampoll, Rafael Quintero, José Basulto, Herminio Díaz y Bernard Barker, que luego aparecieron vinculados a los trucos más sucios de los que conformaban ya la mafia miamense.
Sobrino de José Antonio "Toto" Mendigutía Silvera, Ministro de Obras Públicas y cercano colaborador del dictador cubano Fulgencio Batista, el joven Félix Rodríguez (más precisamente Félix Ismael Fernando José Rodríguez Mendiglutía), ex alumno de la Havana Military Academy y agente del aparato represivo batistiano, tenía todas las características para sumarse a esta tropa de sicarios. Apenas reclutado, Félix Rodríguez parte hacia la base norteamericana del canal de Panamá para recibir entrenamiento en sabotaje y terrorismo.
UNA PRIMERA MISIÓN DESASTROS
A Pocos meses más tarde, a finales de 1960, la CIA le confía su primera misión. Llega a Cuba el 14 de febrero de 1961, con otros agentes, a bordo de una lancha rápida que los deja en una zona próxima a Arcos de Canasí, en los límites de las provincias de La Habana y Matanzas. Desembarca con dos toneladas de equipos y explosivos que son descubiertos, pocos días después, por la Seguridad de Estado cubano, gracias a un agente infiltrado en la operación. Félix Rodríguez también venía con instrucciones para la contrarrevolución interna para que, entre otras operaciones, se provocara la voladura del puente de Bacunayagua en los momentos en que se produjera la invasión proyectada. Llega el momento de la invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos). Fracasa miserablemente, en menos de 72 horas. La Revolución Cubana no sólo aplasta entonces a la fuerza invasora sino que se capturan más de un millar de mercenarios. Perseguido por la Seguridad del Estado, Rodríguez se esconde en casa de un contrarrevolucionario y contacta con un funcionario de la embajada española, agente de la CIA, quien organiza su salida del país a través de la embajada venezolana. Tras la derrota de Playa Girón los círculos extremistas de Miami acusaron furiosamente al gobierno de Kennedy de haberlos "traicionado". Pero el presidente estaba también furioso. Despidió al director de la CIA, Allen Dulles, a su vicedirector, Charles Cabell, y al jefe de las operaciones encubiertas, Dick Bissell.
En 1963, Kennedy es asesinado. La implicación de varios conspiradores cubanos, incluyendo a Félix Rodríguez, Frank Sturgis, Herminio Díaz, Orlando Bosch, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll y, particularmente, Luis Posada Carriles, es considerada por varios investigadores del tema. Por otro lado, el papel de George Bush, Richard Nixon y de varios reyes del petróleo de Texas es también cuestionado. George Bush estaba en Texas aquel día. Siempre dijo no recordarse con precisión de sus actividades. Tampoco Félix Rodríguez se recuerda. Sin embargo, años después, fue desclasificada una carta del Jefe del FBI, en la cual J. Edgar Hoover explicaba cómo un tal "Señor George Bush de la CIA" había informado acerca de la reacción de los círculos cubano-americanos de Miami después del asesinato.
EN FORT BENNINGS, CON POSADA Y MAS CANOSA
A su regreso de Cuba, por órdenes de la CIA, Félix Rodríguez pasa un curso en Fort Bennings con los elementos más fanáticos de la Operación 40, entre otros Luis Posada Carriles, futuro jefe de pandilla terrorista, y Jorge Mas Canosa, quien fundara y dirigirá la terrorista Fundación Nacional Cubano-Americana. Luego fue enviado a Nicaragua con un grupo de agentes que atacó el buque español Sierra de Aranzazu como represalia por las relaciones mantenidas por España con Cuba. El ataque terrorista crea tal escándalo que la CIA retira su tropa anti-cubana, supuestamente de élite. Según su propio testimonio desclasificado, en junio de 1967, Félix Rodríguez recibe una llamada de un oficial de la CIA que se identifica como Larry S. quien le propone sumarse a una operación destinada a capturar al Che Guevara cuya presencia en Bolivia está confirmada. Rodríguez usará el nombre de "Félix Ramos Medina". Terminará con el apodo de "El Gato". Viajará con otro mercenario cubano americano de apellido González, con el cual llega en La Paz, la capital boliviana, el 2 de agosto de 1967. Son recibidos por el oficial de caso, denominado Jim, y un oficial boliviano de inmigración. La estación CIA es dirigida por John Tilton. Otro cubano-americano, Gustavo Villoldo, se sumará pronto a Rodríguez y González. El 31 de agosto, Rodríguez tiene una primera oportunidad de ejercer sus "talentos" en materia de interrogatorio. José Castillo Chávez, "Paco", un miembro de la tropa del Che cae preso. Rodríguez se desplaza por avión desde Santa Cruz hasta Vallegrande, acompañado por el Mayor Arnaldo Saucedo.
El 22 de septiembre, los guerrilleros toman el caserío de Alto Seco pero luego caen en una emboscada en la población de Jagüey donde mueren Coco Pedredo, Manuel Hernández Osorio y Mario Gutiérrez Arcaya. Los militares atan los cadáveres sobre unos burros y aparecen así ante los campesinos horrorizados de Pucará, a poca distancia. El informe sobre el incidente estará entregado directamente al agente de la CIA Félix Ramos. Este día el guerrillero Antonio "León" Domínguez Flores aprovecha el combate para alejarse de sus compañeros y luego entregarse al ejército. "El Gato" Ramos se encargará de sacarle toda la información. Incluso torturándolo y usándolo de informante al encarcelarlo junto al guerrillero preso Ciro Roberto Bustos. La traición de León y la muerte de tres compañeros significaron indiscutiblemente un golpe muy grave para la guerrilla del Che. Rodríguez afirma que impulsó entonces al Coronel Joaquín Zenteno Anaya, jefe de la Octava Division del Ejército boliviano, desplazar a su 2do Batallón de Rangers desde su cuartel general de La Esperanza hacia Vallegrande. Los soldados bolivianos conformando el batallón han sido entrenados por los instructores dirigidos por el Mayor norteamericano de Tropas Especiales "Pappy" Shelton. El 29 de septiembre, el Coronel Zenteno ordena a sus 650 Rangers dirigirse hacia el sector de Vallegrande con el objetivo de rodear a la tropa guerrillera. Rodríguez acompaña a la tropa. Protegiendo más que nunca su verdadera identidad, el oficial CIA se hace designar exclusivamente bajo el nombre de "Capitán Ramos", El 30 de septiembre, el Che y su grupo son ubicados en el sector de Valle Serrano.
El 8 de octubre, en los alrededores de las 3:30 de la tarde, el Che cae preso después de agotar sus municiones en un combate donde recibe una herida en la pierna. El enfrentamiento dejó muertos a tres guerrilleros y dos soldados. A las 4:00 PM, es conducido frente a un capitán de apellido Prado quien ordena a su operador radio de avisar a Vallegrande de la captura. INSULTA AL CHE AMARRADO EN EL SUELO
El mensaje "Caída de Ramón confirmada" revela la noticia al Coronel Zenteno en Vallegrande quien, asombrado, exige una segunda confirmación y luego de obtenerla ordena el traslado del Che a La Higuera... justo antes de avisar a Félix Rodríguez, en Vallegrande, con otro mensaje en clave. En las horas siguientes, el Presidente norteamericano Lyndon B. Johnson es avisado por su asesor Walt Rostow, con un memorandum urgente, que el Che está preso en Bolivia.
Según su versión de los eventos, Félix "Ramos" Rodríguez llega en helicóptero a La Higuera a las 6:15 de la mañana, el día 9, con Zenteno Anaya quien dejó en Vallegrande a su propio jefe de inteligencia, Saucedo Parada, por falta de espacio en el pequeño aparato. "El Gato" trae un potente radio y una cámara. Observa al Che tendido en el suelo, los brazos atados en la espalda y sus pies amarrados y empieza a insultarlo con desprecio. Luego, transmite con su radio un mensaje cifrado a la estación CIA más cercana para su retransmisión hacia el cuartel general de la CIA en Langley, Virginia. Empezó a fotografiar sistemáticamente todos los documentos encontrados con el Che, incluso su diario, página por página. Realiza un número de fotos del Che que la CIA mantiene secretas hasta hoy. Este mismo día, el dictador boliviano Barrientos recibe del embajador norteamericano Henderson la orden de muerte del Che. Félix Rodríguez recibe luego un mensaje cifrado dando el código establecido para la ejecución. Según los documentos norteamericanos desclasificados, será el propio mercenario cubano americano que informará, una hora más tarde, al Coronel boliviano Zenteno de la decisión.
