domingo, agosto 06, 2006

LA CURIA HA PEDIDO A SUS FIELES QUE RECEN POR EL DICTADOR || EPÍLOGO MISERABLE

Nota del Blogguista


El Cardenal Ortega habla de una posible invasión norteamericana haciéndole con ello el juego a la dictadura totalitaria cubana.

Para el Cardenal cubano le es mucho más cómodo hablar de una muy remota invasión norteamericana que del sufrimiento, las penurias, la falta de libertades y derechos, etc.. que padece el pueblo cubano desde hace más de 47 años. El color de la sangre de los mártires que viste al colegio cardenalicio no parece ser el color apropiado para nuestro cardenal. Algunos jerarcas de la Iglesia Cubana, además del Nuncio Apostólico Monseñor Centoz, le pidieron al dictador autoritario Fulgencio Batista la renuncia como Presidente de la República de Cuba; en estos 47 años ningún Obispo cubano le ha hecho al dictador totalitario Fidel Castro semejante petición.

Juan Pablo II en la visita que todos los obispos cubanos hicieron Ad Limina, o sea el peregrinaje a los sepulcros de San Pedro y San Pablo, les señaló al Episcopado cubano:

( http://www.nacub.org/nacub/otros/127.htm )

¨ Cuando Ustedes, como Obispos católicos de Cuba, reclaman justicia, libertad o mayor solidaridad, no pretenden desafiar a nadie, sino que cumplen su misión, propiciando para el pueblo cubano una vida sólidamente basada en la verdad sobre el hombre. Por ello, les animo a continuar en el trabajo paciente en favor de la justicia, de la verdadera libertad de los hijos de Dios y de la reconciliación entre todos los cubanos, los que viven en la Isla y los que se hallan en otras partes, no ahorrando esfuerzos conciliadores que permitan ampliar siempre el trabajo caritativo de la Iglesia en la promoción humana del pueblo. ¨

Y anteriormente les había dicho:

¨ Ustedes son bien conscientes de su responsabilidad de transmitir el mensaje de Cristo como "verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífices y pastores" (Christus Dominus, 2). Este mensaje ha de ser proclamado en toda su integridad y belleza, sin dejar de lado sus exigencias y teniendo presente que la cruz forma parte del camino de Cristo y del que recorren sus discípulos. ... ¨

Por otra parte, veamos la diferencia entre el pensamiento del Prebístero Félix Varela, quién será el primer santo cubano según los procesos canónicos de la Iglesia romana, y las palabras pronunciadas por el Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alaminos con respecto a la invasión; pero antes, deseo aclarar que según la más ortodoxa Tradición de la Iglesia cristiana, mártires como Virgilio Campanería Ángel, Rogelio González Corso, etc.., que murieron defendiendo su fe alcanzaron la santidad aunque la Iglesia Cubana nunca los mencione y nunca aparezcan en los altares; también deseo aclarar que estoy en contra de cualquier invasión salvo que sea una intervención humanitaria que pare las matanzas y el genocidio que se estén llevando a cabo en determinado país. La Invasión Vietnamita para detener el genocidio del Kmer Rojo contra la población de Cambodia es un claro ejemplo.

Félix Varela en el número 2 de ¨El Habanero ¨, publica Tranquilidad de la isla de Cuba, en donde se lee:

¨ ... Si por desgracia se diere lugar a la invasión de tropas colombianas o mexicanas, es menester unirse a ellas; no tomar la defensa de un gobierno que solo pide sacrificios inútiles; cambiar el orden de cosas, y despedir prontamente los huéspedes con las indemnizaciones que fueren justas y con las pruebas de la mas sincera amistad y gratitud. Cualquier otro partido que se tome, es inútil, es absurdo, y es destructor del país. ¨

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LA CURIA HA PEDIDO A SUS FIELES QUE RECEN POR EL DICTADOR


El exilio critica a la Iglesia cubana por obviar "el dolor que vive el pueblo y los crímenes que se han cometido contra él"


