viernes, agosto 04, 2006

¿TEMPRANAS GOTERAS EN EL TECHO DE LA SUCESIÓN?

¿TEMPRANAS GOTERAS EN EL TECHO DE LA SUCESIÓN?


Por Eugenio Yáñez *
Colaboración
Miami
Florida
E.U.
La Nueva Cuba
Agosto 3, 2006



Menos de 48 horas después del anuncio del traspaso de todos los poderes de Fidel Castro a su hermano Raúl, el sucesor designado, comienzan a producirse determinadas señales que pueden hacer pensar que las cosas por La Habana no están tan tranquilas como hace aparentar el gobierno.

Aunque parece demasiado pronto para que las desavenencias internas en la cúpula del poder comiencen a salir a la superficie, si se mira con detenimiento el escenario, y sin pretender especulaciones irresponsables o profecías desatinadas, hay diversos factores que no dejan de llamar la atención.

En primer lugar, toda la propaganda oficial se ha centrado en los deseos de recuperación del Comandante en Jefe, y son casi nulas las referencias de apoyo al sucesor y a su liderazgo por decreto establecido en la “Proclama” del lunes 31 de Julio.

Significativamente, todas las menciones de deseos de recuperación y la publicación de mensajes desde todas partes del mundo siguen haciendo mención de Fidel Castro como el Comandante en Jefe, cargo que oficialmente asumió Raúl Castro en la tarde del lunes 31.

No es que con esto se pretenda desconocer la autoridad raulista, y en definitiva todos los medios de noticias cubanos están bajo el control del Partido, vale decir, de Raúl Castro en estos momentos.

Parece, sin embargo, que Cuba y los cubanos, tras cuarenta y siete años y siete meses de férreo control bajo el poder absoluto de Fidel Castro, no han logrado superar el shock de su ausencia y siguen pensándolo como el Comandante en Jefe.

Al hacer esto, aun sin pretenderlo, están despojando a Raúl Castro de una condición que, en las realidades de Cuba, resulta fundamental para consolidar el poder.

Como no se conocen las condiciones ni el momento exacto en que se elaboró la Proclama de traspaso temporal de poderes, cabe la posibilidad de que ese elemento, que es mucho más que un detalle, haya pasado inadvertido, y pueda resultar causa de un problema de legitimidad y liderazgo significativo.

La Constitución cubana incluye la figura de “Jefe Supremo” de las fuerzas armadas, función que corresponde al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, cargo que recibió Raúl Castro en la Proclama.

De haber sido designado desde el primer instante como “Jefe Supremo” de las fuerzas armadas, el Sucesor no estaría ahora ante la disyuntiva de que se le siga llamando Comandante en Jefe a Fidel Castro.

No es un problema semántico. La autoridad verdadera en Cuba, país de instituciones débiles o prácticamente inexistentes, no es vista en el Presidente o el Jefe de Gobierno, sino en el caudillo: Fidel Castro contribuyó durante casi medio siglo a diseñar y reforzar esa imagen del Comandante en Jefe todopoderoso, y no desaparecerá en unos pocos días.

Un Raúl Castro que no es reconocido todavía como Comandante en Jefe por los cubanos, al menos en la semántica inmediata, es alguien con mucho menos poder real en un momento tan decisivo como el que vive el país.

Simultáneamente, su no aparición pública hasta el momento contrasta bastante con la amplia exposición que está haciendo de su propia figura Ricardo Alarcón, quien fue omitido de las designaciones de sucesión en la Proclama.

Ya Alarcón se había desmarcado de la generación de los “viejos” días antes, a pesar de sus 69 años de edad. Ese hecho fue analizado en el artículo “Generales Cubanos en Venta”, publicado en lanuevacuba.com el pasado lunes 31 en la mañana, más de doce horas antes de conocerse la Proclama de la sucesión.

Además, se señalaba también que sus declaraciones referentes a la improbabilidad de una invasión norteamericana contra Cuba por las implicaciones actuales de Estados Unidos en Irak y Afganistán, en momentos que el ejército occidental realizaba maniobras para enfrentar una supuesta invasión, no podían haber sido bien vistas por el tirano.

Si fue casual o no es difícil saberlo en estos instantes, pero el hecho cierto es que Alarcón quedó fuera del reparto, y es algo que no pasó inadvertido a los analistas.

Tanto ayer martes como hoy miércoles Alarcón ha aparecido públicamente alabando la figura de Fidel Castro e insistiendo en su recuperación, lo que era de esperar, pero no hace mención ni a Raúl Castro ni a la solidez de la sucesión.