Sobre este tema, Ramos-Rodríguez pretenderá luego que tenía la orden de sus superiores de la CIA de mantener el Che vivo "a todo costo". Según sus pretensiones, la CIA y el Gobierno norteamericano habían preparado condiciones para llevarse al Che a Panamá, usando "helicópteros y aviones". Lo que no corresponde de ninguna manera a lo que sucederá. Rodríguez afirmará que frente al Coronel Zenteno quien dice que debe obedecer a las órdenes recibidas (a través de Ramos), decidió "dejar la historia seguir su curso". En su relación de los eventos, Rodríguez-Ramos, agente de la CIA y torturador formado en Fort Bennings toma la precaución de atribuirse sentimientos humanitarios, algo obviamente absurdo de parte de una crápula de tal dimensión. Aquellas afirmaciones del hombre que luego participará, en Vietnam, en la operación de exterminio de militantes comunistas denominada "Phoenix" —una verdadera masacre— sólo merecen estar archivadas al lado de las frases inventadas del Che que la CIA difundió y sigue difundiendo, hasta en Internet.
Lo cierto es que será al "Capitán Ramos" y no al coronel boliviano a quien llega la orientación de matar al Che. "El Gato" la comunica al coronel boliviano y luego dirige la ejecución. Según el joven soldado Eduardo Huerta Lorenzetti quien estaba de guardia en la escuelita donde yace el Guerrillero Heroico, el agente cubano-americano de la CIA entra repentinamente y zarandea al Che atado por los hombros para que hablara, lo hala bruscamente por la barba y le grita que lo va a matar. Huerta trata de intervenir pero "El Gato" lo amenaza gritándole "¡boliviano de mierda!". La discusión quedó interrumpida por la llegada de un cadáver y otro prisionero, Juan Pablo Chang Navarro "El Chino", casi ciego. Ramos le da golpes al preso y luego, con una bayoneta, le provoca varias heridas intentando que hable, sin lograrlo.
"MANDÉ A TERÁN QUE CUMPLIERA LA ORDEN"
Félix Rodríguez, alias Capitán Ramos, alias "El Gato", ordena entonces al Sargento Jaime Terán asesinar al Che. Lo confesó a la revista española Cambio 16, edición del 18 de diciembre de 1998: "Salí y mandé a Terán que cumpliera la orden. Le dije que debía dispararle por debajo del cuello porque tenía que parecer muerto en combate". Asustado, Terán no llega a disparar sobre el Guerrillero Heroico. — ¡Dispara cojudo, dispara!, le grita Ramos a Terán. Terán sigue sin disparar y sale de la escuelita. "El Gato" grita amenazas y le ordena terminantemente entrar de nuevo y cumplir con la orden. Terán, finalmente, dispara. Entonces, el agente de la CIA Félix Rodríguez imitando cobardemente a unos militares presentes, dispara hacia el cuerpo del Guerrillero Heroico.
Esta mima tarde, Rodríguez sale de La Higuera en helicóptero hacia Vallegrande. Contará que al llegar "sabiendo que la gente de Castro estarían mirando para agentes de la CIA", se puso la gorra del ejército boliviano. El corresponsal de The Guardian, el inglés Richard Gott, escribe en aquel momento que al llegar el cuerpo del Che en Vallegrande, la operación fue dejada en manos de un hombre en traje de campaña cuya descripción corresponde a Félix Rodríguez.
"! VAMOS A LLEVARNOLOS PAL’CARAJO!"
El cadáver fue trasladado a un camión. Gott contó cómo "Las puertas del camión se abrieron de repente y el agente americano saltó, emitiendo un grito de guerra: "!Vamos a llevárnoslos pal’carajo!" A uno de los corresponsales quien le preguntaba de dónde venía, Ramos-Rodríguez le contestó bruscamente: "¡De ninguna parte!" Gott anotó cómo "El Gato" miraba iracundo cada vez que una cámara era dirigida hacía él. También observó cómo este "capitán" estaba hablando con los oficiales de mayor grado "en términos familiares". En el hotel de Vallegrande, los agentes de la CIA, encabezados por Félix "El Gato" Rodríguez, y oficiales bolivianos, festejaron la muerte del Che. Según los testigos, Félix Rodríguez abrió una botella de whisky y brindó a los presentes. En las horas siguientes, "El Gato" también participó en la decisión de cortarle las manos al Che para su posterior identificación. Terminada su bochornosa misión de sicario, Félix Rodríguez salió de Vallegrande para Santa Cruz, luego a Panamá y finalmente a Estados Unidos.
TORTURADOR EN VIETNAM
El 24 de febrero de 1969, Rodríguez obtiene la ciudadanía norteamericana. La CIA lo manda a Saigón, en Vietnam, donde se dedica a torturar e interrogar a los prisioneros al lado de Ted Shackley, quien fuera Jefe de la gigantesca estación CIA JM/Wave de Miami, encargada de las operaciones contra Cuba. Con extrema violencia, participa en el Programa Phoenix. Según William Colby, ex jefe de la CIA, esta operación de extrema represión dejó 26 369 muertos entre las 33 350 personas detenidas en los centros de interrogatorios norteamericanos. Félix Rodríguez, integrando la empresa de cobertura Air América, trafica luego heroína desde Laos para la red norteamericana de Santos Traficante, el ex padrino habanero, al fin de influir en el conflicto laosiano ganándose el apoyo de tribus aisladas. La operación está dirigida por Donald Gregg, quien obedece a las orientaciones de Ted Shackley. Entre 1972 y 1973, Félix Rodríguez es instructor del Ejército Argentino convocado por el entonces jefe del Cuerpo de Ejército I, general Tomás Sánchez de Bustamante, a quien conoció en Vietnam. Luego aparece como hombre de confianza y de consulta de la agencia Trident Investigative Services Inc. La agencia es representada en la Argentina por John Battaglia Ponte, un uruguayo nacionalizado estadounidense y ex agente de la CIA, que en los años 70 participó del llamado "Plan Cóndor" que coordinó el accionar ilegal de los aparatos represivos del Cono Sur. En agosto de 1974, George Bush, entonces director de la CIA, confía a Orlando Bosch la responsabilidad de reunir el conjunto de los grupos terroristas de Miami en un solo grupo, la famosa Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) que luego realizara un centenar de atentados en más de 25 países. Félix Rodríguez colabora con Bosch y cumple entonces varias "misiones" en Uruguay, Brasil, Costa Rica, Honduras, Guatemala y El Salvador. Actúa en América Central y ayuda a la fuga de Anastasio Somoza de Nicaragua. Bush desinformara al Congreso acerca de la muerte de Orlando Letellier, ex ministro chileno y ex embajador de Chile en EE.UU., y de Ronni Moffit, militante de los derechos humanos, asesinados en pleno Washington por agentes de la dictadura de Pinochet y matones cubano-americanos "prestados" por los hermanos Guillermo y Ignacio Novo Sampoll, discípulos de Bosch, y también "socios" de Félix Rodríguez, desde la famosa Operación 40.
