martes, diciembre 26, 2006

EL SOBERANO ES EL HOMBRE

EL SOBERANO ES EL HOMBRE


Por Lcdo. Faisel Iglesias.

El hombre no es medio para fin alguno; el fin es el hombre porque Dios nos hizo a su imagen y semejanza. Sin embargo el surgimiento o implantación del Estado - según haya sido el caso - y la invención del Derecho, en fin, el poder constituido de los hombres, hicieron nacer el concepto de Soberanía. Surgió como un elemento defensivo de los estados contra el poder de la Iglesia y los señores feudales, después para extender el poder de los estados hasta llevarlo a planos absolutos.

El principio de soberanía tiene dos vertientes: una interior, que se proyecta sobre los elementos que habitan dentro de las fronteras donde se ejerce, justificando y exigiendo obediencia al poder del estado en virtud de su titularidad ; y, otra exterior, como expresión de legitimidad, pues en
realidad no exige que todo el poder se edifique sobre el consentimiento de los ciudadanos sino que se presente como representante de la sociedad.

El principio de Soberanía Nacional ha servido de fundamento para que el pueblo se limite a elegir cada cierto, y muchas veces inciertos años, a quines han de formar la voluntad nacional con plena libertad, mientras el principio de Soberanía Popular, legitima el poder estatal sobre el axioma de su titularidad por el pueblo, asentado en el consentimiento de los ciudadanos, quienes podrán determinar la acción de los elegidos.

El principio de Soberanía Popular ha quedado vinculado históricamente al sufragio, al imperio de la ley, a un entendimiento de la democracia en que la participación del ciudadano no puede quedar reducida a elegir a sus gobernantes cada cierto número de años, sino a condicionar las decisiones de éstos.

Sin embargo, el "poder constituido" del pueblo o el más falsamente llamado "poder del pueblo" se confunde maliciosamente por los gobernantes, con el principio de Soberanía Nacional - gracias a la madre de los estados modernos, la revolución francesa, que consagró en La Constitución de su V República que "[l]a soberanía nacional pertenece al pueblo francés que la ejerce por medio de representantes, por la vía del referéndum".

En consecuencia la voluntad del pueblo ya no es la suma de la voluntad de cada uno de los ciudadanos, sino la de sus representante elegidos por años -, limitando el derecho de cada ciudadano a participar creadora y responsablemente en la solución de las siempre novedosas y crecientes encrucijada que nos depara el devenir.

Un retroceso histórico del derecho del hombre a la soberanía lo constituyó la presunta Revolución Socialista de Octubre, la que por inspiración de Lenin, impuso la facultad de un ente incorpóreo, una ficción jurídica, el Partido Comunista, de dirigir y orientar a la sociedad toda hacia la conquista de la sociedad ideal; el comunismo. Tal aberración jurídica esta consagrada hoy en Cuba, en el artículo 5 de La Constitución Socialista.

( Momias de Lenin y Stalin cuando estaban juntas antes del XX Congreso del PCUS en 1956)

En consecuencia, la conciencia jurídica de nuestro tiempo, los sistemas jurídicos de los diferentes estados y el orden internacional vigente resultan inconsecuente con una nueva era que dota a cada hombre de la información necesaria, para que actúe sabia y responsablemente en la solución de los problemas de un mundo contingente y fortuito.

El aparato del estado, los partidos políticos, las doctrinas tienen los instrumentos jurídicos que les permiten sustituir al hombre. Más como expresara José Martí, "el primer trabajo del hombre es reconquistarse." No se trata del acto extraordinario de imponerse a los otros hombres, de ser el encargado de iluminar a los demás. Se trata del derecho y el deber natural de cada ser humano de defender su individualidad, su espiritualidad. "Ni originalidad literaria cabe, ni la libertad política subsiste mientras no se asegure la libertad espiritual... porque la primera libertad, base de todas, es la mente, continuaba el Apóstol." Y realizarse, además, en armonía con la sociedad - esa que no es la colectividad abstracta, sino la suma de los individuos.

