domingo, diciembre 10, 2006

PUNTO DE VISTA URGENTE

Punto de vista urgente



Por Angel Cuadra
Diario Las Americas


El gobierno totalitario cubano, en su reciente obligado cambio de timonel, como una muestra más de su pretendido continuismo, reincide en la coartada en su política exterior de disponer, como se dice, la “música” a cuyo ritmo quiere que “bailen” todos los elementos y factores de sus relaciones internacionales, incluidos desde luego sus adversarios, reales o supuestos. Y lamentable y sospechoso es que siempre encuentra –ya porque “muerden el anzuelo” ingenuamente, ya porque estaban esperando la señal para “salir del closet”, como se dice— esos elementos y factores para actuar en el baile. Digámoslo así, con ese sentido metafísico del habla llana más popular.

Apenas Castro II lanzó en el tablero sus dados –marcados como haría su gran tahúr predecesor--, con cierto deje altanero y, al mismo tiempo, con un velado SOS que en el fondo se vislumbra, ya salió un grupo rápidamente vertebrado, y quizás alguno que otro dentro del mismo con incauta premura, a plantear públicamente los repetidos reclamos de la supresión del embargo económico, el flujo indiscriminado de remesas, o sea divisas, los viajes “turísticos” no sólo de emigrados cubanos sin limitaciones, sino preferentemente el fructífero turismo norteamericano, los intercambios académicos, deportivos, culturales desde los Estados Unidos y las relaciones económicas con este país. (Pero nada por la otra parte, la que dirige la orquesta y el ritmo al cual bailar).

¡Vaya curiosa coincidencia! Si eso es lo que siempre ha reclamado el gobierno castrocomunista y sus benefactores en el mundo. Y más aún eso ya ha estado ocurriendo durante todos estos largos años pasados, antes de las pocas y últimas restricciones al respecto que ha puesto en práctica la administración actual del gobierno de los Estados Unidos. Eso ha estado ocurriendo en Cuba, y nada ha cambiado en el sistema cerrado e intransigente del gobierno castrocomunista.

Cuántos miles de cubanos –supuestamente exiliados—han estado yendo a Cuba directamente desde Estados Unidos y por terceros países; y cuántos millones de remesas indiscriminadas (a cualquiera, no sólo a familiares cercanos y como asunto Humanitario... con H mayúscula), que han estado beneficiando también, y mucho más, al gobierno cubano actual.

Los turistas norteamericanos... ¿Pero es que éstos, con especial eficacia, van a cambiar las mentes, las convicciones y los miedos de los cubanos en la Isla? Si durante años y años, miles de miles de canadienses, mexicanos, españoles, italianos, suecos, han inundado hoteles, instalaciones turísticas y hasta el lupanar al aire libre del Malecón habanero. ¿Y qué ha pasado? ¿Es que los turistas “yankis” son más eficaces misioneros o catequistas iniciados que han de ser ellos los que pueden producir el milagro de la resurrección nacional cubana? No, lo que sí son ellos los que más gastan, los que menos les interesa la cuestión política de otros países, y los que servirían mejor al negocio, en subsidio apreciable para la ineficaz economía del sistema comunista que, a todo trance, quieren mantener en pie los que detentan en Cuba el poder sin límites, sólo posible en ese tipo de gobierno que ha impuesto en la Isla el régimen cuya cúpula dirigente quiere apuntalar en su columna vertebral, aunque esperan disfrazarla con superficiales injertos, los cuales han resultado en otros países comunistas, aún vigentes como tales en esencia.

No nos engañemos o queramos engañar. En Cuba hay una crisis ostensible en casi todos los sectores nacionales. Durante muchos años su economía ha dependido principalmente del subsidio exterior: la Unión Soviética sobre todo, algunos aportes inversionistas desde Europa y actualmente la Venezuela de Chávez con sus típicos petrodólares. Pero parece que no es suficiente este último padrino para sostener y aumentar el nivel de vida de la población, lo que ayudaría al país en su interrelación internacional.

El régimen podría mejorar la crisis desde adentro, con reformas que permitan desarrollar las capacidades del cubano para iniciativas de todo orden, que ayuden a satisfacer las necesidades más inmediatas y directas de la población: pero esto requeriría mayores márgenes de libertad individual. No parece dispuesto el gobierno a correr ese riesgo. Ya muchas veces ha dado marcha atrás después que, urgido por las circunstancias, hizo experimentos de mercados libres campesinos y licencias para artesanías individuales.

Después que en una de sus primeras presentaciones públicas Raúl Castro, hablando con repugnancia de la democracia, la nombró como “esa porquería del capitalismo”, ahora en días recientes lanza esos dados al tapete del juego con una propuesta de trato con los Estados Unidos, que es un velado SOS de la crisis interna del país en la difícil marcha del sistema socio-político y económico comunista.

El vocero del gobierno norteamericano –hasta ahora- ha respondido bien: lo primero que el régimen debe hacer es arreglarse internamente con el pueblo cubano. Para eso tiene que cambiar, en un nuevo ajuste de los asuntos y factores nacionales. En su tozuda inmovilidad, a pesar de su notoria debilidad del momento, el régimen pretende mejor el soporte foráneo: al fin, los Estados Unidos.

Nosotros, en la organización clandestina de la que formé parte en la lucha interna en Cuba, nos planteamos que, siendo el gobierno el más poderoso en la contienda, debíamos, aprovechar para cualquier ataque, no el momento en el que nos creyéramos más fuertes en nuestras posibilidades, sino cuando el gobierno, en su gran poder, apareciera más débil. Este de ahora es el momento en el que el régimen totalitario cubano parece más débil. Es, por tanto, la ocasión a aprovechar para obligarlo a reformarse desde adentro, ante el conflicto interno.

Los que ahora –motivados por el error o por la ingenuidad o por la premura o por la complicidad- salen a la palestra pública oportuna, reclamando –en cuestionable coincidencia con el régimen- soluciones, ayudas, intercambios desde el exterior, en especial de los Estados Unidos, en los reclamos que mencionamos al comienzo de este artículo, están tirándole un salvavidas oportuno a ese gobierno para sobrepasar su ostensible crisis. Es la respuesta, ingenua o cómplice, al SOS que se vislumbra al fondo de las palabras de Castro II.

El punto de vista urgente del que debemos partir en el problema cubano, sigue siendo que el “diferendo”, la contraposición crucial y primaria, no es entre el gobierno cubano y el gobierno norteamericano, sino entre el gobierno totalitario cubano y el pueblo cubano, el de la Isla y el del destierro. A partir de ahí veamos cuál es el reclamo a esgrimir y el remedio a plantear.

Fonte: Identificada en el texto
http://www.cubalibredigital.com