CONDECORADO POR SU MENTOR
En 1976, Bush condecora a su socio Rodríguez con la medalla Estrella al Valor. En 1979, Rodríguez se vincula al comercio de las armas en América del Sur, en asociación con Ted Shackley, su jefe en Saigón. En 1981 Reagan y Bush ocupan la Casa Blanca y Félix Rodríguez cumple varias misiones por cuenta de la CIA, paralelamente a sus varios tráficos. En 1982, el director de la CIA, William Casey, lanza la operación Black Eagle para "ampliar el papel de EE.UU. en América Central". En agosto, el vicepresidente George Bush nombra a Donald Gregg (el de Laos) como Consejero para la Seguridad Nacional. Gregg manda a Félix Rodríguez en misiones de apoyo a la Contra nicaragüense. Rodríguez organiza, con José Basulto (hoy cabecilla de Hermanos al Rescate) lo que luego se calificó de mayor desvío de fondos de seguro social de la historia de EE.UU. bajo el pretexto de organizar ilegalmente servicios hospitalarios para los mercenarios de la Contra nicaragüense. En octubre 1984, Gerald Latchinian, vice-director de Giro Aviation, una empresa aérea de la CIA manejada por Félix Rodríguez, es arrestado y encarcelado por la importación de 10 millones de dólares de cocaína. A finales de 1984, Donald Gregg presenta al coronel Oliver North, jefe de las operaciones en América central, a Félix Rodríguez. Rodríguez se entrevista directamente con Bush el 22 de enero de 1985.
NARCOTRAFICANTE EN EL SALVADOR
También a partir de este momento, en El Salvador, el ex miembro de la Operación 40 se encarga de coordinar las operaciones de transporte de enormes cantidades de cocaína desde Colombia hasta los Estados Unidos. La CIA le ofrece, como principal ayudante, a su viejo socio, el archí-terrorista Luis Posada Carriles, hoy enjuiciado en Panamá por un atentado fracasado contra Fidel Castro. Un ex agente de la DEA (la agencia federal norteamericana anti-droga), Celerino Castillo III, contó más tarde ante el comité de inteligencia de la Cámara cómo sus informantes descubrieron en la base de Ilopango almacenes de drogas, armas y dinero. También cómo se dieron cuenta de que muchos de los pilotos de los Contras estaban fichados como narcotraficantes en los dossier de la DEA.
El 18 de enero de 1985, Rodríguez se entrevista con Roberto Milán-Rodríguez, el experto en lavado de dinero del Cartel de Medellín, quien se jacta de haber ya "lavado" más de 1,5 mil millones de dólares para su organización. Milán-Rodríguez le entrega 10 millones de dólares, destinados a la Contra nicaragüense. El 8 de mayo 1985, la oficina de Bush es alertada por Rodríguez de que un aparato C-123 ha sido derribado por las fuerzas armadas nicaragüenses. El piloto, Eugene Hassenfus, confiesa trabajar para la CIA bajo los órdenes de Max Gómez (Félix Rodríguez) y Ramón Medina (Luis Posada Carriles). En diciembre 1985, George Bush recibe abierta y desvergonzadamente a su amigo Félix Rodríguez, torturador, asesino, ladrón y narcotraficante en la Casa Blanca. Rodríguez participa ahí en la celebración de Navidad. En octubre del año siguiente, el General Singlaub se queja de los "contactos diarios" de Rodríguez con la oficina de Bush, temiendo "daños para el presidente Reagan y el Partido Republicano".
"HAS GANADO MUCHO RESPETO"
En 1988, una comisión del Senado, dirigida por el senador John Kerry, investiga la escandalosa operación de tráfico de drogas y de armas involucrando a Oliver North, Donald Gregg, John Poindexter, Elliott Abrams, Otto Reich, Richard Armitage, John Negroponte, Mitch Daniels y Félix Rodríguez. Este último también tendrá que dar un testimonio, al parecer bien arreglado: "Has ganado mucho respeto en el proceso", le comentará enigmáticamente George Bush en un mensaje personal que le escribió. En 1989, George Bush consigue la presidencia. En la toma de posesión, Rodríguez está presente, al lado de un gran amigo, el General Rafael Bustillos, jefe de la Fuerza aérea de… El Salvador. Aunque Félix Rodríguez afirma entonces que abandona la CIA, el semanario Rolling Stone revela que sigue visitando la agencia cada mes para recibir instrucciones y que lleva allí su Cadillac a prueba de balas para darle mantenimiento. Félix Rodríguez, entretanto, anda por Miami, mafiando con su red de ex agentes, matones, conspiradores...
HACIENDO SUS COMPRAS EN COSTCO
En el juicio de los Cinco de Miami, se reveló cómo uno de los patriotas cubanos se encontró, casualmente, algún fin de semana, con Félix Rodríguez, que esperaba detrás de él en la caja de un supermercado Costco de Miami. Pudo luego observar cómo salió, despreocupado, hacia su lujoso vehículo en el parqueo del centro comercial. Socio de la cúpula terrorista cubano-americana de Miami y de los archí-terroristas Posada y Bosch, torturador en Saigón, ladrón del Watergate, narcotraficante de Laos y El Salvador, el mercenario de Bolivia, "El Gato" Rodríguez se jacta hoy de "haber matado" al Che. Conserva el reloj Rolex del Guerrillero Heroico tal cómo varias reliquias de sus numerosas víctimas. "Héroe" del Imperio, el asesino condecorado anda libremente Miami, frecuenta a los demás canallas de la cúpula mafiosa y sigue jactándose de sus crímenes. Vive en una lujosa casa de Miami-Dade. En su sala exhibe sus trofeos. Un Rolex GMT Master de acero y una pipa que pertenecieron al Che. Así viven los asesinos, esbirros, torturadores y criminales de cualquier calaña en su santuario estadounidense de South Florida. PIES Documento dramático: el Che al lado del sicario de la CIA. En unas horas, Rodríguez ordenará al Sargento Terán a asesinar al Guerrillero Heroico. En 1988, "El Gato" Rodríguez se presenta ante una comisión del Senado, dirigida por el senador John Kerry. Ante el Senado, Rodríguez ostenta una bandera de la guerrilla salvadoreña. En diciembre 1985, George Bush recibe abierta y desvergonzadamente a su amigo Félix Rodríguez, torturador, asesino, ladrón y narcotraficante en la Casa Blanca.
NOTA DEL AUTOR DEL BLOG:
SOY TESTIGO, DESDE HACE MUCHOS AÑOS, DE OIR A FELIX RODRIGUEZ NARRAR SU ENCUENTRO CON EL CHE CUANDO EL CHE FUE CAPTURADO Y SIEMPRE HA NEGADO SU PARTICIPACION EN LA TOMA DE DECISION PARA EJECUTAR AL CHE, MUCHO MENOS DE JACTARSE DE ALGO QUE , SEGUN EL, NUNCA HIZO. ESO MUESTRA LA FALTA DE OBJETIVIDAD DEL AUTOR DE ESE ARTICULO.
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El pueblo se llama La Higuera. Todos aquellos campesinos, muy bolivianos, muy
supersticiosos, no piensan para sus adentros más que una cosa nunca les gustó el
nombre de su pueblo y ahora temen que el "Che" les haya maldecido, como Jesús
maldijo a aquella otra higuera.