Hace cuatrocientos años, Cervantes en unos versos del nivel de su prosa expresó: "y he de llevar mi libertad en peso / sobre los propios hombros de mi gusto". "!La libertad en peso!" - lo que hace suponer que causa alguna pesadumbre- es algo que brota de uno mismo, complace y a la vez cuesta trabajo y exige responsabilidad. En el fondo se trata de la verdad como autenticidad. No la del decir ni la del pensar, sino la verdad de la vida, esa coincidencia de consigo mismo y la naturaleza. Cuando el hombre no sostiene su libertad se miente a sí mismo.

Confundir las voces con los ecos, sostener silencios en apariencias de decoro es contribuir a la desorientación de los que quizás no tengan recursos para descubrirse a sí mismos. Claro es necesario una dosis de clarividencia, de sinceridad con uno mismo, de decencia, una capacidad de
distinguir, de discernir que no es universal. La salvación está en nosotros mismos, recordar el verso de Cervantes; "tu mismo te has forjado tu ventura".

El héroe y mártir por la independencia de Cuba y la liberación de los cubanos, Ignacio Agramonte, ante sus profesores en la Escuela de Derecho de la Universidad de la Habana, ya en 1862, dijo: ..."[e]l individuo mismo es el guardián y soberano de sus intereses, de su salud física y moral; la sociedad no debe mezclarse en la conducta humana, mientras no dañe a los demás miembros de ella. Funestas son las consecuencias de la intervención de la sociedad en la vida individual; y más funestas aún cuando esa intervención es dirigida a uniformarla, destruyendo así la individualidad, que es uno de los elementos del bienestar presente y futuro de ella ... Que
la sociedad garantice su propiedad y seguridad personal son también derechos del individuo, creados por el mero hecho de vivir en sociedad"

"La centralización hace desaparecer ese individualismo, cuya conservación hemos sostenido como necesaria a la sociedad... se comienza por declarar impotente al individuo y se concluye por justificar la intervención de la sociedad en su acción, destruyendo la libertad, sujetando a reglamentos sus deseos, sus pensamientos, sus más íntimas afecciones, sus necesidades, sus acciones todas. El Estado que llegue a realizar esa alianza (del orden con la libertad) será modelo de las sociedades y dará por resultado la felicidad suya, y en particular de cada uno de sus miembros; la luz de la civilización brillará en él en todo su esplendor."

"Por el contrario, el gobierno que con una centralización absoluta destruya ese franco desarrollo de la acción individual, y detenga la sociedad en su desenvolvimiento progresivo, no se funda en la justicia y en la razón, sino tan sólo en la fuerza; ya el Estado que tal fundamento tenga, podrá en un momento de energía anunciarse al mundo como estable e imperecedero, pero tarde o temprano, cuando los hombres, conociendo sus derechos violados, se propongan a reivindicarlos, oirá el estruendo del cañón anunciarle que cesó su letal dominación"

La interioridad del hombre, su espiritualidad, su conciencia es sagrada. Violársela sería mutilarlo en plena vida. Al hombre no se le puede conducir por cánones, doctrinas, ideologías hacia un fin predeterminado, aunque éste sea el bien intencionado camino de la sociedad ideal, porque sería
convertirlo en un instrumento.

El hombre necesita la plenitud de su individualidad, el afianciamiento de su capacidad de discernimiento, ante la avalancha de tendenciosidad, que con inmediatez nos lanzan. No es el tiempo de un modo de ser o aparentar, que una moda, expresión de cierta clase o distingo, ejerza su imperio. Es la era en que cada individuo refleje su propia individualidad. No debe imperar una idea, una moda, sino que circula la información, reina la individualidad a fin de su plenitud y a partir de ella la donación, las concertaciones, la socialización, la trascendencia.
***********
Lcdo. Faisel Iglesias. Es narrador, periodista, Fundador de la Corriente Agramontista de Abogados disidentes de Cuba y miembro de la Comisión de Relaciones Internacionales del Colegio de Abogados de Puerto Rico. (Urb. Jardines de Trujillo Alto, calle 3 #d-5, Trujillo Alto, Puerto Rico. 00976. Teléfono celular: 787 - 553 3373)

Fonte: PeñaCubana
http://www.penhacubana.com