jueves, agosto 10, 2006

FIDEL CEDE EL PODER

Fidel cede el poder


Por Alberto Muller

Toda Cuba quedó realmente en “shock”, al conocerse por una misiva del propio Fidel Castro leída a través de la televisión cubana a las 6 horas y 22 minutos pasado meridiano del lunes 31 de julio, que por motivos de una enfermedad grave, el dictador cubano “cedía el poder de forma temporal a su hermano Raúl”.
Lo más revelador de ese comunicado es que se supo el nombre de los cuatro funcionarios, que junto a Raúl formarían la pentarquía revolucionaria que asumiría la sustitución de las funciones que ejercía Fidel.
El grupo quedaba integrado por el ideólogo José Ramón Balaguer, por el burócrata stalinista José Ramón Machado Ventura, por el mediocre represor Estaban Lazo y por el experimentado ejecutivo Carlos Lage.
Todos bajo la batuta de Raúl Castro, aunque llamó poderosamente la atención la ausencia de algunos cuadros históricos, como Juan Almeida, Ramiro Valdés, Furry Colomé, Casas Regueiro y Ricardo Alarcón.
A partir de ese momento no han cesado de sonar tambores de alegría, cantos de luto, poemarios de rebeldías, verbenas de sanación, proclamas de cambios, profecías yorubas, especulaciones en todos los idiomas y hasta oraciones conciliadoras.
Y a nadie extraña que la reacción haya sido tan variada y caleidoscópica. Realmente era lo esperado. Fidel ha sido un personaje tan abarcador y tan sanguinario, que cualquier reacción de un extremo al otro, cae dentro del escenario lógico.
Todas las dictaduras, de cualquier modalidad, tejen siempre una estela de dolor interminable por sus crímenes y persecuciones. Y la cubana no ha sido una excepción.
Pero cuando esa dictadura es de corte marxista-leninista, como la “castrista”, pues también teje junto a su estela de crímenes horrendos, otra estela de adeptos rezagados de la extrema izquierda por todo el planeta, dando vivas al iluminado dictador. Así pasó con Stalin, que tanto parecido tiene con Fidel.
Hasta el momento, lo más significativo de la baja “temporal” de Fidel Castro al frente del gobierno cubano por razones de salud, ha sido el silencio casi sepulcral, no solamente de su sucesor Raúl Castro, sino de los lógicos “partes médicos” que deben informar a la ciudadanía de la evolución de la enfermedad de un personaje de la importancia del dictador.
Ni uno, Raúl Castro, ni los otros, los facultativos médicos, han aparecido en el firmamento para decir algo sobre el país o sobre la salud del enfermo. Sin embargo, ya comienzan por los medios cubanos de radio y televisión, los preámbulos de lo que parece ser una campaña para resaltar la figura del heredero Raúl.
Y también esto era de esperar. Al único, por parte del aparato del poder cubano, que se la ha permitido decir algunos comentarios de atalaya, de por si incoherentes, es a Ricardo Alarcón, que quiso tranquilizar a la opinión pública, diciendo “que había visto a Fidel y que estaba bien, consciente y recuperándose con absoluta normalidad”.
Difícil creer que, a las 48 horas de haber sido intervenido quirúrgicamente de gravedad el anciano dictador, pueda recibir en su despacho privado del hospital a un funcionario como Alarcón.
Cuba, en estos días posteriores a la noticia, parece un cementerio, con excepción de la movilización militar en todo el país y algunos mítines y asambleas de barrio orientadas por el gobierno para apoyar la novedad de que Raúl asume el mando.
Nadie en la calle se atreve a comentar, pero todos se miran de soslayo, como preguntándose perplejos: ¿y ahora qué más nos toca padecer y sufrir?
La dirigencia opositora y disidente de intramuros ha mostrado un perfil bajo y sus notas han sido discretas, aunque algunos, como Oswaldo Payá y Martha Beatriz han contemplado una intensificación de la represión hacía la ciudadanía. Menoyo, como de costumbre, sigue reclamando un espacio para su grupo.
Y como nota distintiva la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba exhortó a sus fieles a rezar por el enfermo. Sólo las Damas de Blanco han sido capaces de mantener con su acostumbrada gentileza, su reclamo de “libertad para sus familiares, los presos políticos”.
En la diáspora cubana por todo el mundo, pero en especial en Miami, los comentarios han sido más atrevidos: unos han planteado que hay que alentar un golpe cívico-militar; otros que la disidencia tiene que activar su resistencia en las calles; los más radicales han sentenciado que ha llegado la hora de la guerra liberadora, mientras que los más conciliadores han hecho una reflexión nocturna sobre la espera necesaria por la apertura china de Raúl Castro. Pero todos estos planteamientos tienen su punto débil y es que están hechos desde las calles de Miami y no desde las calles de Cuba.
Claro, los proponentes pueden trasladarse a la isla y ya entonces la fuerza moral cambiaría de rumbo. También algunos sentencian que ya Fidel está muerto y/o que la enfermedad es un cáncer terminal, y han celebrado ambas alternativas públicamente; otros que a Raúl la falta capacidad, carisma y hasta coraje para enfrentar una sucesión ordenada, como los comunistas cubanos desean.
Sin embargo, y para sorpresa de todos, la declaración más prudente del exterior vino de boca de la Secretaria de Estado del gobierno de EEUU., Condoleezza Rice, cuando afirmó que los Estados Unidos no contemplan ninguna invasión a Cuba, que el pueblo cubano puede contar con el apoyo incondicional de Washington en su lucha por la democracia y que “todos los cubanos deben trabajar desde sus casas por un cambio positivo”, en un claro llamamiento a la calma y a evitar un éxodo masivo de cubanos hacia la Florida.
Pero en el campo de lo real, lejos de los proyectos especulativos de una y otra orilla, lo más positivo y trascendente de todo, ha sido el anuncio de TV Martí iniciando trasmisiones diarias para Cuba.
Esto es lo que realmente necesita Cuba, abrirse desde adentro para el mundo y que el mundo se abra para Cuba. Y Radio y TV Martí son ventanas de información plenas de la libertad que el pueblo cubano reclama.
A los cubanos, tanto de intramuros como de la diáspora, les espera una tarea de titanes para desmontar el monstruo represivo y amoral del castrismo.
De seguro será una tarea de todos, en donde la inteligencia, la prudencia, la creatividad y el coraje, dentro de un espíritu democrático y de justicia social, tendrán que unirse en su propia diversidad para trabajar juntos, en pro de una Cuba nueva, libre y democrática.
albmul@bellsouth.net