jueves, abril 12, 2007

DECLARACIÓN DE DEMOCRACIAPARTICIPATIVA.NET. COMUNICADO DE PRENSA

Nota del Blogguista
El webmaster de Democracia Participativa.net, Ernesto Ortiz, fue colaborador, miembro del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río y miembro del Consejo de Redacción de la Revista Vitral y director de la revista literaria deLiras, que también se publicaba en el Obispado, hasta su exilio en Holanda y España. Su esposa fue la diseñadora de la revista durante años hasta que pudo reunirse con su esposo en el Exilio. Con esto estoy diciendo que Democracia Participativa.net conoce de primera mano como ha trabajado Vitral todos estos años.

En el siguiente video de hace años puede verse por orden de aparición a: Dagoberto Valdés en primer plano y a Ernesto Ortiz, al fondo y de espaldas, Pedro ( un infiltrado en Vitral y en la Oposición al que se le cayó una grabadora oculta que llevó a una reunión de la Oposición), a Yenia, la diseñadora de Vitral y esposa de Ernesto Ortiz, al hoy Padre Carballo, cura párroco de la Catedral, a Pedro Pablo Mejias, hoy exiliado en Naples, etc..... En el momento de la filmación se estaba trabajando en el número 21 de la revista Vitral, donde publiqué mi artículo de Religión ¨El Pan de la Vida ¨, uno de mis preferidos entre todos los que escribí de diferentes temáticas. Para ver el VIDEO pulse AQUÍ
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DECLARACIÓN DE DEMOCRACIAPARTICIPATIVA.NET


Comunicado de Prensa

11 de abril de 2007.- El equipo de redacción y corresponsales de DemocraciaParticipativa.net ha leído con desaliento la escueta noticia del Consejo de Redacción de la revista Vitral aparecida en su último Boletín, donde declaran que no se "podrá garantizar más la salida de la revista" por "falta de recursos".

El Gobierno cubano y su Oficina de Asuntos Religiosos –que es la encargada oficialmente de tratar, controlar o reprimir las actividades de la Iglesia– siempre han querido cerrar Vitral, con argucias, presiones y acciones de todo tipo. Pero ni siquiera en el momento más difícil, cuando se atacó directamente, por la prensa y televisión gubernamentales, a su Director, Dagoberto Valdés, y al hasta hace poco Obispo de la Diócesis, Mons. José Siro González-Bacallao –alma y escudo de estos espacios–, tuvimos un sentimiento mayor de desasosiego.

¿Cómo es posible que, después de tantos años de tenaz y justa resistencia, el nuevo Obispo de Pinar del Río, Mons. Jorge Serpa, se haya dado por vencido y vaya a poner punto y final, o vaciar de proyección profética y alcances, a un proyecto que ha entrado en el hogar de tantos cubanos, precisamente por su valentía y singularidad, por ser una modesta pero eficiente luz en el mundo tenebroso del totalitarismo? No es posible reprimir la libertad de la luz verdadera, porque se anima en Aquel que es lumen de lumine, y cuya pretensión mayor es la de hacer valederas la dignidad de la persona humana y la libertad de los hijos de Dios.

Es inexplicable que un proyecto tan austero (cuyos mínimos medios suelen notarse en la modestia de la publicación) pueda quedarse sin recursos. Es inexplicable que las organizaciones que durante estos años han estado financiando buena parte de los proyectos del Centro Cívico y la revista Vitral, puedan haber decidido de pronto dejar de apoyar a una Iglesia que, como la pinareña, se ha mantenido en la pobreza, pero ha multiplicado con creces los talentos que se le han encargado. Es inexplicable que la experiencia acumulada en esta década de sacar adelante una revista frente a la negación, las presiones pretendidamente legales y los subterfugios de un régimen tan poderoso, se haya quedado aparcada. Es inexplicable que, dadas la creciente calidad y constancia ejemplar de la revista, que ha obtenido importantes Premios fuera y dentro de la Isla, y las simpatías que despierta dentro y fuera de Cuba, en diversos ámbitos perfectamente responsables, no se hayan intentado nuevas vías de financiación o donaciones.

Desgraciadamente, esta nota del Consejo de Redacción de Vitral se explica de una manera distinta a la que nos presentan. Podría interpretarse como que existe un sector de la Iglesia cubana que prefiere los permisos del gobierno para reconstruir o hacer nuevas iglesias, para realizar procesiones, para permitir la entrada de misioneros, para conseguir ordenadores o móviles o facilidades, o para viajar al extranjero, entre otras ventajas, sin duda muy necesarias, pero logradas mediante la sumisión.

