martes, enero 02, 2007

DESDE ARRIBA NO SE VE

Tomado de Cuba Encuentro.com

Desde arriba no se ve

Por Leonardo Calvo Cárdenas
Ciudad de La Habana
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¿Para qué sirve un parlamento que no exige el cumplimiento de los compromisos contraídos? ¿En qué galaxia sobrevive la cúpula del régimen?
martes 2 de enero de 2007 6:00:00
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La última sesión del año del más fugaz de los parlamentos —la Asamblea Nacional del Poder Popular— acaba de concluir con al menos dos novedades y mucho más de lo mismo. Las novedades son que, al no estar presente Fidel Castro —empeñado en una "rápida recuperación" que ya dura cinco meses—, los demás diputados tuvieron mucho más tiempo y espacio para hablar ellos y, además, se hizo alguna referencia a la grave crisis que sufre la transportación de pasajeros, fundamentalmente en La Habana.
(Sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en ausencia de Fidel Castro)
Por otra parte, cabía esperar —la esperanza es lo último que se pierde— que esta sesión parlamentaria devolviera a los cubanos el orden constitucional e institucional, después de esa especie de abdicación absolutista e ilegal con que el máximo líder traspasó sus investiduras gubernamentales, sin tener en cuenta las potestades concedidas por la Constitución vigente a la Asamblea Nacional.
De hecho, pasó la fecha —2 de diciembre— que la misma proclama presidencial establecía para el regreso al poder (en el que ya pocos confían), sin que se hiciera ninguna referencia oficial a la prometida restauración o a la posible oficialización de la, por el momento, sucesión provisional. Ahora, el máximo órgano de poder del Estado tampoco dio cuenta alguna sobre el inmediato futuro institucional del país.
Hasta ahora, nadie en las estructuras gubernamentales —ni siquiera el propio general Raúl Castro— se atreve a asumir y mencionar como "presidente en funciones" al principal ungido por la proclama del 31 de julio. Está claro que Cuba no cuenta con referencias ni mecanismos de articulación cívica para demandar de las autoridades el cumplimiento de los compromisos contraídos o el ejercicio de una institucionalidad responsable. Está por ver cuánto tiempo seguiremos en este limbo inercial del vacío nominal de poder.
De lo que sí no caben dudas es que con este silencio, la Asamblea Nacional, de por sí ya bastante borrosa en términos de poder efectivo, acaba de desaparecer como referencia institucional del panorama político.
'El mundo se derrumba y sólo Cuba avanza'
Por otra parte, la sesión parlamentaria sirvió para comprobar la alienada visión que de la situación socioeconómica nacional tienen los gobernantes del país. Al escuchar los análisis e informes de los jerarcas de la economía, cabe preguntarse en qué perdida galaxia sobreviven. Se puede estar desconectado de la realidad, pero no hay que exagerar.
Según lo expresado por los funcionarios responsables de la rama económica, el mundo se derrumba sin remedio y sólo Cuba avanza, firme, por un camino florido de prosperidad, bienestar y bonanza económica; si no fuera tan triste y grave, sería para reír.
En el paroxismo de la demagogia y la indolencia, haciendo abuso de la ausencia de mecanismos de impugnación, los gobernantes son incapaces de ver una realidad que describe un panorama de desolación y desesperanza para las mayorías, despojadas de voz y derechos.
Viviendo en la Cuba de 2006, asombra escuchar a los jerarcas del gobierno hablar de un crecimiento del 12,5% del Producto Interno Bruto, pese a la incapacidad productiva que aqueja tanto a la industria como a la agricultura, el colapso del transporte y los servicios, y los hoteles casi vacíos durante todo el año.
Sin fuentes alternativas e independientes de información y valoración económica, es muy fácil dibujar una economía fantasma —ya el pasado año organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL), no aceptaron las cifras oficiales brindadas por La Habana— que se contradice con el duro bregar cotidiano de los ciudadanos de a pie, que hoy no ven camino ni salida a sus interminables calamidades materiales.
Desde esa altura es fácil advertir como beneficios económicos la distribución caprichosa de una serie de cacerolas vacías y equipos electrodomésticos pasados de moda y de precios desproporcionados, que han cumplido el indeseado cometido de deprimir aún más el caótico poder adquisitivo de los ciudadanos, ahora además seriamente endeudados, al parecer por mucho tiempo.
A los exorbitantes precios y la baja calidad de los productos industriales que se ofertan en las tiendas que venden en divisas —prácticamente las únicas— y la escasez y precios crecientes de los productos alimenticios en el mercado liberado, se une el alto costo del transporte privado y el aumento de más del 300% en el servicio de transporte interprovincial.
Una sociedad condenada
Los representantes del gobierno nada hablan del monto de las remesas monetarias provenientes del exterior —se calculan en alrededor de 1.000 millones de dólares—, ni del vandálico gravamen del 20% que imponen a la entrada de divisas. Tampoco se molestan en hacer referencias a la inflación o el exceso de circulante, ni en explicar cómo en una economía tan "sólida", muchas veces no hay dinero en las agencias bancarias para pagar salarios y pensiones.
Qué decir cuando hablan de las 110.000 viviendas construidas —el plan era de 150.000—, muchas de las cuales son simples terminaciones o agrego de construcciones por mucho tiempo interrumpidas por falta de recursos. Otro fracaso asegurado para un gobierno que, cuarenta años después de monopolizar la construcción y distribución de viviendas y sembrar el deterioro y la insuficiencia del fondo habitacional, ahora plantea que los ciudadanos deben construir unas viviendas que a final de año se anotarán como un logro gubernamental.
Son verdaderamente lamentables, por las implicaciones humanas, sociales y culturales, los golpes de pecho a causa de la supuesta excelencia y superioridad de los sistemas de educación y salud, cuando día a día los ciudadanos sufren el deterioro de esos servicios, agravados por la exportación inmisericorde de los especialistas más calificados.
Si una nación vive en difíciles condiciones socioeconómicas y el gobierno se muestra incapaz de enfrentar los problemas, el asunto es grave; pero si la depauperación estructural y material aumenta, mientras los gobernantes sólo ven perfección, crecimiento y bonanzas, estamos hablando de una sociedad condenada.
Así entra Cuba al año 49 de esa revolución que pretendió crear la sociedad perfecta, con una crisis económica tan grande como la desesperanza del pueblo, con un vacío gubernamental tan grande como la inoperancia parlamentaria.
Los de arriba se niegan a ver a los de abajo, con sus carencias y clamores; los de abajo no escuchan ni confían en los de arriba, mientras siguen viviendo en la simulación y el escapismo, sin perder la esperanza de recuperar un día la voz y los derechos por tanto tiempo conculcados.