jueves, diciembre 14, 2006

¿ QUIÉN INVENTARÁ A RAÚL CASTRO ?

¿Quién inventará a Raúl Castro?



Por Soren Triff


Dice el periodista Anthony dePalma, en su reciente libro The Man who invented Fidel, que Hebert Matthews creó la figura de Fidel Castro en los medios de comunicación. Pero ¿quién va a inventar a Raúl Castro?

Hebert Mathews y Fidel Castro en New York, 1960.

La palabra ''Castro'' o ''Cuba'' es un brand, un símbolo, que ha sido parte de la identidad de muchos que hoy tienen entre cincuenta y sesenta años. Sin embargo, esta vez los liberales no son los únicos candidatos en tomar el régimen cubano como símbolo de identidad norteamericana.

El gobernante interino ha mencionado a Estados Unidos en sus discursos varias veces en estos días porque está ansioso por heredar la legitimidad internacional que adquirió su hermano en su enfrentamiento con Norteamérica. Los dictadores obtienen su legitimidad por sus relaciones con los poderosos y el control policial de la sociedad, no por los votos de los electores. Castro necesita interlocutores, partidarios y adversarios leales... en la sociedad estadounidense.

Hasta ahora la burocracia washingtoniana por boca del gobierno republicano ha desempolvado una frase muy razonable de la época de Bill Clinton para decir que el diálogo del régimen isleño tiene que ser con su propio pueblo, es decir, no va a hacer nada. Articulistas conservadores y liberales coinciden en que el gobierno debe normalizar las relaciones con el régimen para que llegue la democracia y la libertad a Cuba. Nadie parece darse cuenta de que comoquiera que aborden el tema, pierden la discusión porque aceptan el marco de conversación que favorece a Raúl. En ese frame, Cuba es símbolo de ideas que discute la sociedad estadounidense. Pero la cuestión no es saber si quienes favorecen la normalización de relaciones tienen la razón o no. La cuestión es si Cuba debe ser una democracia o permanecer como una dictadura hereditaria.

Creo que la prensa sí debe normalizar su percepción de Cuba. ''Cuba'' no es símbolo de estabilidad fronteriza, como ambos gobiernos desean, ni símbolo de identidad para liberales y conservadores.

Si la prensa no cambia su actitud, el gobierno estadounidense y el régimen isleño escaparán a la labor de supervisión que los medios deben hacer a los poderosos, a saber, preguntar al primero si la política migratoria y el apoyo a la sociedad civil dan resultado; preguntar al segundo cuándo habrá libertad de expresión y elecciones libres, cuándo liberará a los presos políticos, cuándo respetará los derechos humanos.

De todos los significados que tienen las palabras ''Castro'' y ''Cuba'' el más triste es usarlas como símbolo velado de discriminación contra los cubanoamericanos. Como Cuba ya no es ejemplo de valores morales superiores, ahora se utiliza la resistencia del régimen como símbolo de la inferioridad moral de los cubanoamericanos. Es equivalente a decir que si el violador anda suelto es culpa de la incapacidad de la mujer violada. Esto debe terminar ya.

Raúl Castro debe ganarse la legitimidad como cualquier otro gobernante, con los votos en las urnas en justa competencia con sus opositores políticos. Hasta ahora sólo cuenta con el voto de su hermano. La burocracia de Washington no debe legitimar a Castro para encubrir su incapacidad de contribuir a la democracia en Cuba y aceptar fronteras estables y los sectores de la sociedad no deben adoptar al nuevo Castro como símbolo de sus guerras culturales o para encubrir su racismo contra los cubanoamericanos.