Dos meses después de la muerte de Ernesto "Che" Guevara, el pueblo de La Higuera,
donde pasó en una escuela sus últimas horas antes de ser muerto junto a otros dos
guarrilleros bolivianos, está aún aislado. Esta medida no ha sido tomada sólo contra
los periodistas, sino que afecta a cualquier extranjero que merodee por aquella
zona. Hay cuatrocientas personas que "saben" y que, pese a todas las promesas y a
todas las amenazas que se han hecho, podrían hablar. Allí están las tropas, así como
en los alrededores, en los pueblos vecinos. Por precaución, la prohibición se
extiende hasta Pucará, donde se acaba la carretera y desde donde hay que seguir un
camino por el que no pueden pasar más que las caballerías. Ahí fue donde llegamos, en compañia de un colega americano del New York Times,
esquivando todos los puestos de "tránsito", después de diez horas de viaje en
"jeep", las últimas cuatro entre montañas, sin encontrar ni casa ni gente por el
camino; sólo veíamos caballos salvajes. El oficial de guardia, el mayor Mario Vargas, estaba furioso y nos prohibía ir
más lejos. Nos decía: -He dado orden a mis hombres que están en La Higuera de cerrar el paso y, si es
preciso, disparar contra cualquier periodista, boliviano o extranjero, que quiera
entrar. Ningún papel sirve de salvoconducto. Sólo uno -seguia diciendo-, sólo un
periodista boliviano ha estado allí, al principio, y ha podido interrogar a los
campesinos y a los soldados. Pero si vuelve, el pueblo le aguarda para... lincharle. Aunque ya no exista misterio alrededor de la figuera de Guevara, por lo menos en
cuanto a su identidad como el guerrillero llamado "Ramón", jefe de las guerrillas de
Bolivia, el misterio envuelve todavía las últimas veinticuatro horas del "Che",
alias "Ramón". En La Paz, la verdad va descubriéndose poco a poco. Los testimonios se acumulan;
los contratestimonios también. Jorge Torrico, el único periodista que "por sorpresa"
pudo llegar hasta La higuera, según ha dicho el propio Vargas, ayudado en realidad
por sus credenciales de la Presidencia, del Estado Mayor y de la Revista Militar
dirigida por el jefe de los servicios secretos, decidió abandonar Bolivia. Cuenta lo
siguiente: -He sido periodista en el Ejército y he luchado contra las guerrillas. Después me
he enterado, al hacer preguntas a los habitantes y a los soldados de La Higuera, a
los cuatro días de la muerte del "Che", que éste había sido asesinado a sangre fría
junto a otros dos guerrilleros bolivianos. El general Ovando, Aymée Céspedes y el
jefe del servicio de información saben que "yo lo sé". Algún día "me cogerán". Por
eso prefiero irme y pedir asilo político en un país de Europa. En cualquier país de
Iberoamérica corro el riesgo de que me envíen a Bolivia de nuevo". Hace tres semanas una revista argentina publicaba un artículo diciendo lo
siguiente: "El 'Che' Guevara asesinado por Gary Prado, capitán al mando de la
compañía de los rangers". Este, temiendo las represalias que podrían tomar contra él y su familia los
"amigos del 'Che' en Bolivia, se fue a La Paz y dijo a la prensa, pese a la
prohibición del Estado Mayor: Yo he entregado al 'Che' vivo en manos del coronel
Selich". Este coronel llegaba a las cuarenta y ocho horas a La Paz... La ronda de
terror había empezado. Mientras tanto Ovando, en viaje particular por el Brasil, declaraba en una
conferencia de prensa: "El 'Che' no ha sido incinerado, sino que está enterrado en
un lugar secreto". Al día siguiente, el portavoz de la Presidencia en La Paz decía: "Los periodistas
no se han enterado. El 'Che' ha sido incinerado". Dos días más tarde, sin embargo, estando aún en R´o, Ovando reafirmaba su
declaración y anunciaba su candidatura para las próximas elecciones presidenciales. Pocas horas después, el presidente Barrientos, en Tarija, interrumpía su discurso
para señalar: -El señor Guevara ha sido incinerado. En La Paz, los hombres partidarios de Ovando andan por todas partes, hablan con
la gente, intentan convencer a quienes les escuchan de que Ovando es el hombre
fuerte del régimen, de que será el próximo presidente. Entonces todo empieza a estar
claro. Para atraerse a los católicos, ha decidido revelar que el "Che" no ha sido
incinerado sino enterrado y que el cuerpo se entregará -dentro de algún tiempo- a la
familia. Es casi seguro que el "Che" no ha sido convertido en cenizas. Sin embargo,
"sotto voce" se comenta otra versión. ¡Está conservado en hielo! Posiblemente para
probar que el verdadero "Che" Guevara ha muerto el día que otro "Che" surja en otro
punto de Iberoamérica. Nadie duda de esto: habrá mas "Che" y su vida servirá de
ejemplo y de modelo para todos los revolucionarios sobre todo en el continente
sudamericano. Si bien el general Ovando ha levantado un poco el velo del misterio sobre la
incineración o la tumba, algún día ocurrirá que Barrientos, a su vez, haga
importantes revelaciones: según algunos observadores no pudo haber sido informado de
la muerte del "Che" hasta el lunes por la tarde, cuando ya todo había terminado,
después de que Ovando, acompañado, entre otros, por un agente de la CIA, ese mismo
González que ha interrogado a Régis Debray durante horas, salieron de La Higuera,
dejando tras él, al "Che" vivo, así como instrucciones precisas. Pero hay que regresar a aquellos días, a aquel 8 de octubre, o mejor aún, a la
noche del sábado al domingo.
El decorado
Montañas desiertas, cubiertas de malezas, con gran número de profundos puertos. A
uno de ellos, el del Churó, de unos diez kilómetros de largo y unos seis a diez
metros de ancho, según los sitios, llegaron hacia la medianoche "Che" Guevara, o
mejor dicho "Ramón", y sus hombres. Habían librado la última pelea el 28 de setiembre a tres kilómetros de ahí, cerca
de La Higuera. Aquel día cayó Coco Peredo, el jefe boliviano de la guerrilla.
Escogieron para acampar un campo de batatas que tendría unos seis metros por diez, a
orillas de un torrente y al pie de una gran higuera. Un campesino que se había quedado dormido allí, por casualidad, mientras cuidaba
sus sembrados, les oye llegar. Ya ha pasado media noche; es domingo. El campesino
corre: va a avisar a la Compañía de los "rangers" del capitán Gary Prado, que se
encuentra en La Higuera. "Ramón", "Inti", "El Mauro" y los demás se instalaron para pasar la noche. A la mañana siguiente el Ejército ha tomado posiciones: cuatro pelotones a cada
lado del puerto; sobre ellos, dos secciones bloqueando la salida hacia el río
Grande. Habían instalado cuatro morteros y una ametralladora "Browning". El mayor
Vargas me confirmaría días después -Estaban copados. Todos deberían haber muerto. Sin embargo, sólo siete en
aquellos dos días fueron muertos o hechos prisioneros. El primer combate empieza a eso de la una; lugar: donde comienza el puerto y se
une al sendero que conduce a La Higuera. Esta saiida estaba cortada; por tanto, lo
único que podían hacer los guerrilleros era descender por el puerto y llegar, con
gran esfuerzo, hasta el río Grande. Hubo otra colisión veinte minutos después. Lucharon durante un cuarto de hora;
luego nada. Cuatro muertos en las filas del Ejército. Aquel silencio era más impresionante que el ruido de los disparos. A la altura de
los cultivos donde pasaron la noche, hacia las tres de la tarde, se desencadena un
ruido infernal: morteros, metralla, armas automáticas, granadas de mano... Las rocas
se parten, las piedras ruedan... La sección del sargento Huanca, que sube al puerto procedente de río Grande,
juega el papel de "tapón". "Ramón", siempre el primero, como era costumbre en él, va
herido en una pierna; le ayuda a andar Willy y sólo ve una solución: escalar. Sus
camaradas a lo lejos le ven avanzar y atraen sobre ellos el tiroteo. Van subiendo
agarrándose a la maleza, alos espinos. Willy le ayuda, tira de su jefe que, además
de estar herido, sufre una terrible crisis de asma. Se paran: Willy otea; dispara y
vuelve a disparar. Siguen subiendo, las manos sangran... Ante ellos, a menos de
cuatro metros, surgen cuatro soldados que les rodean antes de que Wiliy pueda soltar
a "Ramón" y disparar. Cinco, diez soldados: caen prisioneros. -Soy "Che" Guevara. Gary Prado, que está dirigiendo el tiro de los morteros, acude. Saca una foto que
ahora lleva siempre consigo y mira la cicatriz sobre la mano de "Ramón". -¡Es él! Coger a Guevara era un sueño imposible para cualquier oficial boliviano y él