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Grupos del exilio cubano han participado este domingo en una vigilia para mantener viva la llama de "un cambio hacia la democracia en Cuba", durante la cual abundaron las críticas a la Iglesia católica cubana por su mensaje sobre la enfermedad del dictador Fidel Castro. "Aquí hay felicidad no porque Fidel Castro se esté muriendo, sino porque (la enfermedad) separó a un dictador del poder", ha dicho Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia. Sánchez ha manifestado que como institución religiosa la Iglesia católica de la isla debe transmitir un mensaje "consolador", pero ésta ha obviado "el dolor que vive el pueblo de Cuba y los crímenes que se han cometido contra él".
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L D (EFE) Sobre el mensaje de la Iglesia católica cubana en el que pidió a Dios que iluminase las mentes de los responsables del gobierno provisional encabezado por Raúl Castro y aliviase los dolores de Fidel Castro en su lecho de enfermo, Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia, dijo que como institución religiosa, la Iglesia católica debe transmitir un mensaje "consolador", pero éste ha obviado "el dolor que vive el pueblo de Cuba y los crímenes que se han cometido contra él", resaltó. "Le falta (al mensaje) un párrafo, la mitad", agregó.

Asimismo, Saúl Sánchez reclamó el derecho de los cubanos de "poder regresar" a Cuba y "luchar por la patria", en una clara alusión a la advertencia de Estados Unidos de impedir la partida de flotillas desde el sur de Florida. Aunque aseguró no desear llevar a cabo "una locura", Saúl Sánchez anunció que zarpará con la flotilla de su organización hacia la isla en el caso de que Raúl Castro "comience la represión contra la oposición interna". También "saldremos enseguida (hacia Cuba) si comienza el resquebrajamiento del régimen para unirnos" a la disidencia interna.

Por su parte, Tomás Rodríguez, director de Agenda Cuba, abogó por "un proceso de transición" y la "liberación inmediata de todos los presos políticos". Rodríguez se decantó por un gobierno transitorio cívico-militar en Cuba del que formen parte "miembros de los movimientos opositores" internos, al tiempo que, "con todo respeto", sostuvo que la Iglesia Católica Cubana debía haber mantenido una posición de "reserva o silencio".

Para Daniel Hernández, catedrático de Estudios Religiosos de la Universidad Internacional de Miami (FIU), la Iglesia católica de Cuba "puede orar por el alma de Castro", pero el mensaje de la "jerarquía" no toca un aspecto fundamental: "la identificación con la libertad del pueblo de Cuba y no tener miedo a hacerlo". "Este no es un momento de cobardía sino de valentía e integridad y la Iglesia católica debe posicionarse al frente de la libertad y la democracia en Cuba", subrayó Hernández. El catedrático opinó que, aun reconociendo "el mensaje de perdón", es una obligación de la Iglesia valorar que se trata de "una dictadura, de un sistema totalitario".

El lugar elegido para la vigilia fue el restaurante Versailles, centro neurálgico de cubanos exiliados por culpa de la dictadura, y a todos los participantes se les entregó una rosa blanca como símbolo del espíritu de "lucha pacífica".

Entre los asistentes a la vigilia se encontraba Blanca Rojas y Bárbara Rángel, hija y nieta, respectivamente, del general Cornelio Rojas, fusilado a principios de 1959 por las fuerzas revolucionarias. "Lo arrojaron a una zanja después de fusilarle vilmente y jamás entregaron el cuerpo a la familia, ni supimos dónde lo enterraron", recordó con dolor Rojas, de 70 años.

Bárbara Rangel, por su parte, aseguró que la petición de la Iglesia católica cubana de que los fieles ofrezcan oraciones para que Dios acompañe en su enfermedad a Fidel Castro es una prueba de que "está comprada por el comunismo".


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PIDE LA UNIDAD DEL PAÍS


La Iglesia católica cubana afirma que 'jamás aceptará ni respaldará' una intervención extranjera

EFE
LA HABANA.- El cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, ha afirmado que la Iglesia Católica cubana no aceptaría una intervención extranjera en Cuba. Subraya la importancia de mantener la paz en el país.

Al inicio de la misa en la catedral de La Habana, Ortega leyó el comunicado divulgado esta semana por la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, en el que piden que Dios acompañe al presidente Fidel Castro en su enfermedad e ilumine a los nuevos responsables del gobierno y se encomiendan a la Virgen de la Caridad, patrona de la isla, para que se mantenga la paz.

Al término de la ceremonia y a preguntas de la prensa, Ortega subrayó que la Iglesia Católica cubana "jamás estaría no solamente respaldando, ni siquiera aceptando mínimamente, cualquier intervención extranjera".

"Creo que hay preocupación en todos nosotros, como se ha reflejado en la carta, y creemos que lo que pedimos a nuestras comunidades en estos momentos es oración", comentó.