Pinar del Río es un bastión de comunión en valores cristianos, de libertad y de experiencias cívicas alrededor de su Iglesia; las iglesias están derruidas, pero los hombres que estaban dentro se habían revestido de una luz y una dignidad admirables. ¿Cómo es posible que el nuevo Obispo haya puesto punto final a ese esfuerzo sin intentar siquiera resolverlo con la colaboración de tantos miles de cubanos que encontraban en Vitral una esperanza de futuro? Esperamos que honestamente haya creído que la decisión que ha tomado sería la mejor para la Iglesia y para el pueblo que peregrina en su Diócesis. No obstante, lo exhortamos a que atienda el reclamo de tantos y la reconsidere. Tengamos fe en que Dios lo iluminará, porque, cuando llegue el momento, deberá rendir cuentas al Señor de la Historia.

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EDITORIAL DEL NÚMERO 8 DE LA REVISTA VITRAL

LA FUERZA DE LO PEQUEÑO



Cuando valoramos lo grande de la pérdida de valores éticos en nuestra sociedad.

Cuando comprobamos la inmensa crisis general en la que vivimos. Aún, cuando superamos el desaliento, intentamos darnos cuenta de todo lo que habría que cambiar y reconstruir en el futuro: La magnitud de la obra nos aplasta.

Entonces sobrevienen algunas tentaciones:

- La parálisis de quienes dicen que es tanto lo que hay que hacer, que no hacen nada.

- El escape de los que considerando su impotencia para cambiar, lo que hay que cambiar, dicen que aquí no hay otro remedio que irse. Y si no es posible la salida del país, entonces mejor es encerrarse en su casa en el círculo cerrado de los íntimos y huir de los problemas sociales.

- Los calculadores que sucumben al desánimo cuando se ponen a contar cuántos son de su forma de pensar y cuántos no piensan o piensan diferente. Cuántos están intentando cambiar de verdad y cuántos simulan o escapan.

- Los tremendistas que creen que el cambio tiene que ser total, inmediato y desde lo más grandes a lo más pequeño. Sólo creen en los grandes cambios globales, mientras ignoran o miran con irónica conmiseración los pequeños cambios.

- El mesianismo de los que creen que hay que esperar a "alguien" que venga a arreglarlo todo. Es la versión bíblica del caudillismo tropical.

- El pesimismo de aquellos que dicen "hagamos lo que hagamos" nada va a cambiar. Es el aguacero de la desesperanza que hecha a perder la fiesta de los emprendedores.

- La desorientación de los que no saben por dónde empezar, ni qué pudieran hacer a su nivel y a su alcance. Es la ignorancia del que no ha descubierto que su pequeño aporte tiene valor insustituible en la construcción del mañana.


He aquí algunos de los obstáculos reales para que Cuba pueda cambiar y seguir adelante. Estos enemigos de los tiempos nuevos están dentro del país, es más, están dentro de cada uno de nosotros cultivando la desesperanza, aumentando la incertidumbre, aplastando los intentos.

Es verdad que la tarea del cambio y la reconstrucción en Cuba es inmensa, pero nosotros creemos que toda obra grande comienza por los pequeños proyectos personales, por las discretas obras de imperceptibles grupos de comprometidos con el bien, por los cimientos del edificio social, que sin ellos se desmorona, como nos ha demostrado nuestra historia pasada y reciente.

Creemos en la fuerza de lo pequeño, como ha dicho nuestro Obispo en Brasil. No es fuerza de violencia, ni presión de la conciencia. Es la fuerza del testimonio que se presenta con la convincente propuesta de la realidad, vivida al alcance de la mano.

Los judíos del tiempo de Jesucristo esperaban un mesías militar, poderoso, iluminado, que lo sabría todo y lo resolvería todo, haciendo justicia en grande. Desde entonces aprendimos que el verdadero Salvador nació como niño, en la ignorada cueva de Belén, que sólo servía entonces de establo para animales.

Así de pequeño, empezó el más grande cambio histórico, cultural, social y religioso de la humanidad.

Ese mismo "Carpintero de Nazaret" nos enseñó que la mejor forma de cambiar el mundo es sembrando semillas pequeñas que se hacen inmensos árboles, es construyendo un "Reino" que se parece a una perla que un hombre encuentra y vende por ella, por el valor inmedible de su pequeñez, todo lo que tiene.

