viernes, junio 09, 2006

INVERSIONES Y ETICA EN CUBA

Nuta del Blogguista La inmensa mayoría de los inversores españoles han demostrado durante estos casi tres lustros de inversiones españoles en Cuba que les interesa un comino mantener una ética de respeto al pueblo cubano y a los trabajadores cubanos; solamente les ha interesado explotar al pueblo cubano en complicidad con la tiranía cubana y apuntalar a dicho régimen para que esas excepcionales condiciones de explotación y de discriminación que no les permiten practicar otros gobiernos y el sindicalismo de otros países, se mantenga en Cuba. Mi amigo Oscar Espinosa Chepe ha escrito un artículo que se comprendería y estaría hasta cierto punto justificado al principio que comenzaron las inversiones españolas en Cuba; después de tres lustro de práctica inversionista española en Cuba esa actitud de Chepe equivale a seguirle "pidiendo peras al olmo" .
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Inversiones y ética en Cuba

OSCAR ESPINOSA CHEPE

La Asociación de Empresarios Españoles en Cuba emitió recientemente un comunicado donde
justifica su papel en la Isla, a la vez que protesta por declaraciones del señor Ramón Jáuregui, diputado del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sobre la ejecutoria de esos empresarios
ibéricos.

El portavoz del PSOE en la Comisión Constitucional del Congreso emitió sus preocupaciones y críticas en una conferencia del Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa
en Cuba, efectuada en Madrid a fines de mayo.

Indudablemente, las inversiones extranjeras pueden representar un factor de desarrollo económico y jugar un papel importante desde el punto de vista político y social. Cuba, país pobre y subdesarrollado, necesita recursos para impulsar su economía, así como tecnologías que no le son accesibles. Paralelamente, la iniciativa empresarial extranjera, comprendida la española, puede ayudar a establecer el tejido empresarial indispensable para el avance de las naciones.

Al mismo tiempo, es bien conocido que sin relaciones humanas resulta imposible la concreción de inversiones y el establecimiento de acuerdos económicos y comerciales. Las mercancías no viajan solas. Van acompañadas de seres humanos, ideas y concepciones, por lo que procedentes de un país como España, estos vínculos pueden ser fuente adicional de influencia positiva para el futuro de Cuba.

Algo similar podría decirse del turismo español, aún en una escala más importante. No puede olvidarse que los cubanos provenimos en gran parte del tronco hispánico, del que nos sentimos orgullosos. Por este motivo somos absolutamente defensores de las relaciones económicas, culturales y de todo tipo con España; nación que además hasta muy recientemente sufrió el totalitarismo, y puede entender muy bien los sufrimientos del pueblo cubano en la actualidad.

Sin embargo, habría que considerar que tanto la inversión extranjera, específicamente la española, como las visitas de nuestros hermanos hispanos, no pueden dejar a un lado aspectos éticos relacionados con la situación afrontada por los cubanos hoy. Algunas inversiones realizadas en la esfera del turismo, realmente no concuerdan con lo que aspiramos de España. En hoteles administrados por españoles se discrimina a los cubanos y ni siquiera se les permite alojarse en el marco de un apartheid, que estamos muy seguros que no tolerarían en su propio suelo.

En el ambiente de ''tranquilidad social'' imperante en Cuba existe la contratación de personal basada principalmente en el clientelismo político, que obliga al trabajador, en la mayoría de las ocasiones, a aparentar lo que no siente para lograr el puesto de trabajo. Asimismo, los cubanos reciben la baja remuneración en la moneda nacional depreciada, mientras las operaciones y la gestión de las inversiones extranjeras se realizan en monedas sólidas, o sea, el gobierno cubano a través de una empresa contratadora recibe los salarios y otros beneficios en divisas y paga en el peso corriente, estableciéndose la explotación consciente de la mano de obra, tolerada solamente por el ambiente represivo imperante. No se admite ninguna protesta de los empleados ni reclamación directa a los empresarios, por lo que éstos tienen garantizada la total ``tranquilidad y seguridad laboral''.

No pueden soslayarse tampoco hechos que desmeritan la inversión extranjera. Por ejemplo, está el vergonzoso caso sucedido en octubre del 2005 en el Hotel Meliá Habana, cuando la administración canceló a la Embajada Checa el contrato para la celebración de la recepción por la Fiesta Nacional, sólo unas horas antes de efectuarse y a pesar de haber sido comprometido con muchos días de anticipación, alegando que habían sido invitados representantes de sectores de la sociedad civil cubana como las Damas de Blanco.

Lamentablemente, nunca hemos leído comunicados de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba sobre estos importantísimos asuntos. Ni se realizó una adecuada explicación a la Embajada Checa ni a los cubanos sobre el reprobable hecho.

Reiteramos que somos partidarios de las inversiones extranjeras, y las españolas f undamentalmente, pero creemos que debe existir una base ética. Sería ingenuo suponer que los negocios se hacen por amor al arte. Es justo y correcto procurar determinados niveles de ganancia y retribución, pero no debe darse la espalda a las realidades de los países receptores, y menos aún al pueblo. Es lógico el respeto a las leyes nacionales, pero siempre y cuando tengan en cuenta los acuerdos internacionales vigentes, más aún si ambas naciones son signatarias de los mismos, en particular en el marco de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

No puede soslayarse en los convenios, acuerdos y contratos, lo establecido en documentos tan importantes como la Declaración Universal de Derechos Humanos y las obligaciones morales que de ella se derivan. Que en otros países se hagan cosas indebidas, no exime a nadie de cumplirlas. Una actitud contraria convierte de facto a las empresas en colaboradoras del totalitarismo.

En el caso de las empresas de España, las obligaciones y responsabilidades son aún mayores, por los vínculos de sangre, historia y cultura, así como la traumática experiencia dedecenios de totalitarismo en ese querido país. A nuestro juicio, no se trata de dirimir responsabilidades en el futuro, cuando se produzca el inevitable cambio. El cubano es un pueblo noble, sin mezquindades. Se trata de vivir un presente con ética y honorabilidad.