tenía al "Che" delante. Después contó: -Verdaderamente quedé como aturdido, como maravillado. -¿Habló usted con él? -Casi nada. No tenía tiempo. Tenía que ocupar mi puesto de mando. Lo más probable es que no hubiera sabido qué decirle... Confía los dos prisioneros, con las manos atadas, a cinco soldados que tienen
prohibido hablarle. Cinco minutos después, la noticia llegaba a Vallegrande, al coronel Joaquín
Zenteno Anaya, jefe de la 8a División. En clave: -"500 canzada", "500 canzada". "500" significa Guevara. "Canzada" significa prisionero. Durante tres horas permanece allí el "Che" con Willy, a pleno sol, sentados sobre
la maleza. Le vuelve el asma, la pierna le duele. Los soldados hablan entre sí y le
observan cuando él no les mira. Pasa un rato y reina el silencio. ¿Dónde están sus
camaradas, sus amigos? ¿Habrán muerto? ¿Habrán podido escaparse? ¿Cuántos? El "Che" no lo sabe. Sólo puede pensar, escuchar las detonaciones. A la tarde regresa la Compañía. Ha caído la noche cuando llegan al pueblo con los
cadáveres sobre las mulas, los heridos cubiertos con mantas, el "Che" a pie y
sostenido por dos soldados. Willy va sólo con las manos atadas. La Higuera: cuatrocientos habitantes, casas bajas de tierra seca con techos de
tejas. La calle principal es el sendero de las mulas. El sendero se ensancha un poco
hacia el centro del pueblo y se forma algo así como una plaza. En ésta la escuela:
dos puertas bajas, dos ventanas con rejas, dos salas pequeñas; el primero y el
tercer grado. Encierran a Willy en una de estas salas mientras empujan a "Ramón" a la del
tercer grado. Es un poco más grande. Un soldado lo hace sentar en el último banco,
apoyando la espalda contra la pared. A requerimientos de "Ramón" le prepara la pipa
y se la enciende. El "Che", separado de su último compañero, Willy, se queda solo,
en la oscuridad. No hay electricidad ni lámpara de petróleo. Está solo consigo mismo
en medio del barullo de voces que llegan hasta él. El primero de los jefes militares que le visitan al día siguiente es el coronel
Selich. Llega en helicóptero hacia las cinco de la mañana para traer provisiones y
una orden del coronel Zenteno: evitar que los "rangers" hablen demasiado con los
prisioneros, que reine la calma hasta que Ovando sea informado y que el alto mando
tome una decisión. Una vez herido, "Ramón" había tirado en la maleza la bolsa de cuero que contenía
documentos (encontrada dos días después por un campesino), pero se había quedado con
la mochila. En el pueblo, Prado decide distribuir entre sus hombres los objetos
pertenecientes al "Che". Todos rodean la mochila y su contenido: unos a otros se
arrancan los objetos, los intercambian, se pelean por ellos. En una cajita hay unos gemelos de plata. El subteniente Pérez va a preguntar al
"Che":, -¿Son tuyos? -Sí, y deseo que se los envíen a mi hijo. Pérez los guardó. El oficial Espinosa quiere la pipa. Pero la que había en la mochila ya tiene
dueño y no acepta cambiarla por otra cosa. Un rato después, muy excitado, se
precipita en la clase, se acerca al "Che", le agarra del pelo, le sacude y le
arranca a viva fuerza la pipa que estaba fumando. -¡Ah!, tú eres el famoso "Che" Guevara. -Sí, yo soy el "Che". ¡Y también soy ministro! Tú no me puedes tratar así. Y le da tal patada que Espinosa cae sobre un banco. El coronel Selich interviene en aquel momento. "Che" lo conoce. Ha venido antes a
interrogarle. Pero el "Che" se niega a hablar con los oficiales, a los que mira con
ironía y desprecio, según confesión de los soldados que le custodiaron. Con éstos su
trato era menos duro; les habla con dulzura, según confesión de Remberto Villarroel.
Pero la declaración del enfermero Fernando Sanco a Jorge Torrico es muy importante: -Tras haber pasado toda la tarde en la zona de combate y parte de la noche junto
a los heridos del Ejército, fui a examinar al "Che": tenía una herida muy fea en la
pierna... pero nada más en todo el cuerpo. Tras una nueva oleada de preguntas, siempre infructuosas, que le hizo el coronel
Selich, Guevara se queda solo en su celda; fuera se refuerza la guardia y todos los
soldados dan el "¿Quién vive?" Al día siguiente, el lunes por la mañana, Guevara quiere ver a la maestra de la
escuela. Fue la única persona con la que "Che" quiso hablar y habló. Es joven, tiene 22 años, morena, de ojos verdes. Julia Cortés cuenta: -Tenía miedo de ir y enfrentarme a una bestia... y me encontré con un hombre de
agradable aspecto, de mirada tranquila, dulce y bromista a la vez, al que no podía
sostener la mirada. -Conque es usted la maestra. ¿Sabe usted que no hace falta acento sobre el "se"
en la frase "Ya se leer" -le dijo, como preámbulo, señalándole uno de los dibujos
que colgaban de la pared. Se burlaba sin mala intencion y sus ojos parecian alegres. -¿Sabe usted? En Cuba no existen escuelas como ésta. Parece un calabozo... ¿Como
pueden estudiar los hijos de los campesinos aquí? Es antipedagógico... -Somos un país pobre. Usted ha venido a matar a nuestros sofdados. -Ya sabe usted, la guerra se pierde o se gana. Y Jorge Torrico, que almorzó con ella, cuenta que no cesaba de repetirle: -Tenía que bajar los ojos para hablarle... Su mirada era insostenible. Dulce,
burlón, agudo... y tan tranquilo. Hacia el mediodía el "Che" la volvió a llamar. Sabía que le quedaba poco tiempo
de vida, quizás una hora. ¿Qué querría decirle, qué iba a contarle? ¿Algo importante? Pero ella se negó a ir. -No sé por qué. Ahora me arrepiento. Puede que la culpa de ello la tuvieran sus
ojos, su mirada.
"En nuestro afanoso oficio de revolucionarlo, la muerte es un accidente frecuente"
Ernesto Che Guevara El helicóptero del Ejército, pilotado por el mayor Niño Guzmán, no paraba de ir
y venir. -Es difícil -señala el alcalde, Aníbal Quiroga- decir quién llegaba con quién.
Había mucho movimiento y no sé cuándo llegó cada uno. Sin embargo, allí estaban el
general Ovando, el general Lafuente, el coronel Zenteno, el contralmirante
Hugarteche, así como un aqente de la CIA, González. Nada más bajarse del helicóptero, el contralmirante recompensó a los "rangers"
entregándoles dinero en propia mano. Entonces todos pasan ante ese hombre que temen, ante ese Guevara que no tiene
miedo a la muerte. Saben que los interrogatorios no servirán de nada; todo lo más
que pueden sacar es una lluvia de insultos y una mirada de desprecio. Con sus manos atadas se apoya contra la pared y se pone en pie. Su pierna le
duele. Es casi la una de la tarde. Está cerca de la puerta. Oye voces. Una
discusión. -Yo también quiero ir. -Yo voy primero. -Tú te ocuparás de Willy y de "El maestro". La puerta se abre. El suboficial Mario Terán entra con su fusil "M2" apoyado en
la cadera. -Siéntate. -¿Por qué, si vas a matarme? -responde el "Che" con calma. -No. Siéntate. Terán cierra los ojos, trata de no mirarle y hace como que se va. Se oye una
ráfaga y el "Che" cae. En la pared hay dos agujeros del tamaño de un puño, ensangrentados. Ahí está en
el suelo, agonizando. El subteniente Pérez entra, saca su revólver y termina con él,
pegándole un tiro en el cuello. Al día siguiente en Vallegrande el doctor Moisés Abraham dice a los periodistas:
"Ese tiro le mató". Mientras está ahí, envuelto en su propia sangre, dos o tres quieren disparar
sobre él. Está muerto. -De acuerdo, pero no más arriba de la cintura -señala un oficial. Entonces disparan a las piernas. Entre los que disparan está el enfermero,
Fernando Sanco, que le había visto el día anterior. El sargento Hunca se precipita en la sala contigua. -¡Le habéis matado!-grita Wiliy-. No me importa morir porque me voy con él. Una ráfaga. Sentados en el suelo, caen Willy y "El maestro". En la pared se ven
unos orificios manchados de sangre mezclada con cabellos. La maestra, que vive cerca, a unos cincuenta metros, ha oído los disparos, uno
tras otro. Cuando llega, todo ha terminado. Aquel que ella no podía mirar a los ojos
"porque me hacía pensar mal" está ahí tirado por el suelo, sobre un charco de
sangre. Llora mientras piensa que se arrepentirá toda su vida de no haber vuelto a
verle. Llegan más campesinos interrumpiendo el almuerzo. Van corriendo y se mezclan con
los militares que están buscando camillas para los cadáveres. La gente está agitada.