Ese "crucificado entre dos malhechores" nos dijo que valía más la pequeña eficacia de la sal que la insípida grandeza de una obra sin sabor. Que más vale la pequeñez de la levadura que fermenta y hace crecer toda la masa, la misma masa inerte que espera ser "amasada" desde afuera sin llegar a ser verdadero pan de verdad y de vida.

Por eso creemos en la fuerza de lo pequeño: Porque es más útil encender un pequeño fósforo cuando sobreviene el "apagón" insoportable de la crisis que vivimos, que esperar a que llegue o a que traigan la luz desde afuera. Si encendemos un fósforo podremos caminar hasta el farol con él, seguir trabajando por una luz verdadera. Si todos encendiéramos el pequeño fósforo de nuestra creatividad y audacia, Cuba no seguiría viviendo en "apagón".

Por pequeños proyectos, asumidos con una mística de grandes ideales, han comenzado la mayoría de las obras perdurables.

La independencia de la India comenzó a gestarse en grande cuando un hombre, medio desnudo y medio santo, enfrentó el monopolio del imperio inglés, caminando hasta el mar y tomando libremente un puñado de sal; algunos de nuestros compatriotas, si hubieran estado en aquella situación, hubieran dicho: Gandhi está loco. ¿Qué significa un pequeño puñado de sal frente a uno de los imperios más poderosos de la historia?

Pero a Gandhi le llamaban el "Mahatma", que significa el "alma grande". Y él creyó firmemente en que toda obra grande comienza por proyectos pequeños. Esa fue su mística y su fuerza.

Otro testimonio que nos inspira: Cuando Nelson Mandela era sólo un joven desconocido, abogado negro, recién graduado, en el país del apartheid, decidió comenzar a trabajar por la eliminación del racismo abriendo un pequeño bufete colectivo con un amigo abogado blanco. Estoy seguro que otros compatriotas nuestros seguro hubieran dicho entonces: Mandela está loco. ¿A quién se le ocurre hacer una Sudáfrica sin racismo, abriendo un bufete antirracial en el corazón del apartheid?

Algunas décadas después Mandela era proclamado primer presidente de esa Sudáfrica nueva y sin apartheid. Pero lo más elocuente es que el negro Mandela, perseguido, discriminado, apresado por aquel régimen, levantaba la mano y nombraba vicepresidente a Frederick de Klerk, el último blanco que presidió el final del racismo en Sudáfrica.

A Mandela su mística, su proyecto comenzado en lo pequeño, lo habían conducido a proclamar en su discurso de toma de posesión: "Nosotros hemos triunfado en el esfuerzo por sembrar la esperanza en el alma de nuestro pueblo. Es la hora de construir..."(10 de mayo de 1994).

Martín Luther King, Juan XXIII, Arnulfo Romero... creyeron también en la fuerza de lo pequeño, en la realización de "nuestros sueños", en el "aggiornamento" del aire imperceptible del Espíritu que entra por una pequeña ventana que se abre al mundo.

En nuestra propia historia abundan los ejemplos que inspiran esa mística: ¿Qué representaba frente a la metrópoli española un fraile que defendía a los indios "sólo con la fuerza de la cruz"? ¿Qué influencias tendría en La Habana del siglo XIX, un centenar de jóvenes asistiendo a la primera Cátedra de Derecho de la que su fundador, el Padre Varela dijo que era la cátedra de la libertad y de los derechos del hombre? ¿A cuántos cubanos llegaría el pequeño periódico "El Habanero"? ¿Qué significarían los doce hombres con los que se quedó Carlos Manuel de Céspedes y quién calcularía el alcance de lo que empezó en el pequeño ingenio La Demajagua?

Por fin, algunos calculadores y tremendistas no confiaron nunca en la obra de los tabaqueros de Tampa y de los "pobres de la tierra" con los que el Apóstol fundó el proyecto de una República cordial.

En lo pequeño de la semilla han comenzado todos nuestros grandes proyectos y siempre hubo escépticos, pesimistas y desconfiados. Pero, gracias a Dios, también hubo en cada época, hombres-luz, hombres-fermento, hombres y mujeres con esperanzas.

Creemos, hoy también, en la fuerza de los pequeños proyectos. Sabemos que quienes descubren su propio proyecto personal al servicio de Cuba, se sienten vehementemente impulsados desde su interior, por una mística pujante que irrumpe más allá de la lógica del desaliento y de los cálculos de las fuerzas de este mundo, para remontar la cumbre de lo imposible y plantar allí la humilde semilla de la patria nueva.

¿Todavía no vemos claro que ya va creciendo, de esa pequeña semilla, el árbol frondoso de nuestra libertad?



Pinar del Río, 8 de julio de 1995.