"Oramos por la patria, por Cuba en estos momentos, por quienes la dirigen, ésa es nuestra manera de poner el futuro en manos del Señor, que es lo que le corresponde en estos momentos a la Iglesia", añadió.

Sobre todo, dijo, hay que pedir "para que nada rompa la concordia entre los cubanos, nada perturbe la paz entre nosotros, es evidente que cualquier cosa fuese de ese estilo no solamente es rechazada, sino que sería muy lamentable".

Ortega apuntó que, en estos días, las misas tendrán muy en cuenta la nueva realidad que vive el país, "la salud del presidente, la patria y los que gobiernan actualmente".

El cardenal señaló que no ha tenido contacto con las autoridades cubanas en las última semanas, aunque "otros obispos sí, a propósito de la salud del presidente, porque hemos tenido que tratar varios asuntos y se ha tratado este tema".

El cardenal explicó que no ha recibido ningún mensaje del papa Benedicto XVI sobre la salud de Fidel Castro, pero dijo no saber si el gobierno cubano había recibido alguno.


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Epílogo miserable


Por Armando Añel



Una interrogante, retórica a fuerza de repetitiva, ha marcado la mayoría de los debates en torno a la cuestión cubana: ¿por qué la población no se rebela contra el régimen que la subyuga? Que dicha rebelión no se produzca ni siquiera en momentos en que Fidel Castro agoniza –no se sabe si escalonada o irreversiblemente, si en el mismísimo infierno o con un pie en la cama y otro en la tumba– brinda a aquellos que aún cortejan el castrismo una especie de infalible salvoconducto argumental: si la población no se echa a las calles es porque mayoritariamente, de una u otra manera, apoya al gobierno. Mayoritariamente, que quiere decir aquí tácitamente: si niño que llora mama, niño que calla otorga.

En Cuba han tenido lugar varias rebeliones durante este medio siglo de totalitarismo –el llamado "maleconazo", en agosto de 1994 en el litoral habanero, acaso sea la más notoria–, pero ninguna una de ellas tuvo la suficiente categoría o resonancia. En un país donde los medios de difusión masiva destapan una y otra vez el baúl de los recuerdos del castrismo, donde hasta hace poco ni siquiera existía una prensa independiente, local o extranjera, esta clase de acontecimientos han pasado desapercibidos. Todavía hoy, las agencias de noticias acreditadas en la isla acusan falta de libertad de movimiento, marcadas por una inocencia valorativa –la imposibilidad de entender a fondo los mecanismos represivos y/o auto-represivos que caracterizan al sistema– que no puede sino volverse contra su objetividad periodística.

No obstante, y al margen de los innumerables recursos de que dispone todo sistema totalitario para manipular, controlar y/o maniatar a sus súbditos, al castrismo debe reconocérsele una capacidad adicional: la de haber matado en la población cubana ese espíritu rebelde, de una audacia casi festiva, que la caracterizó en ciertas etapas. Adulterada la política por el inmovilismo de Estado, el régimen ha parido por fin al tan llevado y traído hombre nuevo: ese ente incrédulo, irresoluto, apático, que subordina lo moral a lo práctico y en consecuencia se reconoce incapaz de transformar el estado de cosas imperante. Ha dado a luz una criatura sugestionada por las sucesivas máscaras de un sistema en el que los débiles carecen de derechos; en la isla del doctor Castro, los débiles son los íntegros, aquellos que muestran una sola cara. En el paraíso del relativismo en que se ha convertido Cuba la ética de la integridad ha sido sustituida por la ética de la supervivencia. En este contexto, lo ético no sólo no parece razonable: resulta anodino o risible.

La disidencia interna es entonces una excepción que, sin embargo, La Habana se ha empeñado en reprimir durante todos estos años, temiendo que, a la manera del iceberg, esa punta lidere suficiente masa. El grueso de la sociedad aguarda anestesiada –algunos sectores, incluso, desconfían de un futuro en el que deberán arreglárselas sin falsificarse a sí mismos–, a caballo entre su ya proverbial indolencia y el convencimiento de que el final está muy cerca, de que al menos alguna clase de cambio está a punto de gestarse.

En las postrimerías de un proceso tan dramático como corrosivo, otra pregunta podría acompañar la que encabeza este artículo: ¿dejará la población cubana que expire tranquilamente, en el poder, su principal victimario? Parece que sí, y que además de aceptarlo lo prefiere. Miserable epílogo para la novela del totalitarismo en Cuba.