sábado, agosto 19, 2006

LA ROBO-ILUSIÓN Y SUS ASNOS MIOPES

La Robo-ilusión y sus asnos miopes


Por Odelín Alfonso Torna
Cubanet / Noticuba Internacional

La Habana, 18 de agosto de 2006

Guerrero es un teniente coronel retirado, oriundo del oriente cubano. Era jefe de retaguardia en una unidad de tanques del Ejército Occidental. Los reclutas que lo conocen dicen que era tremendo hijo de mala madre.

Guerrero era intransigente y oportunista. Vivía en la unidad, no tenía casa ni adonde ir. Siempre se le veía en la cocina del regimiento. En las noches se emborrachaba con aguardiente que mandaba a comprar al pueblo. Lo apodaban El ratero.

Cumplió cuatro misiones internacionalistas en Angola, siempre de jefe. Para Guerrero, el país africano resultó un paseo, aunque dicen que en combate mandó a muchos hombres a la tumba.

Luego de su último regreso de Angola, le dieron una casa en un reparto residencial. Enseguida se licenció de las Fuerzas Armadas. Ya resultaba vergonzoso cargar con un oficial borracho en el regimiento.

La casa está ubicada al final de una cuadra. Para suerte del ratero, colinda con otra unidad militar. El muro divisorio da a un taller de pailería.

En honor a su nombre, Guerrero transformó el vecindario en una unidad militar. Cerró parte de la cuadra con un portón, simulando un punto de control de pase (PCP). Para los vecinos no era nada extraño. Es la única cuadra del reparto donde viven militares. Están acostumbrados. Excepto el vecino de enfrente, a quien los oficiales que lo vigilan (secundados por Guerrero), tildan de mercenario pagado por la mafia de Miami

El pedazo de cuadra cerrado por Guerrero obstaculiza el acceso a la casa del disidente. Para cerrar la cuadra, Guerrero se apoyó en su compañero de luchas y borracheras, Carlos, un oficial de la Marina de Guerra que a su vez es delegado concejal del Partido Comunista, quien autorizó a Guerrero sin reparos. Acordaron criar puercos, gallinas y patos en el tramo de calle cerrado.

Los oficiales nunca se retiran, eso lo sabemos. Ahora, en el barrio le llaman "la rata inmunda". Realiza trabajos de albañilería particular con dos personajes de su tierra natal. Acostumbran a robarse algo en cada casa que trabajan. Son cleptómanos de la peor calaña. Pero su negocio fuerte está en los hierros.

El jefe del taller de pailería fue su compañero en Angola. La casa de Guerrero sirve como almacén provisional de cabillas y angulares de hierro que luego venderlos en el mercado negro. Sus coterráneos militares lo saben, pero poco les importa.

El Partido Comunista ordenó a Guerrero vigilar la casa del disidente, una especie de chequeo permanente sobre quién entra y sale de ésta. Para eso lo habilitó con sofisticados medios de audio y video. Hasta un perro sato amarró en el portón. Su ladrido espeluznante anuncia la llegada de alguien.

Guerrero alterna la vigilancia con Flora, una vieja chivata que apodan "la Correcaminos". Tiene la manía de organizar mítines de repudio hasta en contra de los que venden chambelonas. La vieja Flora cría puercos de ceba. En ocasiones descarga sacos de pienso para sus animales en su patio trasero. Dicen que hasta vende parte del pienso.

Su mirada emite Rayos X, puede observar la jaba de un vecino a más de 20 metros. En ocasiones confunde las viandas con carne de res, y no hay quien se lo discuta porque siempre tiene la razón. Su esposo es un viejo de 73 años, serio y callado. Es el jefe de los miopes de la cuadra.

Para Flora, combatir las ilegalidades es lo primero. Damián, un joven de 20 años, tiene en su haber cinco intentos de salida ilegal del país. Por cada infructuoso intento, Flora organizó mítines de repudio contra el joven. Al último sólo acudieron Guerrero y el esposo de Flora. De lejos se les veía bostezando y agitando banderitas.

Flora recorre el barrio tres veces al día en busca de ilegalidades. Con susurros propone los sacos de pienso a cinco dólares. Está traicionando a su revolución, pero no quiere enterarse. La miopía no le deja ver más allá de sus convicciones.

De asnos miopes como Guerrero y Flora estamos rodeados. Delatar es su vicio. Por ello dan la vida si es preciso. Más allá de su impertinencia, roban y deshacen con total impunidad, pero eso no lo ven. Ellos son sólo eso: "los asnos miopes de la cuadra".


Fonte: CubaNet
http:www.cubanet.org