Los que han visto, los que lo saben, se lo explican a los que llegan... En diez
minutos el pueblo está enterado de cómo y de quién. Y porque lo saben, las tropas
siguen allí pese a que han pasado dos meses, y está prohibido el acceso al pueblo.
Están cogidos entre las promesas y las amenazas que les hacen los oficiales. Un oficial levanta el bajo del pantalón del "Che", abre su chaqueta y cuenta las
heridas. Cinco en las piernas, una sobre el pecho izquierdo, una en la garganta, una en el
hombro derecho, una en el brazo derecho. Nueve heridas y no siete, como declararon
los médicos de Vallegrande. Una mujer va a buscar agua para lavarle la cara. -¡Qué guapo es! El pueblo se llama La Higuera. Todos aquellos campesinos, muy supersticiosos, no
piensan para sus adentros más que una cosa: nunca les gustó el nombre de su pueblo y
ahora temen que el "Che" les haya maldecido, como Jesús maldijo a aquella otra
higuera. Son las tres y las camillas están cerca del helicóptero cuando llega a caballo el
padre dominico Roger Schiller. Pero ya es tarde. -Cuando llegué -dice- "ellos " ya le habían matado. Y mientras que el padre se dirige hacia el colegio, los oficiales dan órdenes. El
soldado que había tomado fotos del "Che" prisionero tiene que quemar el rollo de
película ante ellos. -Fui a la escuela -continúa el padre-. Había que limpiarla. Encontré sangre por
todas partes. Encontré una bala en el suelo. Miren, está rota. La guardo como
recuerdo. Los niños, al día siguiente, volvieron a sus clases... En la pared quedaba el recuerdo de la víspera: dos agujeros de bala, grandes como
puños. El Gobierno había prometido 50.000 pesos al que (o a los que) capturaran al "Che"
Guevara, alias "Ramón", vivo o muerto. Sin embargo, a La Higuera no llegaron más que 40.000 pesos como recompensa. A las cinco de la tarde llegó a Vallegrande el helicóptero que transportaba al
"Che". Entonces empezarían las declaraciones contradictorias. (por Michéle Ray, 1967. Aparecido en Crisis Nº 51, Febrero 1987. ©)
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La muerte del Che: polémica de 38 años
Pablo Cabañas Díazp
cabanas@correo.unam.mx
"La historia es un proceso sin sujeto ni fines."
Louis Althusser.
El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC) ha producido en los últimos meses una colección de DVD, titulada genéricamente Cuba: caminos de revolución, que en nuestro país se distribuye bajo el sello de La Jornada y en donde se narra la historia del proceso revolucionario cubano en siete documentales de 55 minutos cada uno, más toda una serie de interesantísimos filmes acompañantes, de distinto metraje, desenterrados del archivo histórico del ICAIC.La primera entrega del DVD es: Che Guevara, donde nunca jamás se lo imaginan, dirigido por Manuel Pérez Paredes, que se inicia en mayo de 1968 con la noticia de la publicación del diario de campaña del guerrillero en Bolivia, tras lo cual hay un primer flashback de siete meses en que el espectador asiste al episodio final de la vida del héroe, al último combate que libró en la Quebrada del Yuro el 8 de octubre de 1967.En este DVD hay cuatro documentales extras que contiene el titulado Hasta la victoria siempre, de Santiago Álvarez, y Una foto recorre el mundo, de Pedro Chaskel, abunda en imágenes provenientes de multitud de países que muestran el alcance inusitado que la foto que le hiciera Alberto Korda ha tenido como símbolo revolucionario en todo el mundo. Por último, Octubre del 67 y Entre leyendas, ambos realizados por Rebeca Chávez, que muestra a los tres únicos supervivientes de la guerrilla en Bolivia -Pombo, Urbano y Benigno- en los que estos guerrilleros nos ofrecen en primera persona el relato de su última escaramuza contra el Ejército boliviano.Los DVD del ICAIC nos muestran la versión oficial de la vida del Che que concuerda con otros trabajos periodísticos, ensayos y discursos sobre la vida de Guevara. En esta línea de trabajos destacan: Cantata de octubre a la vida y a la muerte del comandante Ernesto Che Guevara, de René Depestre; Bibliografía cubana del comandante Ernesto Che Guevara, de Araceli García Carranza y Josefina García Carranza; Vigencia y mito de Ernesto Che Guevara, de Helio Gallardo Martínez; Comandante mi comandante Ernesto Che Guevara, de Uriel Sokolowicz Porta; El pensamiento económico de Ernesto Che Guevara, de Carlos Tablada; Comparecencia ante las cámaras de la televisión para responder a los gorilas bolivianos sobre la autenticidad del diario de Ernesto Che Guevara en Bolivia. Julio, 3, 1968, de Fidel Castro Ruz; Imagen del hombre nuevo, discurso pronunciado en el acto central por el XX aniversario de la caída en combate de Ernesto Che Guevara. Pinar del Río, 8 de octubre de 1987.Estos textos tienen en común que fueron escritos, con excepción de los de Fidel Castro, por autores que no convivieron con el Che. Con el título de Vida y muerte de la revolución cubana (Vie et mort de la révolution cubaine). Benigno, el guerrillero que aparece en el documental Entre leyendas, en 1997 publicó en la editorial Fayard, de París, una obra en extremo polémica sobre la muerte del Che. Benigno luchó en las filas de la revolución cubana desde el desembarco del Granma y junto al Che Guevara en África y en Bolivia, rompe con la revolución cuando regresa de Bolivia después de la muerte del Che y de casi todos sus compañeros. Hace algunas preguntas a Fidel Castro, y también a los otros responsables del asunto de Bolivia.Las preguntas eran escuetas: ¿No pudo Cuba enviar a alguien a Bolivia para saber dónde se encontraban? ¿Cómo pudieron sacar de allí y mandar a Francia a Renán Montero (Andrés Barahona López), el único contacto con el exterior con el que contaban?Las respuestas que obtuvo, lejos de convencerlo, lo hicieron comprender que algo muy importante se le ocultaba. Trabajando después para el Ministerio del Interior, y con el conocimiento de muchos agentes de información, miembros del Comité de Seguridad del Estado (KGB) de la Unión Soviética, en particular de un teniente coronel hispano-soviético llamado Ángel, supo que a mediados de noviembre el secretario general del Partido Comunista de Bolivia, Mario Monje, había ido a Moscú. De allí fue a Cuba, y luego volvió a la Unión Soviética, donde pasó unos días a fines de ese mismo mes. De esa manera se ve que Monje no regresó a Bolivia sino después de ver a Fidel Castro y de entrevistarse con la alta jerarquía soviética y de saber que no apoyaría la guerrilla del Che.Fidel -según Benigno- sabía que el Che, no tendría apoyo alguno. Lo más escandaloso es que Castro, después de haber enviado al Che a hacerse matar en los bosques bolivianos haya hecho del Che una bandera para pedirle a los cubanos que trabajen, sabiendo, como sabe, que el pueblo cubano ha tenido siempre devoción por Ernesto, y que lloraba su muerte. Con la obra de Benigno se inició un debate sobre la muerte del Che, acerca de su memoria oficial, pero sobre todo en torno a la hipótesis que afirma que su viaje a Bolivia era la culminación de un suicidio o de un homicidio que no pudo concretarse en su incursión en el Congo.Otro hecho polémico se abre con el artículo El judas del Che Guevara, de Tomás Eloy Martínez, publicado por el periódico La Nación, de Argentina. Se asevera que Paco Ignacio Taibo II, presume que después