lunes, mayo 07, 2007

EL RIGOR POR SER NEGRO Y ESO SE TIENE QUE ACABAR ENTREVISTA A JORGE LUIS GARCÍA PÉREZ ANTUNEZ

Tomado de Cuba Encuentro.com


" Sentí el rigor por ser negro y eso se tiene que acabar"

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Entrevista a Jorge Luis García Pérez (Antúnez), excarcelado tras cumplir una condena de 17 años.
lunes 7 de mayo de 2007 6:00:00
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Por Luis Felipe Rojas
Placetas, Cuba
Cuando llegamos a casa de Antúnez, Juan Carlos González Leyva, Tania Maceda y quien escribe, nos pareció cosa de película. Estábamos frente a uno de los mitos vivientes de la oposición cubana. De hecho, cuando fue arrestado en 1990 ninguno de nosotros pensaba aún entrar a las filas de la disidencia.

Después del intercambio de saludos, me di cuenta de que los 17 años que estuvo encerrado en las cárceles cubanas no le habían quitado las ganas de sonreír, el sueño de una Cuba distinta y que, como dijo varias veces a quienes entraban y salían de su casa a saludarlo, nunca tuvo odios contra nadie.

La conversación que sigue se vio interrumpida por media docena de llamadas desde varios países. Los amigos de la libertad querían saludar a Antúnez el mito y a Antúnez el hombre. Así y todo, pudimos terminarla en un fuerte abrazo.

¿Cómo ve el pacífico Antúnez a Placetas, después de 17 años de encierro?

Tengo que mirarla desde diferentes ópticas. Desde el punto de vista arquitectónico, veo una ciudad en ruinas, es como si hubiera pasado por un saqueo o estuviera en estado de guerra, todo con carteles de amenazas por ese enemigo histórico que se nos ha impuesto. Hay una regresión. Yo estaba preso cuando empezaron a cambiar los vehículos, los equipos electrodomésticos, la ropa de la gente (que no quiere decir que el cubano viva mejor que ayer), pero es cierto lo que oí en la prisión sobre el ahondamiento de las diferencias sociales. Lo he podido corroborar, pero Placetas, mi pueblo, mi barrio, me dio lo mejor.

La gente que siempre quise estaba ahí en el recibimiento, saludándome y brindándome su mano. Que hayan venido a demostrarme que tengo una familia más allá de los lazos sanguíneos, eso me deja el aliento de que estos 17 años no han sido en balde.

Una buena parte de su juventud quedó entre rejas…

Figúrate tú. Nunca tuve oportunidad de visitar mi casa, ver a mi madre enferma. Ahora mismo, no lo puedo negar, todavía siento el peso del ensañamiento, del rigor sobre mí. Estoy en estado de shock. Me pasaron mil veces de una prisión a otra, de una celda pestilente y sucia a otra horrorosa o más. Pero pienso rebasarlo.

Yo tenía 25 años de edad; era un joven lleno de esperanzas, un soñador como otro cualquiera y me arrancaron abruptamente del seno de mi familia por el solo hecho de manifestarme abiertamente contra el régimen y exigir los derechos no sólo de mis hermanos de lucha sino de todo el pueblo.

Quisiera que me creyeran, no me siento derrotado, mi silencio no lo compra nadie. Seguiré mi lucha como sea. No quiero regresar a prisión, pero no voy abandonar lo que tanto me costó mantener. No tengo por qué hacerlo. Las cárceles son las mismas, la represión ha aumentado, hay más presos, más golpes. ¿Por qué voy a parar?

¿Y la gente…?

Hay un cambio, hermano, hoy mismo cuando vinieron las agencias de prensa extranjeras a entrevistarme, la gente pasaba y saludaba. En otros tiempos no lo hubieran hecho. Por donde paso, yo, un pobre desconocido, es como si pasara un hombre de la talla de Librado Linares, Oscar Elías Biscet, Ángel Moya, Juan Carlos Herrera Acosta, los hermanos Ferrer García, que sí eran conocidos en Cuba porque se lanzaron a la lucha pacífica, pero se dieron a conocer entre la gente.

Por ellos, por los presos, tenemos que redoblar la lucha. Lo mejor de Cuba no puede extinguirse en las prisiones.

Se insiste hasta el cansancio en que no hay racismo en Cuba, pero al pie de las mismas aseveraciones aparece el bichito de la deuda que no se ha saldado aún…

Sí, sí. Dicen que no hay, pero lo dicen bajito. El racismo en Cuba forma parte de la política represiva del gobierno. Te pongo un ejemplo. En los países democráticos puede haber una manifestación de racismo, un hecho racista, pero hay leyes que te protegen de eso. En Cuba no. Ser negro delante de un tribunal en Cuba constituye una agravante. Si eres opositor, peor para ti, porque nos han tratado de utilizar diciendo que lo que somos "lo debemos a la revolución".

