jueves, abril 12, 2007

VITRALES Y TINIEBLAS

Nota del blogguista
El abandono mayor ha sido a las enseñanzas de Cristo y al pueblo cubano lector de Vitral; con Dagoberto y con las demás personas vinculadas a Vitral no pasará nada sobresaliente, pues su peligrosidad para la tiranía estaba en la clausurada Vitral y en las acciones ético civilistas del dividido ( en tres partes ) Centro de Formación Cívico y Religiosa.
Los agentes castristas, de dentro y de fuera de la Iglesia, hicieron un buen trabajo pese a ser conocidos sus objetivos; no obstante han tenido que pagar un precio: lo que era duda ya es certeza.
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Vitrales y tinieblas

Por Julio Estorino

Triste día es este para los católicos cubanos, día en que a la pesadumbre se suman, otra vez, el bochorno y la sensación de abandono y hay dolor por la Iglesia y dolor por la patria. No es la primera vez, no es el primer golpe, pero ello no disminuye la intensidad de los sentimientos.

Todo parece indicar que el nuevo Obispo de Pinar del Río, Monseñor Jorge Enrique Serpa Pérez, con el estímulo y el beneplácito del Cardenal Arzobispo de La Habana, Monseñor Jaime Ortega, ha determinado el cierre de la revista Vitral y el desmantelamiento del Centro de Formación Cívica y Religiosa de la más occidental de las diócesis cubanas. Ambas entidades, la revista y el Centro, eran dirigidas por Dagoberto Valdés, un laico comprometido de tremendas dimensiones espirituales y patrióticas. Bajo su guía, valiente y visionaria, Vitral y el Centro llenaban en buena medida, el tremendo vacío profético de la jerarquía católica cubana, agrandado recientemente ese vacío por la renuncia a sus sedes respectivas del anterior obispo de Pinar del Río, Mons. José Ciro González Bacallao, y del Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. Pedro Meurice Estiú.

Desde hace tiempo había cierto grado de ansiedad en los círculos católicos cubanos en cuanto a Vitral y el Centro de Formación. Al acercarse la fecha en que el padre y protector de ambas entidades, Mons. González Bacallao, debía presentar su renuncia al Vaticano por cuestión de edad, según lo establecido canónicamente, se acrecentaba la preocupación, pues era de sobra conocido que la actitud contestataria de la revista ante las realidades cubanas, y la labor de futuro del Centro de Formación, eran espinas atravesadas en la garganta del régimen y que, además, no contaban con el apoyo del Cardenal Ortega.

Cuando, recientemente, el Vaticano decidió no extender la membresía de Dagoberto Valdés en el Pontificio Consejo Justicia y Paz, la preocupación aumentó, y aumentó más todavía cuando se nombró al padre Serpa, a quien se considera un seguidor de la posición apaciguadora del Cardenal, como nuevo obispo de Pinar del Río. Esos temores se han convertido en una penosa realidad y nada menos que en Semana Santa… época de crucifixión en que de nuevo el poder político y el poder religioso se enseñan con un justo.

Ciertamente, equivocaríamos el paso si no señaláramos primero al gran culpable de este atropello que es la tiranía castrista, la cual muestra con esto, una vez más, su talante represivo, intolerante y manipulador. Pero, al mismo tiempo, faltaríamos a la verdad si no señaláramos igualmente el pesar y la decepción –una más- que causa en muchos católicos cubanos, la pobre actuación, la débil resistencia, si es que hubo alguna, del nuevo obispo pinareño y la aquiescencia en el caso, de sobra y de viejo conocida, del Cardenal Ortega.

Si hubo algún ultimátum de parte de la dictadura, habría que denunciarlo y, en todo caso, dejar que el cierre lo llevaran a cabo sus propios agentes, no la Iglesia, no con la hueca excusa de una no creíble falta de recursos. ¿Por qué facilitarle al opresor su sucio trabajo? La protesta tendría que ser el camino, no la aceptación silenciosa, ni mucho menos la colaboración.

Para mí, ni siquiera la vana esperanza de algunos, de que con actitudes semejantes pudiera avanzar algo la Iglesia en Cuba, o siquiera preservar su presencia, justificaría la callada aceptación de este abuso, ni, peor aún, el abandono de un católico fiel, de un hombre ejemplar como Dagoberto Valdés. Por caminos tortuosos nunca se avanza, por el contrario, se retrocede.

Cuando la institución se pone por encima del Evangelio, ¿a quién se abandona… a un hombre, o al Maestro y Señor? ¿Qué va a pasar ahora con Dagoberto Valdés y su familia?... ¿Qué va a pasar con los fieles y menos conocidos colaboradores de Vitral y del Centro?... En última instancia, ¿a quién beneficia esto?...

Sólo a los que aman las tinieblas les molestan los vitrales. Sólo los que sirven a las tinieblas pueden estar de acuerdo con el cierre de Vitral. Hoy hay regocijo en los ámbitos de los enemigos de la Iglesia y los enemigos de la libertad, gracias, en buena medida, a los que no han querido entender la parábola del Buen Pastor. En la Iglesia, en la asamblea de los bautizados cubanos, hay dolor y hay bochorno. Para Dagoberto, mi abrazo, mi admiración, mi respeto y mi solidaridad.

Como los católicos fusilados en los primeros tiempos de la revolución, nuestra Iglesia –pueblo de Dios- repite hoy ¡Viva Cristo Rey!... En fin de cuentas, es a Él a quien tratamos de seguir y servir. Con él, los católicos cubanos seguiremos adelante, a pesar del abandono.