de su arresto, tanto Ciro Bustos como Regis Debray fueron sometidos por el Ejército boliviano a torturas tan feroces que al francés lo dieron por muerto. Por lo tanto, según Taibo, no habría podido hablar. Bustos, en cambio, acorralado, debió entregar -escribe- algunas informaciones que no afectaron a la guerrilla. Otro autor, Pierre Kalfon va aún más lejos que Taibo, exculpa a Debray y afirma que Bustos dio a conocer fotos, nombres y planos de los escondites usados por el Che cuando el Ejército boliviano lo amenazó con matar "a su mujer y a su hija". El más implacable, sin embargo, fue Jorge Castañeda Gutman. El Bustos que aparece en su biografía es tan despreciable como el judas de los evangelios: "Con lujo de detalles", refiere, Bustos "dibuja retratos de los guerrilleros, describe la vida en el campamento (del Che), con mapas y rutas de acceso; en una palabra, canta... Carecía de la integridad y consistencia necesaria para resistir el interrogatorio; ni siquiera fue golpeado".El artículo Sacrificio. ¿Quién traicionó al Che Guevara? Tema del traidor y del héroe, publicado en Página 12, de Buenos Aires (1-4-I-01) se explicita que los biógrafos del Che han tenido entrevistas con Regis Debray, pero sólo uno, el estadunidense Jon Lee Anderson, vio a Ciro Bustos en su casa de Malmö, Suecia. Este dato por sí mismo es relevante. Por años, Debray y Elizabeth Burgos, su exesposa, propagaron la versión que Jorge Castañeda divulgó en su biografía. Debray, según Castañeda, estuvo 15 días en coma por las torturas que recibió y eso es absolutamente falso, según Bustos. "Yo lo veía todos los días. Estábamos presos juntos, no en la misma habitación, pero yo veía cuando lo sacaban a él. Y una persona en coma no camina "señala en la entrevista publicada por Página 12 bajo el titulo de Yo fui el chivo expiatorio (15-IV-01).Anderson rechaza la versión habitual. Según él, es Debray el que informó que el Che estaba en Bolivia. Su fuente no es solo Bustos, sino también los oficiales que lo interrogaron. Pero a pesar de sus pruebas, los rumores han seguido triunfando sobre los documentos. Y Bustos llevó en silencio, durante más de tres décadas, la cruz de judas. Un hecho imprevisto daba vuelta a esa versión.El 13 de enero de 2001, uno de los más prestigiosos periódicos de Suecia, Dagens Nyheter, se entregó a la tarea de desenterrar muertos y enterrar a un vivo. Ese día en su suplemento DN. LördagSöndag apareció en primera plana la foto de Ciro Bustos, con el siguiente título: Ciro Bustos och sanningen (Ciro Bustos y la verdad). Se trata de un texto (paginas 5-11) de Tarik Saleh y Eric Gandini, dos jóvenes realizadores de televisión, de origen inmigrante. El objetivo aparente es rescatar la imagen de "un pobre viejo" al que por décadas se le ha atribuido ser el causante de la muerte de Guevara. En él nos muestran solamente tres posibles delatores de la presencia de Guevara: Bustos (cuya inocencia es defendida), el guerrillero capturado Orlando Jiménez Bazán (Camba), al que el propio Guevara condena en su diario; y el pensador francés Regis Debray, arrestado junto con Bustos.Se entrevista en el reportaje al jefe de la tropa que apresó a Guevara, el general Gary Prado, quien fue embajador de Bolivia en México. El militar afirma que fue Régis Debray quien habló primero sobre Guevara. Por otro lado, el agente cubano de la CIA Félix Rodríguez es citado afirmando que Camba había sido muy reservado y que Guevara no sabía lo que ocurría con él. Liberados de culpa dos de los tres sospechosos, queda solo un judas: Debray El 17 de enero de 2001, el periódico sueco Expressen publicó dos notas al documental, una de ellas titulada Varför var du tyst (¿Por qué guardaste silencio?), escrita por René Vázquez Díaz, escritor cubano radicado en Suecia. Según Vázquez Díaz el régimen cubano no ha hecho ninguna acusación oficial contra Ciro Bustos y en el mausoleo de Guevara en Santa Clara no hay nada que le acuse de haber traicionado al Che. Afirma además que en el tema de Guevara los cubanos son inflexibles y que si hubieran tenido alguna prueba contra Ciro Bustos ya la abrían mostrado. Con el artículo Ciro Bustos och sanningen (DN.13-I-01) y el filme Sacrificio, (SVT 1, 17-I-01: 22:00) Tarik Saleh y Eric Gandini acometen la idea de que Regis Debray traicionó al Che Guevara.El 17 de enero de 2001, el canal oficial sueco SVT1 difundió un documental de una hora, Sacrificio. ¿Quién traicionó al Che Guevara?, que reconstruye los meses finales de Guevara y entrevista a decenas de testigos, entre ellos Debray y Bustos. El dictamen final es abrumador: según la película, Bustos fue la víctima de una campaña de propaganda descomunal. Mientras Debray contó desde el principio con la protección del gobierno francés y con la incesante presión de los intelectuales europeos para que fuera liberado, el argentino vivió un destino de paria: el régimen militar de su país habría preferido que los bolivianos lo hicieran desaparecer. Lo más serio del filme es que dos testigos centrales de la historia afirman que el delator fue Debray: uno es un exagente de la CIA; el otro es el comandante Gary Prado, jefe del pelotón que apresó al Che en la selva de Bolivia.Treinta y tres años más tarde, no es fácil contar la historia, ordenar los hechos, explicar la suma de errores que condujeron a la muerte del Che en la escuelita de La Higuera. Eloy Martínez señala que trató de comunicarse con Debray, pero las dos fuentes a las que acudí me remitieron a la réplica publicada en los diarios franceses por Elizabeth Burgos, exesposa de Debray: "Esta campaña proviene de Suecia, donde Ciro Bustos se instaló hace ya mucho tiempo", afirma Burgos.Ciro Bustos, afirma Eloy Martínez, responde con extrema claridad: "Ni Debray ni yo fuimos nunca torturados. Cuando nos detuvieron, el Ejército boliviano sólo necesitaba confirmaciones, no informaciones. Según Bustos, nadie delató ni traicionó al Che: al menos, ni Debray ni él lo hicieron. El cerco ya estaba tendido antes. Pero todo héroe mitológico que se sacrifica por sus ideales necesita siempre un traidor.Durante treinta años, Bustos sufrió en silencio ese papel atroz, del que lo rescata un documental sueco. Fidel Castro no le perdona a Debray el tratamiento que le da en su libro Loués soient les seigneurs (Gallimard, París, 1996) publicado en español bajo el nombre de Alabados sean los señores (Taller Mario Muchnick, 1999), y menos que ayudara a Benigno a quedarse en Francia y a editar su libro. Y se abre la polémica sobre si Saleh y Gandini realmente abrieron la caja de Pandora y ejecutaron moralmente a Regis Debray.
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El Judas del Che Guevara
Por Tomás Eloy Martínez
Para La Nación
HIGHLAND PARK, Nueva Jersey.
Todos los mitos se construyen alrededor de dos figuras antípodas: la del que crea y la del que destruye. Si alguien descubre el fuego, otro debe robarlo; si alguien elige sacrificarse para salvar a la humanidad, otro lo tiene que traicionar. Esa ley remota alcanzó también al Che Guevara, cuya imagen mitológica es ahora la del héroe obstinado que triunfa contra toda flaqueza, contra toda adversidad, y que elige la muerte antes de que la muerte lo elija a él. Si el Che encarna la pasión, ¿quién encarna entonces la traición, la codicia, la otra cara del mito?
