BARACUTEY CUBANO

Al fin se salió con las suyas el ex dictador Daniel Ortega en Nicaragua. Tomará nuevamente el poder, pero esta vez será por los votos ganados, gracias a las maniobras políticas realizadas de antemano con su cómplice corrupto, Arnoldo Alemán, el mismo que ha entregado a la nación en las manos de una partida de infectos sedientos de un enfermizo poderío.

No podemos culpar al pueblo nicaragüense. Hizo todo lo que estaba en sus manos. El por ciento de votos lo demuestra así. Y es una pena que la corrupción lleve al país al barranco moral donde está cayendo. Que gentes como Alemán y Ortega hayan sido capaces de ponerse de acuerdo para ganar prebendas, y de esa forma pervertir la democracia.

Hoy se restriegan en el fango, de pleno gozo, un Hugo Chávez, un Evo Morales y, por supuesto, un decadente tirano que ya agoniza en su lecho de muerto, como es Fidel Castro, quien con paciencia y muchas muertes de por medio ha sido capaz de preparar el terreno del comunismo, ahora disfrazado de democracia para, de todas formas, imponerse en el poder.

Que nadie se confunda con Daniel Ortega. No ha cambiado en lo absoluto. Fue, es, y seguirá siendo, el mismo farsante que llegó al poder por la fuerza y apoyado por la tiranía de su progenitor ideológico de Cuba hace ya algunos años. Ahora, disfrazado de cordero, oculta su ferocidad política y su cara de ladrón y asesino de su propio pueblo.

El nuevo ingrediente en este mandato será el dinero proveniente del petróleo venezolano, el mismo que el ex golpista Chávez le roba a su pueblo para utilizarlo con fines políticos totalitarios.

Lo peor de todo es que ya está ahí, quizás planificando un futuro rojo para Nicaragua, aliado a lo peor de América Latina y a unos cuantos izquierdistas de los Estados Unidos. Un Jimmy Carter, por ejemplo, que como su amuleto personal, una vez más da crédito a la inmundicia, sin apenas sentir sonrojo.

Y Nicaragua será gobernada por un confeso ladrón de propiedades, repartidor de “piñatas”, aliado de criminales y tiranos, acusado, no solo de violar la constitución nicaragüense, sino de la violación de su propia hijastra, y llevará las riendas de un gobierno carcomido por la pudrición, los pactos ignominiosos y la suciedad de leyes creadas para despojar a su pueblo de la dignidad y la vergüenza.

Han dado un enorme paso hacia atrás, como el cangrejo. Ojalá y un día puedan librarse de la desgracia que les ha caído. ¡Dios ayude a Nicaragua!