Desde que era un niño me están diciendo que en Estados Unidos te echan los perros y esas cosas, pero yo soy negro, no he salido de mi país y la policía política me echó los perros [enseña las marcas al entrevistador, las desgarraduras en un muslo]. Y mira cómo quedaron las huellas de los caninos en mi cuerpo. He sido víctima del racismo, oigo las voces ahí, diciendo: "Negro, te vas a morir; negro, prepárate que ahí van los perros", y me los echaron. No es lo mismo ser un negro opositor que un blanco opositor, un preso político negro que uno blanco. El uno sufre más que el otro.

Lo que nos va a salvar es que nuestras raíces son de mezcolanza, y con eso no puede ni Fidel Castro con su gobierno. Ahí está la frase de Martí para romperle la cabeza con un martillo: "Hombre es más que negro, más que blanco, más que mulato". Y hay una anécdota. Un negro, siendo jefe de una prisión del Combinado de Guantánamo —Sotomayor creo que se llama—, me dijo: "nosotros tenemos que besar la tierra por donde pisa nuestro Comandante en Jefe". Y le digo yo: "Esa la besará usted, que tiene el alma de sumiso, yo no, yo soy de los que piensan que tenemos el mismo derecho a luchar por nuestros derechos".

( Antúnez y Martha Beatriz )

Y tenemos ese derecho, como lo hizo Martin Luter King, Elías Biscet, Angelito Moya. No tenemos que adoptar posiciones sumisas, entrar en complacencias con nada ni con nadie. Sentí el rigor por ser negro y eso se tiene que acabar.

Fundó y mantiene vivo el Presidio Político Pedro Luis Boitel. Es parte de su obra. ¿Qué le falta por hacer ahora?

El Presidio Político Pedro Luis Boitel nace en Kilo 8, en 1995, un año de una represión muy fuerte. Allí estábamos Chambé Ramírez, José Miranda Acosta, Alejandro Mustafá Reyes y otros. Pensamos que la mejor manera de enfrentar a los esbirros era uniéndonos, y así lo hicimos. Al principio sólo éramos presos políticos, pero después se unieron los comunes, y así surge el Movimiento Nacional de Resistencia Cívica Pedro Luis Boitel.

Cuando surge, con mi hermana Berta como fundadora, tomó tanto fuego que nos dispersaron a los que ellos creían que éramos los cabecillas, por todas las prisiones de la Isla. Pero fue como ponerse a regar semillas y fueron surgiendo grupos por todas partes. El objetivo del movimiento es ser una trinchera abierta en la cárcel y una tribuna de defensa de los derechos humanos, donde sea que estemos.

La campaña por "la no cooperación con el régimen" salió de su voz, desde una prisión. ¿Qué puede hacer el cubano de hoy?

Los que estamos ahora aquí afuera, que para mi es estar preso igual, tenemos que tomar conciencia de lo que está pasando. No me canso de decirles que no tengan miedo. La situación de ahora mismo es intolerable por mucho tiempo. Hay que cambiar el sistema, sin odios ni rencores, pero hay que cambiarlo y cambiarlo para bien. El espejo son los hombres y mujeres del gobierno y su nivel de vida, y nosotros y las condiciones infrahumanas por las que atravesamos.

Les pido a los cubanos que se acerquen a los opositores. Hay un amplio círculo de oposición y hay cabida para todos los estilos de la lucha pacífica y la búsqueda de la democracia. Esta lucha no es de cinco, diez o mil, es de todos y entre todos tenemos que buscar el camino. Martí decía: "El hombre ama la libertad aunque no sepa que la ama y anda en pos de ella, huyendo de donde no la hay".

Es imposible negar que existe un infierno como Kilo 8. Sin que le duela mucho, porque las heridas están recientes, ¿cómo lo describiría?

Aclaro, las heridas están abiertas pero se van a cerrar. Yo no le guardo rencor a nadie. A Kilo 8 entré en 1994, nadie se puede imaginar lo que de allí le cuenten. A mí me amarraron a unos barrotes y me golpeaban con palos de marabú, con la tonfa asesina (bastón de plástico) y con la tonfa de hierro. No hay respeto ahí por la vida humana, llevan a los hombres para que se dobleguen.

Vi hombres autoagredirse para que los sacaran al pasillo a pedir cigarros. Otro tirarse desde una azotea porque no aguantaba más. Vi al jefe de Orden Interior, capitán Tony, asesinar en el comedor, a golpes, a Samuel Simpson González, porque le cedió el almuerzo a otro recluso, pues él había tenido visita hacía poco. Eso fue el 19 de junio de 1995. Vi y supe de hombres esposados varios días, semanas enteras. Yo mismo estuve varias semanas esposado, amarrado. Son atrocidades que cuando las cuentas te dicen que es mentira, porque nadie las puede creer.

¿Algo más…?

Sí, un mensaje a los jóvenes, son ellos los protagonistas del cambio, son las mayores víctimas del sistema. Hijos, hermanos de hombres que murieron en guerras ajenas en África y otras partes del mundo, de hombres y mujeres que murieron y mueren en las cárceles, de balseros que perecieron en el mar. Son ellos los que no pueden vivir una juventud plena, de gozo total, como cualquier joven.

Les animo a que no se dejen enajenar por el consumismo y otras cuestiones banales, que no abandonen su patria. Son ellos los que deben impulsarnos a todos. Es a ellos a los que les va a tocar reconstruirla como una casa nueva.