viernes, agosto 18, 2006

EL MIEDO SELLA LOS LABIOS DE CUBA

EL MIEDO SELLA LOS LABIOS DE CUBA



Olaya Suárez
La Prensa
Infosearch:
José F. Sánchez
Jefe de Buró
Cuba
Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
Agosto 18, 2006



Los quince cubanos que visitan Gijón en el marco de la «operación Añoranza» eluden hacer comentarios sobre la salud de Fidel y el futuro de la isla

Daniel Pérez calla, escucha y posa el dedo índice sobre sus labios cuando se le pregunta sobre lo que espera encontrar en su Cuba natal a su regreso la próxima semana. Tiene miedo. Conoce la represalias castristas hacia los disidentes y los que critican el régimen. Decide no responder, sellar la boca y esperar. Pasará sólo un mes fuera de La Habana y no se quiere mojar.

El destino ha querido que la enfermedad de Fidel Castro le haya pillado fuera de la isla, en su primera visita a Asturias, la tierra en la que nació su padre. Ayer, llegó al salón de recepciones del Ayuntamiento de Gijón con sigilo y acompañado de su prima Casita Campoamor, a la que ha podido conocer gracias a la «operación Añoranza». No habla, pero sus ojos lo dicen todo. A sus casi ochenta años, este habanero sabe que la isla vive un momento crucial. Sólo se atreve a decir que «las cosas están revueltas». Y tanto. Después de 48 años de dictadura, Castro se ha visto obligado a delegar en su hermano Raúl sus cargos en el partido, el Consejo de Estado y las Fuerzas Armadas.

En la recepción que la alcaldesa Paz Fernández Felgueroso ofreció ayer a los quince cubanos que desde el 23 de julio visitan a sus familiares en Gijón, en el marco del programa municipal, no se habló de política ni de la enfermedad de Castro. Les puede salir muy caro ahora que el mandatario atraviesa un momento delicado de salud.

La frase de Daniel Pérez lo resume todo. «Yo no digo nada, que a la vuelta igual me mandan al emboque», en referencia a la cárcel. Desde Boal, el pueblo en el que nació su padre y donde ahora pasa sus vacaciones de verano, sigue minuto a minuto lo que acontece en la isla. «Si se cura volverá al poder», sentencia.

Los quince cubanos, al igual que sus familiares, eludieron hacer cualquier tipo de comentario. La alegría por volver a la tierra de sus antepasados tapa por unas semanas la tensión silenciada que se vive en Cuba. Ni la Alcaldesa, en la distancia y de padre cubano, mencionó la situación. «Es muy grato recibir a cubanos con familiares en Gijón; hay que recordar que ahora España es un país receptor de inmigrantes, pero en el siglo XX éramos los españoles los que emigrábamos para ganarnos la vida», apuntó la máxima regidora local, que se acompañó de varios miembros de su Corporación para recibir a los quince cubanos de entre 62 y 81 años que pisan por primera vez tierras asturianas. La «operación Añoranza» posibilita desde hace 16 años el encuentro de cubanos con sus familiares en el Principado. «De otra forma no podríamos salir de Cuba, es muy difícil que te den los permisos», explica Daniel Pérez, que a sus 80 años de vida es la segunda vez que sale de la isla. «Viajé a Miami en 1991, pero no tiene ni punto de comparación con esto, es mucho más bonito Asturias», asegura el habanero, que hasta su jubilación trabajaba en un almacén de yuca en La Habana.

No conoció el Principado hasta finales del pasado julio, sin embargo, lleva la asturianía en la sangre. «Soy directivo de la Beneficencia Asturiana y estoy al día de todo lo que sucede en España porque leo todos los periódicos que nos llegan y no censuran», explica.

El próximo 23 de agosto volverá a La Habana. Esperará y verá de cerca la evolución de los acontecimientos. No habla con la prensa porque sabe que le puede traer consecuencias nefastas, pero a buen seguro comentará con su corrillo de camaradas la estela de expectación que ha dejado tras de sí la operación intestinal de Fidel Castro. Los cubanos no hablan. No comentan. Una palabra puede ser la equivocada ahora que vislumbran la esperanza.

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1 de agosto de 2006


http://www.elcomerciodigital.com/prensa/
20060724//setenta-hijos-emigrantes-asturianos_200607240046.html

Asturias
Setenta hijos de emigrantes asturianos llegan de Cuba en la 'Operación Añoranza'


La gran mayoría pisó por primera vez «la tierrina de la que tanto hablaban» sus padres Vivirán junto a sus familias en 14 concejos de la región

Conocían Asturias sin saberlo, porque sus padres les habían hablado tanto de sus montes, del Cantábrico y, sobre todo, de toda la familia que tuvieron que dejar atrás para emigrar a Cuba, que habían dibujado en sus cabezas el paisaje de una región que jamás habían pisado. Hasta ayer.

Setenta personas aterrizaron en la región para reunirse con sus familias gracias a la XVI 'Operación Añoranza', en la que participan 14 concejos del Principado, que cubren los gastos de los billetes de avión de cada uno de ellos. De Cuba a Quirós, Teverga, Gijón, Oviedo, Morcín, Grandas de Salime, Laviana, Cangas del Narcea, Cangas de Onís, Boal, Valdés, Llanes, Avilés y Belmonte.

«Mi padre siempre quiso traernos, pero nunca pudo. Hablaba maravillas de esta tierrina que tanto quería y de la que tuvo que marchar tan joven». Adolfina García narraba su historia mientras su hermana María Alodia, que también pisaba Asturias por primera vez, asentía con la cabeza y apuntaba que «después de 74 años hemos cumplido el deseo de mi padre». Ayer coincidieron setenta historias diferentes, aunque con el mismo inicio y final feliz.

Las familias esperaban la llegada del vuelo en la misma pista de aterrizaje. El personal del aeropuerto y la Guardia Civil se encargaron de colocarlas detrás de una línea verde para evitar las aglomeraciones. Pero es muy difícil controlar las emociones de más de 200 personas. El avión llegó pasadas las cinco y media de la tarde. El resto de la tripulación abandonó el aparato por el finger, pero los protagonistas de la tarde lo hicieron por la parte de atrás, para recorrer a pie los escasos metros de pista que los separaban de sus familiares. Y allí mismo afloró lo que cada uno llevaba dentro desde hacía décadas.

Los tambores marcaron el ritmo y las gaitas entonaron el himno asturiano para emoción, incluso, del personal del aeropuerto. Y es que era difícil contenerse con historias como la de Ramón Álvarez. Su hermano Jesús corrió hacia a él y ambos se fundieron en un abrazo. Llevaba 40 años esperando para hacerlo y no podía esperar más. Ni siquiera los 20 segundos que hubiera tardado Ramón en llegar hasta el lugar habilitado por la Guardia Civil. No pudo decir una sóla palabra en minutos. Pero sus ojos, llorosos, hablaban por sí mismos.

Carmita de la Huerta presumía de recordar todo. Vivió diez años en Cabranes, los primeros de su vida. El mérito de su recuerdo es que ahora tiene 77. «Mi padre tuvo que emigrar al final de la Guerra Civil y nunca pude volver». Pero ya está de vuelta, para felicidad de todos sus primos. El abuelo de Helio Mejías también cruzó el charco con 16 años. Y él se trajo en el bolsillo dos buenos puros habanos a la tierra de sus antepasados para 'hacer negocio'. «Te los cambio por un culín ». ADOLFINA GARCÍA

Mª CARMEN DE LA HUERTA

FERNANDO SUÁREZ