Cuando se cumplieron treinta años de la muerte de Guevara en La Higuera, Bolivia, cuatro laboriosas biografías dieron la vuelta al mundo. Dos de ellas, escritas una por el francés Pierre Kalfon y otra por el mexicano Jorge G. Castañeda, atribuían el papel de Judas a Ciro Roberto Bustos, un mendocino nacido en 1932 que había conocido a Guevara en La Habana, durante los primeros años de la Revolución, y que fue llamado por el propio Che a Bolivia en febrero de 1967. Dos meses más tarde, en abril, Guevara lo envió junto con el periodista francés Régis Debray hacia La Paz, en busca de refuerzos y de contactos. El radiotransmisor se le había roto y su escueto, desanimado ejército vivía en la penuria y el aislamiento. Pero los dos hombres fueron arrestados casi de inmediato cuando trataron de alcanzar a pie el pueblo de Muyupampa.
Debray era ya un joven célebre. Amigo de Fidel Castro, había escrito un manual, Revolución en la revolución , que era leído como uno de los evangelios de la lucha armada. A Bustos, en cambio, no lo conocía nadie. Su vocación por el silencio y su habilidad para pasar inadvertido le permitían al Che sentir por él una extrema confianza. Le había pedido que participara en la trágica expedición guerrillera de Jorge Ricardo Masetti, que fracasó en las selvas de Salta en 1963, y Bustos había salido de esa trampa sin que nadie lo identificara. En 1966 contribuyó a organizar en Buenos Aires y Córdoba una compleja red de apoyo a la guerrilla boliviana, compuesta por peronistas revolucionarios y comunistas disidentes. Había más de cien nombres famosos en esa red y uno de los mayores orgullos de Bustos es que sus identidades quedaron siempre en secreto. Debray trabajaba iluminado por la fama; Bustos lo hacía preservando el anonimato y el sigilo. Era, por lo tanto, una presa fácil para que los historiadores le atribuyeran el papel de Judas.
Biografías y rumores
Otro de los cuatro biógrafos, el mexicano Paco Ignacio Taibo II, supone que, después de su arresto, tanto Bustos como Debray fueron sometidos por el ejército boliviano a torturas tan feroces que al francés lo dieron por muerto. Por lo tanto, según Taibo, no habría podido hablar. Bustos, en cambio, acorralado, debió entregar -escribe- algunas informaciones que no afectaron a la guerrilla. Pierre Kalfon va aún más lejos que Taibo. Exculpa a Debray y afirma que Bustos dio a conocer fotos, nombres y planos de los escondites usados por el Che cuando el ejército boliviano lo amenazó con matar "a su mujer y a su hija".
El más implacable, sin embargo, es Castañeda. El Bustos que aparece en su biografía es tan despreciable como el Judas de los Evangelios: "Con lujo de detalles", refiere, Bustos "dibuja retratos de los guerrilleros, describe la vida en el campamento [del Che], con mapas y rutas de acceso; en una palabra, canta. [...] Carecía de la integridad y consistencia necesaria para resistir el interrogatorio; ni siquiera fue golpeado".
Los cuatro biógrafos tuvieron entrevistas con Régis Debray, pero solo uno, el norteamericano Jon Lee Anderson, vio a Ciro Bustos en la casa de Malmö donde ahora vive, en el sur de Suecia. Anderson, el más minucioso historiador del cuarteto, es también el único que rechaza la versión usual: según él, es Debray el que informó que el Che estaba en Bolivia. Su fuente no es solo Bustos, sino también los oficiales que lo interrogaron. Pero a pesar de sus pruebas, los rumores han seguido triunfando sobre los documentos, y Bustos llevó en silencio, durante más de tres décadas, la cruz de Judas. Un hecho imprevisto acaba de dar vuelta el curso de ese viento.
El 17 de enero, el canal oficial sueco SVT1 difundió un documental de una hora, Sacrificio. ¿Quién traicionó al Che Guevara? , que reconstruye los meses finales de Guevara y entrevista a decenas de testigos, entre ellos Debray y Bustos. El dictamen final es abrumador: según la película, Bustos fue la víctima de una campaña de propaganda descomunal. Mientras Debray contó desde el principio con la protección del gobierno francés y con la incesante presión de los intelectuales europeos para que fuera liberado, el argentino vivió un destino de paria: el régimen militar de su país habría preferido que los bolivianos lo hicieran desaparecer. Lo más serio del film es que dos testigos centrales de la historia afirman que el delator fue Debray: uno es un ex agente de la CIA; el otro es el comandante Gary Prado, jefe del pelotón que apresó al Che en la selva de Bolivia.
Treinta y tres años más tarde, no es fácil contar la historia, ordenar los hechos, explicar la suma de errores que condujeron a la muerte del Che en la escuelita de La Higuera. Traté de comunicarme con Debray, pero las dos fuentes a las que acudí me remitieron a la réplica publicada en los diarios franceses por Elizabeth Burgos, ex esposa del periodista: "Esta campaña proviene de Suecia, donde Ciro Bustos se instaló hace ya mucho tiempo -afirma Burgos-. Allí funciona una base de acción psicológica conocida por los especialistas. La presencia del Che en Bolivia ya había sido señalada por un telegrama interno del ejército boliviano, el 24 de noviembre de 1966. [...] Es de pública notoriedad que Ciro Bustos colaboró con sus interrogadores, hizo el retrato de todos los miembros de la guerrilla y, sobre todo, dibujó los planos que permitieron al ejército apoderarse de las cuevas donde se encontraban documentos cruciales".
La verdad sin rencor
Los argumentos de Elizabeth Burgos no difieren de los de Kalfon o Castañeda: que los hechos sucedieron así "es algo que todos saben". Se aferra por lo tanto al rumor, sin mencionar documentos ni testigos que lo avalen. Y ella también, como Kalfon, alude a unas cuevas que los prisionerosno conocían y que, por lo tanto, no podían describir. Ciro Bustos fue menos reticente y también menos rencoroso. Le envié un cuestionario a Malmö y me lo respondió dos días más tarde. Supe que tiene una casa en las afueras de la ciudad, junto a la carretera que va hacia Lund, y que allí sigue pintando, aunque "no vendo nada ni figuro en el mercado sueco. ¿De qué vivo? Soy pensionado, lo cual es una especie de heroísmo de la vejez".
Quienes afirman que Ciro Bustos delató al Che y lo condujo a la muerte se basan en los doce dibujos que entregó a sus interrogadores veinte días después de su arresto. A ese cargo, responde con extrema claridad: "Ni Debray ni yo fuimos nunca torturados. Cuando nos detuvieron, el ejército boliviano sólo necesitaba confirmaciones, no informaciones. Ya sabían que el Che estaba allí. Debray tenía un pasaporte legal. No podía ocultar su identidad. Yo, en cambio, necesitaba proteger a más de cien personas cuya seguridad en la Argentina dependía de mí. Durante veinte días, logré ocultarme detrás de un pasaporte falso que llevaba el nombre de Carlos Alberto Frutos. La difusión de ese dato bastó para que los que nos apoyaban en la Argentina pudieran protegerse a tiempo. Declaré que estaba en Bolivia por error, que había sido llevado por engaño desde Buenos Aires a una reunión política. Mantuve esa versión hasta que un enviado de la policía argentina fue a tomarme las impresiones digitales y averiguó mi identidad. Para verificar que era pintor, me pidieron algunos dibujos. Lo que entregué fueron retratos de guerrilleros que ya habían sido reconocidos por el ejército, más otros dos cuyos rasgos inventé de común acuerdo con Debray".
Según Bustos, nadie delató ni traicionó al Che: al menos, ni Debray ni él lo hicieron. El cerco ya estaba tendido antes. Pero todo héroe mitológico que se sacrifica por sus ideales necesita siempre un traidor. Durante más de treinta años, Bustos sufrió en silencio ese papel atroz, del que ahora lo rescata un documental sueco. Aunque el horizonte de la historia es siempre el mismo, el sol sale todos los días de distinta manera.
http://www.lanacion.com.ar/01/02/17/o05.htm
LA NACION 17/02/2001 Página Opinión
Encontrado en: http://buscador.lanacion.com.ar/show.asp?nota_id=52673&high=tomás%20Eloy%20Martínez
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