Además, es significativo que el martes apareciera con ropa ligera, no protocolar, de la que en Estados Unidos se llama “casual”: el martes con mangas cortas y chaleco de sport, en medio del verano habanero, y el miércoles fotografiado en Granma en lo que parece ser un polo-shirt, o pullover en el lenguaje cubano.

Son detalles, ciertamente, pero que se deben sumar a las continuas referencias de Ricardo Alarcón a sus conversaciones diarias con Castro y la evolución positiva del estado de salud del dictador, algo a lo que no hace mención más nadie, en medio de un gobierno conmocionado por el cambio de poderes y casi paralizado en su actuación.

Como no creo en las casualidades dentro de la política y la lucha por el poder, me resulta de interés un Alarcón deportivo y jovial, mencionando cercanía a Fidel Castro y hablando de su recuperación, a la vez que no menciona al actual Comandante en Jefe, quien por otra parte no ha aparecido en público ni para dar una nota positiva de la eventual recuperación de Fidel Castro.

La no aparición pública de Raúl hasta el momento no es sospechosa en sí sola, teniendo en cuenta que bien puede estar en el puesto de mando coordinando el traspaso del poder y asegurando que todos los extremos de los hilos estén donde deben estar. Aunque pueda parecer una eternidad, son menos de 48 horas las transcurridas desde el inicio de la crisis hasta este momento.

Sin embargo, parecería lógico, aunque en Cuba nada tiene que ser lógico en estos instantes, que fuera Raúl Castro quien informara a los cubanos la escasa información que se divulga sobre la salud del tirano, y en caso de que fuera Alarcón o cualquier otro de los muchos subordinados quien lo hiciera, hacer mención al nuevo Comandante en Jefe.

¿Se está moviendo Alarcón por su cuenta y riesgo, desconociendo la autoridad delegada por Fidel Castro en su hermano Raúl? Parecería una actitud suicida en estos instantes.

No hay manera de saber si Alarcón, que siempre fue un hombre de Fidel Castro, considera la crisis de salud de Castro menos grave que lo que se ha hecho público, y apuesta a una pronta recuperación parcial que le permita aparecer como el adalid del fidelismo y recibir la bendición de un tirano que no muere, o si está apostando demasiado fuerte.

Si se trata de una jugada coordinada con Raúl Castro con quien sabe que propósito podrá saberse en relativamente poco tiempo, pero en caso contrario habrá tensiones.

A sus 69 años no queda mucho tiempo para esperar por otra sucesión. Él sabe que puede ser oído en Estados Unidos y ofrecer negociaciones, es lo suficiente ambicioso para dejar pasar por alto la que sería su única oportunidad, y tal vez considera que puede contar con apoyo imprescindible para lograr sus objetivos.

No hay manera de saber ahora si en alguna de las peroratas en varias versiones que siempre utilizó el tirano Alarcón creyó entrever algún mensaje subliminal.

La jugada es demasiado arriesgada, y esa partida no termina en empate.

Si no es eso lo que está en sus intenciones, deberá rápidamente dejar claras las cosas, o se convertirá en el primer mártir de la sucesión.

Y si es eso, no puede demorarse: una vez que Raúl Castro consolide su poder, los días de Ricardo Alarcón podrían estar contados.

¿En que se basaría Alarcón para esta jugada de tanto riesgo? ¿Quién lo apoyaría?

¿Acaso el banquero y petrolero de Cuba, Hugo Chávez, que también quedó sin mención bolivariana al anunciarse la proclama, y declaró que quedó preocupado con la noticia y que se había enterado por la televisión?

¿Será Venezuela el factor de fuerza que falta a Alarcón y los talibanes para imponerse?

Raúl Castro y Hugo Chávez no se quieren demasiado, es algo sabido, pero Cuba depende de la ayuda de Venezuela y Chávez depende psicológicamente de Fidel Castro.

¿Se sentirá Chávez traicionado por Raúl?

¿Existe acaso una segunda “Proclama” que guardan Alarcón o Chávez?

Venezuela puede ser mucho más que petróleo en este instante cubano.

Y Alarcón mucho más un cordero descarriado.

Los dos juntos pueden ser otra conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar.

Algo incompatible con el invisible y nuevo Comandante en Jefe. Que aunque no se haya visto en público, su poder brutal se sentirá si considera que le están traicionando.

Esperemos un poco.